lunes, 5 de diciembre de 2016

Crítica literaria: "OK muchachos vengan a bailar"

Pinochet Boy
Rodrigo Ramos Bañados (Antofagasta, 1973)
Narrativa punto aparte Ediciones, 2016. 162 pp.
Por Gonzalo Schwenke
"Aquí los apellidos sirven de etiqueta para saber quién eres,
de dónde vienes o por último si tienes el dinero o el respaldo (lo llamaría prestigio) suficiente.” (9)

La política-económica impuesta por la dictadura cívico-militar a través de los Chicago Boys, se sintetiza como la privatización de los recursos nacionales para satisfacer las demandas del mercado internacional. Así, cuando llega la Concertación al poder perfeccionan el modelo mediante los Tratados de Libre Comercio (TLC). Es decir, el proteccionismo estatal se anula y el país navega al ritmo de las potencias económicas a las que les suministramos materias primas.

Pinochet Boy (2016) es la cuarta novela del antofagastino Rodrigo Ramos Bañados. Periodista de la cadena mercurial, ha publicado previamente Alto Hospicio (2008), Pop (2010) y Namazu (2014). Continuando con su proyecto literario, los que se caracterizan por la concentración de personajes en un ambiente atosigante, colmado de trepadores y precariedad. En ella se manifiesta cómo el modelo ha configurado las vidas de los habitantes desde el ámbito laboral hasta las relaciones íntimas y sociales. La ciudad del desierto, es el paraíso de quienes están ligados a la empresa minera más importante del territorio.

El volumen está dividido en cinco partes, segmentación que está demás ya que los temas entre capítulos se trastocan. Durante toda la obra, la narración se sitúa a través de la voz de Leonidas, quien aparece observando y esperando el regreso de Sol, el personaje relata las vivencias de Pedro (40 años), un frustrado escritor que considera que la literatura es un medio para escapar de la realidad; de Mirko, periodista, músico y dealer, crece entre colegios y escuelas donde es discriminado por ser huérfano paterno, se crió en medio de una familia evangélica y no puede salir del país por adeudar a su universidad en Dicom, para luego deambular en labores mal remunerados. En una ciudad transformada en el paraíso transformado en “el sueldo de Chile”.

En este tipo de sociedad, todo el que tenga dinero o apellido de prestigio será admitido dentro de un alto grupo social, sino lo detenta será discriminado. Los militares y el empresariado dominan el paisaje desértico, quienes están vinculados al Opus Dei y simpatizan con la obra del dictador Augusto Pinochet: “la estampita de Escrivá de Balaguer era frecuente en las oficinas de los poderosos de la ciudad” (38) Los demás querrán tener aquel tipo de éxito medible por el mercado social.

Uno de los personajes que busca alcanzar la esfera de influencia social es el director de la orquesta: hipócrita, doble estándar, arribista y misógino. Vive de la importación de alimento para perros y la dirección de la orquesta es un pasatiempo. De esta manera, se codea con los empresarios y las mineras los que en un afán de apropiarse de la gran cultura la equipan y la mantienen para escuchar anualmente: “Radetzky March”, o sea, el arte al servicio del arribismo degradante que se repartido entre la iglesia y el mercado.

Si el jefe prototipo tiene afanes déspotas, los subordinados serán capaces de soportar el abuso constante de la tiranía de los jefes, esto debido al endeudamiento y a la escasez de trabajo predominante y que moldean el carácter temeroso de los asalariados. Ese miedo que mueve al país forjado por las carencias y desigualdades, pero que en este volumen está supeditado a la industria de la minería. Los que no están relacionados viven la neoesclavitud en la que el cargo es tan precario que a los empleados se les pagan “con vales de supermercado” (45)

Mientras muchos piensan que los totalitarismos desaparecen, el neoliberalismo se instala como un espectáculo radiante donde el pensamiento es colonizado por un frágil espesor económico y una situación de conservadurismo. Ambos elementos determinan el rango de influencia.

Dentro del panorama cultural nortino aparece una serie de personajes, los que destacan los artistas marginales o malditos que están fuera de todo, el escritor de best sellers llamado Chaqueta quien aprueba o rechaza a otros escritores emergentes, vinculado con la minera realiza talleres y desfila por ferias del libro del norte; Campbell, un publicista progre que negocia su trabajo artístico con la minera, entre otros.

El desarrollo de las relaciones sociales está a cargo de las mujeres quienes emplean con gentileza la astucia y el oportunismo para negociar con el sujeto que tiene determinado poder y sacar provecho de las posibilidades: “A la académica (...) le pareció machista una opinión de Pedro y lo mandó a la mierda, pero a Pedro le pareció contradictorio que ella tomara café con Chaqueta, quien era un machista declarado.” (25) y “sol impostaba el tono de voz cuando hablaba con alguien importante para su trabajo” (77).


Pinochet Boy es una novela que hostiga al lector con densidad atmosférica, que al utilizar flashforward (el nulo uso de estos recursos en común parece novedad), mantiene la narración en una regularidad sobresaliente. Los personajes otorgan un mapa general y verosímil a la ciudad del norte y en los que el narrador personaje se sitúa con naturalidad a observar sin la necesidad de escarbar demasiado. Un libro destacado.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Crítica Literaria: The revival literario (2016)

SUDOR
Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964)
Random House Mondadori Ediciones, 2016. 604 pp.

Por Gonzalo Schwenke


La farándula con sus códigos triviales y diálogos precarios reflejan a la población actual. Este proyecto de país tiene su resaca, hoy, como un revival de propuestas anacrónicas que televisivamente representan momentos kitsch de nuestra sociedad. La literatura nacional no está al margen de estos faranduleros y como Japenning con Já, regresan a las primeras planas con la reedición de sus libros más celebrados. Un recibimiento lleno de palmaditas en la espalda por parte del mundillo. Un buen ejemplo de esta estrategia de marketing es Alberto Fuguet, quien después de un par de años en silencio, vuelve con un par de libros bajo el brazo que tienen a la temática gay como denominador común: No Ficción (2015) y Sudor (2016), dos novelas que han convertido nuevamente al autor de Mala onda en un escritor de moda.

