viernes, 8 de noviembre de 2019

CRÍTICA DE TEATRO: La Leva (2019)


Amarres de loca

En los últimos años de Pedro Lemebel, afectado por un vertiginoso cáncer, hemos visto afectos utilitarios y múltiples formas de cooptar los recuerdos sobre su existencia. De esta manera, ha sido explosiva la cantidad de obras autorales que buscan percibir y dominar la representatividad de dicha silueta. No por nada, estos productores construyen sus intereses y omisiones donde predominan en zonas áridas.
La obra teatral La Leva (2019) dirigida por Juan Pablo Troncoso y basado en el guión de Leonardo González (“Nanas” y “Una        pensión           en        Yungay”) nos dispone a la dinámica de dos actores (Ricardo Montt y Agustín Sanhueza) y una actriz (Daniela Capona), que interactúan y dialogan con distintas caretas figurativas sobre él. Para ello, nos señala que su personalidad ha sido reconstituida mediante relaciones sociales que sostuvo y que dicha investigación duró dos meses.
Por otro lado, se coloca en escena a los personajes como la Madonna, la África sound, lumpen chilombiano, Cecilia Bolocco, cierta mención a las Yeguas del Apocalipsis o el sueño con Michelle Bachelet en su lecho de enfermo, entre otros. Los son mezclados, sacándolos del barroquismo de las obras literarias hacia una esfera de instrumentalización que modifica el perfil que intenta ser creíble.
Asimismo, el montaje desarrolla una dinámica plausible: un piso de tablones negros que están sustentados por espumas de polietileno, y que dentro de una narrativa lineal, se pliegan a un transitorio sofá. Posteriormente, se desarma para construir un objeto residual que terminará tomando la escena y que metaforiza sobre el empaque para hacer desaparecer las luchas de la marica pobre.
La Leva muestra una puesta en escena de menos a más, donde el espectador transita de la abstracción a la entretención con el desfile de personajes expuestos que, por ejemplo, en la televisión se diluyen con intereses propios. Ante todo, es necesario mantener sospechas a las múltiples representaciones que se desarrollan sobre las personas, dejando en menor medida, la obra.
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La obra tendrá temporada en la Sala Ana González del Centro Cultural Estación Mapocho, los días 4, 5, 9, 10, 12, 16, 17 y 19 de octubre, a las 21:00 hrs. Las entradas están a $5.000 general y $3.000 estudiantes y tercera edad.

La Leva cuenta con el apoyo del Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio a través de Fondart 2019, junto al patrocinio de la Corporación Cultural Estación Mapocho, Oxiluz Producciones y Cooperativa de Trabajo Fractal. 

FICHA ARTÍSTICA
Dirección: Juan Pablo Troncoso
Asistencia de dirección: Ximena Sánchez
Dramaturgia: Leonardo González
Elenco: Daniela Capona, Ricardo Montt y Agustín Sanhueza.
Diseño integral: Manuela Mege
Diseño sonoro: Diego Betancourt y Ximena Sánchez
Producción: Carmina Infante
Asistencia teórica: Fernando Blanco, Sebastián Collado y Constanza Muñoz.
Diseño Gráfico: Constanza Álvarez
Difusión y fotografía: Mª Francisca Yévenes
Instagram: @obra.laleva
COORDENADAS:
viernes 4 y sábado 5 de octubre.
miércoles 9, jueves 10 y sábado 12 de octubre.
miércoles 16, jueves 17 y sábado 19 de octubre.
Horario: 21:00 hrs.
Centro Cultural Estación Mapocho - Sala Ana González - Pdte Balmaceda s/n, Santiago, Región Metropolitana (Metro Puente Cal y Canto, Líneas 2 y 3)
Valores: $5.000 general y $3.000 tercera edad y estudiantes
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jueves, 7 de noviembre de 2019

Crónica de una revuelta popular I


Fotografías tomadas por el autor.

Es viernes, son las dos de la tarde y la jornada docente acaba de terminar. Nos quedamos en las inmediaciones conversando junto a colegas. A lo lejos, escuchamos el grito de protesta evadir, no pagar, otra forma de luchar por parte de los y las estudiantes del complejo de liceos de la comuna de Recoleta, los que vienen desde el día lunes organizándose para evadir el metro. Es necesario mencionar que el febrero 2016 el valor del pasaje se encontraba en $740, de ahí ha ido escalando hasta el presente año llegando a los $830.
Los y las estudiantes de los establecimientos emblemáticos de Santiago centro: el Instituto nacional, el Liceo Aplicación, el Liceo de Niñas, el Internado Nacional Barros Arana, asimismo algunos subvencionados y los técnicos quienes marcarán la vanguardia de la desobediencia civil. El futuro de Chile, los mismos que el discurso institucional los privilegia, pero que han sido gaseados, perseguidos y reprimidos durante todo el año ya sea en la entrada del liceo y en las salas de clases.
En la reunión del jueves 17, mientras el comunal de profesores que tenían en agenda las elecciones del gremio, Twitter ebullía de información sobre las evasiones que se realizaban en cadena. En síntesis, se cerraron algunas estaciones importantes, se permitió la evasión, los trabajadores no se involucraron, se rompieron torniquetes y rejas, y carabineros dispersaba a los/las estudiantes. En tanto, el rol del presidente del Sindicato de Profesionales y Técnicos de Metro fue clave: privilegió la seguridad de sus trabajadores llamándolos a que no se involucren. Por lo que la protección de la propiedad privada corría por parte del Estado. La privatización neoliberal ha alcanzado ribetes catastróficos porque el erario y las fuerzas públicas concentradas en La Moneda y carabineros deben proteger la propiedad empresarial.
Recuerdo también, que ese día jugaba la Universidad de Chile contra Antofagasta en el Estadio Nacional a las 21 horas, un partido importante para zafar del descenso. El suburbano funcionaba por tramos, pero no tuvimos problemas en llegar, porque media hora antes, el coliseo deportivo estaba repleto y las escaleras estaban repletas. Tras ganar el partido sufriendo, nuestro regreso fue tranquilo. Unos hinchas nos llevaron en auto a la micro 503 que pasa por bellavista y que nos acerca a la casa, la que en su interior seguía con su habitual rutina.
El día viernes las estaciones Santa Ana, Los Héroes, República, Plaza de Armas, Baquedano, Pudahuel y Salvador comienzan el día con los jóvenes reunidos a las afueras que esperan entrar en masa y saltarse los torniquetes. Hasta aquí el día ha sido relativamente normal, pero durante el día las detenciones de los vagones y de las estaciones se sucederán paulatinamente. La línea 1 y 2 cierran completamente debido que no tienen las condiciones mínimas de seguridad. En tanto, carabineros detiene y golpea estudiantes por la espalda, se utiliza el carro lanzaguas y gases lacrimógenos. La violencia se incrementa y el Sindicato N° 2 de Metro llama a sus trabajadores a no exponerse ante causal de agresiones y abandonar sus funciones si la situación lo amerita. A estas alturas las circunstancias no se detienen.
La presidenta de la Federación de Sindicatos de Trabajadores de Metro, Paula Rivas, señala en radio ADN, que “entendemos cuál es el malestar de la ciudadanía, este estallido social no es solamente porque subió el pasaje, porque además hemos dicho que a nosotros nos siguen pagando la misma tarifa técnica de los $480. Aquí lo que decimos es que ha habido poca sensibilidad social”.
Durante el día, la derecha saca del baúl su método comunicacional para aislar a los estudiantes y condenar la evasión, es decir, vincularlos con la delincuencia, el caos social y dejar de tratarlos como personas sino como lumpen. Esa mañana del viernes, el presidente Piñera habla por radio Agricultura: “Una cosa es protestar, manifestarse, que es totalmente legítimo, y otra cosa muy distinta es la violencia, el vandalismo, la destrucción que hemos observado (…) Estamos estudiando la posibilidad de aplicar la ley de seguridad del Estado” finalizó. Mientras esto sucedía, los social demócratas y reformistas solo aparecerán una vez más tarde y, sin capacidad de modular un apoyo concreto a las protestas. El gobierno esperaba que la reacción de la población se dirija a los estudiantes y se les culpe, pero al presidente Piñera, la realidad le explota en su cara.
La escritora y actriz Nona Fernández es la primera en escribir sobre lo que está sucediendo, evita caer en el cliché de los partidos políticos que privilegian el diálogo y las marchas pacíficas para instalar demandas, y es de las pocas personas que apoya de manera contundente la forma en cómo se impuso el descontento del pueblo: “Nos culparán. Nos dirán otra vez que la responsabilidad es nuestra. Condenarán la violencia como si no fueran ellos con su brutalidad sistematizada los que la incitan” (19 de octubre).

