viernes, 19 de septiembre de 2025

El resto de nuestras vidas (2025) de Benjamin Markovits. La novela de carretera sobre desencanto contemporáneo.

 


El resto de nuestras vidas (Editorial Chai, 2025), es la duodécima novela del californiano Benjamin Markovits (1973), traducida por el argentino Juan Nadalini, emerge como una novela de carretera (road trip similares en estilo con Jack Kerouac o Hunter S. Thompson) donde las relaciones heterosexuales a largo plazo, la dinámica familiar y la búsqueda de la identidad personal dentro de estructuras sociales preestablecidas constituyen el arco argumental a problematizar. Su selección como finalista del Premio Booker 2025 anuncia algún mérito literario sobre estos temas.

El libro narra la historia de Tom Layward, un abogado de Nueva York, que está desilusionado de su matrimonio al descubrir que su esposa, Amy, le ha sido infiel con un compañero de sinagoga, Zach Zirsky (“cineasta independiente, algo que puede significar cualquier cosa”). Ante esta crisis matrimonial -para Chile es clase alta acomodada-, y con dos niños pequeños, Tom se hace una promesa: permanecerá en el matrimonio hasta que su hija menor cumpla dieciocho años. Doce años después, Tom llevará a su hija, Miriam, a la universidad. Sin embargo, no regresará a casa y emprenderá un viaje sin rumbo hacia el oeste, cruzando Estados Unidos. Lo que parece ser un simple viaje se transforma en un periplo personal, una introspección en la que Tom reflexiona sobre su vida. En este trayecto, Tom se ve forzado a enfrentarse a sus arrepentimientos y a las decisiones que lo llevaron a su situación actual.

La obra muestra a Tom reflexionar con mesura y sin prejuicios, sin dejar de lado cierta abulia y desencanto debido a la infidelidad durante el matrimonio: “Uno se enamora de alguien a los veintiséis, y va viendo a esa persona bajo toda una serie de luces distintas (…) Si uno sigue casado es porque aceptó que esa persona es así, y que así es la vida que comparte”. Así, en vez de tomar sus cosas y concretar la separación, el protagonista decide continuar en el matrimonio y aceptando el engaño, priorizando su compromiso emocional y social con sus hijos/as.

La infidelidad se convierte en un motor que lleva al protagonista a aceptar de forma pragmática a la persona que ha elegido como pareja, con todas sus limitaciones. Este proceso es, a la vez, una decisión racional y emocional que le permite entender que el matrimonio no es un cuento de hadas, sino la unión de dos seres con sus propios defectos. En este contexto, el rol de los hijos se vuelve un factor de cohesión, manteniendo unida a la familia en circunstancias que, de otro modo, podrían haber resultado en una ruptura.

La tensa relación entre Amy y su hija Miri es palpable, alimentada por las expectativas y las ácidas críticas de la madre. En contraste, la relación de Tom con Miri es de apoyo incondicional. Él comprende y celebra la individualidad de su hija, incluso en sus fases más “rebeldes”. Tom se muestra más como un confidente que como un crítico, viendo en las elecciones de Miri una forma de autoexpresión, a diferencia de Amy, que lo percibe como una “herida autoinfligida”.

Por otro lado, hay una clara conciencia de clase, de diferenciación y de afinidad a lo largo de la novela. Jim, el novio de Miri, encarna la ambición y el éxito predecible al trazar un camino claro hacia las universidades de renombre y los empleos lucrativos. Esto contrasta con el protagonista, quien, en su juventud, tuvo que pagarse la universidad para estudiar Derecho. Estas diferencias no se presentan con un tono de crítica o rebelión, sino como una observación perspicaz sobre aquellos que han heredado una vida de privilegios.

En esta novela de ruta, la voz del protagonista construye una narrativa de la renuncia a sus sueños. Estos recuerdos no son solo una crónica de eventos, sino un examen introspectivo de las elecciones que lo llevaron a ser quien es. El paso de aspirar a ser profesor o escritor a estudiar derecho es un quiebre fundamental. Este cambio no es casual, porque representa el abandono de un camino impulsado por la vocación para tomar uno dictado por el pragmatismo.

De lo anterior, está influenciado por su esposa Amy, quien le mostró la importancia de asegurarse un futuro cómodo. Con un sutil tono de reparo hacia Amy, Tom recuerda que ella le inculcó la idea de que una vida óptima se consigue al asumir una condición que le permita “tener los gustos adecuados y conocer a la gente correcta”. El cierre de este recuerdo con “Así fue más o menos nuestra vida”, concluye con melancolía que el camino de su vida estuvo dictado por la meta de adquirir comodidades materiales que definen su existencia y rango social.

“El resto de nuestras vidas” es una novela de carretera que disecciona, de manera minuciosa y desde el testimonio personal, la erosión y la pérdida que el tiempo inflige a las relaciones matrimoniales monogámicas. Esta habilidad para desentrañar las relaciones humanas y la sociedad actual dota a la novela de una resonancia universal, al conectar con verdades sobre las elecciones no realizadas, el inexorable avance de la vejez y lo inesperado que emerge incluso de la adversidad.

 

El resto de nuestras vidas.

Benjamin Markovits (California, 1973)

Traducción de Juan Nadalini

Editorial Chai, 2025

228 páginas.-

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Crítica de cine. La Ola de Lelio: El musical que vacía las luchas sociales.

 


El cine musical ha sido, en gran medida, un producto cultural diseñado por y para el público estadounidense. Las características de este tipo de producciones tienden a carecer de profundidad, enfocándose de manera recurrente en los sueños de los protagonistas y el romanticismo, rasgos que reflejan la visión idealizada de la sociedad norteamericana (como La la land 2016, Singin' in the Rain 1952, The artist 2011, Grease 1978, Moulin Rouge 2001). Si bien es una línea cinematográfica que no tiene parangón en Chile, Sebastián Lelio eligió una tarea compleja: trivializar la lucha feminista chilena de 2018.

