jueves, 21 de diciembre de 2023

Crítica de libros: “El nombre de los otros” (2023) de Verónica Jiménez.

 

“El nombre de los otros” es un conjunto de ocho relatos que habla sobre personajes que están sumidos en una derrota que no les pertenece pero que deben tolerar sin reclamos. Son las clases populares y sujetos precarizados quienes colocan el cuerpo y la sangre en un enfrentamiento imaginario por parte el régimen cívico-militar: campesinos que pierden a hijos y la tierra enferma; hijas que pierden la figura paterna y que buscan sobrellevar el dolor mediante el alcohol; jóvenes que son torturados y desde el oficio apoyan las luchas clandestinas; maestros torneros que intentan sobrevivir a la crisis económica del 82’, algunos mantienen el contacto, otros integran la policía política chilena; la vida afectiva de adolescentes que son detenidos por el asedio dictatorial, etc.

“El nombre de los otros” habla de lo que provocó la dictadura: la pérdida de la dignidad de las personas, el respeto y reconocimiento del individuo. El régimen de Pinochet permeó todas las capas sociales, formas de comportamientos macros y micros que todavía persisten en la membrana de la psiquis chilena. Esta no es solo una violencia simbólica, es un material empobrecedor que en la narrativa de Jiménez tiene inmerso a los personajes en el pesimismo. El silencio se inscribe en medio de las frases cortas que nos muestra el tipo de ambiente de las historias. Por un lado, están los jóvenes que tienen la alegría por vivir, enamorarse y emborracharse en el gran Santiago, en cambio, está la situación imperante, el horror latente con marcas de quienes detentan el poder de fuego: los soldados, oficiales y sujetos cargados con armas. 

De lo anterior, se exhibe en cuentos como el “Peluca”, un obrero mal evaluado por los pares que tiempo después se jacta del grado de impunidad en los años ochenta: “yo puedo matarte. Todos los días muere gente. Uno más, uno menos, no se nota” (47). Luego en “Domingo”, el campesino habla sobre su hijo fallecido: “Me cuesta mirarlo como está ahora, hijo mío: su pelito ensangrentado, sus deditos destrozados, ay, Juan Bautista, cómo pudieron hacerle esta barbaridad, cómo pudieron destrozarle así la cara” (20), y en “fanfarria para un hombre común”, un amor primerizo y furtivo está enmarcado en un ambiente complejo y lúgubre: “El chico, de diecisiete años, había sido encontrado boca abajo con dos balazos en la espalda en una calle muy alejada de su casa. Debido al toque de queda, su cuerpo estuvo tirado en la vereda toda la noche antes de que los vecinos del lugar pudieran pedir ayuda” (42). Estos personajes deben adaptarse a un territorio cercado y cualquier sujeto que no se arrime a la cultura castrense es hecho desaparecer.

Cuando Tzvetan Todorov problematiza la memoria señala: ¿existe un modo de distinguir de antemano los buenos y los malos usos del pasado? Me parece que Verónica Jiménez mediante la narrativa, responde desde el lugar de la fortaleza: “Nadie puede verlo todo ni recordarlo todo, sin embargo, hay imágenes y escenas que viajan entre el pasado y el presente” (129). Por eso mismo, la crónica sobre el conscripto Carlos Carrasco Matus, quien se distinguía entre los presos políticos por tener un trato humanitario en Villa Grimaldi, es levantar una memoria que continúa resistiendo a la frivolidad.

La memoria a través de “El nombre de los otros” no intenta evocar una nostalgia en el mal sentido de la palabra, sino más bien la gracia está en conmemorar a los caídos y reflexionar el tipo de sociedad que significó el fascismo como norma de Estado. Una situación política que no hizo más que hacer daño a los compatriotas y por lo mismo, un tipo de cultura que se mantiene hasta nuestros días.

“El nombre de los otros” destaca por la capacidad de observar, de situarse en la memoria y de recurrir a las formas poéticas en lo narrativo, ligada a diversos testimonios documentados que provocarán impacto en el lector, porque la brutalidad de la dictadura, que no tiene redención, siempre la pagarán los desposeídos.

 

“El nombre de los otros”

Verónica Jiménez Dotte

Garceta Ediciones, 2023

144 páginas


domingo, 29 de octubre de 2023

Crítica literaria: Antología poética 50 Golpes en el sur: Frente al olvido, más escritura.

 

Valdivia en su particularidad lejos del hipercentralismo nacional no está exento de los devenires políticos-históricos. El Golpe de Estado de 1973 que asoló a la población, a la industria maderera y a la universidad provocó que los profesores e intelectuales sean encarcelados y exiliados; los obreros sindicalizados asesinados y desaparecidos; y familias todavía buscando el esclarecimiento de la verdad. En términos literarios, en la década del sesenta aparece la escuela de poesía llamada Trilce en la Universidad Austral, liderada por Omar Lara y de acuerdo a preguntas inquietas, comentarios de pasillos y memorias literarias se evidencia una forma de trabajo que las generaciones en dictadura replicaron.

50 golpes. Muestra poética a los cincuenta años del golpe de Estado (2023) es un volumen antojadizo como toda antología y no tan estricto como intentan afirmar sus compiladores: el doctor en literatura Jorge Polanco; la poeta y bibliotecaria Cristina Gallardo; y el sociólogo Jonathan Opazo. Y es que uno desearía que se presente una cartografía literaria del sur de Chile, sin embargo, las palabras iniciales que conforman esta muestra no corresponden a la tradición literaria que antecede a este libro. Podemos encontrar la de Iván Carrasco y Yanko González: Poesía Universitaria en Valdivia (2000), David Miralles y Óscar Galindo de Poetas actuales del sur de Chile (1993). Incluso, la Cuarta antología prosistas y poetas valdivianos (2016) de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) contiene un prólogo mayor al presente sobre publicaciones históricas y vínculos literarios de la Filial Valdivia.

