martes, 25 de abril de 2017

Crítica Literaria: La escritura de la basura

La guerra interior, Jorge Baradit. Plaza y Janés Ediciones, 2017, 262 p.


Por Gonzalo Schwenke

En el último año algunas las narrativas locales han tomado el rumbo de la enajenación o extrañeza del sujeto como algo habitual. Este estado de delirio permanente, busca impactar y deformar la realidad para conmover al receptor, no obstante, en este caso, la perturbación contiene un mensaje ideológico basado principalmente en la degradación de la información.
La guerra interior (2017) de Jorge Baradit (1969) es el volumen de veintidós relatos, en los que se construyen mundos ficticios y realidades en progresiva decadencia. Estos mundos distópicos potencian una verdad que es controlada; donde se oculta y se dan a conocer informaciones para crear el gran mito del Estado-Nación.
Utilizando el remanente de los libros anteriores, este pastiche literario comienza con la llegada de los españoles al nuevo continente, para luego manipular figuras significativas en el imaginario histórico popular y del que se ha beneficiado.
Existe el apuro por publicar, que se reafirma con la elección del cuento a modo de categoría literaria y donde se aspira a realizar ucronías. A diferencia de los grandes autores, en los que se observa profesionalización en el acto de narrar. Aquí se privilegia lo amorfo y el desequilibrio en toda la obra, porque se abusa el desarrollo de los ambientes, en desmedro de los demás elementos narrativos. La información elegida es caótica y discontinua. Asimismo, entre los diferentes mundos posibles -una vez más-, surgen referentes esotéricos ligados al nazismo.: Miguel Serrano, María Orsic, entre otros.
Las imágenes que se promueven a través de ‘la cultura de la basura’ relativizan contenidos, apropiándose de los distintos saberes ancestrales de Latinoamérica para transformarlos en productos culturales masivos, esto es, sin comprender las dimensiones ni las dinámicas de las sociedades indígenas y utilizándolos para fines individuales. De esta manera, podemos encontrar la imagen del héroe mítico mapuche que emerge primordialmente cuando el español invade el continente, como si esta supuesta figura, para explicar el pasado glorioso, no estuviese en resistencia el día de hoy.
Dentro de este conjunto de irregularidades, destaca “el sueño de Contreras”, uno de los cuentos con mayor registro de afasia: no sólo se apuran los hechos mediante efemérides, sino que, se utilizan los trastornos del miedo de la derecha fascista en lugar común y se trastoca la memoria de la resistencia en una humorada desastrosa. Muy lejos de la esfera de la parodia.

Finalmente, la guerra interior se evidencia una lectura histórica que confronta el tránsito histórico. Estamos pues, ante el baile mediático. La que solicita con urgencia lanzar estos relatos que son irregulares, desordenados, codificado por el delirio y que no obedecen a la estructura de los cuentos. Así pues, este conjunto despliega una trama que es funcional a la globalización y la homogeneización de los pueblos. Estos movimientos que se producen en el circuito literario, suelen aparecer cada cierto tiempo declarando rebeldía, contracultura e insubordinación, sin embargo, rápidamente son cooptados y derivados en productos utilitarios para el mercado.


Otoño en Pudahuel, 2017

lunes, 10 de abril de 2017

La Rata Bluesera: "Apagar la tele y prender la conciencia."


Por Gonzalo Schwenke

Durante el mes de marzo la banda valdiviana La Rata Bluesera pasó por Santiago y Valparaíso presentando su quinto álbum: El Viaje (2016). La propuesta ha sido ampliamente aceptada por los entusiastas del blues y por los asistentes a los innumerables conciertos que ha ofrecido el grupo debido al lanzamiento del nuevo disco.

Este nuevo disco es el sentido homenaje que realiza La Rata Bluesera al dúo Schwenke y Nilo, tras la muerte de Nelson Schwenke el 2012. De esta manera, inicia el proyecto de reconocimiento a la obra y al imaginario del sur bajo la línea del blues, reversionando las canciones emblemáticas como “El Viaje”, “Entre el nicho y la cesárea”, “El Canelo”, “Lluvias del Sur”, “Nos fuimos quedando en silencio” y “Mi Canto”, pero sosteniendo la propia fuerza de las letras que las hicieron conocidas a partir de los ochentas.