Sudor relata los incidentes de Alfredo Garzón, editor de no ficción en Alfaguara-Chile, entre del 28 al 31 de octubre del 2013 durante la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA). La casa editorial para la que trabaja recibe la visita de Rafael Restrepo Carvajal y de su hijo Rafa (24). Ambos vienen al país a lanzar un libro de fotografías y escritos titulado el aura de las cosas. Dicho volumen consiste en fotografías tomadas por el hijo y escritos del padre sobre distintas figuras del espectáculo con las que tuvo contacto.

La novela está dividida en tres partes: El aura de las cosas, Juntos y solos (que abarca desde del 28 al 31 de octubre del 2013), más el epílogo. En la página 398, aparecen los famosos, recién entonces, nos haremos partícipes del juego autoficcional. Una narración de tono confesional, repleta de descripciones sobre un restringido círculo literario al que alabará, examinará y condenará en su propio funcionamiento, o sea, dependen en gran medida de la manipulación y las relaciones públicas de una editorial transnacional.

Por otro lado, mientras la ola de calor hace estragos en Santiago, se exacerban los encuentros sexuales gay coordinados en celulares y aplicaciones. Esto implica que en el volumen, en general, predomine lo masculino. Por su parte, la mujer representa parte de las frivolidades del circuito mientras que los hombres lo carnal y lo efímero: “Tirar y agarrar puede ser muy fácil y expedito y Providencia es un barrio bien puto: siempre hay más de una veintena de posibles chicos o hueones a menos de un kilómetro a la redonda (gracias, Grindr).” (38) Un reflejo de la nueva forma de relacionarse con el prójimo.

El protagonista Alfredo Garzón es ambivalente: zorrón, misógino y arribista, pero dependiendo del joven que lo excite y la posición que ostenta ante el mundo se anulará cuando muestre su lado sentimental: “Me sentía privilegiado de ser despreciado o ninguneado por Julián Moro porque sabía que esa era su manera de tomarme en cuenta.” (45). Dichas inconsistencias son atrapados por esta novela. Llena de vacilaciones y antes de 392 páginas, la narración presenta falta de centro y destino. Además tiende a la reiteración con relatos superfluos y aislados: “Rafa, esto es para ti.” (28) “Rafa, lo tengo claro, no merece una biografía eterna a lo Gerald Martin. Pero merece algo.” (43) “La aparición de Rafael Restrepo Jr. Me pilló desprevenido, irritable y con la guardia baja” (47) “El mejor lector de toda la obra de Rafael Restrepo Carvajal fue él mismo” (53) “Tipos como Rafa te hacen dudar. Dudar y sudar.” (55) “Rafa olía a Rafa.” (65) “Esto también deberá ser acerca de mí. Va a ser sobre Rafa y El Factor Julián y el bueno de Renato Adriazola y Vicente y Augusto y Alejo y todo el resto, pero a la larga –creo– será acerca de mí.” (94)

En un medio nacional que se caracteriza por obras que no rebasan las 300 páginas, Sudor pretende equipararse en monumentalidad a los grandes volúmenes de las que el compilador de McOndo alguna vez buscara distanciarse: Rayuela de Cortázar, Cien años Soledad de Gabriel García Márquez o Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño. En esta nueva etapa en su carrera, Fuguet tropieza con una novela que no supera en calidad ni siquiera a sus primeros libros y muy inferior si la comparamos con la crónica de Missing (por estos días lanzada nuevamente). La profusa verborrea, con interminables diálogos, es una marca de estilo a lo largo de la narración que sólo consigue provocar atosigamiento y monotonía hacia el lector.

Sudor pone en práctica dos arcos argumentales: la fragilidad intelectual del medio y los encuentros sexuales gay como si fuese la gran novedad del mercado. Una narrativa a tono con los tiempos donde lo importante es estar a la moda, pero la moda pasa rápidamente, así lo dice el mercado. Un volumen que pretende sostenerse creando circo: muchos nombres, muchos desfiles, cafés y lobby literario. Una obra sobredimensionada por su casa editorial, que afirma en voz de su editora que es el libro del año en España[1], pese a que la lista de Babelia[2] no lo considera ni para la encuesta anual.



[1] Extraído el 14-11-16 del sitio web (disponible en línea): http://elpais.com/elpais/2016/10/21/fotorrelato/1477063506_019316.html
[2] Extraído el 14-11-16 del sitio web (disponible en línea): http://elpais.com/elpais/2016/11/09/fotorrelato/1478704595_963952.html#1478704595_963952_1478705676

martes, 15 de noviembre de 2016

Crítica Literaria: La resta (2015)


“LOS HILOS DE LA MEMORIA”
La Resta
Alia Trabucco Zerán (Santiago, 26 de agosto de 1983)
Tajamar Ediciones, 2015. 220 p. (1era. Edición).

Por Gonzalo Schwenke


La Resta (2015) es una novela intercalada por capítulos donde las voces son Felipe e Iquela, dos jóvenes que bordean los treinta años y que tienen en común su infancia, la indagación de una memoria en cuestionamiento y la resistencia política de sus padres frente a la dictadura cívico-militar. Ellos van construyendo mundos paralelos pero complementarios que observan cómo abordar esta herencia de sus predecesores y que los problematiza al hacerse presente en todas las esquinas.

En la narrativa de Trabucco Zerán (1983), Santiago aparece como una ciudad inconveniente y apocalíptica, lo que provoca complicaciones en el vuelo de la tercera protagonista de la historia, Paloma. Cuando regresa de Alemania para celebrar los ritos fúnebres de su madre Ingrid Aguirre (exiliada y compañera de resistencia durante la dictadura junto con la madre de Iquela), el avión que trae los restos termina en Mendoza, por lo que la tarea de los jóvenes es buscar y enterrar a los muertos. De esta manera Paloma, Felipe e Iquela inician la forzosa travesía de cruzar la cordillera en la carroza llamada “la generala” para traer el ataúd de regreso.