Ese día viernes a las 19 horas, mientras en avenidas y alamedas se llenaban de automóviles impacientes por llegar pronto a sus casas, la red funcionaba solamente con la línea 5. El colapso es total. Durante el ocaso, el presidente, en un gesto de total despreocupación y tal como relata el cuento el traje nuevo del Emperador de Hans Christian Andersen, sale de La Moneda a celebrar el cumpleaños de un nieto a una pizzería de Vitacura, sin comprender lo que la ciudadanía emplaza.
Los encapuchados asedian las oficinas centrales de Metro y las violentas protestas se suceden en Puente Alto, La Florida, Maipú y Baquedano, expandiéndose a las barricadas de Lo Prado, Pudahuel y Quinta Normal.
A eso de las 23 horas, un periodista de CiperChile en Twitter graba desde su departamento cómo dejan sin chofer, un bus del Transantiago cerca de las barricadas que ocurren en el barrio Bellas Artes. A los pocos minutos después, el micro es quemada y será la postal del barrio durante varios días.
Es tal la rebelión, que el ministro del Interior Andrés Chadwick, el brazo civil de la dictadura de Pinochet, soluciona el problema con bencina: a la medianoche aplican la “Ley de Seguridad Interior del Estado” y “el Estado de Emergencia Constitucional” que significa sacar a los militares a la calle para, resguardar el espacio público y empresarial, luchar contra cacerolas, etc. Eso sí, dejó bien en claro que “como Presidente estoy absolutamente consciente de las desigualdades y de las carencias que afectan a muchos de nuestros compatriotas”. Hasta esa hora, las estaciones incendiadas iban en 19. Algunas de ellas, extrañamente de manera coordinada.


En realidad, la evaluación de prevenir y de controlar a la población por parte de efectivos militares es tan nefasta que se quemaron más estaciones y vagones de metro.
Efectivamente, con los militares en la calle, provocó que las demás regiones Valparaíso, Arica, Iquique, Calama, Concepción, Chillán, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Ancud-Castro, Coyhaique salieran por el derecho de vivir en paz. Así, toda la música de la Nueva Canción Chilena (“el pueblo unido” y “el derecho de vivir”), el Canto Nuevo (los grupos Santiago del Nuevo extremo, Schwenke y Nilo y Sol y lluvia) y Los Prisioneros con “el baile de los que sobran” se volvieron a escuchar en marchas y cacerolazos.
La escritora Marcela Serrano entrevista publicada en La Tercera el 25 de Octubre de 2019, declara que: “aparecen los recuerdos del pasado. Yo escucho en la noche, en el silencio del parque, el ruido de los helicópteros, eso es violento. Las escenas de los militares en las calles. Créeme que nunca he visto un gobierno más inepto para manejar una situación de crisis. Me da terror pensar lo ineptos que son”. Porque nadie quiere volver a este tipo de pasado, a la violencia institucional, la ausencia de las libertades individuales y los miedos de que en cualquier momento te puede llegar un balazo por los militares.
La gente salió con mayor énfasis a protestar, hubo más saqueos en las comunas como Pudahuel, Cerro Navia, Renca, Maipú, por ejemplo. Y, claro, se comprueba que los militares no tienen instrucciones en la pacificación urbana porque la reacción ha sido disparar a mansalva, disparos al cuerpo, el INDH registra abusos y violaciones a los derechos humanos.
La gente se tomó las calles como los hacen los migrantes y levantan defensas. Por los efectos de la represión, nunca había visto que los encapuchados tengan tan buena aceptación por otros manifestantes: los rostros arden, pican los ojos y tocemos. Les pedimos agua con bicarbonato a las personas cercanas que nos echen en la cara porque el ardor es más intenso que otras protestas, a veces un trago de cerveza ayuda para dejar de tocer o aspirar el humo del cigarro para despejar las vías respiratorias. La cara te puede picar por días. Observo como rompen las cadenas de farmacias, los bancos y solo a grandes empresas, porque tal como dice una sábana blanca colgada del micro incendiado la Rebelión en Santiago, es contra la precarización de la vida. Saco fotos y disparo.
El sábado 20 en la Alameda, las paredes gritan “Evade!!” y “La paca no es mi hermana!!”. En un segundo piso al lado del GAM, resuena el tema de Víctor Jara: “Aquí se encajó mi canto/ como dijera Violeta/ guitarra trabajadora/ con olor a primavera”, junto a una bandera mapuche y un cartel que dice “El pueblo despertó, ahora a la organización”. Las Fuerzas Especiales están a un costado mirando y conversando entre ellos. Hay gente que camina y graba alrededor, de seguro piensan en lo que significa Víctor Jara y su alevosa muerte en estos momentos de convulsión social.
A la noche tras el cacerolazo, escuchamos helicópteros pasar seis veces, disparos en las poblaciones de El Salto de Recoleta. Para el lunes irá creciendo el ruido ensordecedor de disparos, llegando a ser ráfagas sobre las poblaciones, tal como muchos otros lugares: “Es Chile, un país tan largo, mil cosas pueden pasar, si es que no nos preparamos, resueltos para luchar” dice la Cantata de Santa María de Quilapayun.
Los medios de comunicación y la televisión están institucionalizados y por esto, la población reacciona, opiniones contra los periodistas se hacen visibles y estos quedan entredicho. En estos días, no hay banderas de partidos, la Huelga General del 23 de octubre fue masivo y por el mismo motivo reprimida rápidamente entre las calles de Avenida Santa Rosa y Portugal. La histórica concentración del día viernes 25 con un millón doscientos mil personas en la Plaza Italia, fue de vital importancia que el gobierno está mareado, no entienden y las medidas son reformistas, cuando la población está pidiendo un cambio estructural. El delirio político es tremendo y siguen dándole cabida al gobierno con los militares en la calle.

