miércoles, 8 de julio de 2015

Crítica: "En salsa verde" (2012)

"En Salsa Verde"
Iván Espinoza Riesco (Santiago, 1955)
Valdivia Ediciones, 2012.
129 Páginas.

Por Gonzalo Schwenke

Anecdotario de cuarteles policiales.

En Chile, los jubilados comienzan a ser una fuerza política cada vez más pronunciada, ellos concilian los recuerdos en los parques y plazas públicas, dan paso a los recuerdos de su corta juventud. Es así, que comienzan a plasmar en libros sus memorias. Algunos los incentivan a jugar a la literatura, sin tener las capacidades ni las responsabilidades que proveen el fondo y la forma de la escritura. Tanto narradores como poetas, creen y expresan sin tapujos, que la escritura es más o menos un acto místico para liberar tensiones, como si la literatura fuese un ejercicio cotidiano como tirarse pedos y no un desarrollo de creatividad literaria. Tal es el caso de Iván Espinoza Riesco (1955), ganador del CONARTE (2012), con el libro de cuentos “En Salsa Verde” (Valdivia Ediciones, 2012). Este es el cuarto título del autor, donde se exhibe la experiencia de un hombre que, después del fracaso universitario, se reinventa al interior de los cuarteles policiales como un efectivo de carabineros que se enfrenta a su condición de subalterno, a los ajustes de cuentas entre funcionarios, a la arbitrariedad de los rangos medios y a la modernidad.

A lo largo de diez cuentos, observamos un narrador protagonista encarnado en el hombre que ingresa a la formación y al campo laboral como efectivo policial. En estos cuentos, se pretende mostrar que cumplir con el trabajo es cumplir con las órdenes del superior, o ejecutar debidamente el proceso de detención y en los que también el delincuente, es ajusticiado por la fuerza pública durante los vacíos del procedimiento. Tal como ocurre en “el callejón oscuro”, que muestra la sensibilidad del narrador bajo el uniforme, que se ve obligado a formar parte del apremio ilegítimo sobre un delincuente acusado de robo en hogar habitado. O “Tarumán”, un relato sobre un anciano acusado de abusos deshonestos por parte de sus familiares, mientras que en el intertanto, la condena es ejercida por carabineros a la espera de un dictamen de las leyes en el lugar que corresponda.

Los personajes que transitan en los cuentos son muchas veces descritos por sus rasgos y defectos, dando cuenta que el narrador parece sentirse bastante cómodo en repetir los estereotipos de índole peyorativos, lo que pavimenta el camino para que los lectores vivan de los clichés y de las frases precocidas. En este punto, el narrador es el resto de moralina pacata, que hace de juez y testigo durante toda la publicación, que revela el abuso de recursos que ocurre dentro la institución, pero también, se hace parte al reproducir las diferencias sociales expuestos en los diálogos, como por ejemplo en el cuento “el Teniente Barril”. Un largo registro de anécdotas, en el que se acentúan los personajes basados en el oportunismo y en las desgracias que suceden en la Regional de Telecomunicaciones. O en “Trámites” (cuento finalista de concurso), donde se relata el cambio radical de vida de un efectivo policial al ser trasladado con toda su familia de la provincia a la capital, debido a necesidades de la institución.

Publicar este tipo de libros, donde hacer memoria se confunde con la buena literatura, se está haciendo costumbre en los anaqueles de la ciudad. Preferible sería que estos volúmenes estuviesen dispuestos en las memorias familiares o en las jubilaciones de los particulares, dada la carencia sustancial de habilidades narrativas en su exposición.

Determinamos, que la lectura de “En Salsa Verde”, no contiene un ápice de transformación literaria, sino que es un libro más, un aporte efímero a la ya alicaída literatura valdiviana: sus cuentos destacan por la omisión de finales, lo que representa una ausencia en la revisión literaria. Sin embargo, tal como dice su autor, este libro cumple con “enganchar dando un golpe de vista al lector”, porque hasta la edición de texto contiene errores.