El primer recuerdo de Iquela es el día del triunfo del “No”. En aquella ocasión Ingrid Aguirre, Hans y su hija Paloma visitan la casa de los padres de la narradora; Consuelo y Víctor. Durante los resultados del balotaje y el tránsito de los padres en la casa, ella relatará con resquemores su primer cigarro, no así su primer beso con alguien de su mismo género, con tal naturalidad y soltura que no existen reparos ni aprensiones. En tanto, Felipe recordará su crianza en el sur junto a su abuela, la relación de la casa con las mascotas y los animales, la profunda necesidad de recordar y la evocación de su infancia en la capital junto a Iquela y la madre de ella, Consuelo.

Iquela es la que da el temple a los capítulos. Introspectiva y en permanente búsqueda del detalle fascinante de la urbe, una perspectiva fragmentaria de la ciudad que la distancia del horror de su contraparte. A Felipe le disgusta y la nombra con enfado: “no ve nada: ella va paveando, comentando el reflejo del sol en los ciruelos, describiendo cómo se estiran las sombras de los edificios sobre el piso” (43). Él se caracteriza por ser obsesivo, delirante y ordenado, tiene la característica de hallar muertos en la calle o en el río Mapocho.

Mientras hacen memoria sobre la experiencia del triunfo del “No” en 1988. Los jóvenes ven con extrañeza un país que les parece ajeno e irán aproximándose a lo que significa la palabra patria: “los restos del carrete del fin de semana u otro que ya no pudo con el calor de mierda santiaguino” (28). Por lo tanto, esta construcción social es abordada por los hijos de exiliados y opositores a la dictadura a medida que se van cuestionando su pasado mientras reparan en el Santiago sucio y descuidado.


Finalmente, la obra presenta características en distinto orden que determinan su valía. Una novela estructurada y programática en su construcción, que presenta una visión liberal donde emergen situaciones lésbicas para mostrar que siempre han estado presentes, el ritmo se sostiene en ambas voces de forma armoniosa, en la que se aprecia la integración de recursos de estilo y constantes analepsis que participan convenientemente en el desarrollo de su lectura. Además, la trama tiene una orientación distintiva: el camino de los personajes es el ejercicio de hacer memoria. De lo anterior, el pasado individual es articulado como identidad mediante lo colectivo. Para el país, recordar siempre es un acto de justicia social. De otro modo, los jóvenes se refieren a lo ocurrido, lo cuestionan y lo hacen suyo para continuar y comprender la historia trazada por los padres. En el mismo ámbito, los muertos hallados en todas partes por Santiago avanzan hacia el descanso, lo que simboliza la síntesis del ayer reciente.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Gabriel Salazar: “Si no imponemos nosotros las políticas que queremos estas cosas seguirán igual”


Por Gonzalo Schwenke

"El verdadero problema de fondo es tener poder", afirmó.

          Santiago de Chile.- En el marco de la inauguración de la feria del libro (FILSA) en la Estación Mapocho, Gabriel Salazar valoró la presencia de México como invitado de honor afirmando que es “un país que respeta su identidad cultural”. El historiador aprovechó la ocasión para reflexionar acerca del valor del libro como objeto de respeto transversal frente a las autoridades de Cultura Ernesto Ottone; e Educación, Adriana Delpiano, y Alejandro Melo, presidente de la Cámara Chilena del Libro. También presenciaron su discurso, intelectuales invitados como Faride Zerán, Ángeles Mastretta, Héctor Aguilar Camín, Jaime Quezada, Graciela Huinao, entre otros. Además de personajes del mundo del libro; editores, lectores y estudiantes.

            En diálogo con Estampida, Gabriel Salazar afirmó que: “se ha reflejado poco los derechos humanos en el libro (…) Los DD.HH se han trabajado mucho en Chile como violación de derecho, el derecho en sí no sirve de nada si no tenemos poder, el verdadero problema de fondo es tener poder. No derecho. El derecho se viola el poder es más difícil. Es sobre esa perspectiva se ha trabajado muy poco y se ha publicado poco porque mucha denuncia de violaciones concreta para acusar a los asesinos, pero no se ha trabajo la perspectiva de los DD.HH. como objeto de propuesta, como ejercicio de poder”.

Al ser consultado sobre su perspectiva por la marcha contra la violencia de género realizada el 19 de octubre en todo el país, el Premio Nacional de Historia 2006, puso énfasis en la nula respuesta por parte del gobierno y parlamento para legislar sobre el tema, e instó a la población a utilizar su fuerza en los espacios de deliberación nacional: “el movimiento femenino no actúa en términos de poder sino impone sus políticas y sus propuestas, más que derecho de su poder. Todo esto que haga el gobierno son puros gestos, palabras de buena crianza, pero el problema no se resuelve.”

Así mismo, comparó la masiva convocatoria con la constante petición de rebajar el I.V.A. al costo del libro sosteniendo que es el único país del mundo que tiene esto: “al igual que el ministro de cultura dijo muchas cosas, ¿y por qué no quita el impuesto al libro?”

“Si no imponemos nosotros las políticas que queremos estas cosas seguirán igual”, sentenció.

Tras un breve recorrido por los distintos pabellones patente la ausencia de libros sobre los DD.HH. se hace patente en una feria donde predomina la literatura de cocina, el autoayuda, los booktubers, el esoterismo y los best sellers. FILSA se prolongará hasta el 6 de noviembre.

lunes, 24 de octubre de 2016

Crítica literaria: "El lugar sin límites" (1984)

El lugar sin límites
José Donoso (Santiago de Chile, 1924-1996)
Bruguera Ediciones, 1984.
207 Páginas. (4ta. Edición)


Por Gonzalo Schwenke


Una de las obras destacadas de la generación del 50’ es El lugar sin límites (1967), escrita por José Donoso (Santiago de Chile, 1924-1996). Esta novela narra la decadencia del capitalismo en Estación El Olivo, un pueblo ubicado en las cercanías de Talca. En aquella localidad hubo un tiempo de esplendor producto del desarrollo industrial, pero el brillo del dinero comienza a esfumarse a causa de algunas decisiones políticas. El pueblo no interesa para el progreso del país: “Las noticias que trajo don Alejo Cruz fueron malas: no iban a electrificar el pueblo”. (29)

La historia se desarrolla principalmente en el burdel de la Japonesita, adonde llegan hombres buscando la resaca del carnaval frente al aburrimiento de sus vidas diarias. Mientras tanto, Don Alejo, latifundista y político, promete una carretera y la electrificación de la ciudad para su reelección, lo que nunca cumplirá.

