jueves, 28 de marzo de 2019

Crítica literaria: Cuadernos de composición.




Crítica literaria: Cuadernos de composición.

“Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno”
En La poesía es un atentado celeste (fragmento) de Vicente Huidobro.

La próxima novela
Felipe Becerra (Valdivia, 1985)
Alquimia ediciones, 2019, 96 páginas.

Durante los últimos meses se ha visibilizado la forma en que artistas desarrollan el proceso creativo para llegar a la obra final. El acto de escenificar no deja de mantener el status de hiperconcentración en los museos capitalinos, y perfiles para las curatorias temáticas. Además, poner a disposición y contextualizar el arte a razón de materialidades, tiene sus altos y bajos en el mercado. En todo caso, no deja de tener un elevado valor para coleccionistas y universidades que compran los manuscritos de escritores/as de renombre.
La próxima novela (2019) es el puente hacia la segunda novela anunciada como Los Cisnes de Ñache, tras la aclamada Bagual (ed: Sangría, 2014). En este volumen que está dividido en cinco partes, existe una progresión selecta de trabajos con los doce cuadernos a través de notas, boletas, collage y agregando artefactos, reflexiones, diálogos con otros escritores y teóricos literarios que son los borradores de algo mayor. En este plano, de lo que se considera un borrador, el autor en el proceso de observación del momento que vive, instrumentaliza la contemplación para concebir el mencionado ejemplar, pero sin dar pistas lineales.
El libro problematiza este intersticio en la literatura y la ambivalencia contemporánea de lo que significa ser obra (considerando que esta no acaba solamente con la publicación). Para esto hay que poner atención en lo que señala la teórica y feminista Julia Kristeva en intertextualité, pues este tipo de volúmenes en tránsito son procesos de construcción aleatoria y fragmentaria, pero con un sentido literario (1997: 7). De igual modo, el teórico Gerard Genette (estructuralista francés del sesenta) ordenaba la narrativa en lo múltiple de la transtextualidad, entendiendo esto como una compleja red de tejidos textuales que permanecen en distintos niveles de diálogo como las citas, el pastiche, los vínculos con otros autores o la alusión. No por nada, el autor hace desfilar a un largo etcétera de escritores: Juan Emar, Roland Barthes, Walt Whitman, Macedonio Fernández, Fernando Pessoa, Pedro Lemebel, Juan Luis Martínez, Pablo Neruda, José Santos González Vera, Luis Oyarzún, el director de cine Pedro Costa, la fotógrafa Diane Arbus, entre muchos otros artistas predominantemente masculinos. Habría que preguntarse por el valor estético de este conjunto de materiales, de sus múltiples relaciones metatextuales e intertextuales, y si el afán escritural conlleva o no a la obra de arte propiamente tal. O mejor aún, cómo de entre los originales de esta “vanguardia” literaria no emerge, antes, una novela corta.
Siempre en estado de búsqueda, nunca in-quieto. “Esta espera es otro modo de presencia” como señala Huidobro, de manera que, sin quedarse atrás, Becerra parafrasea la idea de la espera de la creación: “la escritura como espera de otra escritura” (13). En este ámbito, las sutilezas del anhelo, la expectativa de publicar y que se ha dilatado durante un largo periodo, el contenido que alberga esta compleja trama de registros, forma parte de otra arista en tanto recurso de la autoficción.

Felipe Becerra construye en “La próxima novela” una compleja obra dedicada al oficio de la escritura, donde emanan sutilezas sobre la obsesión, las dudas, la demora, el valor en el debut de publicar un libro. Sin embargo, da cuenta sobre el contenido en los cuadernos como el dibujo de la letra, las construcciones narrativas y las múltiples relaciones con otras escrituras. Este volumen da importancia a la producción previa al libro, asunto que muy pocas personas se han atrevido a señalar en el circuito y en entrevistas sobre la misma. Además, continúa desarrollando una disposición por elaborar una literatura creativa que sigue visibilizando la composición de la novela, que no sea decimonónica.

