jueves, 21 de septiembre de 2023

“El Conde”: Un sugar daddy que atenúa la representación del horror

 

El día previo a la romería de los 50 años del Golpe fui a ver “El Conde” (2023) del director Pablo Larraín al Normandie. Al igual que los días nublados de septiembre, esta exhibición se instala de una forma peculiar en la reconciliación de la dictadura al abordar a la familia Pinochet-Hiriart. En vez de repugnancia, el espectador encontrará un menjunje de una parentela que siempre quiso ser aristócrata pero más bien eran nuevos ricos viviendo a costa de nuestros impuestos.

A partir del relato de una voz educada y británica, los orígenes del capitán general se sitúan en la Revolución francesa con el nombre Claude Pinoche, próximo oficial de Luis XVI. Tras las juergas revolucionarias el protagonista será convertido en un vampiro. Años más tarde llegará a Chile Con escenas introductorias nos cuentan que criolliza su nombre, se casa en una iglesia repleta para reafirmar el lugar de alcurnia al que creyeron pertenecer, y se esforzará por subir en la escala militar hasta llegar al supuesto ocaso.

En la película “No”, Chile se libraba de los militares en el poder gracias a la creatividad de contadas personas en la campaña publicitaria del Plebiscito de 1988, y no porque existiera un nivel de pobreza que bordeaba el 40%-45%, o el empuje del PC mediante el “año decisivo” en 1986, o por gracia y bendición de las políticas sudamericanas de EEUU a las que ya no les servía la dictadura.

En esta película en cambio, observamos la figura de Augusto Pinochet (Jaime Vadell) como un vampiro de 250 años que se aburrió de matar y robar. Sin embargo, cada criatura de la noche en la filmografía y literatura tiene un motivo de existencia, lo que en este caso no se vislumbra. El noble militar se hace “la vístima” y se abandona hacia la muerte, debido a que lo acosan judicialmente por sus múltiples cuentas bancarias, pero el metraje no cuenta la posibilidad de matarlo, tampoco a modo de diversión. Mientras es protegido por el mayordomo Forydor Krassnoff (Alfredo Castro), su mujer, Lucía Hiriart (Gloria Münchmeyer), coloca sangre humana en la sopa para evitar que muera. En este tira y afloja están los hijos que llegan a la Patagonia para repartirse la herencia. Como no saben hacer nada, contratan a la monja Carmen (Paula Luchsinger) para ordenar las cuentas bancarias. Junto con su llegada el tata renueva su interés por la vida frente a la joven e inicia el camino de conquista convirtiéndose en suggar daddy.

Se considera a Pablo Larraín un gran cineasta porque domina la técnica, el campo visual, estético, musical, etc., al haber sido educado y protegido en espacios donde pocos pueden entrar. La pregunta es de qué sirve toda esta amalgama cinematográfica, si el guion y el desarrollo de la idea original no convencen. Habría que decirle al mundo que Pinochet está al mismo nivel que Hitler, no por cantidad de víctimas sino por métodos de exterminio. ¿Se imaginan que películas como The rise of evil (2003) o Der untergang (2004) humanicen al déspota y lo sitúen como un seductor?

Me atrevo a apropiarme del verso “rusos, ingleses, gringos, franceses se ríen de nuestros novelescos directores” en la canción ‘Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos’ escrita por Jorge González. Allá en Europa, al dictador chileno en su representación cinematográfica lo deben observar y analizar como un pequeño tirano lejos del ser terrible que sufrieron familiares de DDDD y exiliados. Aunque en esta farsa se intente mostrarlo a través de abundantes escenas sangrientas, el horror subyace en el Golpe de Estado y la desaparición de cuerpos. “No pasó”, parece decir la productora Fábula. Lo que aquí falta es honradez intelectual.

El Conde es un producto para la industria Netflix distribuido para EEUU y Europa, por lo que no sería extraño verlo con más estatuillas en festivales de cine. La cuestión es que bajo los parámetros establecidos por Larraín Matte no cumple con el humor negro, pues atenúa-despolitiza la representación del horror y aprovecha de higienizar la enorme colaboración cívica con el viejo. Es decir, no hay humillación del viejo Pinocho si lo conviertes en el Ken chileno.