Gonzalo Schwenke es profesor y crítico literario.
Valdivia, 2019.

Crítica literaria: Héroes de Jorge Baradit

Foto tomada del diario digital El Mostrador.


Los replicantes
Héroes. Jorge Baradit. Sudamericana Ediciones, 2019, 195 páginas.

Continuando con las sagas sobre la historia, Jorge Baradit publica Héroes (2019), quien plantea el acto de revisitar a los héroes embalsamados que conforman un tipo de identidad patriótica. Así, discute las estatuas presidenciales que están emplazadas alrededor de la Moneda y modelados en la formación primaria. Para esto se vale levantando otras figuras plausibles como Águeda Monasterio, Manuel Rodríguez, Ramón Freire, Francisco Bilbao, Arturo Fernández Vial, Luis Emilio Recabarren y Pedro Aguirre Cerda, las que responden a la agenda política contingente.
En el prólogo se evidencia una reiteración a la culpabilidad de los docentes que nos dedicamos a componer representaciones durante el proceso de enseñanza. Según señala el autor: “esta forma de enseñar historia está más cerca del catecismo que de la historiografía” (11). A saber, sitúa a quienes ejercen la enseñanza, y no a la discusión de las estructuras de tipo educacional, pero para eso, es imprescindible ejercer la profesión por lo menos un año en colegios municipales. De modo que, es necesario dar cuenta en la bibliografía sobre la malla curricular chilena: objetivos, aprendizajes e indicadores trazados por el Ministerio de Educación. En otras palabras, es en la Oficina de la Historia Oficial (13) donde convergen los discursos y poderes dispuestos en las asignaturas que se requieren discutir para el sistema educacional.
Ahora bien, en cada personaje predominan los apellidos hispanos, los que están cruzados por el signo trágico y el desplome del mundo en que habitan. Aquellos que sobreviven a la agonía, deben reanudar el heroísmo de los caídos, para abrir nuevos avances. En este sentido, la búsqueda de la consciencia épica vinculada a la conformación de la nación ante un fin próximo, se enaltece en la figura de la superación del hombre. El superhombre se logra superando la adversidad, ya sea en las luchas sociales, soldados que se abren camino en el fragor de la batalla por la independencia, en el capítulo de Ramón Freire y, en la persistencia de no rendirse jamás en el combate naval de Iquique, en el capítulo de Arturo Fernández Vial. Por lo que no cabe duda que estos cruces son una idea filonazi.
A lo que concierne, a la brecha que abre la industria cultural sobre otra visión histórica, representada por personas que no son productoras sino por transmisores de saberes, tienen su valía en un discurso masivo, exagerado pero que alcanza, por momentos, cierto grado de visualidad en la forma de contar los relatos.
Las oleadas por leer historia también simbolizan la derrota de las academias locales, puesto que se hace referencia a la poca injerencia de la misma en espacios públicos debido a las múltiples formas de enclaustramiento verbal, económico y laboral que conlleva el estudio. De esta forma, los lugares ocupados por los intelectuales están sitiados y prácticamente son muy pocos/as que regularmente intervienen en la discusión de la realidad nacional y que sepa lidiar notablemente con la reacción.
De una manera paralela, en la selección chilena de fútbol masculino, no han podido determinar a qué director técnico le debemos dar los agradecimientos por el cuerpo de jugadores que han obtenido las Copas Américas: a José Sulantay en su formación, a Nelson Acosta, a Marcelo Bielsa por cambiar la mentalidad, a Claudio Borghi, a Jorge Sampaoli o Juan Antonio Pizzi. Porque es necesario señalar que el equipo no juega solo y los perdonazos a los jugadores así lo garantizan. De lo anterior, no podemos entregar la retribución, puesto que allá se habla de procesos, no de personas o caudillos.
El capítulo del fundador del Partido Obrero Socialista contiene inexactitudes, puesto que no hay análisis sobre el mensaje que se intenta otorgar en la figura de Luis Emilio Recabarren. Se afirma en la página 137, que: “Recabarren no creía en la política de y desde la élite ni en los políticos profesionales ni en las cúpulas dirigenciales”. Sin embargo, es un sujeto en toda dimensión político, que buscaba acceder e intervenir en el Congreso y, por esto mismo, es un dirigente influyente. A continuación, esta sección no da cuenta de algunos errores, ya que Recabarren nunca fue a las municipales, porque deseaba llegar al parlamento para instalar el programa revolucionario. A propósito, hay variables en el pensamiento de este trabajador, los que están en el contexto histórico, por lo que no se puede omitir la influencia de la revolución rusa de 1917, la que fortaleció el ímpetu de la clase obrera. Es decir, algunas citas textuales deben estar planteadas en su origen y no diseñadas para enaltecer figuras en medio del patriotismo social proletario.
Finalmente, Héroes en su constitución ideológica nacionalista, pretende buscar la unidad bajo el precepto de la patria y que se ha difuminado con la globalización. Ante la pérdida de lo que somos como nación y la crisis de representatividad actual, el volumen que carece de valor histórico y literario enlaza el sentimiento correcto y la noción del ser chileno, en abierta exclusión a las migraciones que nos han fortalecido.

Gonzalo Schwenke es profesor y crítico literario.
Valdivia, 2019.