De lo anterior, no hay que dejar de lado que este connotado autor es un adelantado a su tiempo, pues antes de los cuarenta años y con una amplia obra demostrada, publica los cuadernos de composición como muestra de su franqueza literaria.

Gonzalo Schwenke
Profesor y crítico literario.
Valdivia, 2019.

viernes, 22 de marzo de 2019

Crítica Literaria: Coyhaiqueer (2018)





Las provincias del sur: lo mejor de lo nuestro.

Coyhaiqueer.
Ivonne Coñuecar (Coyhaique, 1980)
Ñire Negro ediciones, 2018, 140 páginas.

No todas las novelas de poetas logran un carácter necesario para desarrollar un imaginario sobre las ciudades. En este libro, la autora despliega un retrato costumbrista combinado con un alto discurso crítico sobre lo que significa crecer en las provincias del sur del país.
Coyhaiqueer (2018) la primera novela de la poeta Ivonne Coñuecar, hace una radiografía sobre el cotidiano de Coyhaique durante el ochenta y los años noventa. Allí realiza una representación de lo que significa vivir en el sur, desarrollando temas prohibidos como el suicidio, el mundo homosexual y lésbico, el contagio del VIH, la militarización de la Patagonia, el clasismo, el concepto de la familia que no son los parientes sino las amistades duraderas, las drogas, la juventud, la obligación de los jóvenes por buscar el éxito fuera de la ciudad, el desarraigo y las heridas infringidas a través del tiempo, entre otros.
La protagonista Elena, desarrolla en catorce capítulos una narrativa vinculada a la crónica. Posicionándose como un personaje lateral no vinculado a aquellos que detentan cierto grado de poder: ya sea siendo hijos de militares, con rancios apellidos o determinados por el dinero que sostienen los privilegios.
En aquella zona, el complejo turístico está compuesto por el revés de la moneda, marcado por los suicidios. De esta manera, ella y Juan Luis (Jota) se desenvuelven sin la necesidad de complacer la norma de la comunidad: “Y hablábamos de todos, de cualquiera. Éramos el pueblo adentro, éramos del pueblo, con, contra, de, desde, hasta, para, por, según, pero nunca sin” (29). De este modo, con una activa observación crítica devela una sociedad que aparenta convivir en armonía, con gajos similares a la novela de José Donoso: Un lugar sin límites. Sin embargo, en vez que aparezca una figura masculina y castradora que domina el campo, la autora coloca las responsabilidades sobre las regulaciones sociales de manera transversal y colectiva.
La provincia dominada por colegios católicos y los militares acomodados que dictaban la regla de convivencia entre pares cohabitan en un silencio incesante: “En Coyhaique el conflicto se evita con una encantadora hipocresía” (14). Estas relaciones sociales entre vecinos y vecinas están sometida a los tabúes y a la sospechosa buena voluntad. En este sentido, el mundo conservador y la ideología religiosa, ha mantenido bajo sospecha la amenaza social y suponer de desviamiento cualquier actitud diferente. Asimismo, estas convivencias con lo raro y lo homoerótico, están marginadas y permitidas en un espacio semi-privado, como lo es la peluquería. Lugar que se valida continuamente el vínculo con lo femenino a través del cuidado del cabello.
El volumen da cuenta que la ciudad “era una zona privilegiada del dictador y solía ir con frecuencia para ver los avances de la construcción de la Carretera Austral” (50). No por nada la palabra comunista es simbolizada en el imaginario nacional como personas que quieren desbaratar un Chile impecable, es de las primeras noticias falsas más exitosas que algún gobierno pueda instalar en la población. El más reciente, pertenece al ministro (s) del Interior, Rodrigo Ubilla, quien perseveró en decir que los incendios forestales no era de la falta de prevención de las empresas a cargo, sino una provocación de una población característica de la zona, sin mostrar si quiera una sola prueba fehaciente: “Yo diría que algunos de los incendios que se han producido en el último tiempo están asociados al tema de la causa mapuche.” (diario La Tercera: recuperado el 16 de febrero de 2019).
En el transcurso de la obra destaca la articulación de las voces del narrador y los personajes mediante el estilo indirecto y el libre. Mientras el primero, supone que es la narradora asume la voz de los personajes; en el segundo, Elena no solo reproduce el sentir y las palabras de los hermanos Óscar y Mateo en el capítulo “la vida militar”. Sino también, adoptando la perspectiva de estos hijos de militares, que no deseaban llegar a ser parte de las Fuerzas Armadas, pero que tuvieron la extensión de la dictadura dentro de las casas. En el mismo ámbito, parece engañoso el agotador párrafo largo interminable, pero las frases cortas, con una cadencia devenida del habla poética hace que el libro sea una lectura fluida. Igualmente, los capítulos desplegados no son lineales, más bien fragmentarios por temáticas, los personajes van y vuelven, fallecen y aparecen en otra memoria, en otro acontecimiento.
Por otro lado, las marcas de la cultura del noventa están enlazada por medio de la música electrónica, las drogas, el acto de rebobinar el cassette con el lápiz, arrendar películas en VHS al videoclub más cercano, mandar a pedir a Santiago por correo y que este, se demore una semana en llegar, sirve para generar el cuadro necesario para comprender a los personajes.
No es lo mismo vender la postal de la ciudad turística, que arraigarse en la zona. Coyhaiqueer (2018) es una obra de calidad que se basa en la memoria de la auto-ficción para reconstruir un escenario complejo en la que se despliegan los personajes en relieve. En esta dinámica, Elena y Jota han elegido no esconderse de su orientación sexual, eligen crecer y sobrevivir en un lugar que es incómodo, porque al final de cuentas, ese lugar que no varía sus formas de vida, les pertenece.