Puntuación: ★★

El Conde. Dirección: Pablo Larraín. Guion: Guillermo Calderón y Pablo Larraín. Elenco: Jaime Vadell, Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro, Paula Luchsinger, Stella Gonet, Antonia Zegers, Amparo Noguera, Diego Muñoz, Marcial Tagle, Catalina Guerra. Director de Fotografía: Edward Lachman. Dirección de arte: Tatiana Maulén. Sonido: Juan Carlos Maldonado. Montaje: Sofía Subercaseaux. Casa Productora: Fábula. Ficción.110 minutos. Chile, 2023.

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

Crítica: “El lado oscuro. La Historia secreta de Chile”, aquí vamos de nuevo.

 


Porque nadie lo pidió, tenemos una renovada versión de la Historia secreta de Chile. El lado oscuro (2023) de Jorge Baradit. La falta de brillantez literaria ha sido una característica inherente a su literatura, alcanzar además un número de ediciones como si se tratara de una saga de películas de acción tipo “rápido y furioso” está fuera de toda seriedad. Y aunque la idea sea insertarse en el mercado y democratizar el conocimiento, en términos de calidad el fenómeno Baradit está más próximo a la caricatura.

En esta ocasión, el autor instala la tesis de la lógica perversa en la construcción de la identidad histórica del país. Es decir, sujetos que están detrás de los líderes y que influyen en la forma en que estos deben pensar. Por lo mismo, la crisis de representatividad busca dar cuenta de los claroscuros que conforman nuestra nación.

Baradit es un convencido de su imprescindibilidad. “Los países necesitan relatos sencillos de los cuales sentirse orgullosos y pensar que son la mejor nación del mundo”, escribe. Pero no basta con un par de buenos relatos míticos, también son necesarios los elementos simbólicos y una particular idiosincrasia que nos diferencie de los países vecinos.

En cada nuevo volumen se evidencia un tono mesiánico, de antología, que nos permite seguir a un narrador que se visualiza a sí mismo como un rebelde, líder de barco pictórico, uno de los elegidos para escudriñar en el lado oscuro chileno. Así, llega a argumentar que “la historia que nos enseñan se extiende a pocos semestres y salta entre cuatro o cinco mal explicados: de la Colonia a la Independencia, de la Guerra del Pacífico a la revolución contra Balmaceda. De la Constitución del 25 al golpe militar y luego se desvanece”.

Probablemente ha sido reducida y mal difundida pero la Historia se entiende que son procesos científicamente demostrables, y que no radican en la individualidad ni tampoco en la caricatura que contienen estos libros de difusión. Y ante la ausencia de comprender cursos históricos, emergen los golpes efectistas en el relato y que se han transformado en muletillas de la calaña de: “nunca sabremos qué pensaba”, “le grita algo ininteligible”, “aunque usted no lo crea”, o “parece un guion de película de espías, pero así fue”.

El primer capítulo con el que abre el volumen es el Capitán Vicente San Bruno, quien fuera exfraile franciscano devenido en furioso soldado defensor de la sagrada corona española durante la reconquista y bajo el dominio del gobernador Casimiro Marcó del Pont.

El que sigue es, El departamento 50, el pequeño grupo de investigadores que desbarató la red de espionaje nacionalsocialista en América Latina es descrito con el clásico embelesamiento filonazi por el quehacer alemán.

El tercero se refiere a Bernardo de Monteagudo, gracias a su inteligencia se ganó la gracia de San Martín y O’Higgins, de igual modo, era el brazo intelectual de la independencia americana; luego de viajar a Europa e impregnarse de la monarquía inglesa quiso instalar el mismo sistema acá.

En El Mussolini chileno, la otra dictadura, afirma que la dictadura de Carlos Ibáñez fue bendecida por toda la sociedad debido a circunstancias económicas.

El carnicero de Arturo Alessandri Palma muestra al general de Carabineros de Chile Humberto Arriagada Valdivieso como el brazo armado del sanguinario presidente.

El penúltimo capítulo habla sobre la DINA, describe las múltiples formas de tortura a jóvenes militantes de izquierda que durante la dictadura realizaba la policía secreta dirigida por Manuel Contreras, con el benepláctico de la derecha. El autor llega a las conclusiones ya por todos sabidas, vale decir, que la dictadura fortaleció el modelo económico y aumentó el poder de sectores conservadores, políticos y empresarios.

Por último, retoma la idea biográfica con la figura de Diego Portales. “Fue el articulador de una mecánica política, policial y militar para mantener el poder en un solo sector de la sociedad”, confirma el autor.