Revisando los poemas aparece uno de los más importantes de la poesía valdiviana y poco leído/difundido en Santiago. Jorge Torres Ulloa, en Poemas encontrados y otros pre-textos (originalmente publicado en 1991 y Obras Completas, 2013), toma diversos recortes de periódicos, los cambia de sitio, ampliando las posibilidades de la interpretación. El elegido para esta exhibición, es una entrevista gráfica a una persona que no es mencionada, la cita es la siguiente: “-¿escribió alguna vez un poema? - ¿Quiere que le diga una cosa? ¡Odio las poesías! Ni leerlas, ni escucharlas, ni escribirlas, ni nada”. Este fragmento de entrevista no tiene ninguna relevancia a priori, pero para lograr comprender lo importante radica en la coyuntura política de quién es el entrevistado y lo connotativo se modifica si se incluye originalmente la referencia: “A. Pinochet U.  Entrevista Revista Mundo N° 89”. Así, cuál villano enmascarado en esta primera edición no está exhibido fielmente el texto poético.

¿Y, por qué habría que apelar a la memoria literaria en Valdivia? Ejercer la memoria es reconocer y dar cabida a una tradición que poco se enseña, una escuela literaria conformada por hombres y mujeres bajo el alero de la universidad que permitieron que el ejercicio literario siguiera en producción en tiempos complejos. Además,  la misma introducción apela a la memoria: “Árbol de la memoria, agregaríamos, no cedamos a los apagones y violencias de los oscuros poderes de Chile que no han dejado de acechar”. Por lo mismo, la presentación propone varias temáticas pero tres estudiosos de la literatura evitan ahondar en los argumentos y los diversos contextos. A saber, el intelectual Grínor Rojo, Omar Lara, Guillermo Araya, Clemente Riedemann y Jorge Torres Ulloa que cantaba entre rejas  “Alfonsina y el mar” fueron encarcelados por su pensamiento político al momento del Golpe y produjo que fueran exiliados o exonerados.

La escasa consistencia de la presentación señala: “lxs poetas incluidos son de diferentes generaciones y han optado por vivir en el sur austral”. En estricto rigor, no todos los mencionados residen, al momento de la publicación, en dicha localidad geográfica y se observan excepciones. En este mismo sentido, los compiladores agradecen a aquellos que enviaron textos, pero el poeta Omar Lara que falleció hace un par de años, dudo que haya enviado desde el más allá. Entonces, hay una suerte de flexibilidad de criterios que fue lo primero en llamar la atención. Y ante estas imprecisiones uno se preguntaría por los ausentes: Guido Eytel, David Miralles, Hans Schuster, José María Memet, Carlos Trujillo, Jorge Ojeda, Nelson Torres, Juan Armando Epple, Luis Zaror, Luis Cárcamo Huechante, Luis Oyarzún, Carlos Cortínez, Enrique Valdés, entre otros.

Ante la oportunidad de conmemorar los cincuenta años del Golpe, la manifestación de este libro significa recordar y no marginar. 50 golpes. Muestra poética a los cincuenta años del golpe de Estado (2023) no presenta coordenadas literarias, no llama al estudio poético del sur profundo y está firmado por tres autores que bien pudieron haber entregado una mejor introducción como cuando reseñan libros de poetas de la zona central. Por lo mismo, aquel error descrito en que no aparece la referencia literaria y que permita al lector comenzar a interpretar el poema de Jorge Torres es bastante negligente. Por lo mismo, frente al olvido, más escritura.

 

50 golpes. Muestra poética a los cincuenta años del golpe de Estado

2023

Compiladores: Jorge Polanco Salinas, Cristina Gallardo Jiménez, Jonnathan Opazo Hernández

100 páginas

UACh ediciones.-


lunes, 23 de octubre de 2023

Crítica de poesía: tajo (2021), poesía en formación de Gabriela Albornoz

 


Gabriela Albornoz (Linares, 1991) presenta tajo (2021) de la editorial Vísceras, cuarenta y dos poemas donde transitan imágenes maulinas, rituales cristianos, la maternidad y violencias de ciertas periferias. La evocación a las temáticas mencionadas conforma a su vez, una poesía en formación dado que el hablante femenino suele buscar su identidad, hace referencia a su aprendizaje durante la infancia, también el contexto cultural que significa lo rural y la emergencia de lo citadino.

Leemos, por ejemplo, los incipientes cuestionamientos externos a la familia con un tipo de maternidad cuestionada: “en el colegio me preguntan/ por qué mi madre es mujer soltera” (12), o el desconocimiento propio durante el aprendizaje más flexible: “pegar botones/ es como dar besos/ dice mi madrina/ yo le pregunto/ a qué saben los besos” (26). Y es que no hay una perspectiva crítica sino más bien el retraimiento, una voz pasiva que acontece en la edad de oro de la infancia.

La alusión del nacimiento y el vínculo con la maternidad está fuertemente atravesada en los siguientes versos: “Mi madre me parió en una noche de San Juan/Rompió el ojal más tierno de su vestido” (9), “Para comenzar la procesión/Veo los ojos del crucificado” (15), “Guardo una estampita de la virgen/ y recortes del horóscopo” (16). El gesto creativo está supeditado a las tensiones cotidianas, limitaciones sociales que atraviesan el marianismo sincrético del campo chileno (que combina las festividades cristianas y las creencias populares) y la robusta presencia de lo femenino.

Lo masculino está relacionado por la ausencia del padre, por algún tipo de violencia física o lo erótico-heterosexual fortuito. Mientras que, las enunciaciones líricas de lo femenino como la madre, la abuela o la madrina conforman potentes rasgos identitarios con el quehacer doméstico: “solo escucho el canto/ de las mujeres que van a la feria”.

Así como muchas otras obras que antecedente, la utilización del medio vegetal en la obra de Albornoz es constante, no es la intención profundizar en cada una de ellas, están incorporadas en el diario vivir y no como reapropiación: “Hay vapores de menta tomillo romero” (14), “Tengo una azucena en las manos” (23), “Yo quiero ser raíz de hinojo/ y descansar en la tierra” (31), “Adornada con ramitos de lavanda / y quilmay” (32), “Levanto pequeñas cruces/ de ramitas de palqui” (34), “Hoy caerá agua fresca/ sobre las matas de ruda” (38), “Le regalé una hojita de albahaca/para marcarlo” (41). Por lo que, entre el hablante y la vegetación hay una interacción en la que no se observa una perspectiva ecocrítica, sino más bien, hay una convivencia candorosa y beneficiaria carente de cultura originaria.