En otro nivel del texto, emerge una inversión de la heteronorma, de lo sentimental basado en relaciones de poder, es decir, una distorsión del acto sexual a través del concepto de entrega de amor para con el otro y determinado por intereses políticos. En los tiempos de gloria del burdel, Don Alejo y la Japonesa Grande apostaron la mitad del burdel a si esta última lograba tener relaciones sexuales con Manuela, de nombre real: Manuel González. De esa inocente jugada, nació la Japonesita, quien años después llevará el mando del prostíbulo.

El conflicto principal surge tras el regreso de Pancho Vega, quien había huido del pueblo debido al gran alboroto que provocó el año anterior tras violentar el burdel, golpeando a Manuela y a la Japonesita. Manuela, pese a los permanentes excesos y agresiones que ha sufrido, revela que ha ocultado por años su amor por Pancho. Así, la máxima tensión se produce cuando ella intenta besar a Pancho, lo que provoca una reacción violenta por parte de éste.

Predomina el estilo indirecto libre, donde el narrador omnisciente hace suyas las palabras de los personajes para abordar de mejor manera la historia, que paralelamente es una mirada totalizadora porque todo lo domina y en ocasiones se identifica con ellos: “Faltaba media hora para la misa. Media hora inofensiva, despojada de toda tensión por las noticias de la Nelly: ni un camión, ni un auto en todo el pueblo. Claro, fue sueño. No recordaba siquiera quién le vino a contar el cuento. Y los perros. No tenían por qué andar sueltos en la viña en este tiempo, cuando ya no quedaba ni un racimo que robarse. Bueno”. (9) De esta manera, el relato parte in media res (en este caso, no lineal). El pasado es parte de las decisiones de un cotidiano que interfiere en los significados de procedencia, tales como el origen de la Japonesita o la relación entre Don Alejo y Pancho.


Los personajes son dinámicos y evolutivos, porque van adquiriendo rasgos sicológicos a medida que avanza en la obra: Don Alejo pasa de benefactor a un ser ruin, miserable y sin escrúpulos; Pancho, de hombre honesto y noble, a violento y extremadamente machista; en tanto, la degradación física y espiritual de Manuela se homologa con el declive de la casa y, por ende, del pueblo.

La obra destaca por la minuciosidad con que representa las provincias en franca decadencia, situando lo marginal como el centro de una ciudad conservadora y en un estado de enclaustramiento fóbico, donde se desarrolla la violencia y la política en personajes dotados de dinamismo, quienes finalmente canjean los roles establecidos en apuesta por el poder.

domingo, 23 de octubre de 2016

Crítica literaria: “Antecedentes del advenedizo”

Casa Grande
Luis Orrego Luco (Santiago, 1866-1948) 
Ayacucho Ediciones, 2005.
320 Páginas.

Por Gonzalo Schwenke


En 1908 se publica Casa Grande, novela de Luis Orrego Luco (1866-1948) que retrata a la oligarquía chilena de aquella época y que causó revuelo mediático debido a que “escenifica” las tradiciones de aquel grupo social. El lujo, los títulos de nobleza y las ansias de asimilarse a todo aquello que proviniera de la cultura francesa –considerada por esos años, antes de la I Guerra Mundial, como modelo de elegancia y sofisticación–, son exhibidos por la pluma del autor de Memorias del tiempo viejo.

La novela instala al lector en el Santiago de principios del siglo XX, poniendo su foco en el matrimonio entre Ángel Heredia y Gabriela Sandoval y la tentativa de divorcio entre estos dos personajes que representan el modelo de la clase alta. De esta manera, a poco avanzar aparecerán los conflictos amorosos que serán el comidillo de la sociedad, mientras el clérigo Correa, con el fin de hacer respetar los votos eclesiásticos, mediará para restaurar la relación. Sin embargo, luego de la promesa de una buena vida nueva como pareja, la historia devendrá en un trágico final.

El narrador contempla la incipiente ciudad de Santiago, que por aquellos años se extendía desde el Cerro Santa Lucía hacia el Oriente, hasta la calle San Martín hacia el Poniente, y desde el Parque Forestal a la Alameda de Las Delicias en el eje norte-sur. Interpreta y concibe la urbe de acuerdo a los determinismos sociales o de clase, económicos y geográficos que predominan en ese período.

Asimismo, la observación fría del entorno juega un rol fundamental en consideración al objetivo de retratar el modo de pensar de una sociedad chilena plutócrata, que mira con orgullo la historia nacional (legado del español conquistador) y que, de paso, prescinde de lo indígena.

Es más, en Casa Grande destaca particularmente por su omisión de los sectores marginales, proletarios, artesanos y profesionales. Esta puesta en escena situará al cronista en la cúspide del escalafón social validada por ser parte de la antigua aristocracia, pues sería una especie de detentador de la verdad en la que evidencia los males de la sociedad, su sociedad en el texto. Precisamente, es el medio social el que modifica la interpretación de los hechos, como se observa en las expresiones de Gabriela y el estilo de vida que lleva: “Gabriela, junto con el sentimiento instintivo de superioridad social, templado por su bondad y su modestia ingénitas, había recibido educación refinada, hablaba francés como parisiense, era música y tenía hábitos de lujo de princesa, que todo lo pide sin averiguar nunca precios” (11).

La obra de Orrego Luco suscribe al movimiento naturalista, que tiene como máximo exponente al francés Émile Zola. La influencia de esta corriente se hace patente en Casa Grande en aspectos como la falta de albedrío, la injerencia de la Iglesia en el divorcio entre Ángel Heredia y Gabriela Sandoval, la crítica social hacia su propio origen, la descripción de los personajes y otros elementos específicos de la trama. Cabe consignar también el influjo del darwinismo en su concepción de la raza blanca-europea como superior a otras. El encarcelamiento y traslado de indígenas para mostrarlos al público o la esclavitud por color de piel, son ejemplos de ello.