La élite ha hecho lo que ha querido con este país, la articulación de clase y abolengo es mucho más robusta de lo que han subestimado, aunque la crisis de representación de los últimos años haya promovido cambiar algunas ideas arcaicas. Pese a la ola negacionista, el proceso de la UP y la figura de Allende son relevantes a cualquier nivel, local e internacional.

Las sagas de películas tienen su correlato en El lado oscuro (2023). Baradit profita de una receta probada, solo necesita cambiar el contenido como en Héroes (2019) y sostener la tendencia al maniqueísmo o a la repetición en Portales. Salvo la seducción a los movimientos nacionalsocialistas que descuadran este volumen, el autor revisita el lado barbárico de los sectores conservadores, singularizando la escena en una personalidad como si fuera un concurso de salvajismo, abordando escasamente el fenómeno del poder y el sector reaccionario en el transcurso histórico. No sería extraño que bajo esta consideración y dado el momento coyuntural, busque explicar uno de los tantos motivos de la derrota de la Convención Constitucional 2022.

El lado oscuro. Historia Secreta de Chile, Jorge Baradit, Sudamericana, 2023, 180 páginas.

 


viernes, 1 de septiembre de 2023

Crítica literaria: Libros marcados (2023). Los refugios de Antonia.

 



Libros marcados (2023) de la escritora Antonia Torres (Valdivia, 1975), es un libro minimalista que dialoga con el padre, el destacado poeta Jorge Torres Ulloa fallecido a los 53 años por problemas renales, sobre lo humano y lo divino de crecer en provincia. Así, la autora de la novela Vocales del verano (2017) utiliza la memoria para ahondar en el proceso de crianza, los amigos del padre, critica la conformidad de los académicos locales cuando la narradora emite una opinión literaria públicamente. En efecto, hay capítulos particulares donde menciona las perturbaciones en la casa familiar, las obras de teatro en Deutsche Schule, la presentación de libros donde se habla sobre el autor y no de la obra de este, la visita al hogar de Jorge Teillier, Diamela Eltit y “el poeta figurón” Raúl Zurita.

Debido a la insuficiencia renal que acaeció al progenitor por muchos años la presencia de la muerte estaba asumida desde siempre, por tal motivo se intercalan poemas macabros del poeta como “la muerte ensayada”, lo niños juegan a sepultar al papá en “apuntes con niños en la playa y al fondo amenazantes nubes”, o el poema sobre un hipotético funeral “estos amigos míos”. Esta misma temática se desarrolla en toda la obra de Jorge debido al brazo armado del régimen y la pérdida de amistades literarias, en tanto, esta narrativa no está cruzada por el hálito de la muerte sino la celebración en vida bajo la perspectiva de la edad de oro de la infancia.

Podemos agregar que este volumen está dentro de la categoría de la literatura de los hijos, que son un conjunto de escritores/as chilenos que combinan infancia, memoria y reflexionan sobre la herencia conflictiva en la que los padres fueron opositores a la dictadura. Lo interesante es que se visualiza una narradora, rememora colectiva e individualmente, que problematiza figuras masculinas como al profesor de castellano con el cuello de camisa sucio o a los académicos rezongando, pero en menor intensidad la figura del hombre/padre/librero/actor/profesor/enfermo/valdiviano, etc.; un vínculo afectuoso, comprensivo y cariñoso.

La hija no elude la responsabilidad de la herencia dada por el padre, la madre aparece circunstancialmente, lo acepta y comparte consideraciones: “Pienso que heredé los libros de mi padre y también una pila de sus propios prejuicios”, o el consentimiento, cuando se refiere a los escritores santiaguinos como elitistas, autorreferentes y mesiánicos.

Repleto de capítulos cortos y aleatorios, los más extensos son la búsqueda de Arístides de la Hoz, un personaje difuso y con escasas referencias, y la dirección de la obra de teatro de Los físicos de Friedrich Dürrenmatt en el colegio privado de la ciudad, la prosa se observa abreviada y contenida en la autoficción.

Libros marcados es un libro breve que transita entre memorias, autobiografía, referencias, personas de carne y hueso convertidos en personajes literarios. Lo anterior, configura la subjetividad del legado a partir de la voz narradora/hija/poeta que amerita contar y que también busca refugio para encontrarse, en una dimensión distinta, con él.

 

Libros marcados (2023)

Antonia Torres Agüero

Editorial Penguin Random House

138 páginas.-