Los poemas de Albornoz representan poesía en formación, que significa indagar en la identidad familiar, el contexto social del hablante, desarrollar la poesía sobre el crecimiento personal, tal como aprender a asumir supuestas responsabilidades como ser hija de madre soltera en zonas que aún son tema, abordar el feminicidio o la circunstancia de lo erótico entre cuerpos femeninos. Vemos en tajo un primer acercamiento a la poesía, que no significa que sea desprovisto de calidad, sino que está en un proceso de maduración, y que prontamente esperamos leer un volumen que confirme su progreso literario.

 

tajo

Gabriela Albornoz

Editorial Vísceras

2021

60 páginas.-


jueves, 21 de septiembre de 2023

“El Conde”: Un sugar daddy que atenúa la representación del horror

 

El día previo a la romería de los 50 años del Golpe fui a ver “El Conde” (2023) del director Pablo Larraín al Normandie. Al igual que los días nublados de septiembre, esta exhibición se instala de una forma peculiar en la reconciliación de la dictadura al abordar a la familia Pinochet-Hiriart. En vez de repugnancia, el espectador encontrará un menjunje de una parentela que siempre quiso ser aristócrata pero más bien eran nuevos ricos viviendo a costa de nuestros impuestos.

A partir del relato de una voz educada y británica, los orígenes del capitán general se sitúan en la Revolución francesa con el nombre Claude Pinoche, próximo oficial de Luis XVI. Tras las juergas revolucionarias el protagonista será convertido en un vampiro. Años más tarde llegará a Chile Con escenas introductorias nos cuentan que criolliza su nombre, se casa en una iglesia repleta para reafirmar el lugar de alcurnia al que creyeron pertenecer, y se esforzará por subir en la escala militar hasta llegar al supuesto ocaso.

En la película “No”, Chile se libraba de los militares en el poder gracias a la creatividad de contadas personas en la campaña publicitaria del Plebiscito de 1988, y no porque existiera un nivel de pobreza que bordeaba el 40%-45%, o el empuje del PC mediante el “año decisivo” en 1986, o por gracia y bendición de las políticas sudamericanas de EEUU a las que ya no les servía la dictadura.

En esta película en cambio, observamos la figura de Augusto Pinochet (Jaime Vadell) como un vampiro de 250 años que se aburrió de matar y robar. Sin embargo, cada criatura de la noche en la filmografía y literatura tiene un motivo de existencia, lo que en este caso no se vislumbra. El noble militar se hace “la vístima” y se abandona hacia la muerte, debido a que lo acosan judicialmente por sus múltiples cuentas bancarias, pero el metraje no cuenta la posibilidad de matarlo, tampoco a modo de diversión. Mientras es protegido por el mayordomo Forydor Krassnoff (Alfredo Castro), su mujer, Lucía Hiriart (Gloria Münchmeyer), coloca sangre humana en la sopa para evitar que muera. En este tira y afloja están los hijos que llegan a la Patagonia para repartirse la herencia. Como no saben hacer nada, contratan a la monja Carmen (Paula Luchsinger) para ordenar las cuentas bancarias. Junto con su llegada el tata renueva su interés por la vida frente a la joven e inicia el camino de conquista convirtiéndose en suggar daddy.

Se considera a Pablo Larraín un gran cineasta porque domina la técnica, el campo visual, estético, musical, etc., al haber sido educado y protegido en espacios donde pocos pueden entrar. La pregunta es de qué sirve toda esta amalgama cinematográfica, si el guion y el desarrollo de la idea original no convencen. Habría que decirle al mundo que Pinochet está al mismo nivel que Hitler, no por cantidad de víctimas sino por métodos de exterminio. ¿Se imaginan que películas como The rise of evil (2003) o Der untergang (2004) humanicen al déspota y lo sitúen como un seductor?

Me atrevo a apropiarme del verso “rusos, ingleses, gringos, franceses se ríen de nuestros novelescos directores” en la canción ‘Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos’ escrita por Jorge González. Allá en Europa, al dictador chileno en su representación cinematográfica lo deben observar y analizar como un pequeño tirano lejos del ser terrible que sufrieron familiares de DDDD y exiliados. Aunque en esta farsa se intente mostrarlo a través de abundantes escenas sangrientas, el horror subyace en el Golpe de Estado y la desaparición de cuerpos. “No pasó”, parece decir la productora Fábula. Lo que aquí falta es honradez intelectual.

El Conde es un producto para la industria Netflix distribuido para EEUU y Europa, por lo que no sería extraño verlo con más estatuillas en festivales de cine. La cuestión es que bajo los parámetros establecidos por Larraín Matte no cumple con el humor negro, pues atenúa-despolitiza la representación del horror y aprovecha de higienizar la enorme colaboración cívica con el viejo. Es decir, no hay humillación del viejo Pinocho si lo conviertes en el Ken chileno.

Puntuación: ★★

El Conde. Dirección: Pablo Larraín. Guion: Guillermo Calderón y Pablo Larraín. Elenco: Jaime Vadell, Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro, Paula Luchsinger, Stella Gonet, Antonia Zegers, Amparo Noguera, Diego Muñoz, Marcial Tagle, Catalina Guerra. Director de Fotografía: Edward Lachman. Dirección de arte: Tatiana Maulén. Sonido: Juan Carlos Maldonado. Montaje: Sofía Subercaseaux. Casa Productora: Fábula. Ficción.110 minutos. Chile, 2023.

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

Crítica: “El lado oscuro. La Historia secreta de Chile”, aquí vamos de nuevo.

 


Porque nadie lo pidió, tenemos una renovada versión de la Historia secreta de Chile. El lado oscuro (2023) de Jorge Baradit. La falta de brillantez literaria ha sido una característica inherente a su literatura, alcanzar además un número de ediciones como si se tratara de una saga de películas de acción tipo “rápido y furioso” está fuera de toda seriedad. Y aunque la idea sea insertarse en el mercado y democratizar el conocimiento, en términos de calidad el fenómeno Baradit está más próximo a la caricatura.

En esta ocasión, el autor instala la tesis de la lógica perversa en la construcción de la identidad histórica del país. Es decir, sujetos que están detrás de los líderes y que influyen en la forma en que estos deben pensar. Por lo mismo, la crisis de representatividad busca dar cuenta de los claroscuros que conforman nuestra nación.

