domingo, 20 de noviembre de 2016

Crítica Literaria: The revival literario (2016)

SUDOR
Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964)
Random House Mondadori Ediciones, 2016. 604 pp.

Por Gonzalo Schwenke


La farándula con sus códigos triviales y diálogos precarios reflejan a la población actual. Este proyecto de país tiene su resaca, hoy, como un revival de propuestas anacrónicas que televisivamente representan momentos kitsch de nuestra sociedad. La literatura nacional no está al margen de estos faranduleros y como Japenning con Já, regresan a las primeras planas con la reedición de sus libros más celebrados. Un recibimiento lleno de palmaditas en la espalda por parte del mundillo. Un buen ejemplo de esta estrategia de marketing es Alberto Fuguet, quien después de un par de años en silencio, vuelve con un par de libros bajo el brazo que tienen a la temática gay como denominador común: No Ficción (2015) y Sudor (2016), dos novelas que han convertido nuevamente al autor de Mala onda en un escritor de moda.

Sudor relata los incidentes de Alfredo Garzón, editor de no ficción en Alfaguara-Chile, entre del 28 al 31 de octubre del 2013 durante la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA). La casa editorial para la que trabaja recibe la visita de Rafael Restrepo Carvajal y de su hijo Rafa (24). Ambos vienen al país a lanzar un libro de fotografías y escritos titulado el aura de las cosas. Dicho volumen consiste en fotografías tomadas por el hijo y escritos del padre sobre distintas figuras del espectáculo con las que tuvo contacto.

La novela está dividida en tres partes: El aura de las cosas, Juntos y solos (que abarca desde del 28 al 31 de octubre del 2013), más el epílogo. En la página 398, aparecen los famosos, recién entonces, nos haremos partícipes del juego autoficcional. Una narración de tono confesional, repleta de descripciones sobre un restringido círculo literario al que alabará, examinará y condenará en su propio funcionamiento, o sea, dependen en gran medida de la manipulación y las relaciones públicas de una editorial transnacional.

Por otro lado, mientras la ola de calor hace estragos en Santiago, se exacerban los encuentros sexuales gay coordinados en celulares y aplicaciones. Esto implica que en el volumen, en general, predomine lo masculino. Por su parte, la mujer representa parte de las frivolidades del circuito mientras que los hombres lo carnal y lo efímero: “Tirar y agarrar puede ser muy fácil y expedito y Providencia es un barrio bien puto: siempre hay más de una veintena de posibles chicos o hueones a menos de un kilómetro a la redonda (gracias, Grindr).” (38) Un reflejo de la nueva forma de relacionarse con el prójimo.

El protagonista Alfredo Garzón es ambivalente: zorrón, misógino y arribista, pero dependiendo del joven que lo excite y la posición que ostenta ante el mundo se anulará cuando muestre su lado sentimental: “Me sentía privilegiado de ser despreciado o ninguneado por Julián Moro porque sabía que esa era su manera de tomarme en cuenta.” (45). Dichas inconsistencias son atrapados por esta novela. Llena de vacilaciones y antes de 392 páginas, la narración presenta falta de centro y destino. Además tiende a la reiteración con relatos superfluos y aislados: “Rafa, esto es para ti.” (28) “Rafa, lo tengo claro, no merece una biografía eterna a lo Gerald Martin. Pero merece algo.” (43) “La aparición de Rafael Restrepo Jr. Me pilló desprevenido, irritable y con la guardia baja” (47) “El mejor lector de toda la obra de Rafael Restrepo Carvajal fue él mismo” (53) “Tipos como Rafa te hacen dudar. Dudar y sudar.” (55) “Rafa olía a Rafa.” (65) “Esto también deberá ser acerca de mí. Va a ser sobre Rafa y El Factor Julián y el bueno de Renato Adriazola y Vicente y Augusto y Alejo y todo el resto, pero a la larga –creo– será acerca de mí.” (94)

En un medio nacional que se caracteriza por obras que no rebasan las 300 páginas, Sudor pretende equipararse en monumentalidad a los grandes volúmenes de las que el compilador de McOndo alguna vez buscara distanciarse: Rayuela de Cortázar, Cien años Soledad de Gabriel García Márquez o Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño. En esta nueva etapa en su carrera, Fuguet tropieza con una novela que no supera en calidad ni siquiera a sus primeros libros y muy inferior si la comparamos con la crónica de Missing (por estos días lanzada nuevamente). La profusa verborrea, con interminables diálogos, es una marca de estilo a lo largo de la narración que sólo consigue provocar atosigamiento y monotonía hacia el lector.