Por otro lado, una serie de marcas en la narración dan cuenta de una exaltación de la historia reciente como un pasado glorioso: “ciudad de Santiago, un tanto sacudida de su apatía colonial en la noche clásica de regocijo de las viejas ciudades españolas” (5), que se explica en la falsa vanagloria de un pueblo elegido y que desea su salvación adquiriendo el molde europeo: “la multitud admiraba los trajes elegantes y los sombreros de paja adornados de plumas por algún modista parisiense” (8)


La particular mirada acerca del lujo, el determinismo de herencia y de raza, y lo frívolo, permiten develar el arribismo degradatorio que ha caracterizado históricamente a la alta sociedad chilena y leer esta novela como un libro referente de la siutiquería actual dentro de la literatura decimonónica de molde francés.

domingo, 16 de octubre de 2016

Crítica Literaria: "Labios Ardientes" (2016)

“Labios Ardientes”
Emilio Ramón (Santiago, 1984)
Santiago-Ander Ediciones, 2016.
118 Páginas.

Por Gonzalo Schwenke



Labios Ardientes (2016), la opera prima de Emilio Ramón (1984), es una novela basada en abismos y superioridad moral desde lo degradado y que en su estructura tradicional destaca por la minimización de recursos de estilo.

En las primeras páginas, el autor deja entrever cómo vendrá el nudo y el lector se cuestiona si hacia el final de la novela el protagonista logrará salir del abismo en el que ha sumido su cotidiano. Nada nuevo bajo el sol. En adelante, serán incontables las exhibiciones hedónicas del narrador. Éstas serán presentadas con igual relieve al mérito de ser un estudiante destacado durante la educación media que está preparado para las exigencias de la vida universitaria y las obligaciones económicas que se imponen para estudiar dirección de cine y televisión.

Pablo Tapia emigra a la capital con el fin de convertirse en cineasta, pero al poco tiempo debe congelar la carrera debido a las estrecheces económicas. Empieza a buscar empleo y encuentra uno como cuidador de un cine porno. En tal situación y a diferencia de la mayoría de los escritores de Santiago, el protagonista observa una ciudad donde lo que resalta es la pobreza y la marginación social, lejos —incluso— de la preemergencia ambiental y de la maquinaria trabajadora que recorre las calles durante el día. De esta manera se configura un entorno de degradación social: “Y caminar por el centro de noche es un espectáculo digno de ver. Santiago parece otra ciudad, como si las alcantarillas se tragaran al ciudadano diurno de traje y corbata y vomitara a las putas, a los locos y a los angustiados, a los vagabundos y a los deformes.” (10)

En aquel cine, el administrador del local, don Marcelo, apodado “el Gorila”, quien representa la decadencia de su negocio, le solicita a sus empleados hacer turnos dobles. Esto significa no sólo operar el local sino también satisfacer sexualmente a su mujer Gloria, una exprostituta ninfómana que su marido complace en todos sus caprichos.

El argumento de la obra coincide con la aparición de Natalia, una clienta habitual que llega a reemplazar al recién fallecido Claudio González (cortador de boletos y amante de las pistolas), muerto por propia mano. Esta circunstancia provocará que Natalia participe con una inesperada preponderancia en la vida y en el departamento de Pablo, revelando su cotidiano y su forma de ver la vida, donde ninguna relación humana debe tener importancia sino sacar el máximo provecho de las personas: “me doy cuenta de que todo el rollo del velorio no es por la comida o el vino, sino para conocer a paltones con una buena billetera y llevárselos a la cama.” (51)           

Pablo Tapia es un perdedor y un misógino irremediable con delirios de grandeza. Su odio hacia las mujeres —basado en el permanente recuerdo de los reproches de su expolola durante la universidad—lo utiliza como motor para demostrar que él ha avanzado en la vida y ha logrado algo. De igual manera, apela a la creencia de la superioridad de género, es decir, la mujer como ser inferior; mucho más si la categoría de mujer subyace en una trabajadora sexual: “Intento pensar en otra cosa, pero no puedo, y se me viene a la cabeza la idea de la venganza, de hacer algo que la haga sentir más abajo que yo, algo que la avergüence.” (82) Sin embargo, continúa en el mismo sitio, estancado, sin ánimos de salir. Es más, regularmente piensa que su única salida es el suicidio. Igualmente, reparará en su amistad con Natalia, pero pese a que le genera más problemas que amores, asume que le conviene que ella transite por su departamento para convencerse a sí mismo de que ha avanzado en la vida, aun cuando su situación haya pasado de la soledad y la desdicha a una amistad por conveniencia no sexual: “Y la prefiero cerca. Cerca y a la vez absolutamente inalcanzable y dejándome caer a la mierda una vez más. Como la vida misma.” (53)

En resumen, la narración busca recurrentemente plasmar la superioridad de un sujeto sobre otro, de lamerse las heridas de un pasado que no se puede subsanar. Esta moralina pechoña, miserable, de confort, nunca en riesgo, escurridiza y conservadora, es la misma que revela una trama floja, sin saltos temporales, y una escritura de primero medio. Si la obra es la visión de mundo de un autor que exhibe una sociedad machista y pueril, me quiero bajar del vagón.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Crítica Literaria: “Señoritas en Toma” (2016)

“Señoritas en Toma”
Un colegio de monjas en la revolución pingüina.
Valeria Barahona (1988)
Emergencia Narrativa Ediciones, 2016.
125 Páginas.

Por Gonzalo Schwenke

Foto: Google imágenes.