Baradit es un convencido de su imprescindibilidad. “Los países necesitan relatos sencillos de los cuales sentirse orgullosos y pensar que son la mejor nación del mundo”, escribe. Pero no basta con un par de buenos relatos míticos, también son necesarios los elementos simbólicos y una particular idiosincrasia que nos diferencie de los países vecinos.

En cada nuevo volumen se evidencia un tono mesiánico, de antología, que nos permite seguir a un narrador que se visualiza a sí mismo como un rebelde, líder de barco pictórico, uno de los elegidos para escudriñar en el lado oscuro chileno. Así, llega a argumentar que “la historia que nos enseñan se extiende a pocos semestres y salta entre cuatro o cinco mal explicados: de la Colonia a la Independencia, de la Guerra del Pacífico a la revolución contra Balmaceda. De la Constitución del 25 al golpe militar y luego se desvanece”.

Probablemente ha sido reducida y mal difundida pero la Historia se entiende que son procesos científicamente demostrables, y que no radican en la individualidad ni tampoco en la caricatura que contienen estos libros de difusión. Y ante la ausencia de comprender cursos históricos, emergen los golpes efectistas en el relato y que se han transformado en muletillas de la calaña de: “nunca sabremos qué pensaba”, “le grita algo ininteligible”, “aunque usted no lo crea”, o “parece un guion de película de espías, pero así fue”.

El primer capítulo con el que abre el volumen es el Capitán Vicente San Bruno, quien fuera exfraile franciscano devenido en furioso soldado defensor de la sagrada corona española durante la reconquista y bajo el dominio del gobernador Casimiro Marcó del Pont.

El que sigue es, El departamento 50, el pequeño grupo de investigadores que desbarató la red de espionaje nacionalsocialista en América Latina es descrito con el clásico embelesamiento filonazi por el quehacer alemán.

El tercero se refiere a Bernardo de Monteagudo, gracias a su inteligencia se ganó la gracia de San Martín y O’Higgins, de igual modo, era el brazo intelectual de la independencia americana; luego de viajar a Europa e impregnarse de la monarquía inglesa quiso instalar el mismo sistema acá.

En El Mussolini chileno, la otra dictadura, afirma que la dictadura de Carlos Ibáñez fue bendecida por toda la sociedad debido a circunstancias económicas.

El carnicero de Arturo Alessandri Palma muestra al general de Carabineros de Chile Humberto Arriagada Valdivieso como el brazo armado del sanguinario presidente.

El penúltimo capítulo habla sobre la DINA, describe las múltiples formas de tortura a jóvenes militantes de izquierda que durante la dictadura realizaba la policía secreta dirigida por Manuel Contreras, con el benepláctico de la derecha. El autor llega a las conclusiones ya por todos sabidas, vale decir, que la dictadura fortaleció el modelo económico y aumentó el poder de sectores conservadores, políticos y empresarios.

Por último, retoma la idea biográfica con la figura de Diego Portales. “Fue el articulador de una mecánica política, policial y militar para mantener el poder en un solo sector de la sociedad”, confirma el autor.

La élite ha hecho lo que ha querido con este país, la articulación de clase y abolengo es mucho más robusta de lo que han subestimado, aunque la crisis de representación de los últimos años haya promovido cambiar algunas ideas arcaicas. Pese a la ola negacionista, el proceso de la UP y la figura de Allende son relevantes a cualquier nivel, local e internacional.

Las sagas de películas tienen su correlato en El lado oscuro (2023). Baradit profita de una receta probada, solo necesita cambiar el contenido como en Héroes (2019) y sostener la tendencia al maniqueísmo o a la repetición en Portales. Salvo la seducción a los movimientos nacionalsocialistas que descuadran este volumen, el autor revisita el lado barbárico de los sectores conservadores, singularizando la escena en una personalidad como si fuera un concurso de salvajismo, abordando escasamente el fenómeno del poder y el sector reaccionario en el transcurso histórico. No sería extraño que bajo esta consideración y dado el momento coyuntural, busque explicar uno de los tantos motivos de la derrota de la Convención Constitucional 2022.

El lado oscuro. Historia Secreta de Chile, Jorge Baradit, Sudamericana, 2023, 180 páginas.

 


viernes, 1 de septiembre de 2023

Crítica literaria: Libros marcados (2023). Los refugios de Antonia.

 



Libros marcados (2023) de la escritora Antonia Torres (Valdivia, 1975), es un libro minimalista que dialoga con el padre, el destacado poeta Jorge Torres Ulloa fallecido a los 53 años por problemas renales, sobre lo humano y lo divino de crecer en provincia. Así, la autora de la novela Vocales del verano (2017) utiliza la memoria para ahondar en el proceso de crianza, los amigos del padre, critica la conformidad de los académicos locales cuando la narradora emite una opinión literaria públicamente. En efecto, hay capítulos particulares donde menciona las perturbaciones en la casa familiar, las obras de teatro en Deutsche Schule, la presentación de libros donde se habla sobre el autor y no de la obra de este, la visita al hogar de Jorge Teillier, Diamela Eltit y “el poeta figurón” Raúl Zurita.

Debido a la insuficiencia renal que acaeció al progenitor por muchos años la presencia de la muerte estaba asumida desde siempre, por tal motivo se intercalan poemas macabros del poeta como “la muerte ensayada”, lo niños juegan a sepultar al papá en “apuntes con niños en la playa y al fondo amenazantes nubes”, o el poema sobre un hipotético funeral “estos amigos míos”. Esta misma temática se desarrolla en toda la obra de Jorge debido al brazo armado del régimen y la pérdida de amistades literarias, en tanto, esta narrativa no está cruzada por el hálito de la muerte sino la celebración en vida bajo la perspectiva de la edad de oro de la infancia.

Podemos agregar que este volumen está dentro de la categoría de la literatura de los hijos, que son un conjunto de escritores/as chilenos que combinan infancia, memoria y reflexionan sobre la herencia conflictiva en la que los padres fueron opositores a la dictadura. Lo interesante es que se visualiza una narradora, rememora colectiva e individualmente, que problematiza figuras masculinas como al profesor de castellano con el cuello de camisa sucio o a los académicos rezongando, pero en menor intensidad la figura del hombre/padre/librero/actor/profesor/enfermo/valdiviano, etc.; un vínculo afectuoso, comprensivo y cariñoso.