Gonzalo Schwenke
Profesor y Crítico Literario
Valdivia, 2019.

sábado, 16 de marzo de 2019

Crítica Literaria: Un canto por la paz.


Crónicas de resistencia: un canto por la paz.


Sol y lluvia: voces de la resistencia (2018)
Gonzalo Planet (Santiago, 1978)
Ediciones Pez Espiral, 2018, 172 páginas.

Publicado en Izquierda Diario Argentina: http://www.laizquierdadiario.com/Cronicas-de-resistencia-un-canto-por-la-paz

Sol y lluvia es considerado parte del cancionero del Canto Nuevo, junto a quienes forjaron la resistencia cultural a la dictadura en el ochenta. Ellos se distinguen de otros por las canciones festivas y bailables, sorteando la censura a través de la creatividad de los afiches artesanales, y por las letras de canciones enfocadas en revelar el diario vivir de las comunas periféricas de Santiago. Es decir, ser pobre o estar desempleado durante el régimen cívico militar no es un tránsito, sino que significa vivir el hambre y participar de ollas comunes en las que no había para todas las familias.
Sol y lluvia: voces de la resistencia (2018), es el tercer libro del periodista Gonzalo Planet quien en once capítulos reúne a los hermanos Labra Sepúlveda y Harley Labra Bassa para repasar biográficamente las vidas en las poblaciones de Vicente Navarrete, San Gregorio, La Legua o el Zanjón de la Aguada. Además de recordar la vida de sus padres, relatan la infancia que se desarrolla en zonas aledañas, el vínculo de la política y la cultura durante los setenta, el golpe de Estado, la detención y tortura por los aparatos de represión, el trabajo serigráfico que los caracteriza, la relación con la iglesia y el lleno total en el concierto del Estadio Nacional (1999). Las extensas entrevistas finalizan con palabras de Amaro Labra asumiendo en 2018 como diputado de la república por el Partido Comunista.
La periodista e investigadora Marisol García en el libro Canción Valiente (2013) señala la calidad de las letras de este grupo, puesto que vivencian el mundo más cercano en las poblaciones de San Joaquín: “Este canto popular-popular (…) acogió problemas humanos y colectivos, pero no como un gesto de rescate o reivindicación, sino por ser conflictos que estaban allí” (286). Asimismo, me parece que crear el vínculo entre arte y el cotidiano posibilita que exista un campo de representar a los representados. Una identificación de los habitantes de un lugar en el que emergen las identidades individuales y colectivos.
Uno de los puntos débiles radica en la falta de rigor investigativo y de orden que representa la ausencia de índice. Este gesto que bien podría pasarse por alto, confluye en la desprolijidad como algunas noticias que no tienen dato de publicación, al igual que ciertas fotografías en blanco y negro que no están precisadas en el hecho autoral. Las discografías no tienen continuación por fecha, sino que han sido insertadas a medida que la conversación lo requiera. De hecho, el disco “Hacia la tierra” (1993) tiene la fotografía por ambos lados, no así, los demás que están a una sola cara (“A desatar la esperanza!!” 