Javier Aravena, voz y líder de la banda, desde inicios del 2000 ha ido forjando un trabajo entorno a este ritmo originario de las comunidades afroamericanas, haciéndose conocido por su trabajo y las influencias musicales que caracterizan a la agrupación. A partir del 2012, lanza el sello independiente Misisipi. Sello discográfico que dirige y que le ha permitido generar redes entre las agrupaciones de música de Valdivia y Puerto Montt. Junto con El Viaje, también produjo el disco Atmósfera (2016) de la cantante Sara Pozo (Puerto Montt).


Javier Aravena accedió a conversar con Revista Estampida, sobre el circuito musical, los medios de comunicación y las convicciones que lo definen, siempre provisto desde la perspectiva regional.

REGIÓN Y MÚSICA

Durante el año te mueves principalmente entre Valdivia y Puerto Montt. Esta movilización te ha permitido observar distintas propuestas musicales que no salen en los grandes medios. Actualmente, ¿cómo ves el circuito musical desde las regiones?

Preferiría pensar que en los casi 20 años que me han permitido estar en movimiento, desde Concepción a Coyhaique, cada vez existe mayor fortalecimiento en las redes de trabajo independiente y también desde las instituciones que consideran a los artistas locales. Entonces, los grandes medios no tienen mayor incidencia en este desarrollo. Veo agrupaciones musicales que tienden a trabajar de manera más colectiva, pensando en cómo trabajamos en conjunto, generando espacios de intercambio entre ciudades y regiones que muchas veces se dan naturalmente, esto incluye Santiago y Valparaíso, porque la cultura no se define desde las mesas de los municipios ni desde los centros culturales. Eso es apenas una parte, que tiene ver con los intereses de los políticos de turno. Por suerte, existe una dinámica en los barrios, las poblaciones, que están más allá de la concentración del poder y de las riquezas.
Hoy existen amplias posibilidades de publicar tus discos de manera independiente y generar intercambios a través de medios digitales, lo que sin duda muestra que los medios de comunicación que atraviesan el país no son los únicos que generan tendencia. Hoy existen grupos jóvenes que graban discos, tienen videos, páginas web, forman parte de agrupaciones de músicos que entendieron que hay que autogestionar. En el sur existe muy buena calidad de sistemas de sonido, también estudios de grabación que en algunos casos cuentan con backline, los bares también intentan generar espacios de calidad para el desarrollo de presentaciones en vivo y cada vez se depende menos de los artistas generados y potenciados por los consorcios para llenar los teatros o eventos. De esta manera, ha crecido una suerte de pertenencia por lo local, es decir, sentirse identificado por el artista de tu barrio, de tu ciudad. Esto ha permitido rescatar a artistas del ámbito rural. Artistas mapuches maravillosos como Víctor Cifuentes, Joel Maripil, Weliwen, Beatriz Pichi Malen, quienes son invitados de manera recurrente con porque forman parte de nuestra cultura.
Lo que pasa en regiones es algo que tenía que suceder, dejar de pensar en el éxito personal impuesto y reunirse a cantar con el llamado profundo de nuestras conciencias, el canto antiguo que aún sigue latiendo hoy con mayor fuerza.
Los medios de comunicación no absorben la efervescencia musical de las regiones y en este sentido, La Rata Bluesera gira fuera de los espacios comerciales. Sorteando, sin embargo, con bastante éxito dicho obstáculo, ya que es reconocido por un amplio público. ¿Crees que es una ventaja girar fuera de la ruta comercial?