La hija no elude la responsabilidad de la herencia dada por el padre, la madre aparece circunstancialmente, lo acepta y comparte consideraciones: “Pienso que heredé los libros de mi padre y también una pila de sus propios prejuicios”, o el consentimiento, cuando se refiere a los escritores santiaguinos como elitistas, autorreferentes y mesiánicos.

Repleto de capítulos cortos y aleatorios, los más extensos son la búsqueda de Arístides de la Hoz, un personaje difuso y con escasas referencias, y la dirección de la obra de teatro de Los físicos de Friedrich Dürrenmatt en el colegio privado de la ciudad, la prosa se observa abreviada y contenida en la autoficción.

Libros marcados es un libro breve que transita entre memorias, autobiografía, referencias, personas de carne y hueso convertidos en personajes literarios. Lo anterior, configura la subjetividad del legado a partir de la voz narradora/hija/poeta que amerita contar y que también busca refugio para encontrarse, en una dimensión distinta, con él.

 

Libros marcados (2023)

Antonia Torres Agüero

Editorial Penguin Random House

138 páginas.-


domingo, 16 de julio de 2023

Reseña: "El adn del patriarcado" (2021) de Vieyra Poseck



 El ADN del Patriarcado (Cuarto Propio, 2022) del ecléctico Jaime Vieyra Poseck busca abrir una vertiente de discusión mediante la antropología del patriarcado. Este análisis llamado la Teoría del Sistema Androcéntrico-Patriarcal (TSA-P) está refrendado por más de treinta referencias bibliográficas en cada uno de los seis capítulos y busca comprender en diversos aspectos tanto históricos, estadísticos, sociológicos y/o contextuales en la sociedad chilena sobre estos niveles de violencia de asimetría interpersonales.

El primer capítulo “Sistema sexo/género y su violencia machista contra la mujer” constituye una monografía para comprender conceptos a desarrollar en esta investigación tanto para la esfera pública-laboral y brecha salarial como en la esfera doméstica. En el segundo capítulo “El poder de ‘aquella espantosa cosa monstruosa’. Análisis literario de Mascarada, de Juan Carlos Onetti” es un estudio literario de fondo y forma de la obra con perspectiva de género. En el tercer capítulo “La mujer chilena en el aparato ideológico formal y simbólico: ¿santas o prostitutas?”, explica la temática la penalización del aborto con datos hasta el 2020 y analiza el potencial simbólico del marianismo en Chile. En el cuarto capítulo, emerge la discusión sobre el libro Perfiles revelados. Historia de mujeres en Chile, disponible en internet. Según el autor “pretende corregir tanto la ausencia como la tergiversación de la mujer en la historiografía chilena” y concluye que existe una insistencia en utilizar la esfera pública dominada por el poder androcéntrico a diferencia de la esfera doméstica. La intención del autor es un tema problemático, porque es en la calle y las representaciones públicas, un lugar en permanente visibilidad y de disputa a una serie de demandas de lo femenino y las comunidades lgbtqia+. En consecuencia, la crítica que se intenta ejemplificar, debido a que las historiadoras se sitúan en lo androcéntrico, es errónea. Basado en el índice de la obra cuestionada, las autoras reflejan una progresión para la emancipación de la mujer. En el capítulo quinto “Mujeres chilenas en Suecia: ¿sumisión o emancipación?”, se evidencia trabajo de campo en 261 chilenas exiliadas en Suecia. Este proceso de adaptación comprueba que el Estado sueco dispone de una infraestructura en el que ellas pueden ingresar al mercado laboral y colabora en el camino emancipatorio, a diferencia del Chile de finales de la década del ochenta, donde el contexto histórico cultural todavía está embargado. Por último, en el capítulo sexto “Sistema de violencia machista y de género” parte de la base de que la violencia es estructural, afectando a todo el espectro social y las formas de relacionarse. Así, investiga desde una situación macroestructural con perspectiva de género exponiendo temáticas sobre la violencia hegemónica y estructural machista precisamente en cuestiones como la violencia del padre contra las hijas, la violencia machista contra otros hombres, violencia machista del hombre contra sí mismo, la violencia machista contra las minorías sexuales. Por otro lado, está la violencia machista de género detallado en la violencia machista doméstica de género, el femicidio, el acoso sexual machista de género en espacios públicos, la violencia machista de género en el pololeo o noviazgo y finalmente, la Red social como vehículo del maltrato machista de género.

El objetivo del estudio tiende a ser confuso según lo que señala el autor. Mientras en medios de comunicación señala: “La finalidad de este libro es sacar la problemática del género de las aulas académicas”; en el volumen aspira ser “una herramienta didáctica de divulgación científica”. En todo caso, el lector debe dominar un lenguaje técnico y academicista para comprender ciertos conceptos previos al que viene a problematizar, porque también contiene un procedimiento en el que reconocer, analizar y evaluar diversas formas de vida dominadas por el machismo.

Este proyecto exhibe antecedentes de múltiples violencias machistas y machista de género basados en argumentos estadísticos en que las personas se desenvuelven en  espacios públicos y privado, porque la idea de Vieyra es demostrar que ciertos tipos de relaciones se tornan tóxicas y atentan con lo esencial de la sociedad que son la igualdad, la justicia y la democracia tanto en el trabajo como en el hogar. Por lo que sería interesante que todos aquellos estudiosos que utilizan teoría feminista no se queden en la escritura sino que tengan la capacidad de desarmar lógica que suelen denunciar, comenzando por los emisarios.

El ADN del Patriarcado, Jaime Vieyra Poseck, Editorial Cuarto propio, 2021, 300 páginas.

sábado, 6 de mayo de 2023

Crítica Detén el invierno (2022) de Andrés Valdivia. “El desconsuelo del Sol de América”

 

Imagen extraída de Cine y Literatura.cl

Detén el invierno (2022) es la primera novela de Andrés Valdivia. En ella narra el doloroso tránsito del padre en torno al cáncer en un niño de dos años, y lo hace de la forma más visceral posible. Este es un asunto clave en la obra puesto que está presente de modo transversal en la escritura.