A pesar del alto impacto que produjo en la sociedad chilena la denominada Revolución Pingüina del 2006, la narrativa chilena no se ha hecho cargo de manera sustancial del relato de aquellos días y, en consecuencia, la problematización de dicho movimiento y de sus alcances hasta la actualidad no ha sido abordada adecuadamente. En ese contexto, y tras cumplirse 10 años de las marchas y tomas de colegios con que los estudiantes secundarios movilizados exigieron mejoras a la educación pública, la novela Señoritas en Toma (Emergencia Narrativa, 2016) se vale de dicho acontecimiento como pretexto para contar la historia de un grupo de niñas que se rebelan a su instrucción para el matrimonio. Es así que, a partir del tópico de la rebeldía juvenil, se ponen en marcha las acciones que dan curso a la narración, caracterizada por la lucha de estas adolescentes por salir de la zona de protección familiar sin renunciar a sus privilegios de clase, esto es, sublevarse al viejo orden pero sin cuestionar su origen social.

Mariana de Jesús, hija de padres de clase acomodada, cursa el último año en un colegio católico para mujeres de Santiago, en el que vive el día a día entre la enseñanza casi monástica del bordado, avemarías y las fiestas desenfrenadas. Ella asumirá la voz femenina de su generación y, junto a sus compañeras, adherirá al movimiento estudiantil: participarán de manifestaciones y se plegarán a las tomas de liceos junto a Felipe –hijo de la empleada de una familia vecina–, quien dará enfoque al momento histórico que viven, develando otras realidades que darán pie para la emergencia de una mayor consciencia social y de género.

A lo largo de la obra observamos en distintos niveles choques culturales de diversa índole, como el enfrentamiento entre lo nuevo y lo añejo, la lucha de clases, el empoderamiento femenino frente a la dominación masculina y la institución versus la calle. En todos estos casos, las protagonistas recurren a la desobediencia para aparecer a la vanguardia, haciendo suyas las luchas reivindicativas que más les acomodan desde su lugar de privilegio y enfrentándose a un enemigo presente pero estático.

Cabe subrayar que en la generación a la que pertenece la protagonista predomina la valía de los apellidos, de la pertenencia a un determinado grupo social, donde los Urrutia, los Ojeda, los Aylwin, los Aldunate, los Müller, etc., son la norma. En cambio, Felipe se diferencia del resto porque es hijo de la empleada de casa de la familia García. Él sostendrá su condición de mero sujeto durante la mayor parte de la novela y sólo saldrá a colación su apellido cuando asuma un rol más protagónico en función de lo económico. En ese mismo orden de cosas, la palabra “nana” es una etiqueta peyorativa útil para quienes desean establecer una línea de separación entre los propios y los otros, es decir, la exclusión de personas que no pertenecen a su mismo escalafón social: “las nanas columpiaban a tres niñas desencajadas de la risa” (114).

Mariana de Jesús, en su ampliación del mundo y enfrentada a lo establecido, carece de profundidad discursiva, ya que permanentemente está analizando desde lo masculino al resto de sus congéneres, lo que anula cualquier discurso de liberación: “teníamos como patrimonio común un séquito de pequeñas cinturas delineadas sin error, salvo la de O’Ryan, cuya hermosa cara le permitía equilibrar con gracia ese par de centímetros de más en el borde del calzón” (17).

Durante la novela predomina lo secuencial: una escritura llana que evidencia con urgencia la necesidad de recursos estilísticos y narrativos que generen las condiciones textuales para el despliegue de una mayor profundidad reflexiva sobre lo político-social desde las nuevas generaciones, quienes subvierten y amplían el campo de discusión distanciándose de la norma pero también sabiendo cómo utilizar este elemento para su propio beneficio. El debut literario de Barahona tiene su fortaleza en abordar la historia reciente del país. Sin embargo, la chatura reflexiva a lo largo de la narración y su pura apariencia de avanzada frente a un antagonista anacrónico, le quita solidez a un texto oportunista en que su portada el color amarillo es más representativo de su contenido.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Crítica Literaria: Réplicas

PENSAMIENTO PÚBLICO[1]

Por Gonzalo Schwenke


Foto: Google imágenes.


Réplicas: Escritos sobre literatura, arte y política(2016) es un conjunto de ensayos, columnas de opinión y papers académicos escritos por Diamela Eltit (1947). La autora de “Lumpérica (1983), que destaca por una narrativa compleja pero de alta calidad, se sitúa a una orilla del circuito literario nacional con el propósito de intervenir en la vorágine del sistema, abordando temas contingentes que ponen en el centro un país estructurado a partir del control cultural de los poderes fácticos. Como era de esperar, este último libro sigue esa misma línea.


El volumen está organizado a partir de símbolos del mundo indígena, tales como “el murciélago”, “el huemul”, “el canelo”, “la nutria”, “el erizo marino”, “el ciruelillo” y “el Martín pescador”, es decir, relatos kawéskar que representan la flora y fauna como signo de la producción desde el margen, lo negado y lo mutilado. Estos textos han sido recopilados por el lingüista Óscar Aguilera e interpretados por la autora en un texto publicado en el Chile de 1986. Al respecto, Nelly Richard afirma que “el relato kawéskar proyecta a lo largo de sus páginas una obstinada genealogía de lo extraviado que acosa como fantasma al presente y su actualidad liviana, removiendo capas de lejanía y asombro, de culpas y remordimientos”.


En sus siete secciones, se despliega un análisis contundente sobre literatura, arte y política, en el que transitan una gran variedad de artistas, teóricos y personajes como Mistral, Lispector, Droguett, Rojas, Parra, Fuentes, Joyce, Beckett, Perlongher, “Las Yeguas del Apocalipsis”, Nelly Richard, Julio Ortega, etc., en un afán dialógico y, al mismo tiempo, de disponer una lectura ajena a la tradición literaria.


Uno de los capítulos más llamativos es “el erizo marino”,  compuesto por una serie de artículos cuyo objetivo es comprender sucesos nacionales como la figura de Camila Vallejos y su liderazgo en el movimiento estudiantil; Roxana Miranda y su pertenencia a la marginalidad de base, discriminada por las élites. Estas vindicaciones por parte de la autora traen a la memoria las demostraciones de fuerza en 1983, las que tenían como propósito desestabilizar el régimen cívico-militar hasta que en los noventas la Concertación las anula. En la misma sección aparecen Karadima, los hackers y sus esfuerzos por liberar el espacio cibernético, la crónica del mapuche y su espacio sistemáticamente violentado por el neoliberalismo, la manipulación del imaginario infantil en el “Cisarro”, etc. En ese sentido, cabe destacar que Eltit propone a modo de resistencia una nueva forma de producir pensamiento como respuesta, por ejemplo, a la utilización de los discursos oficiales para construir una representación anacrónica de Gabriela Mistral y su obra, poniendo un velo sobre su faceta más rebelde y reduciéndola a la imagen inofensiva de la poeta de la “naturaleza y religiosidad”, a manera de pegatinas en los vagones del Metro de Santiago.

