sábado, 29 de abril de 2023

Crítica No reinas (2022) de Bernardita Bravo: “Los niños no saben de futuro”.

Imagen tomada de El Mostrador.cl


No reinas (2022) es la primera novela de Bernardita Bravo (Santiago, 1980), quien antes había publicado los cuentos Estampida (2018). En esta entrega hay una indagación de los límites de lo femenino y el rechazo a la maternidad. Una trama compleja sobre una mujer que trabaja en un motel a las afueras de un pueblo perdido llamado “Potreritos”, que ha matado a su hijo de tres años sin motivo aparente. Y, sí, presurosamente podría mencionar algunas autoras que utilizan estos tópicos con un sino trágico en sus obras como María Carolina Geel, Lina Meruane, Diamela Eltit, Pía Barros, Alia Trabucco y la poesía Rosabetty Muñoz. La lista es más amplia.

 Un fugaz romance con un joven en el cementerio de automóviles toma en consecuencia, un hijo no deseado. Las asistentes sociales acompañan e intentan persuadir a la joven embarazada que no aborte. En la narración se desarrolla la extrañeza de los sueños del infante Cristóbal, la inocencia en los juegos y la seguridad que otorga –en este caso– la madre, incluso en el momento del ahogamiento en la tina hace que esté presente lo tétrico y la locura. Hechos que no quedan impunes en la legislatura ni tampoco en el círculo familiar, porque probablemente se necesita de un mal día para perder la cordura.

 El volumen utiliza un narrador testigo, focalizado en la protagonista, que indaga en las motivaciones de este parricidio, y al igual que con el caso de Medea, nos preguntamos: ¿qué clase de madre mata a su hijo? Asimismo, es necesario plantear que esta crónica roja tiene tintes de novela negra al entregar detalles precisos y sin adornos sobre el delito. Se observa que hay una oscuridad narrativa que radica en la rutina, en el cotidiano y el torbellino en un municipio perdido. Es decir, lo macabro no está en lo nocturno o criaturas fantasmagóricas, sino en la ausencia de la conciencia del sujeto.

 La obra también critica el sentido del espectáculo con la llegada de la televisión buscando informar esta noticia de alto impacto y el debido morbo de los televidentes, siendo un festín entre la población que participarán con ínfimos detalles sobre la vida de la madre infanticida y que poco alcanzará a abordar sobre el delito.

 En la cárcel, la madre, es acosada por algunas reclusas, mientras las más veteranas como Gina le prestan un poco de colaboración. Emeá como la llamarán en el confinamiento, hurgará sobre distintos hechos que marcaron su infancia: la pérdida de su hermana Ana, el estado de locura de la madre tras la pérdida, las ausencias del padre, la llegada de la hermana política “Chivi” y el deseo de maternar.

 Aunque la representación de los diálogos de las presidiarias no está en parte lograda, No reinas realiza una reconstitución de escena en diversos planos sobre la historia de la victimaria. De una manera sutil y sin entregar compasión construye un viaje que juega con los desplazamientos temporales y con las realidades de las personas más cercanas, lo que permitirá al lector no quedar indiferente frente a los hechos.

 

No reinas

Bernardita Bravo Pelizzola

Novela, 2022

Alfaguara

150 páginas.-

 


 [PEH1]Reemplazar por coma

lunes, 3 de abril de 2023

"Mi exilio dorado" (2021) de Marco Fajardo: el problema chileno.

 


El volumen inicia con el epígrafe de Patricio Guzmán que señala: “Yo quedé atrapado por el problema chileno a partir del golpe de Estado”. Este legado no significa estar detenido, sino que, es un bien inmaterial que ha redefinido a Chile en todas las facetas existentes del provenir de las generaciones y que tras cincuenta años todavía provoca amargura.

La quinta obra de Marco Fajardo (Dresde, 1976), Mi exilio dorado (LOM, 2021), revisita el periodo dictatorial y la democracia tutelada que formaron parte de la etapa de crecimiento de los hijos de familias que fueron exiliados. Así, desde la memoria novelada, la historia íntima y la examinación del pasado existe la emergencia del relato situado en la extrañeza de vivir y cubrir periodísticamente este país. Y no es para menos, si la voz narrativa afirma que: “Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile…Cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos”.