El resentimiento por el destino que al narrador le toca vivir tiene una resonancia distinta cuando aborda las pérdidas y sus procesos, porque ahí tiene su mayor valía. Esto significa que leeremos una pena desbocada, mal direccionada y por lo mismo, carente de finalidad, porque es un constante monólogo que se encierra en sí mismo ofendiendo a cualquier personaje que pretenda acercarse.

Una de las grandes deficiencias que tiene este libro es la configuración del protagonista; un adulto responsable que buscó junto a su pareja tener un hijo. Ahora, frente a la enfermedad, los padres se dividen las tareas para sobrellevar lo mejor posible el cáncer. Sin embargo, luego de esto, el relato mantiene una sola voz, la perspectiva y la escasa amplitud presente impide que conozcamos otras aristas del caso como las reacciones del primogénito o la convivencia del joven matrimonio transitando este periodo doloroso.

En este texto hay un personaje desesperado y, por si fuera poco, una masculinidad sobredimensionada que daña la aparente intención del sujeto quejumbroso: “Peleábamos, nos reíamos, jodíamos. Así fue como las enfermeras del CECA me bautizaron como el Sol de América. Me las habría llevado a la playa a todas” (78). Cito lo anterior, para exponer la virulencia y simulación creativa a la que pertenece esta voz ficcional. Es decir, un animal bípedo que expresa mayoritariamente un único sentir y que no pierde el sentido del humor con la finalidad de ganarse la simpatía de las enfermeras y algo más.

Estamos ante una narrativa rústica que poco ahonda en las emociones de otros, porque como ya he mencionado, todo recae del protagonista. Hay un segmento llamativo, respecto a la desfachatez del personaje central, donde destaca las diferencias físicas de las mujeres: “Las amé a todas y a cada una de ellas. De las viejas a las jóvenes, de las guapas a las feas (…) es imposible no desearlas a todas con un deseo que es arrollador y al mismo tiempo respetuoso”, y como si fuera poco remata con un talante peculiar: “Siempre he creído que el deseo es un homenaje, sobre todo cuando es destilado, puro, sin vetas de realidad fáctica” (35).

Detén el invierno es una novela-testimonial sobre la dimensión oncológica infantil en Chile. Desde el punto de vista literario, la obra no tiene mayor realce, más bien tiene un socavón, es una historia unidimensional y lo opresivo del ambiente donde se instala, pero que tiene el beneficio para el lector que las páginas pasen diligentemente.

 

Detén el invierno (2022) Andrés Valdivia. Emecé editores, 186 páginas.

sábado, 29 de abril de 2023

Crítica No reinas (2022) de Bernardita Bravo: “Los niños no saben de futuro”.

Imagen tomada de El Mostrador.cl


No reinas (2022) es la primera novela de Bernardita Bravo (Santiago, 1980), quien antes había publicado los cuentos Estampida (2018). En esta entrega hay una indagación de los límites de lo femenino y el rechazo a la maternidad. Una trama compleja sobre una mujer que trabaja en un motel a las afueras de un pueblo perdido llamado “Potreritos”, que ha matado a su hijo de tres años sin motivo aparente. Y, sí, presurosamente podría mencionar algunas autoras que utilizan estos tópicos con un sino trágico en sus obras como María Carolina Geel, Lina Meruane, Diamela Eltit, Pía Barros, Alia Trabucco y la poesía Rosabetty Muñoz. La lista es más amplia.

 Un fugaz romance con un joven en el cementerio de automóviles toma en consecuencia, un hijo no deseado. Las asistentes sociales acompañan e intentan persuadir a la joven embarazada que no aborte. En la narración se desarrolla la extrañeza de los sueños del infante Cristóbal, la inocencia en los juegos y la seguridad que otorga –en este caso– la madre, incluso en el momento del ahogamiento en la tina hace que esté presente lo tétrico y la locura. Hechos que no quedan impunes en la legislatura ni tampoco en el círculo familiar, porque probablemente se necesita de un mal día para perder la cordura.

 El volumen utiliza un narrador testigo, focalizado en la protagonista, que indaga en las motivaciones de este parricidio, y al igual que con el caso de Medea, nos preguntamos: ¿qué clase de madre mata a su hijo? Asimismo, es necesario plantear que esta crónica roja tiene tintes de novela negra al entregar detalles precisos y sin adornos sobre el delito. Se observa que hay una oscuridad narrativa que radica en la rutina, en el cotidiano y el torbellino en un municipio perdido. Es decir, lo macabro no está en lo nocturno o criaturas fantasmagóricas, sino en la ausencia de la conciencia del sujeto.

 La obra también critica el sentido del espectáculo con la llegada de la televisión buscando informar esta noticia de alto impacto y el debido morbo de los televidentes, siendo un festín entre la población que participarán con ínfimos detalles sobre la vida de la madre infanticida y que poco alcanzará a abordar sobre el delito.

 En la cárcel, la madre, es acosada por algunas reclusas, mientras las más veteranas como Gina le prestan un poco de colaboración. Emeá como la llamarán en el confinamiento, hurgará sobre distintos hechos que marcaron su infancia: la pérdida de su hermana Ana, el estado de locura de la madre tras la pérdida, las ausencias del padre, la llegada de la hermana política “Chivi” y el deseo de maternar.

 Aunque la representación de los diálogos de las presidiarias no está en parte lograda, No reinas realiza una reconstitución de escena en diversos planos sobre la historia de la victimaria. De una manera sutil y sin entregar compasión construye un viaje que juega con los desplazamientos temporales y con las realidades de las personas más cercanas, lo que permitirá al lector no quedar indiferente frente a los hechos.

 

No reinas

Bernardita Bravo Pelizzola

Novela, 2022

Alfaguara

150 páginas.-

 


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lunes, 3 de abril de 2023

"Mi exilio dorado" (2021) de Marco Fajardo: el problema chileno.

 


El volumen inicia con el epígrafe de Patricio Guzmán que señala: “Yo quedé atrapado por el problema chileno a partir del golpe de Estado”. Este legado no significa estar detenido, sino que, es un bien inmaterial que ha redefinido a Chile en todas las facetas existentes del provenir de las generaciones y que tras cincuenta años todavía provoca amargura.