1986, “+personas” 1988, y “Testimonio de paz” 1989) o aparece solamente la carátula (“La vida siempre!!!” 2000, “La conspiración de la esperanza” 2004, y “Clima humana” 2013). De lo anterior, no permite que estén integradas las letras de las canciones y no tienen el apartado a disposición del lector. No es lo mismo insertar fotografías, noticias o afiches publicitarios a medida que la entrevista lo requiera, que entregar los discos y las letras con la debida importancia que se merecen.
Por otro lado, coloco en relevancia la serigrafía de los hermanos Labra, los que vinculan el quehacer (hoy en día formas de generar publicidad), con elementos que no contaban y herramientas que fueron creando: “Era un taller esencialmente para proveer de lucas para parar la olla”, señala Jonny (31). Esta situación se relaciona con el tema Aunque solo tuviera de Schwenke & Nilo: “Aunque solo tuviera/ aunque solo tuviera un pedazo de tela/ con pinceles de sueño pintaría un discurso/ con vocales gigantes/ consonantes moradas”, dando cuenta de la ausencia de materialidades pero que, con un trozo de tela, creyendo en las declaraciones sobre lienzos se defienden los recursos y derechos básicos para la población de un país. Entonces, Sol y lluvia se ha convertido en un tipo de registro de identidad que devino en canto, y que Charles llama “la paciencia era la resignación, y la pazciencia era la acción” (33), puesto que, “vivir en dictadura es vivir en una de las peores prisiones que uno pueda imaginar” (29) confirma Amaro.
En efecto, el grupo recoge el manifiesto de la canción protesta argentina y de Violeta Parra a través relaciones intertextuales. La relación es fácil de reconocer en la canción con todos de Mercedes Sosa: “Salgo a caminar/ Por la cintura cósmica del sur”, en tanto, que en el tema Voy a hacer el amo de Sol y lluvia: “Tomo tu mano y salgo a caminar/ por la triste y vigilada ciudad”. Ambos temas musicales del repertorio latinoamericano, colocan a disposición la relevancia del trabajo del artista quien debiese recorrer los lugares que le pertenecen, esto es, reconociendo siempre del lugar que se proviene.
Si bien el libro contiene errores y pertenece a los discursos oficiales, entiéndase esa conflictiva relación entre lo dicho por la fundación que financia y la omisión de los procesos creativos previos a la realización de los discos. Sol y lluvia: voces de la resistencia (2018) no deja de ser un documento meritorio de un nicho de artistas que no han sido debidamente estudiados o valorados y que durante los ochenta configuraron la canción de resistencia.

Gonzalo Schwenke
Profesor y crítico literario
Valdivia, 2019.

Crítica Literaria: Filosofía Disney (2018)


Filosofía Disney

Rodrigo Torres (Santiago, 1984)
Ediciones Librosdementira, 2018, 115 páginas.