No tiene importancia que los medios no publiquen o no destaquen lo que sucede en regiones, ya que eso obedece a un orden comercial en el mal sentido de la palabra, y tendrías que vivir donde están los medios, lo que es un contrasentido, porque esos medios deberían investigar y llegar donde están los sonidos. La Rata Bluesera ha intentado moverse hacia donde nos inviten, y también difundir nuestro trabajo en todas las instancias que sea posible. Por muy pequeñas que parezcan, son todas importantes, para nosotros tiene que ser lo mismo tocar en Pichi-Ropulli o Temuco. Una radio que pertenece a un holding o una radio comunitaria, lo tomamos con el mismo respeto y agradecimiento, y eso posiblemente nos ha llevado a encontrar espacios de confianza para lo que hacemos. Una suerte de cariño que agradecemos profundamente, porque lo que desarrollamos no tiene que ver con las conveniencias, sino por el amor a este camino, tocar, cantar, ser músico en el sur de Chile, que hoy es ser músico en el mundo. Entonces, no nos preguntamos si hay que ser una suerte de borderline. Lo que sí, tratamos de estar de la mejor manera y con el mejor trato humano posible, en todos los lugares donde nos inviten a tocar.  
Tras la muerte de Nelson Schwenke, en 2012, reflexionas sobre una forma de “reconocer” a este dúo valdiviano ¿Cuál es el legado y compromiso que -a tu juicio- dejan los Schwenke y Nilo?

Tras la muerte de Nelson Schwenke me surge una pena, que me hizo pensar en qué lugar estaba o estábamos. Cuando ocurre su muerte, inevitablemente agarré la guitarra y me puse a cantar sus canciones, las que me acompañan desde joven. Schwenke y Nilo tiene una marca muy profunda en mi vida, porque representan valores basados en el amor, el respeto y la inspiración musical. Luego del impulso inicial, nace la necesidad de agradecer cantando su obra y, de paso, me doy cuenta que no existe un reconocimiento como el que deberían tener.
La influencia de la música y la poesía de Schwenke y Nilo, han sido fundacionales en mi trabajo como compositor. Desde mi adolescencia ha sido relevante, ya que tuve la oportunidad de conocer y disfrutar de los conciertos que ellos presentaban en el colegio en el que yo estudiaba. Ellos fueron mi primer ejemplo de cómo se debe enarbolar la guitarra, de la mano de una poesía propia y con un discurso claro, crítico y constructivo, desde la raíz del árbol, no solo de sus frutos.
Sus canciones me identifican porque ellos cantan lo que nos sucede, sin el temor del ranking, ni de la venta de discos. Sus obras son más relevantes que si las tocas en las radios o no: ellos cantan lo que hay que cantar y por eso muestran el camino por el que hay que ir, el mismo que dejaron Víctor Jara, Violeta Parra y Los Jaivas.
Con la diferencia que Schwenke y Nilo son del sur; están cargados de leña y humedad, de la melancolía invernal que disfruta la lluvia, esperando que pase, que se junta en la esquina a conversar en la tarde. Ellos representan la visión de artistas creadores del sur de nuestro país, que se toman el tiempo, que se sumergen en la tibieza del fuego que reúne a los vecinos, que se involucra con los pares, porque es una necesidad estar trabajando juntos. Porque nos han heredado una forma de hacer las cosas, con propósitos plurales, levantando la guitarra como si fuera una pala que escarba en lo más hondo de nuestros paisajes, de nuestras casas, nuestros callejones, de nuestros árboles, nuestros ríos, nuestras palabras, de nuestro canto.
La dificultad de grabar y producir “El Viaje” (2016) sin aportes estatales se hizo complejo. De esta manera, La Rata Bluesera estuvo realizando la campaña a través de diarios locales y vía Internet, en la que se solicitaban contribuciones de privados. ¿Puedes profundizar acerca del motivo de esta decisión?

No fue una decisión, postulamos a diferentes espacios de financiamiento, como ocurre en los concursos no siempre te los adjudicas, por lo que decidimos igualmente avanzar y buscar la forma de hacerlo de manera independiente. Es así como prácticamente llegamos al master del disco financiado por la banda, hicimos shows, preventa, etc., e íbamos reuniendo el dinero para poder pagar todo lo que ello significaba, además en un estudio de lujo como es “Triana” en Santiago. Demoramos casi 3 años en todo el proceso, igualmente conseguimos apoyo por una parte una subvención municipal en Valdivia el año 2016 y nos adjudicamos un CONARTE de la Corporación ​Cultural Municipal de la misma ciudad para poder publicar el álbum. Lo importante es que no nos detuvimos por falta de dinero y fuimos logrando trabajar de la mejor manera y en las mejore condiciones.