martes, 20 de agosto de 2019

[Crítica de cine]: Héroes de guerra


Héroes de guerra



Los convulsionados años setenta, el frente reaccionario de ultraderecha, la pacífica vida que otorga para unos pocos el orden neoliberal como la protección a los millonarios, sienta en la silla de director a Andrés Wood. Así, la undécima producción, Araña (2019) aparece como una película que va a la segura, al ser apoyado por la industria cinematográfica: 20th Century Fox, Bossanova Films de Brasil, Ibermedia, Magma Cine de Argentina, Banco Estado de Chile, entre otros.
La película se inicia cuando Gerardo (Pedro Fontaine / Marcelo Alonso), maneja por las calles en la que transita cierta migración actual y asesina a un muchacho que acaba de robar una cartera en el sector: “Cuando una persona decide robar, cuando una persona decide apropiarse de lo que no es de él. Está traicionando a toda una sociedad, y sabe que se expone a la muerte” se justifica Gerardo. Su aparición en los medios detonará las alarmas de notables actuaciones en el personaje de Inés (Mercedes Morán / María Valverde) y Justo (Felipe Armas / Gabriel Urzúa). Por lo que ella, en su figura simbólica de católicos remilgados, incapaces de reparar los dolores, manipulará las amplias redes del poder que tiene la derecha: jueces, directores de diarios, políticos, médicos, para impedir que su verdad salga a la luz y mantener la calidad de vida que lograron desde aquella época.
Hace más de cuarenta años, el grupo paramilitar de ideología nacionalsocialista, Patria y Libertad fueron activos saboteadores del gobierno del presidente Allende, los que son caracterizados con un contradictorio discurso político para librar una batalla internacional por el capitalismo y en contra del marxismo. Durante estos años, emerge un triángulo amoroso entre Inés, Justo y Gerardo, que derivará en traición y en desechar el valor del sujeto más precarizado. A todo esto, él continúa creyendo obsesivamente en el discurso del odio, rearticulando a los neonazis actuales (los araucanos góticos) que están atacando a los inmigrantes más frágiles.
El flashback no solo hace patente que el pasado se hace presente, sino que también, escenifica la moral de la derecha en la vorágine de la sobreideologización que dispone al espectador en un ambiente de permanente delirio. De esta forma, mientras los personajes van fortaleciendo o transformando, quedará pendiente la pregunta sobre la forma en que se debilita el carácter de Justo.
La película instala la moral burguesa dueña del país, pero además, la problemática de la inmigración que es atacada en su distinción económica y de raza. No hay que olvidar que Jorge González cantó “El otro extranjero” en el disco Los prisioneros (2003): “Ahora bien, como es ese otro extranjero/ es bacán elegante con don de mando y gran vocación/ empresarial, experto en macro política/ y bioingeniería comercial/ si la ganancia no sube y sube no dudará en expulsar/ y después por medio sueldo volver a esclavizar/al peruano, al chileno, al argentino, al que venga…”. Hoy en día, cuando se ha discutido el concepto de libertad y donde Chile es capaz de aguantar de todo. Quienes ejercen las discriminaciones, los racismos y los clasismos construyen fronteras, que ante el miedo, generan odio. Estas evidentes contradicciones tienen de fondo continúa existiendo una lucha de clases sociales.
Finalmente, Araña (2019) se diferencia del consenso político en Machuca (2004) y de la apología a la Concertación en La Buena Vida (2008), pues estratégicamente, se equivoca al colocar a la ideología política como algo negativo, delirante y renegados, pero que están en aumento de manera palpable en distintos niveles del país.

Título Original: Araña
Director: Andrés Wood
Duración: 120 minutos
Año: 2019
Reparto: Mercedes Morán, Marcelo Alonso, María Valverde, Felipe Armas, Pedro Fontaine, Caio Blat, Gabriel Urzúa, Mario Horton, María Gracia Omegna, Jaime Vadell.




Gonzalo Schwenke es profesor y crítico literario.

Valdivia, 2019.

domingo, 11 de agosto de 2019

[Crítica literaria]: Cola iluminada



Cola Mala (2019) es la primera novela de “El rey feliz”, seudónimo de un periodista que vive en Santiago. A raíz del fallecimiento de la madre, desarrolla en 222 páginas su proceso de afiliación familiar y construcción identitaria social o afectiva, con una narrativa cómica que se apega más a la novela gráfica de Gay gigante (2015), y no a la literatura barroca de Lemebel. Dicha distinción permite establecer qué podemos esperar de este tipo de literaturas de blog y que están dimensionadas en la cultura del consumismo líquido del siglo XXI.
Este volumen de temática gay, y por decisión editorial, está divido en tres grande actos o 32 capítulos breves para agilizar la lectura. Por lo que la autoficción, abre nuevos campos comerciales para la cultura LGTB+ con tintes de autoayuda, como si la experiencia individual enmarcada en un marco ideológico tuviese, por definición misma, la representatividad de lo colectivo. Así, inicia su viaje descubrimiento con el cambio de Colegio de Dios al Instituto Nacional. Entonces, las formas de comportamientos deben acoplarse a la ley del más fuerte y al más burlón entre otras violencias en permanente visibilización: masculinidades en construcción, divergencias, materiales, psicológicas, entre otras.
Son los tiempos de las tomas y las revueltas estudiantiles del 2006 (derrotadas prontamente por los burócratas), el narrador es un asiduo consumidor de la cultura pop mediatizada por la televisión que lo enmarca, e incluso lo diseñan en su imaginación. No por nada, Sailor Moon es un alto referente gay, Kudai (resucitados por enésima vez), las series musicales o sobreactuadas de TV cable, las series Inuyasha o Pokemon. Del mismo modo, son los años de los juegos de cartas Mitos y leyendas, las coreografías del axe, las películas de Harry Potter y el Fotolog al Facebook al Messenger.
No falta el matón del colegio que, en su masculinidad agresiva, cumple con la paradoja de ser curioso con lo homosexual, pero ante la negativa, lidera estas disciplinas de venganza: “[Los] Cuadernos rotos, chicles pegados en la ropa, escupos, útiles que desaparecían del interior de mi mochila y los infaltables papes por mera diversión. Tras la expulsión del señor Rancio el bullying no hizo más que aumentar” (57). El que acusa se vuelve débil y debe ser marginado por los compañeros. En estas micro-sociedades, cualquier defensa de los docentes o el sistema administrativo aumentaría estas situaciones.
Estas personas se encuentran encajonadas, y cumplen con la ley darwiniana, o se adapta al sistema o muere. De modo que, nuestro protagonista desarrolla su estado psicológico: “Las burlas sobre mi sexualidad, eso sí, no me afectaban tanto. Me dolía mucho más sentirme incomprendido, mirado en menos, sin amigos que quisieran jugar conmigo a la hueá que fuese” (58). El denominado Bestia quien tiene una voz aguda, utiliza la vieja confiable de jugar a la pelota, para sobrellevar sus años de homosexual encubierto en el liceo. Este personaje se reconoce como personaje tipo de traidor o converso, que debe permanentemente validarse ante el resto para mimetizarse con los demás.
Al igual que la novela juvenil Mala conexión de Jo Witek, que relata el caso de una niña de 14 años frente a la manipulación virtual de un adulto que la obliga a sacarse fotos provocativas. Los afectados buscan información en la televisión o Internet (porque los padres no son un referente, sino todo lo contrario), pero las respuestas son embrolladas. Además, los encargados han normalizado los distintos tipos de bullying y los alumnos victimarios son reincorporados meses más tarde. Por consiguiente, se ha instalado en la población el honor de sobrevivir a esto, como mérito que te convierte en el buen ciudadano. El mismo que aguanta las alzas en las cuentas de luz, locomoción colectiva, la venta de nuestros recursos naturales a países asiáticos, soportar varios tipos de violencia, entre ellos, la de los empresarios que contaminan el agua, te venden el agua embotellada y realizan un negocio impecable. Ok, recemos.
Es necesario mencionar que la escritura de este periodista es casi oral, con diálogos directos, y precarias reflexiones de su situación de cierto privilegio, pues no observa otras realidades o existencias paralelas, por lo que el grado de victimización es patente y restringido en su alta ingenuidad. Ahora bien, los conflictos que rayan en la anécdota, finalizan tan rápido como los dulces masticables, lo que impide profundizar en estas relaciones que están marcadas en el relato. Es necesario reconocer que, este volumen es un tipo de escrituras de/para blog que representa lo que es, incapaz de salir de este ámbito.