La quinta obra de Marco Fajardo (Dresde, 1976), Mi exilio dorado (LOM, 2021), revisita el periodo dictatorial y la democracia tutelada que formaron parte de la etapa de crecimiento de los hijos de familias que fueron exiliados. Así, desde la memoria novelada, la historia íntima y la examinación del pasado existe la emergencia del relato situado en la extrañeza de vivir y cubrir periodísticamente este país. Y no es para menos, si la voz narrativa afirma que: “Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile…Cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos”.

Estamos frente a la literatura de los hijos que vuelven a vivir la patria consanguínea. Por lo que, el cuestionamiento hacia ellos está presente con mayor sutileza sobre la toma de decisiones, muy distinta al modo en que se dirige a la particular sociedad chilena llena de contradicciones y desmemoria. En la que encontramos alta hipocresía y “una democracia pasada a lacrimógena” como explicita el relato.

Esta obra tiene nueve capítulos y un epílogo en la que observamos párrafos de extensión irregular, una historia fragmentada tanto en el fondo como la forma y haciendo énfasis en la correlación personal junto al contexto histórico. Además, utiliza elementos reconocibles, marcas, gestos y conmemoraciones instauradas por la dictadura chilena que desconciertan a los retornados: las monedas de diez pesos, la avenida de Providencia, la llama de la libertad en Paseos Bulnes y pagar el arancel universitario cuando las mismas autoridades estudiaron gratis. Estas pistas hacen reconocible el proceso cultural pinochetista que significa borrar cualquier aspecto del país antes del golpe de Estado, es decir, modelos de comportamiento y de desarrollo interpersonal que son replicados en los puestos laborales como signo de El volumen inicia con el epígrafe de Patricio Guzmán que señala: “Yo quedé atrapado por el problema chileno a partir del golpe de Estado”. Este legado no significa estar detenido, sino que, es un bien inmaterial que ha redefinido a Chile en todas las facetas existentes del provenir de las generaciones y que tras cincuenta años todavía provoca amargura.

 

La quinta obra de Marco Fajardo (Dresde, 1976), Mi exilio dorado (LOM, 2021), revisita el periodo dictatorial y la democracia tutelada que formaron parte de la etapa de crecimiento de los hijos de familias que fueron exiliados. Así, desde la memoria novelada, la historia íntima y la examinación del pasado existe la emergencia del relato situado en la extrañeza de vivir y cubrir periodísticamente este país. Y no es para menos, si la voz narrativa afirma que: “Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile…Cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos”.

 

Estamos frente a la literatura de los hijos que vuelven a vivir la patria consanguínea. Por lo que, el cuestionamiento hacia ellos está presente con mayor sutileza sobre la toma de decisiones, muy distinta al modo en que se dirige a la particular sociedad chilena llena de contradicciones y desmemoria en la que encontramos alta hipocresía y “una democracia pasada a lacrimógena” como explicita el relato.

 

Esta obra tiene nueve capítulos y un epílogo en la que observamos párrafos de extensión irregular, una historia fragmentada tanto en el fondo como la forma y haciendo énfasis en la correlación personal junto al contexto histórico. Además, utiliza elementos reconocibles, marcas, gestos y conmemoraciones instauradas por la dictadura chilena que desconciertan a los retornados: las monedas de diez pesos, la avenida de Providencia, la llama de la libertad en Paseos Bulnes y pagar el arancel universitario cuando las mismas autoridades estudiaron gratis. Estas pistas hacen reconocible el proceso cultural pinochetista que significa borrar cualquier aspecto del país antes del golpe de Estado, es decir, modelos de comportamiento y de desarrollo interpersonal que son replicados en los puestos laborales como signo de profesionalismo y competencia en el área productiva.

 

Mi exilio dorado es el recuento de hijos de refugiados que participaron en la experiencia de la Unidad Popular y por corresponder a la Historia latinoamericana, la dictadura y sus secuaces promovieron la dispersión de miles de familias por el mundo. A diferencia de lo que gente ve como una oportunidad de crecimiento, de auto-ayuda; el regreso desde los años noventa de parte de la diáspora chilena ha promovido una incomodidad de pertenecer a este país lleno de contradicciones, humor negro y frustrante. En un país que gusta de la libertad y se complace en la omisión, este visitante examina lo que hemos hecho, hemos heredado y cómo es necesario hacer frente al problema chileno de la memoria en la apabullante contingencia de Santiago de Chile.

Mi exilio dorado. Marco Fajardo. 2021 Lom ediciones 123 páginas.

Mi exilio dorado. Marco Fajardo. 2021 Lom ediciones 123 páginas.

martes, 7 de marzo de 2023

Esto no es plan Z: Gumucio cringe en «Hotel Montana»

 


Hotel Montana y otros cuentos (2021) de Rafael Gumucio (Santiago, 1970) está integrado por nueve cuentos y un posfacio en el que despliega lo aprendido en las lecturas del canon latinoamericano del cuento. Sin embargo, no basta con emularlos si la autonomía del mensaje que instala en el universo literario se basa en frases como temer a dos guardias haitianos. El narrador en su perturbación mental, afirma: “su hambre, su odio de espectros sobre los espectros a punto de matar a esa mujer solo porque es blanca, solo porque tienen esa fuerza, solo porque no saben qué otra cosa hacer que matar a palos lo primero que encuentran”. ¿En serio el mundo que escenifica el autor va a repetir patrones anticuados como la ilusión de la superioridad moral de un país sobre otro? ¿La xenofobia, el tema de clase social, entre otros, pueden prevalecer en este siglo XXI? Esto no es plan Z, ni las columnas publicadas en distintos medios.

Este libro tiene historias familiares, no obstante; la relación con la madre es un tópico de nunca acabar. Especialmente en el relato “Una explicación”, porque configura el hijo dictador de emociones hacia la progenitora inestable. Reparando en el sentir tras un rompimiento amoroso y maltratándola sin tapujos: “Solo hay una cosa peor que ver a mi madre enamorada, y es ver a mi madre abandonada (…) Yo pensé que esta vez había madurado, que había aprendido su lección”. En el desarrollo del eterno diálogo del hijo con la expareja, emergen dos personajes precarios, en una escritura simple y una rígida narrativa que se pierde en el desenlace.