La canción que reversionas en el disco dice: “Nos fuimos quedando en silencio / nos fuimos acostumbrando a aceptar / lo que dijeron / nos fuimos perdiendo en el tumulto”. ¿Cuáles vendrían siendo los temas actuales que se intentan silenciar?

Lo que hicimos fue reinterpretar la obra, respetando la esencia de cada una de las canciones. En eso fue fundamental Federico Dannemann, músico y productor musical. Los silencios son los mismos que cuando se concibieron estas maravillosas canciones: la propiedad privada, el egoísmo, la masividad, la injusticia, el poder, la dictadura sigue en pie, el modelo es el mismo, los dueños del país son los mismos. De hecho en la segunda parte de la canción decimos la televisión nos va diciendo, haga esto lo otro o aquello, la radio nos va mintiendo, mientras nos esconden muertos, nos vamos quedando en silencio, el paisaje se llena de dueños, crecen los cercos y el desierto, esa imagen es potente y actual.
Y respecto a la situación política regional ¿Cuáles serían los temas que tratan se silenciarse en tu ciudad, en tu región?

Más que silenciar, son temas que no se consideran. Todo se piensa desde Santiago, los modelos que se aplican en el país, como si fuera todo igual. Hoy tenemos peones de los partidos políticos que obedecen órdenes de personas que tienen discursos supuestamente que favorecen a todos, pero que en realidad hacen negocios con su nivel de poder. Arman empresas para enriquecerse y aprovecharse de la legislación que ellos mismos crean. Hay que repensar el país, es necesario fortalecer los espacios barriales, hay que organizarse, rebelarse, pero no desde los partidos -que hoy están desmembrados por la ambición-, hay que recuperar el sentido colectivo, dejar de pensar en cuánto gano y abrirse hacia el cómo crecemos, si pensamos diferente, si creemos diferente, apagar la tele y prender la conciencia.

El disco tributo "El Viaje" (2016) ha sido liberado por los propios intérpretes.

domingo, 9 de abril de 2017

Crítica Literaria: Lobos chilenos

El Guarén. Historia de un guardia un guardaespaldas, Germán Marín. Fondo de Cultura Económica Ediciones, 2012, 87 p.


Por Gonzalo Schwenke
            Actualmente, el absolutismo de la clase económica influye de tal grado en Chile, que forma parte de la opinión del público. Esta mediación, promovida por el “cuarto poder” con aparente objetivismo, solo es funcional para quien emite las opiniones. Así, tenemos a saqueadores del banco de Talca como mandatarios humoristas y empresarios comunes pero poderosos. Los que afirman que la desigualdad no es existe sino que somos el país de las oportunidades y por tanto, todo es rentabilidad. Germán Marín (1934) hace hincapié en el origen y la legitimidad de los administradores del mercado en El Guarén. Historia de un guardia un guardaespaldas (2012).
William Araya, apodado “el guarén” desde la infancia, nace, crece y sale de la marginalidad en las poblaciones de Santiago. Lo que lleva a emplearse como gendarme, luego como guardia para la CNI en los últimos años de la dictadura y finalmente, como guardia privado. Aquí comienza la trama. Juan Luis, su empleador, es un especulador bursátil que controla tres firmas importantes las que se desarrollan convenientemente en el país. Dicho empresario, en representación del conjunto, rinde pleitesía a la dictadura, puesto que durante esta época la clase económica comienza a amasar su fortuna. Justamente, con la llegada de la Concertación al poder, se produce la histeria del sector por la supuesta amenaza que significa que los “extremistas” que lucharon contra la dictadura caminen libres.
La situación acomodada de Juan Luis y María Paz es el negocio que simboliza el matrimonio, puesto que ambas partes tienen intereses en las firmas empresariales. De lo anterior, se desarrolla el triángulo amoroso que incluye al amigo de la familia, Rolando Vega. Este último, al ser también socio, pasa a ser un obstáculo para la venta de una de las empresas, a continuación, el protagonista incide directamente en el relato para determinar el resultado de la trama. Sin embargo, dicho trabajo no lo realiza por cuenta propia sino que acude a los colegas que tuvo en su paso por la CNI.
La narración fluye y evidencia el dominio de la técnica. El estilo indirecto libre donde se presenta desde el plano del guardaespaldas: “Cada cierto rato, acordándose de mí, levantaba la cabeza y me decía, te ruego un poco de paciencia…” (25) Conjuntamente, hay una mixtura de lenguajes culto formal y coloquial: “ahora me ocupaba choreado (…) en observador de soslayo el rostro con que regresaba.” (33), ya que el protagonista comienza a distanciarse de su procedencia y para ser aceptado en las altas esferas del poder, intenta asimilar aquel estilo de vida que representa su jefe, pero nunca ingresa por su condición de empleado ni se sacude de los orígenes.
Sin ser un volumen logrado cabalmente, la pugna por los intereses personales permite visibilizar las dinámicas del poder y la respetabilidad del sector alto de la sociedad. Este problema se rehace para alimentar a los oportunistas de las capas medias y que ven en el acto de timar a la familia una forma de saciar sus ambiciones. De igual modo, el autor utilizará el imaginario de la cultura popular para completar el desenlace.