Si en el primer libro de Rodrigo Torres, Antecesor (2014), el común denominador eran los personajes que acarreaban conflictos desafortunados y el ambiente tenía cierto grado deprimente. En Filosofía Disney (2018), estos problemas continúan con algunas variantes: se despliegan personas corrientes que son uno más entre la muchedumbre y que están constantemente engatusados por mensajes necios de mandamases.
Más que centrarse en la emergencia de la clase media-baja de los noventa, o los drogadictos de clase alta que escriben para sí mismos. En estos siete cuentos que conforman Filosofía Disney (2018) toma posición en tiempos donde la economía es sólida y pujante. Esto es, historias sobre luchas permanentes, las que se bate en lugar en torno a la (des)humanización y la apatía productiva del sistema:
Matías trabaja limpiando los pisos en el supermercado del mall en el relato “cadena de mando”. En aquel lugar el ambiente es tedioso y monótono, asunto que se quiebra por los diálogos efímeros y el grado de enajenación alcanzado por el protagonista, debido al accidente de un niño en uno de los pasillos. El confuso incidente provoca que sea citado por el supervisor de área para ser recriminado por la falta.
En “el imperio de las bestias”El joven profesor, venido del sur, llega a la escuela periférica de la región metropolitana, con ansias de cambiar la educación. Sin embargo, se enfrenta con múltiples obstáculos propios del engranaje educativo que lo llevan a desencantarse y renunciar.
En “testigos”, los misioneros llegan al hogar del clásico vecino que le gusta discutir sobre Dios. Así, el dueño de casa derriba los mitos del evangelio con la teoría de la evolución darwiniana para contrarrestar a los incautos.
En el cuento “Filosofía Disney”, relata la dinámica de convivencia entre la madre Hortensia, y el hijo. En esta historia, los personajes estropean la relación del hogar con un insulso enfrentamiento que afecta el rendimiento de la trabajadora en la empresa bancaria. Esto se resolverá convenientemente, con la fuga del adolescente a quién sabe dónde, no obstante, lo podemos intuir. Igualmente, la madre debe superar el vacío del hogar, gracias a mensajes triviales y pensamientos baratos para que doña Hortensia pueda mejorar su producción frente a los jefes. Como se observa en el título, la gran fiesta no es más que el antagonismo de la alegría o música de feria.
Es necesario mencionar que en el cuento infantil Pedro y el lobo, el niño hace llamadas falsas en el campo sobre la amenaza que representa el lobo. Cuando realmente, necesita ayuda de los granjeros, estos no acuden en su ayuda. Un sentido similar aparece en “nazipunk” de este volumen. Unos tipos de cabezas rapadas, representantes del odio social, se humanizan ante la urgencia médica. Tras esta fatal circunstancia, ellos solicitan auxilio a los mismos que aborrecen, pero no les da socorro.
Aunque se hace patente que las consignas de los candidatos presidenciales desde el cambio de siglo: “crecer con igualdad”, “Chile de todos” y “vienen tiempos mejores” fueron modos de gobernar donde la gente creía que iba a haber crecimiento y, además, desarrollo social. Esta obra recoge aquel sector de la población que vive el día a día. Allí, estos relatos están construidos por la frase concisa e inalterable, condicionando la historia en el narrador que observa los hechos con miedo a inmiscuirse. Esta carencia de riesgo (a excepción de la primera narración), imposibilita que la voz narrativa pueda disolver la cortina de ingenuidad que expone concretamente en “nazipunk”.
Este libro es un relato que pone en escena a personajes que van en una sola dirección, aburridos de la precarización laboral, la rutina y donde no existe salida o de posibilidades. Así, se genera un vacío de un discurso que encandila, pero sin profundidad, lo que se devela en la forma de relacionarse socialmente. Asimismo, al no existir pliegues ni tampoco un realismo corrosivo, emerge una voz disruptiva y la trama cae en la candidez, ya sea en “Puyas”, “seguidores del vacío” o “testigos”. En consecuencia, esta obra irregular no logra levantar el vuelo que tuvo con Antecesor. Sin embargo, algún valor literario tiene. Qué duda cabe, en comparación con otra obra del autor, la Nueva Narrativa Nueva (2018), cuya lectura resultó ser uno de los peores del año recién pasado.

Gonzalo Schwenke
Profesor y crítico literario
Valdivia, 2019.