Sudor pone en práctica dos arcos argumentales: la fragilidad intelectual del medio y los encuentros sexuales gay como si fuese la gran novedad del mercado. Una narrativa a tono con los tiempos donde lo importante es estar a la moda, pero la moda pasa rápidamente, así lo dice el mercado. Un volumen que pretende sostenerse creando circo: muchos nombres, muchos desfiles, cafés y lobby literario. Una obra sobredimensionada por su casa editorial, que afirma en voz de su editora que es el libro del año en España[1], pese a que la lista de Babelia[2] no lo considera ni para la encuesta anual.



[1] Extraído el 14-11-16 del sitio web (disponible en línea): http://elpais.com/elpais/2016/10/21/fotorrelato/1477063506_019316.html
[2] Extraído el 14-11-16 del sitio web (disponible en línea): http://elpais.com/elpais/2016/11/09/fotorrelato/1478704595_963952.html#1478704595_963952_1478705676

martes, 15 de noviembre de 2016

Crítica Literaria: La resta (2015)


“LOS HILOS DE LA MEMORIA”
La Resta
Alia Trabucco Zerán (Santiago, 26 de agosto de 1983)
Tajamar Ediciones, 2015. 220 p. (1era. Edición).

Por Gonzalo Schwenke


La Resta (2015) es una novela intercalada por capítulos donde las voces son Felipe e Iquela, dos jóvenes que bordean los treinta años y que tienen en común su infancia, la indagación de una memoria en cuestionamiento y la resistencia política de sus padres frente a la dictadura cívico-militar. Ellos van construyendo mundos paralelos pero complementarios que observan cómo abordar esta herencia de sus predecesores y que los problematiza al hacerse presente en todas las esquinas.

En la narrativa de Trabucco Zerán (1983), Santiago aparece como una ciudad inconveniente y apocalíptica, lo que provoca complicaciones en el vuelo de la tercera protagonista de la historia, Paloma. Cuando regresa de Alemania para celebrar los ritos fúnebres de su madre Ingrid Aguirre (exiliada y compañera de resistencia durante la dictadura junto con la madre de Iquela), el avión que trae los restos termina en Mendoza, por lo que la tarea de los jóvenes es buscar y enterrar a los muertos. De esta manera Paloma, Felipe e Iquela inician la forzosa travesía de cruzar la cordillera en la carroza llamada “la generala” para traer el ataúd de regreso.

El primer recuerdo de Iquela es el día del triunfo del “No”. En aquella ocasión Ingrid Aguirre, Hans y su hija Paloma visitan la casa de los padres de la narradora; Consuelo y Víctor. Durante los resultados del balotaje y el tránsito de los padres en la casa, ella relatará con resquemores su primer cigarro, no así su primer beso con alguien de su mismo género, con tal naturalidad y soltura que no existen reparos ni aprensiones. En tanto, Felipe recordará su crianza en el sur junto a su abuela, la relación de la casa con las mascotas y los animales, la profunda necesidad de recordar y la evocación de su infancia en la capital junto a Iquela y la madre de ella, Consuelo.

Iquela es la que da el temple a los capítulos. Introspectiva y en permanente búsqueda del detalle fascinante de la urbe, una perspectiva fragmentaria de la ciudad que la distancia del horror de su contraparte. A Felipe le disgusta y la nombra con enfado: “no ve nada: ella va paveando, comentando el reflejo del sol en los ciruelos, describiendo cómo se estiran las sombras de los edificios sobre el piso” (43). Él se caracteriza por ser obsesivo, delirante y ordenado, tiene la característica de hallar muertos en la calle o en el río Mapocho.

Mientras hacen memoria sobre la experiencia del triunfo del “No” en 1988. Los jóvenes ven con extrañeza un país que les parece ajeno e irán aproximándose a lo que significa la palabra patria: “los restos del carrete del fin de semana u otro que ya no pudo con el calor de mierda santiaguino” (28). Por lo tanto, esta construcción social es abordada por los hijos de exiliados y opositores a la dictadura a medida que se van cuestionando su pasado mientras reparan en el Santiago sucio y descuidado.


Finalmente, la obra presenta características en distinto orden que determinan su valía. Una novela estructurada y programática en su construcción, que presenta una visión liberal donde emergen situaciones lésbicas para mostrar que siempre han estado presentes, el ritmo se sostiene en ambas voces de forma armoniosa, en la que se aprecia la integración de recursos de estilo y constantes analepsis que participan convenientemente en el desarrollo de su lectura. Además, la trama tiene una orientación distintiva: el camino de los personajes es el ejercicio de hacer memoria. De lo anterior, el pasado individual es articulado como identidad mediante lo colectivo. Para el país, recordar siempre es un acto de justicia social. De otro modo, los jóvenes se refieren a lo ocurrido, lo cuestionan y lo hacen suyo para continuar y comprender la historia trazada por los padres. En el mismo ámbito, los muertos hallados en todas partes por Santiago avanzan hacia el descanso, lo que simboliza la síntesis del ayer reciente.