 
Lanzamiento "Réplicas". Diamela Eltit, Dra. Nelly Richard y Dra. Patricia Espinosa. Foto. Gonzalo Schwenke
Con un sostenido espesor teórico, esta pensadora pública se instala en el medio para repensar los acontecimientos políticos y literarios, no mediante la imposición del género y la tradición –los que debiesen integrar nuevas categorías de falacias–, sino con una perspectiva lúcida, fresca y brillante, frente a la batería de frivolidades mediáticas que destacan en los diarios por sus análisis predecibles, básicos, y reiterativos hasta en su retórica.

Un libro que coloca en juego una serie de problemáticas dando densidad a su argumento, ampliando el acotado espectro cultural nacional, aquél que se caracteriza por el cóctel y la ausencia de disenso para generar la propia réplica a la Réplica. Precisamente, valiéndose de tácticas de visibilización que ofrece el duopolio editorial, la autora subvierte discursos estáticos mediante planteamientos que integran tanto al lector común como al especializado, y a su propia situación de género.




[1]Diamela Eltit. Réplicas: Escritos sobre literatura, arte y política. Santiago de Chile, editorial Planeta, 2016, 400 p.

miércoles, 13 de julio de 2016

Crítica Literaria: "Historia secreta de Chile II"

Historia secreta de Chile II
Jorge Baradit (Valparaíso, 1969)
Penguin Random House Ediciones, 2016.
190 Páginas.


Por Gonzalo Schwenke




Historia secreta de Chile”, el libro que resonó comercialmente en el 2015 trae su continuación este año. Jorge Baradit es escritor, no es historiador ni psicólogo, en este escenario es preciso ubicarse para discutir el valor de los capítulos que lo conforman. En esta segunda parte, continúa utilizando la crónica como estrategia literaria, desde su mesianismo antológico y sus golpes efectistas, con el objeto de presentarnos su relato de la historia y su examen a diversas instituciones que normalizan el aprendizaje de habilidades en la escuela.

El ejemplar contiene diez capítulos, a través de los cuales se plantea la problemática de la construcción de nuestra identidad. A diferencia del primero, en la cual se cuestionaba el origen de los símbolos nacionales corolario de universos ocultos. En esta versión, el cuestionamiento siempre es hacia la Institución (8 veces se repite solo en la introducción) y la enseñanza; desde la formación del Estado, y sus líderes tales como Bernardo O’Higgins, Diego Portales, Alessandri, Pinochet, entre otros, y la extensión de dicho poder.

La ausencia de una perspectiva de género en esta reestructuración de la historia efectuada por el autor, es otro elemento en discusión. En gran medida, observamos hombres vigorosos y autoritarios independentistas, en contraposición de mujeres que se presentan inocentes, frágiles y eternamente sumidas ante la decisión masculina. Entonces, la historia no sólo está contada por el lado ganador, sino también por el género masculino. No se relata, ni existe la mujer durante la independencia, ni tampoco, el exilio en Argentina luego del desastre Rancagua. No aparece Javiera Carrera por ejemplo, menos aún, se sabe del trabajo desempeñado por Candelaria Pérez en la guerra que enfrentó a Chile y la confederación de Perú – Bolivia.

En la construcción del personaje de Bernardo O’Higgins, se afirma que fue un independentista acérrimo, exitoso y un gran líder militar (31). Figura que se rebate de igual modo, cuando se muestra un O’Higgins derrotado en Talcahuano y en Talca (91). A pesar que, uno de los objetivos del libro, es desentrañar falsedades históricas y formar una nueva verdad, respaldada por la bibliografía que ostenta, la sustentabilidad de dicha estampa, no correspondería cuando aparecen los conectores de duda para definir a personajes históricos: “un dictador a veces cruel y un gobernante duro para tiempos difíciles.” (31) Un contenido confuso, porque se desprende de la crónica, que la historia fuerza a los gobernantes a convertirse en dictadores, que sólo en tiempos de guerra son crueles. Aseveración muy similar que se observa hoy en día, luego de lo expresado por el ex ministro de Defensa, Jaime Ravinet sobre el juicio al ex comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre: “Para él era imposible desobedecer órdenes en tiempo de guerra” (Recuperado el 08 de julio del 2016, La Tercera)

Uno de los planteamientos más sobresalientes es: “quizás el mismo profesor también te enseñó que la Patria Vieja -ese período que se inaugura con la Primera Junta Nacional de Gobierno- fue una especie de primer tiempo y que, después del descanso en camarines, en Mendoza, lo dimos vuelta heroicamente en el segundo tiempo. Como si fuera el mismo proceso, el mismo partido.” (21) Es bastante audaz sostener, que el profesor simplifica y relaciona la guerra con el fútbol: la guerra es fratricida y deshumanizante, mientras que el deporte por intenso que fuere, busca la entretención. En consecuencia, la guerra no es equiparable a un juego de computadora, en donde perder la vida es una molestia menor.
           
En tal sentido, la capacidad de interpretar la historia por parte del escritor es fascinante, cuando sitúa al profesor de historia, como una persona que interpreta erróneamente los acontecimientos que tienen que ver con el libertador de Chile y su imagen corporativa: “la verdad es que este cuento con el que nos criaron es técnicamente falso. O a los menos tergiversa, omite y, en ciertos aspectos muy relevantes, falta enormemente a la verdad” (21). Lo cierto, es que el discurso viene dado desde otros sectores, pero es fácil criticar el jamón del bocadillo y no quién lo prepara. Pareciera que el narrador lo tiene claro: “los intereses de cierta élite de imponer su visión fueron los responsables de ir diseñando un relato de corte mítico y heroico lleno de superhéroes inmaculados (…)” (10) La poca coherencia del análisis sobre estos temas anula las siguientes interrogantes; ¿en cuáles autores radica este discurso?, ¿para quién (es)?, ¿cuáles planes de estudio de antaño?, ¿quién es esta élite que impone su visión?, ¿mediante qué medios la presenta?, ¿Cuándo cambia el discurso de la historia?, etc.