Estamos frente a la literatura de los hijos que vuelven a vivir la patria consanguínea. Por lo que, el cuestionamiento hacia ellos está presente con mayor sutileza sobre la toma de decisiones, muy distinta al modo en que se dirige a la particular sociedad chilena llena de contradicciones y desmemoria. En la que encontramos alta hipocresía y “una democracia pasada a lacrimógena” como explicita el relato.

Esta obra tiene nueve capítulos y un epílogo en la que observamos párrafos de extensión irregular, una historia fragmentada tanto en el fondo como la forma y haciendo énfasis en la correlación personal junto al contexto histórico. Además, utiliza elementos reconocibles, marcas, gestos y conmemoraciones instauradas por la dictadura chilena que desconciertan a los retornados: las monedas de diez pesos, la avenida de Providencia, la llama de la libertad en Paseos Bulnes y pagar el arancel universitario cuando las mismas autoridades estudiaron gratis. Estas pistas hacen reconocible el proceso cultural pinochetista que significa borrar cualquier aspecto del país antes del golpe de Estado, es decir, modelos de comportamiento y de desarrollo interpersonal que son replicados en los puestos laborales como signo de El volumen inicia con el epígrafe de Patricio Guzmán que señala: “Yo quedé atrapado por el problema chileno a partir del golpe de Estado”. Este legado no significa estar detenido, sino que, es un bien inmaterial que ha redefinido a Chile en todas las facetas existentes del provenir de las generaciones y que tras cincuenta años todavía provoca amargura.

 

La quinta obra de Marco Fajardo (Dresde, 1976), Mi exilio dorado (LOM, 2021), revisita el periodo dictatorial y la democracia tutelada que formaron parte de la etapa de crecimiento de los hijos de familias que fueron exiliados. Así, desde la memoria novelada, la historia íntima y la examinación del pasado existe la emergencia del relato situado en la extrañeza de vivir y cubrir periodísticamente este país. Y no es para menos, si la voz narrativa afirma que: “Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile…Cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos”.

 

Estamos frente a la literatura de los hijos que vuelven a vivir la patria consanguínea. Por lo que, el cuestionamiento hacia ellos está presente con mayor sutileza sobre la toma de decisiones, muy distinta al modo en que se dirige a la particular sociedad chilena llena de contradicciones y desmemoria en la que encontramos alta hipocresía y “una democracia pasada a lacrimógena” como explicita el relato.

 

Esta obra tiene nueve capítulos y un epílogo en la que observamos párrafos de extensión irregular, una historia fragmentada tanto en el fondo como la forma y haciendo énfasis en la correlación personal junto al contexto histórico. Además, utiliza elementos reconocibles, marcas, gestos y conmemoraciones instauradas por la dictadura chilena que desconciertan a los retornados: las monedas de diez pesos, la avenida de Providencia, la llama de la libertad en Paseos Bulnes y pagar el arancel universitario cuando las mismas autoridades estudiaron gratis. Estas pistas hacen reconocible el proceso cultural pinochetista que significa borrar cualquier aspecto del país antes del golpe de Estado, es decir, modelos de comportamiento y de desarrollo interpersonal que son replicados en los puestos laborales como signo de profesionalismo y competencia en el área productiva.

 

Mi exilio dorado es el recuento de hijos de refugiados que participaron en la experiencia de la Unidad Popular y por corresponder a la Historia latinoamericana, la dictadura y sus secuaces promovieron la dispersión de miles de familias por el mundo. A diferencia de lo que gente ve como una oportunidad de crecimiento, de auto-ayuda; el regreso desde los años noventa de parte de la diáspora chilena ha promovido una incomodidad de pertenecer a este país lleno de contradicciones, humor negro y frustrante. En un país que gusta de la libertad y se complace en la omisión, este visitante examina lo que hemos hecho, hemos heredado y cómo es necesario hacer frente al problema chileno de la memoria en la apabullante contingencia de Santiago de Chile.

Mi exilio dorado. Marco Fajardo. 2021 Lom ediciones 123 páginas.

Mi exilio dorado. Marco Fajardo. 2021 Lom ediciones 123 páginas.