sábado, 8 de abril de 2017

Crítica Literaria: “Mi profesor se está volviendo loco”

 Ricardo Nixon School, Cristian Geisse Navarro. Emecé ediciones, 2016, 144 p.


Por Gonzalo Schwenke

La malla curricular propuesta por el MINEDUC para terceros y cuartos medios y que se encuentra actualmente en “consulta”, aboga por un nuevo diseño de enseñanza donde problematiza el “ámbito académico que ha tomado el aprendizaje y la propia fragmentación del contenido”. Una clara señal que promueve el clima antiacadémico, antiintelectual y la anulación del pensamiento crítico en los espacios de educación, lo que obedece a una política estatal bajo el imperio del neoliberalismo, para impedir objetivos y el desarrollo de habilidades en los tres ejes fundamentales de la asignatura de lenguaje: lectura, oralidad y escritura. En términos prácticos, Lenguaje y Matemática ven reducidas las lecciones a dos horas semanales.
Ricardo Nixon School (2016) es el sexto libro de Cristian Geisse (1977). Desde las primeras páginas damos cuenta del rumbo que toma la novela. El protagonista es melomaniático, pusilánime, aspirante a literatoso pero licenciado en Letras, quien debe enfrentar el mundo laboral a los treinta años (gracias a la insistencia de Andrea, la pareja), en un establecimiento educacional de mala reputación y que solamente la clase política como la nuestra subvenciona.
El relato se focaliza a partir de lo que ve el protagonista durante el año escolar. Sin embargo, existen dos quiebres: primero, la relación entre el Terry y Laura. Él es un perro que asiste al liceo y ella, el amor secreto del profesor y el comienzo del delirio: “en vez de robarle la mina al Terri, me caí al litro cada vez más seguido” (81). Segundo, lo que desemboca en el fin de la relación sentimental con Andrea, al burdo estilo del escritor Charles Bukowski. En ambos casos no hay asuntos que resaltar, más que el deplorable sistema escolar en el liceo situado en Viña del Mar: “la sostenedora también cobraba cien pesos los diez minutos por usar la sala de internet que tenía en el piso de abajo” (99), por ende, el camino hacia el desenlace es apocado.
Si “condorito” es un humor añejo, esquemático y que rara vez cambiaba la fórmula cuando Pepo estaba vivo, mucho menos ahora, estando muerto. El presente volumen muestra una sucesión de caricaturas que poco y nada tiene que ver, con el acto de hacer parodia sobre el ejercicio de la educación chilena. En él, presenta un mundo donde los docentes no aprecian a los alumnos, ni menos buscan el desarrollo de las habilidades de los mismos, más allá de revisar el grado de responsabilidad al cumplir con la tarea dada para la casa. Si esto es entretenido, la escritura pechoña llega a su punto máximo, con la estigmatización de los personajes desde el estilo de ropa, formas sociales, económicas y familiares.
La utilización del delirio del narrador como procedimiento literario para ahondar en las desventuras del narrador que camina hacia el abismo, es un germen balbuceante que representa la incapacidad del sujeto para la resiliencia, como afirma la letra de la canción: “mi profesor se está volviendo loco” de Jorge González. En tanto que, el relleno de páginas y más páginas, a través del fluir de conciencia, para relatar incidentes que no ocurren pero son deseables y que no tienen ninguna ponderación en el relato. En ambos casos, los recursos utilizados de manera insistente son caminos que no son logrados.