El “terremoto de 1960, un sacrificio humano en Puerto Saavedra” (33), representa una de las visiones más contradictorias de la trilogía: se presenta un acontecimiento en el cual escasamente existe comprensión cultural y queda de manifiesto su eurocentrismo, mediante el mecanismo de civilización vs barbarie; en el que prevalece la figura de los valores culturales y sociales de Europa Occidental como patrón universal, en desconocimiento de la cosmovisión mapuche. Así mismo, se denuncia los procesos de colonización de los indígenas ocurridos en el territorio, la omisión y la evidente manipulación histórica de las instituciones. Lo anterior, se sustenta en la ausencia de referencias bibliográficas de autores expertos en el tema: José Bengoa, Hernán Curiñir, Héctor Nahuelpan o Pablo Marimán.


Jorge Baradit conoce a su lector, por eso construye este circo donde exhibe una voz escandalosa, un lenguaje florido y con mucha pirotecnia. La cruzada por construir un nacionalismo que nos identifique y sea atingente al pueblo, queda rezagado. En su afán de historiar, no alcanza a desarrollar todas las ideas que intenta plantear y hay ausencia de lecturas para un país que es multicultural. Tal vez, a esto se deba sus constantes desfiles por la televisión, aquello que no puede desarrollar y explicar en el texto, se intenta subsanar por otros medios.

lunes, 4 de julio de 2016

RESEÑA: "Mal educados" (2016)

“Mal educados: Mitos y verdades sobre la educación en Chile”
Ricardo Martínez Gamboa (Santiago, 1969)
Editorial Plantea, 2016
156 páginas.


Por Gonzalo Schwenke



Mal educados” es un texto-ensayo convencional, en donde se intenta responder 40 preguntas que un amplio sector realiza sobre la educación y que considera una bibliografía, la cual va desde textos teóricos hasta artículos de diarios, otorgando un aparente respaldo y seriedad al tema. Se observa, entonces, que el autor no está improvisando. Aun así, lo que determina el valor del libro será su discurso ambivalente, que no termina de posicionarse ni tampoco define sus planteamientos cabalmente.

Martínez Gamboa (1969), en un afán dialogar sobre la educación chilena, establece un discurso que rememora el slogan “hoy vamos bien, mañana mejor”. En su introducción sostiene ideas confusas, como denominar la actual situación educacional como una “revolución”, la que luego cambiará a una reforma educacional. Sólo en el término utilizado existe imprecisión. En el mismo sentido, sostiene que la reforma se viene desarrollando desde los noventas, en cambio, no se describe ni cuáles ni de qué manera se desarrollaron dichos cambios, aunque determina que fueron avances sorprendentes. Por lo tanto, nos hemos ido convirtiendo en un país pionero a nivel educacional en la región, lo que nos permitiría acercarnos a los modelos europeos.

Hacia el final de esta presentación, declara que: “me esforzado, hasta donde ha sido posible, para mantener lo que se denomina ‘un punto de vista neutral’, de manera de someter cada una de las preguntas a una respuesta lo más significativa posible. Sin embargo, es evidente que, como cualquiera, dispongo de mi propia perspectiva. En diversas ocasiones, a través de este libro, aparecerá mi experiencia personal, alguna anécdota, alguna historia de la que he sido testigo.” (21). Dicha neutralidad y carencia de protagonismo, es inquietante si entendemos lo anterior como: soy autor de un libro, instalo una mirada neutral sobre el tema, está mi experiencia presente, mas no soy protagonista sino testigo de mi vida. Cualquier estudiante -quienes históricamente han puesto el tema en la palestra- que le comente lo anterior, generaría un lolface.

Dentro de las cuarenta preguntas que ha realizado el profesor y experto en el tema, observamos la ausencia de la palabra clave: ¿qué es calidad?, ¿qué entendemos por calidad?, ¿cuáles son los parámetros que rige la calidad?, o ¿cuáles son los elementos que constituyen la calidad?; preguntas que tampoco los gobiernos han sabido responder, pero el autor ha manifestado abordar los problemas actuales de la educación. En una de las interrogantes: “¿En qué hay que fijarse a la hora de elegir un colegio?”, escribe que, “partamos de la base de que todos los padres al elegir un colegio buscan calidad para sus hijas e hijos, esto es, que el colegio logre entregarles la mejor educación posible(…)” (30). En una relación asimétrica, la búsqueda de calidad y la posterior selección del establecimiento educacional que tanto ansían los Padres y Apoderados para sus hijos, está situada en el tipo de visión y misión que elabora cada colegio, por lo que inferimos que el desarrollo de la calidad se encuentra allí, así también, como parte de la selección, se encuentra el costo de colegiatura, la distancia desde el colegio al hogar, las evaluaciones SIMCE y PSU.

Este libro supone estar dirigido al lector interesado en la educación en Chile, pero no presenta respuestas claras a la noción de “calidad”, tampoco en los “Estándares Docentes” (2011), que el autor cita en la pregunta n° 7 “¿Hay que evaluar a los profesores?” Sin embargo, donde sí está claro, es que exista un control de medición docente y a las escuelas de pedagogía, mediante pruebas, actividades, tomar muestras de clases, revisar programas de estudio y con una pauta realizar evaluaciones el ejercicio de la docencia


Finalmente, el objetivo del libro pretende responder diversas preguntas sobre la educación, valorando lo hecho hasta ahora e invitando al lector a que aclare sus dudas sobre la materia. De esta manera, sin una visión crítica y poco específica, “Mal educados: mitos y verdades sobre la educación en Chile” (2016), deja más inconsistencias argumentales, como creer que la bebida zero ayuda a la dieta o a la diabetes.