Si bien Cola Mala desarrolla el concepto del viaje en busca de la identidad, el relato no posibilita una diferenciación de este yo con otras subculturas adolescentes como los emos o los pokemones, lo que limita el campo de acción de otras discriminaciones. Asimismo, la personificación de este tipo de gay es una impronta sintética, y donde no todos son de esta manera, pero es el disfraz que mejor puede desplegar.

Cola Mala. El rey feliz. Planeta Ediciones, 2019, 222 páginas.
Gonzalo Schwenke es profesor y crítico literario.
Valdivia, 2019.

lunes, 5 de agosto de 2019

[Crítica Literaria]: Libertad vigilada.

Para los que conocemos el mercado educacional, existe la regla general de castigar con expulsión a los estudiantes movilizados y de reintegrar aquellos que trafican drogas. Este libro no habla de esto, sino que realiza cuadros literarios sobre la vida de un tipo de profesor con alta verosimilitud, y que destaca: la obsesión familiar por las Notas de Enseñanza Media (NEM) las que deben estar relacionadas con el nivel de arancel escolar, los cuestionamientos adolescentes a las órdenes establecidas, la ausencia de los padres, las depresiones de estudiantes y la facilidad para obtener las pastillas, etc.
Si en No me vayas a soltar (2017), el profesor Antonio sufre con alumnos de periferia y el sistema en general, en un relato que todavía daba para mayor profundidad. Este antihéroe, continúa con la senda del triunfo en la novela El sol tiene color a papaya (2019), ganador de un flamante premio comunal. En la que más que obtener un mérito, es un error constante exhibiendo los premios en concursos literarios o estatales los que solo sirven para rellenar la solapa.
El relato se inicia con el diálogo de la inspectora del colegio San Alfonso, que alerta acerca de una alumna problemática, en el regreso del protagonista a un sector de alta plusvalía para ejercer la pedagogía. Este establecimiento de doctrina católica, el narrador señala: “recuerdo oraciones en el patio central, charlas instructivas para rellenar el libro de clases, reemplazos a profesoras enfermas, conversatorios sobre educación sexual” (13). Por lo que, los profesores están normados para ejercer la norma que impone la normativa vigente.
Agustina es una alumna audaz, empoderada y busca lograr sus propósitos sin escrúpulos tanto dentro del colegio como afuera. Ella está en busca de su padre biológico, del que apenas tiene indicios: fue profesor preuniversitario de su madre, el parto se realizó en EE.UU. y el apellido legal es de un amigo cercano a la familia, entre otros. Entonces, el profesor ayudará a la alumna, más bien por obligación que por placer, a hacer enlace sobre una relación padre e hija debido a las exigencias familiares.
El proceso de filiación o afiliación de Agustina pone a discutir las normas sociales privadas y públicas de la familia, más bien, por el reconocimiento y los grados de observación de lo que están haciendo los mayores. Es decir, el abuelo Octavio está implicado en ventas de acciones que no se condice con el mercado y la trama política de las boletas ideológicamente falsas. Mientras que la mamá cultiva la vida sana en la modalidad de neohippie dentro de las posibilidades de salubridad que otorga la región metropolitana: “Así de hippie anda la vieja… hasta instaló una huerta en la casa y se vive alumbrando por unos tomates más feos que la chucha” (25). En este sentido, emerge la dimensión de “lo privado también es público”, representado en la nula responsabilidad de los apoderados en sus espacios empresariales y también políticos, pues los mismos que apelan por la libertad económica son los que evaden impuestos y son excesivamente recelosos por la propiedad privada. El modo en que los apoderados determinan sus decisiones empresariales y que terminan en la esfera pública, delimita la forma de comportamientos de los alumnos entre ellos, lo que hace patente en este volumen: “Los abogados del papá de Raimundo hicieron pública una querella contra el papá de Vicente… el matrimonio del papá de Vicente con la cuñada del papá de Raimundo y, finalmente, un desvío de fondos, una evasión tributaria, un escape al extranjero y una demanda” (38). Generando, no solo un conflicto en la convivencia escolar sino de pautas de conducta del ciudadano del mañana, y que no está, establecido, en manos de los docentes.
Aquí, la relación de género pone a discutir los moldes, ya que los tipos de hombres son taciturnos y apocados continuamente, mientras que las mujeres son decididas y suelen estar un paso delante de ellos. En este volumen existe una corrección de ellas a los hombres y no precisamente en el espacio laboral.
El sol tiene color papaya es una obra que continúa ampliando el subgénero, pero a modo de saga, la del profesor Antonio en los colegios santiaguinos de mayores ingresos. Lo que no está mal, sino todo lo contrario, ya que es una radiografía necesaria sobre las formas en que se desenvuelven este tipo de lugares de privilegios. Sin embargo, al igual que No me vayas a soltar, contiene similitudes en la estructura narrativa como los 18 capítulos breves, y un epílogo donde no es necesario explicar relaciones innecesarias.
El sol tiene color papaya. Daniel Campusano. Pollera Ediciones, 2019, 100 páginas.
Gonzalo Schwenke es profesor y crítico literario.
Recoleta, 2019.

jueves, 18 de julio de 2019

RESEÑA: Traer a la memoria la dignidad.