Es así que, incluso el meme “vamos haz algo” tiene mayor dinámica. Ricardo Nixon School (2016) contiene una trama elemental, el personaje principal sostiene una visión limitada y estúpida debido al tipo de narrador que no quiere crecer, y que por corolario, los personajes planos no logran desarrollarse ni menos hay profundidad. Por lo que esta obra se va directo al despeñadero.

sábado, 1 de abril de 2017

Crítica Literaria: "Si vas para Chile"

Charapo, Pablo D. Sheng. Cuneta ediciones, 2016, 94 p.

“Las puertas al ‘mundo libre’ están cerradas, y si logras pasar
La ley blanca del racismo te echará a la marginación.
¡culpable! No eres blanco.
¡culpable! De ser pobre.” Inmigrante ilegal, Sin Dios.

"Un inmigrante es tu amigo, tu enemigo es el capital."

Por Gonzalo Schwenke

Los discursos hegemónicos han intentado ofrecer el blanqueamiento racial para controlar un país que intenta ser sofisticado y de primer mundo. De esta manera, la inmigración y la morenidad son elementos que los poderes orientan en función al libre mercado, pero dicha integración no reconoce las diferencias del otro/a. En consecuencia, los cruces de ciertos sectores dentro de la sociedad se ven discriminados y marginados de acuerdos a motivos económicos y de clase.

Utilizando “la vieja confiable” del circuito, donde autores con trayectoria presentan a un escritor emergente para tener mayor preponderancia en el mercado. Mike Wilson colabora en la contraportada presentando el oficio de observar la ciudad basada en la espectacularidad del lugar común. Es lo primero que leemos en Charapo (2016), primera novela de Pablo D. Sheng (Santiago, 1995). La narración se sitúa en Camacho, quien de la sierra peruana llega a Santiago para salir de la pobreza y enviar dinero a la familia, la que en su ausencia prontamente le da la espalda. El personaje se encontrará no solo con el abuso laboral sino también con la miseria que se encuentra indistintamente en los habitantes de Santiago: “Lo que más salían eran cables. Casi todos estaban colgados y no pagaban luz.” (49)

De igual forma, es indudable no ligar el tema de la migración con la canción “si vas para Chile”, la que expresa: “verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero”. Una de las formas en que opera el discurso cultural como publicidad y patriotismo barato en la época del régimen militar. Lo anterior se ha proyectado y arraigado en la sociedad chilena, pero que solamente es operativo para la clase alta, aquella que se contrapone a reconocer los rasgos latinoamericanos que predominan y nos caracterizan.

Sin caer en la desesperación, el personaje transita por infortunios en ambientes de inestabilidad social, económica y territorial: la prepotencia de Santelices, los inquilinos de la pensión, las enfermedades de Luisa, la carnicería, la familia a distancia, los coreanos y los turcos, entre otros. La narración se torna llena de desdicha y la esperanza tiene cabida en su mínima expresión. Un lenguaje parco y ensimismado, la mayor debilidad de la obra es el personaje estático que cruza todos los escenarios y son estos cambios los que profundizan su estado de desorientación y desgracia.

Charapo es una narración que se instala en el bajo pueblo. Tras el viaje de Camacho por lugares populares y céntricos, Sheng realiza un retrato de los valores degradados en el Chile actual, en que los migrantes subyacen entre la precariedad y el subordinación del que no parece haber salida. El mérito está es la propuesta de discursos que alteren el orden oficial, pero con el personaje plano y el cambio de escenario, la historia se diluye hasta obligar un desenlace forzado.