La literatura de Gumucio constantemente ha intentado indagar en el significado de lo femenino desde la masculinidad, con espantosos resultados como narrador menoscabado y timorato. Aunque a muchos les parezca cándido, no es más que una extensión lúgubre del deseo resentido. En efecto, estos cuentos resumen un cuarto de siglo dedicado a la escritura en paralelo a las novelas. A diferencia del trabajo de las memorias familiares donde evidencia clase social, exilio, etc. y hay mayor soltura como en Mi abuela, Marta Rivas (2013), esta nueva entrega no contiene irreverencia, inteligencia ni menos el humor del que alguna vez alardeó. Careciendo de estos elementos, solo va quedando un esqueleto rudimentario que ya ha sido leído antes.

En “La música de los vecinos”, Mario Vergara y Catalina prueban un queque de marihuana; el protagonista explora sus propios miedos y entra en una vorágine inaudita. De esta manera extiende su amplio campo técnico para llenar el relato con diálogos directos y estáticos, porque su desparpajo imaginativo es un delirio que sitúa al protagonista en la voz de Catalina, a modo de espejo/reflejo de sí mismo: “Sal de aquí, sal, hijo de puta. ¡Estás loco, completamente loco!”. Lo que claramente refrenda lo dicho en esta crítica.

El resto de los cuentos sobre el exilio en “Amapola” y “una niña completamente rubia”, de situaciones cringe (morir de vergüenza) en “la puerta” y “I understand”, tienen una estructura, a estas alturas, ya comprobadas y mediocres en el que los personajes se meten en problemas corrientes y, por alguna suerte, salen airosos.

Hotel Montana y otros cuentos de Rafael Gumucio tiene el mérito de ser considerado entre los mejores peores libros del año, superando holgadamente al defenestrado libro Demonio de Roberto Ampuero. Un intelectual mercenario con derecho a resucitar en Chile. Esta obra representa no solo una narrativa anacrónica, sino también, un entusiasta libro de ficción de baja calidad donde el papel impreso tiene más valor.

 

Hotel Montana y otros cuentos

Rafael Gumucio

Literatura Random House

152 páginas.

Precio de referencia $12.000

Isla Queja de Daniela Senn: Vida, pasión y pellejerías de una joven universitaria

 


Tras publicar el libro de poemas En extinción (Editorial Lingua Quiltra, 2008) y la revista El Megáfono (2005-2009), junto al colectivo del mismo nombre, Daniela Senn (Santiago, 1986) lanza su primera novela, Isla Queja (Editorial Cocorocoq, 2022). En esta edición, la poeta y antropóloga, recuerda su experiencia vital al servicio de la autoficción.

La estrategia pareciera buscar mayor conexión con el lector/la lectora a través de un personaje femenino que imprime sus vivencias: las pellejerías siendo universitaria, el reconocimiento del miedo a las lavadoras, el embelesamiento por un intelectual, los cambios de estilo de vida y gustos musicales (hay un código QR para difundir una lista de música de la autora). Lo anterior, nos permite leer con mayor aceptación un juicio ácido sobre la cotidianidad local.

Uno de los puntos altos de la historia es la forma cómo eslóganes comerciales como la “magia del sur” y/o “Valdivia, la perla del sur” se ven destronados. En este mismo sentido, ocurre con los estereotipos que tienen los europeos de los latinos que nos creen una cultura exótica y de reciente civilización, es decir, medianamente bárbaros. Mientras ellos nos miran de esta manera, acá hay una nostalgia patrimonial por la cultura de la colonia blanca en Valdivia que los sitúa de lo que tenemos.

La joven de iniciales “D. S.” se enfrenta a distintos niveles de violencias, algunas sutiles y otras groseras, ya sea de clase, misóginas o racismos. Sin embargo, la estudiante de Antropología en la universidad del sur utiliza la clave cultural de la sátira para mantener un ojo crítico en las ciudades y las culturas donde se desenvuelve. Así lo asegura la narradora en primera persona: “Pensaba que los poetas eran lo peor, pero, lo cierto es que ellos apenas me iban a abrir los ojos. El camino estaba recién empezando”.

Además, entiende y juzga la la precaria situación de vivienda para universitarios y la evolución del patrimonio alemán que ha mantenido la comunidad valdiviana: “Las ciudades universitarias inventan maneras de cobijar a toda su joven población flotante de bajas expectativas y Valdivia, un centro de aspiración europea que buscaba hacer las paces con su presente en decadencia, no era la excepción».

El libro se divide en dos grandes partes; la primera, situada en Valdivia, y después, en Colonia, Alemania. A lo largo de once capítulos se evidencia un placer estético-político por la queja/descontento que protesta sobre el acontecer del pasado colonial europeo en Chile, y luego, cursando estudios doctorales siendo una sudaca en Europa, describe cómo somos estereotipados.

El discernimiento de la protagonista con distintos grados de madurez, busca diferenciarse de las personas que juegan a vivir y disfrutar el frío en la zona costera, de los intelectuales precarizados e inseguros ante cualquier actividad literaria que ellos no organicen y tengan la leve sospecha de que los están marginando. La aplicación teórica incluida en modo literario, se aleja de trabas conceptuales soporíferas, dando así frescura al relato. Detrás de la historia, florece una clase obrera intelectual con diplomas dispuesta a repensar Latinoamérica con fundamento europeo, pero que no son más que trabajadores inestables, con altas dificultades para lograr los objetivos básicos que tuvieron sus padres.

La narración no se focaliza en la naturaleza, tópico recurrente en mucha narrativa del sur. En cambio, desde un punto de vista doméstico surge la preocupación por el acceso a la calefacción hogareña cuando se cuenta con mínimos recursos, situando la novela en un contexto de crítica social.

Daniela Senn ofrece un personaje redondo, orgánico y móvil, que dará la cara ante la incomodidad que le generan sus interlocutores y sus múltiples modos de intentar pasarle por encima. En Isla Queja, hay plena conciencia de la descomposición de discursos oficiales, junto al desarraigo y la urgencia por sobrevivir en un medio rocoso, lo cual permite que esta obra destaque de otras contemporáneas y ombliguistas.

 

Isla Queja

Daniela Senn

Novela, 2022

176 páginas

Editorial Cocorocoq

Precio de referencia: $11.900