Cuando las personas toman consciencia de la situación de explotación se inicia el encuentro, el diálogo y con ello, la participación. En este sentido, la derogación de algunas tradiciones cotidianas, en su ejemplificación “no puedo/por falta de tiempo”, representa el gesto de la deshumanización del individuo alienado. 
En “Campamento Chorrillos de Valdivia. Una historia poblacional para contar e imaginar (1973-1991)” de la antropóloga Bernarda Aucapan Millaquipai, reúne las voces de 38 actores sociales que se tomaron el sector de pampa Krahmer (calles Simpson con Picarte) en Valdivia, nombrándolo “Vietnam Heroico” en 1973 y siendo erradicado, hacia la Población Pablo Neruda, en 1991.
En el período de Frei Montalva, la política habitacional estaba marcada por la asistencia del Estado permitiendo que las familias de escasos recursos construyan sus propias viviendas con los materiales que tengan a disposición. Luego, con la llegada de Salvador Allende a La Moneda, el discurso estaba marcado por el Estado quien suministraba la vivienda y esta, no era un bien de lucro.
Según el libro, el punto de encuentro de más de sesenta familias fue en la población Menzel, las que se dirigieron la noche del 11 de febrero de 1973 al sector indicado debido a que la explanada tenía acceso a agua potable, baños y cercanía con la Avenida Picarte. En voz de Bernardo Yefi señala que en “la época de Allende estaban más humanizados los pacos, no hubo represión porque sabían que iban a tener respuesta” (30).
Se ha escrito de manera insuficiente sobre el rol de jóvenes de educación media y universitarios vinculados al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), estos cuadros políticos se desenvolvían entre los pobres de la ciudad, el campesinado y los cordones industriales. Además, frente a la burocracia estatal, la dirigencia decidió en 1973, organizar a nivel país la toma de terrenos, montar los campamentos y desarrollar mejores condiciones de vida en sectores de Angachilla, en Las Ánimas y en pampa Krahmer. Para su cometido, debían ganar las dirigencias en las poblaciones, el médico Pedro Cardyn (exMIR) señala en el volumen: “no pa’ nosotros había que ganarse la conducción de la gente. No sacamos na’ de ganarse las cosas por secretaría” (25).
Es importante remarcar el tipo de comportamiento de los dirigentes elegidos mediante asamblea: debían ser ordenados y tener un comportamiento ejemplar. Desde no beber alcohol, no tener peleas dentro del matrimonio, saber cocinar para el refugio y dialogar con las autoridades del SERVIU y los funcionarios de la municipalidad.
Con el golpe de Estado, los militares reestructuran las poblaciones mediante cambio de nombres de militares, sacando a los hombres comprometidos para torturarlos. Helena dice: “fueron tiempos muy violentos porque no se respetaban a las madres que hubieran tenido guagüita” (50), Mario agrega que “cuando los milicos entraban yo te digo la balacera era impresionante po’… ¿Aparecía, cuándo? Unos días más tarde todo moreteado y golpeado…” (51), Mateo afirma que: “con continuos allanamientos e interrogatorios por parte de carabineros y militares, con sus caras pintadas y fusiles de guerra… la práctica sistemática del terrorismo de Estado, realizada por organismos de seguridad, me marcó profundamente, ya que, por mucha ayuda, es muy difícil de olvidar lo que sucedió…” (52-3)
Con el mismo formato de trabajo donde da paso a las voces entrevistas, se detalla de la llegada de CEMA-Chile, las articulaciones femeninas en los Centros de madre, el Programa de Empleo Mínimo (PEM) y el Programa Ocupacional de Jefes de Hogar (POJH) en Chorrillos. En los talleres laborales del PEM se pagaban $1.500 chilenos de la época cada quince días, por cuatro horas diarias. Por otro lado, los varones fundan el Club Deportivo Chorrillos, emergían en el ochenta las agrupaciones juveniles y circulaba la acción social de la Iglesia Católica que estaban vinculadas a la Teoría de la Liberación.
Hacia el final, el volumen permite observar las formas en que la soñada casa propia era entregada a las familias: promesa de campaña de 1989, encuestas de saneamiento, la necesidad de abrir una cuenta de ahorro base de $5.000 y el pago de dividendo cuando el trabajo escaseaba. Para luego hacer el traslado y desarme de las zonas ocupadas hacia la población Pablo Neruda.

En la obra “Campamento Chorrillos de Valdivia” (2016) da cuenta de un hecho innegable: ¿cuántas de las poblaciones conocidas han sido forjadas con el sudor de las frentes de nuestras familias? La nueva clase media, endeudada en dividendos y forjada desde la precariedad ha sido subyugada por los créditos, ya no por lo que tiene, sino por lo que cree que va a tener en el mes siguiente. Releer es recordar qué significa dignidad.

Gonzalo Schwenke
Profesor y crítico literario.

RESEÑA: Chile, país de traidores.



La RAE delimita la palabra traición como “falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. Por lo que este, volumen analiza la adquisición, la manipulación y la conservación del poder mediante la felonía como rasgo secular durante el siglo XX. Pero, además, con un énfasis contiguo con el antes y después del golpe de Estado de 1973.
“Una historia de la traición en Chile” (2019) es el nuevo libro de divulgación histórica donde sus autores: Paulina Fernández y Sebastián Sampieri tienen formación universitaria en el área. Desde ese lugar, estos 22 capítulos están vinculados con epígrafes, elementos culturales que diversifican y respaldan los significados. La parte más importante es la forma de utilizar una bibliografía robusta quince páginas y filmografía reciente. Ellos realizan una labor ensayística que atraviesa el volumen evidenciando diálogos entre fuentes, validando antecesores, con una disposición crítica, en un marco de lenguaje formal que carece de grandilocuencias.
En la Divina Comedia de Dante, la traición es el último círculo del infierno y está descrito como un gran lago congelado donde se encuentran sumergidos los condenados y se los castigan. Aquí están personajes como Satanás, Caín y Judas los que suponían ser fiables y con frialdad traicionaron a sus cercanos.
En este escenario, “historia de la traición…” toma 22 casos y representaciones del uso de la traición, quienes la ejecutan y compiten por liderarla en este Chile. Sin embargo, toma un doble cariz porque la palabra es inestable y debe considerarse bajo un contexto social, en condiciones materiales y simbólicas.
En la primera parte, se disponen de personajes históricos que están en la cúspide de la política o cercano a ella: presidentes, militares, partidos políticos y de la iglesia. Entre ellos campean González Videla y Augusto Pinochet, pero timando.
Es relevante el primer capítulo: “Más allá de la guerra civil”, en la que despliega se desmiente le carácter progresivo del gobierno de Balmaceda como la educación lo ha establecido. Antes del estallido de la guerra civil de 1891, el país vive la bonanza del salitre y que se disputa, dicha gobernabilidad, entre el ejecutivo y el parlamento. Luego, los autores señalan bajo el determinismo de la civilización vs la barbarie que imperaba en esos años, que la clase política en sus intereses de clase, le da la espalda a la cultura de la población que conforma la identidad del país. Es decir, se privilegia la modernidad y la civilización europea, anhelando la sociedad parisina previa a la primera guerra mundial. De esto, deviene en la nula comprensión de los elementos que participan como nación, y ante la ausencia de reconocimientos, se desprende que Chile es un Estado fallido.
Asimismo, las traiciones de Dávila a la República Socialista, quien oportunamente es el limbo para dar paso al mandato de General Carlos Ibáñez. El Frente Popular representado en la figura de Aguirre Cerda quien llega a La Moneda con la campaña “Pan, techo y abrigo”, y puntualmente con la reforma agraria, pero que, debido a la fuerza de los terratenientes del Partido Radical de 1938, la voluntad de modernizar el campo chileno se vuelve nula.
El lugar de las mujeres en las movilizaciones, ya sea a través del Partido Femenino entre 1946 y 1949, o el poder femenino para derrocar a Allende, son tiene una preponderancia en qué tipo de mujeres personifican. En el momento en que las mujeres apoyan a Ibáñez del Campo, su cariz histórica está señalada como: “superioridad espiritual de la mujer en contraposición al materialismo masculino, lo que haría que estén en posición de la reserva moral necesaria para encaminar a la patria en el camino correcto” (46). Esto es aprovechado en las luchas geopolíticas de la Guerra Fría, en que se enfocó en un tema de género. A saber, se luchó dentro de los hogares y en los medios de comunicación, puesto que “la figura de la madre aleonada e incólume como bastión familiar incorruptible” (69), por lo mismo, las madres, no iban a aceptar ver que su familia sea destruida por rebeldes barbudos cuando se lleven a sus maridos paredón, sus hijos hambrientos o las mujeres violentadas. En ambos casos, luego de ser utilizadas en el espectro político social, rápidamente son apartadas en la toma de decisiones por los hombres. En este último caso, la apoliticidad es uno de los engranajes visibles donde más rápido se puede concluir en ser víctimas de traición.
En otros capítulos aparecen las traiciones de la Falange al Partido Conservador, la Iglesia Católica a la oligarquía, Pinochet al Poder Femenino y a Salvador Allende. En última instancia la traición del Partido Socialista a Allende está ligado con la segunda parte del volumen, pero también, el volumen desarrolla la interna del conglomerado durante el gobierno de la UP. Por lo que la toma de decisiones no es partícipe un líder, sino un colectivo que nunca ha sido enfático en el mea culpa correspondiente. En voces de los autores: “El precio más grande lo termina por pagar el ‘pueblo’, mientras que gran parte de la élite política de izquierda abandona la posición combativa, logrando exiliarse; y al retorno, con contadas excepciones, vuelve ‘fresca’ y reformada: lista para reacomodarse a ‘los nuevos tiempos’.” (94)
En la segunda parte, la emergencia de la postpolítica aquella que es el signo de hacer política sin desempeñarla, la era del consenso mediado, la mimetización de los partidos y la ausencia de disenso está representada en las transformaciones de los ideales de personas en altos cargos que juegan a cambiar el país con más oratoria que materialidad.
¿cuál es el lugar y responsabilidad de Altamirano que reformuló al PS asimilando las políticas socialdemócratas europeas? De igual modo, se enjuicia el rol del Movimiento de Acción Popular con Oscar Antonio Garretón y Eugenio Tironi a la cabeza, Enrique Correa quienes regresaron del exilio europeo para realizar un pacto para sacar al dictador, negociando los muertos del PS, MIR, PC, para que ellos profundicen el neoliberalismo. Dicho de otra manera, el Estado controlado por la exConcertación fue llevado en bandeja, a través del lobby, a los empresarios, donde allanaron el camino de las desigualdades sociales. Hoy devenidas en un abismo de discriminación producto de la misma globalización que promulgan.
¿Cuál es lugar de responsabilidad de los delatores como el Fanta, la Flaca Alejandra, Luz Arce? Asimismo, ¿cuál es el juicio sobre los miristas torturados que participaron del montaje en el edificio Diego Portales (1975)? Estos izquierdistas atrapados, torturados y quebrados mediante electricidad en los genitales y zonas blandas durante meses que se convirtieron en delatores y participando en sus desapariciones de excamaradas del partido. Acá, cabe hacerse la pregunta desde el siglo XXI: ¿cuántas personas pueden aguantar el horror de la tortura como lo hizo Lumi Videla, por las convicciones e ideales por una sociedad nueva?
Por otro lado, se habla de traición de la Alianza por Chile en su conveniente blanqueamiento político en relación a la figura de Pinochet que se ha ido diluyendo, pero que, a fin de cuentas, es el padre totalitario de la derecha y Guzmán el orden pensante. Disociarse de él, no sólo es una castración sino eliminar sus orígenes.
En la otra vereda, la Concertación que celebra los 5 de octubre con el triunfo del “NO” y “la alegría ya viene”, se exaltan los logros de la economía nacional de manera tangible, pero sin la población. La gran traición de esta política es el utilitarismo. Es decir, para las jornadas de protestas contra la dictadura, la oposición llamó a las poblaciones que desestabilicen el régimen mediante barricadas y paralizaciones nacionales: “la Concertación borró a los sectores populares de la narrativa histórica de la lucha contra Pinochet y la transición (…) terminaron siendo desestimados como movimientos sociales.” (177) Tras esto, los discursos institucionales democráticos pasaron del mítico pueblo al modernizador vocablo ciudadano, o sea, con este tipo de mercado se anula la colectividad consciente y movilizadora a una persona poco soberana, individualista y obediente.

Finalmente, el volumen da cuenta sobre el rumbo que ha tomado el país, realizando una síntesis reflexiva sobre los personajes públicos que cumplen con el vocablo de traidores. Asimismo, “una Historia de la Traición en Chile” siendo una de las lecturas posibles, es uno de los libros del año debido a la forma de trabajo y lenguaje responsable en su carácter de documento informativo.

Gonzalo Schwenke
Profesor y crítico literario
Valdivia, 2019.

viernes, 21 de junio de 2019

[Crítica de libros] Voces de mujeres de Violeta Parra a Svetlana Alexiévich



Si la voz es un instrumento oral con distintas tonalidades y formas que permiten contar experiencias del cotidiano histórico, los libros son apenas un registro de estas vivencias enunciadas. Es lógico que quien detente la capacidad de nombrar ordenará y excluirá a conveniencia dentro de un espacio en tránsito. En este sentido, la oralidad femenina está escuálidamente reconocida y ha tenido que adecuarse a las narraciones masculinas.
Violeta Parra lo vio claro. Lúcida y consecuente, investigó, registró y recopiló los cantos orales campesinos de Lautaro, Millelche, Rucahue y Labranza, canciones religiosas y populares del país, los que fueron revitalizados en Violeta Parra en el Wallmapu: su encuentro con el canto Mapuche (Pehuén, 2017). Este trabajo permite darle nuevos aires al relato de las mujeres en el cotidiano multicultural y que tiene un sentido distinto a la enajenación productivista actual.
De igual modo, en Nuestra historia violeta (Lom, 2017), la estudiosa María Angélica Illanes señala que “cabe extrañarse ante la ausencia de mujeres en la narración histórica. Curiosa ausencia, considerando que no ocurre así en la narración literaria ni en la representación artística…”. Este volumen es un trabajo dividido en trece capítulos que colocan en escena las vidas de mujeres chilenas durante el siglo XX, es decir, abarcan las primeras articulaciones de la fuerza femenina chilena para obtener el sufragio universal hasta la actualidad. Asimismo, pone hincapié en las luchas sociales para validarse en los espacios públicos, ya sea en el congreso, los ingresos a universidades, el sentido del deber y de cumplimiento laboral sin mayores protestas.
En Voces de Chernobyl, crónica del futuro (2015), Svetlana Alexiévich toma la catástrofe de la Central Atómica de Prípiat en 1986, para mostrar las vivencias de las personas que sufrieron/sufren/sufrirán los efectos de la radiación. Además, instala la noción del “preconocimiento, porque el hombre se ha puesto en cuestión con su anterior concepción de sí mismo y del mundo”. Frente a la gastada idea del hombre nuevo, Alexiévich busca “las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo. Escribo y recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. intento captar la vida cotidiana del alma. La vida de lo ordinario en unas gentes corrientes”. De esta forma, la reciente serie de cinco capítulos sobre Chernobyl (EEUU-UK, 2019) desarrolla los personajes de Liudmila y Vasili Ignatenko como entes ajenos a las grandes decisiones y que se ven involucrados en la mencionada desgracia. Otras publicaciones de la autora traducidas al español son Homo sovieticus (Acantilado, 2015), que contiene relatos sobre los últimos días de la URSS; y La guerra no tiene rostro de mujer (Debate, 2017), que desarrolla el mismo mecanismo: rastreo de múltiples voces femeninas que rememoran las traumáticas experiencias durante la guerra.
En esta última, la nobel bielorrusa despliega un amplio trabajo recogiendo testimonios de mujeres acerca de la amenaza nazi sobre Moscú en 1941-1942, en 368 páginas. “Me cortaron el pelo al estilo militar… también dejé allí mi vestido. No tuve tiempo de darle a mi mamá ni la trenza, ni el vestido. Con lo mucho que deseaba quedarse con algo mío”, dice una de las mujeres entrevistadas, dando cuenta que el reclutamiento femenino en el ejército fue con el mismo rigor disciplinario impuesto a los hombres.
En momentos de tensión, la guerra trastoca los sentidos, disuelve las normas sociales y los parámetros heterosexuales. Las ausencias y las pertenencias ocasionan nuevas formas construir. En los campos rusos, el alejamiento de los hombres que eran llamados al servicio militar, las mujeres generaban sociedad en fiestas bailando entre sí.
Svetlana Alexiévich focaliza los diálogos a partir de los distintos oficios en que las luchadoras se hicieron parte de la guerra. De lo anterior, se presenta con vehemencia las motivaciones para integrar las filas militares, el ejemplo valeroso de las mujeres que desarmaron la mirada idealizada que tienen los hombres sobre ellas, las que impide los accesos a los poderes.
La autora señala que “con una entrevista no basta, hacen falta muchas”. Su trabajo consiste en convivir con esas personas por algún tiempo, conversando sobre lo cotidiano, la familia o la comida. Buscando derrumbar esa muralla del relato oficial impregnado en los discursos, los temores y la desconfianza innata hacia una periodista sobre situaciones privadas y profundamente complejas por parte de las testigos.
Ante el retroceso de las humanidades y el avance del capitalismo barbárico, los procesos de investigación que las autoras utilizan han permitido observar que ellas tomen decisiones particulares, de carácter asociativas y móviles. Las que cobran trascendencia en las omisiones y el negacionismo de los sectores conservadores. De igual modo, detrás de estos contenidos, está una forma de estudiar, investigar y rastrear los relatos de mujeres que constituyen otra perspectiva de nuestra historia, vale decir, una democracia que se va ampliando con otras sensibilidades presentes en nuestras realidades.

Columna: El canto público en la quinta romería.

Los pequeños actos conmemorativos son importantes en la relación que los recuerdos son ejercicios críticos de las memorias colectivas. La romería y acto cultural que se realizará este 21 de junio, a las 19 horas desde el Metro Inés de Suárez hasta la esquina de Bilbao con Lyon en homenaje a Nelson Schwenke, constituye una forma en que personas se juntan bajo un árbol a cantar contra el olvido.
Schwenke & Nilo no es uno solo nombre, tampoco un dúo. Desde un campo simbólico, es un grupo de personas que en su conjunto, representan una voz generacional arraigado en el sur profundo durante la dictadura cívico militar. La pérdida física de una de las voces es dolorosa pero también circunstancial, ya que en las presentaciones continúa presente: «Todos los días Nelson forma parte de mi vida. En las decisiones que tomo, en todas las reflexiones que hago»[1] señaló Marcelo Nilo en La Tercera 25 de junio 2017. En el volumen «Leyendas del sur» (2015), el actual decano de la Academia de Humanismo Cristiano amplía esta robusta unión: «Esta historia que hicimos juntos, que no ha sido fácil, pero las decisiones, convicciones y el espíritu duro están ahí.» (55)

Así, organizado por Cristián González Farfán, uno de los autores de «Ecos del tiempo subterráneo» (LOM, 2009), señala que «el acto no ha perdido su esencia: ser profundamente democrático, y haciendo uso de nuestro legítimo derecho de ocupar el espacio público»[2]. Ante esto, habría que agregar el plano colectivo y voluntario en que se desarrolla esta actividad, la calle es un lugar que debe ser ocupado persistentemente. El origen de la romería emergió como un síntoma de espontaneidad, y en la que se ha anunciado la presencia para este viernes de Eduardo Peralta, Pancho Villa, José Cid, Cantores que Reflexionan, el grupo Neyenmapu, Galo Ugarte, Luis ‘Flopy’ López, grupo El Pequén de El Monte, Iván Vergara, Mario Serrano, y la destacada Romina Nuñez Moraga. Quienes, a su vez, tienen en común las formas musicales de expresión fuera de circuitos rimbombantes que centran el canto en voz y guitarra con un evidente mensaje social y crítico.
Si en el ochenta, el surgimiento del Canto Nuevo carece de nombres propios (algunos cantores tienen mayor significación que otros/as por un tema de relaciones), considerarlo bajo un modelo epigonal, sería un error táctico y sesgado instalar la idea de liderazgos como se sugiere cuando se busca el germen del movimiento. En este sentido, Eduardo Peralta concedió parte de su presentación en aquella época, para que Schwenke & Nilo canten “el viaje” en momentos que recién venían llegando de Valdivia.
En el libro de Marisol García, «Canción Valiente» (Ediciones B, 2013), Nelson Schwenke afirmaba sobre el canto que: «(…) tú te tomabas ese espacio desde la duda y la falta de formación, y se hacía inevitable reflexionar sobre tu rol. El oficialismo imponía una cultura de la entretención, y era importante defender al artista desde la función cultural o de aporte social, pero reflexionando públicamente sobre el asunto de ésta.» (303) Muchos se olvidan que, los cantantes vivenciaban la pobreza en las tomas, las ollas comunes que no alcanzaban para personas, los empleos precarios con pago de cinco mil pesos aquel tiempo y la represión a mansalva que recaía sobre poblaciones más precarias que impuso el modelo económico, bajo el férreo mandato de Pinochet.
Por otro lado, cuando hablamos del Canto Nuevo, damos cuenta de una generación transversal en su discursividad, que se desenvolvía en universidades, peñas o sindicatos. Los que luchaban diariamente ante un enemigo en común y un discurso hegemónico, como el mensaje estatal y mediatizado por el diario El Mercurio. Los que llamaban los que propiciaban el apagón informativo cultural en el ochenta. No muy distinto a la insistente exclusión de los periódicos de mayor circulación sobre las actividades culturales que ciertos lugares llevan a cabo.
La trova está presente en sus individualidades que se agrupan continuamente. Está ligado a la crónica, al tránsito en la urbe y a la memoria como señala la cantante Cristina González Narea en la canción «Yo no canto»: «Yo le canto a la memoria/ Del pueblo con la historia, / y es el pueblo quien decide/ A quién olvide y a quién revive». Es llamativo cómo la trovadora en el álbum «Mensajero del amor» (1986), apela a la reapropiación de la Historia por parte de habitantes, cuando desde el 2011, el gobierno de derecha instala la educación como bien de consumo y despoja los elementos básicos de conocimiento para los mismos.
La romería tiene un rasgo alegórico: quienes asisten son caminantes que cantan en la vía pública hacia un árbol. Este viaje está relacionado con nuestra historia comunitaria, la que se transmite de boca en boca con un mensaje donde se conjuga el pasado y el presente, con palabras llenas de convicciones y valentía.


[1] La Tercera, 25 de junio de 2017: http://culto.latercera.com/2017/06/25/la-vida-nilo-sin-schwenke/
[2] The Clinic, 14 de junio de 2019: https://www.theclinic.cl/2019/06/14/nelson-schwenke-en-una-pequena-esquina-de-memoria/