La productora Fábula tiene la particularidad de apropiarse de complejas e importantes temáticas para Chile, le quita la dimensión política y lo convierte en caricatura. Por ejemplo, en la película No (2012) la premisa es que la publicidad fue el factor clave para derrocar al dictador y no la movilización popular durante la década del ochenta que costo vidas. Y en El Conde (2023), el detestable dictador chileno es representado como un vampiro y el “sugar daddy” de una joven monja.

Bajo esta premisa, el director Sebastián Lelio (Una mujer fantástica 2017, y la mejor aún, Prodigio 2022) se arriesga con La Ola (2025). La historia se centra en Julia (Daniela López), quien sufre acoso por parte de Max (Lucas Sáez Collins), el ayudante de canto, tanto en la universidad como fuera de ella. En su inicio observamos un encuentro casual a las puertas del departamento de él, pero el abuso no se visualizará. Ella intentará sacar la voz, pero algo la retiene. Sin embargo, a raíz de las experiencias de mujeres y disidencias, lo irá logrando gradualmente, y dicho atropello saldrá a la luz en el testimonio de la protagonista. Esto derivará, mediante la coreografía y la música, en la toma de la principal universidad del país, en el marco del movimiento feminista chileno de 2018, y las causales serán la incapacidad de la administración por canalizar estas denuncias hacia la justicia.

Hay una serie de temáticas que se abordan superficialmente como la intersección de género, el nulo apoyo familiar al activismo, la clase social y permanente costo que significa alzar la voz en Chile. También, el feminismo burgués es retratado de forma negativa, ya que se muestra complaciente con las autoridades y poco representativo. Se deja en evidencia el liderazgo consciente y el curso de atención plena (mindfullnes) como recurso fuera de lugar para estas demandas. Además, se critica con dureza el enfoque de los medios de comunicación les dan a las denuncias, sin el cuidado que la profesión exige.

El universo técnico intensifica la idea de estar ante una “realidad falsa” del feminismo, no hay cuestionamiento entre lo verdadero y lo falso, porque se diluye la experiencia del abuso en pos del entretenimiento. Esto se nota cuando resuelven el caso de forma repentina, con la policía y autoridades bailando de forma delirante, o cuando un personaje femenino utiliza la palabra “sororidad” tan forzada que el espectador la percibe como un meme. Esto convierte a la película en una fórmula marketera sobre el feminismo.

Después de haber visionado en el Cine Arte Normandie, el mayor desacierto de La Ola (2025) de Sebastián Lelio es haber convertido una movilización política en un musical. Este género está diseñado para el espectáculo y el consumo comercial, la cinta desvía el mismo discurso de rebeldía que pretende mostrar: la brutalidad de las denuncias y la difícil batalla por modificar las leyes. Con esto, la película no solo falla en plasmar el movimiento feminista, sino que lo debilita políticamente, ofreciendo una versión que prioriza el simulacro y lo artificial por sobre la reflexión, y que se expresa más como una mercancía que un reflejo de la vivencia real.

 

Ficha técnica.

La Ola, 2025

Duración: 129 min.

Dirección: Sebastián Lelio

Guion: Josefina Fernández, Manuela Infante, Sebastián Lelio, Paloma Salas

Reparto: Daniela López, Avril Aurora, Lola Bravo, Paulina Cortés, Thiare Ruz, Amparo Noguera, Florencia Berner, Renata González Spralja, Amalia Kassai, Néstor Cantillana, Enzo Ferrada Rosati, Tamara Acosta, Susana Hidalgo, Lucas Sáez Collins

Música: Mathew Herbert, Javiera Parra, Anita Tijoux y Camila Moreno.

Fotografía: Benjamín Echazarreta

Compañías: Coproducción Chile-Estados Unidos; Fabula, Fremantle Media North America, Participant Media

jueves, 21 de agosto de 2025

Crítica Literaria: Quejido, canto y arrullo (2023) de la poeta mapuche Yeny Díaz Wentén

 


Quejido, canto y arrullo (Editorial Garceta, 2023) de Yeny Díaz Wentén (1983)

Los poemas de Yeny Díaz Wentén (Los Ángeles, 1983) en Quejido, canto y arrullo (Editorial Garceta, 2023) salen a la luz después de la pandemia por el coronavirus, por lo que no es extraño que una de las temáticas desarrolladas sea la vida y la muerte. Distinto es que, el lugar de la casa sea un campo de batalla y también de refugio donde se teje un universo poético personal y contemporáneo sobre el cuerpo, la memoria familiar y la resiliencia de las mujeres.

El poema “El hombre y el poeta” introduce una voz fantasmal que se niega al olvido, persistiendo más allá de la muerte física. Dicha persistencia subraya el poder de la poesía para resignificar experiencias violentadas, transformando epítetos deshumanizadores en afirmaciones de identidad. Así, el poema simboliza la transmisión intergeneracional de un legado vital que desafía la aniquilación y el temor al mañana

En el poema “Beatriz González Vilches” la descomposición del cuerpo de la joven asesinada por la pareja en Rengo, simboliza la brutalidad del acto. El hablante se apropia de la violencia para convertirla en un acto de denuncia y un recordatorio de cómo la violencia puede despojar al cuerpo de su integridad, convirtiéndolo en un espacio del recuerdo.

En “Las tres”, el cuerpo femenino no se descompone, sino que se “agrieta como las granadas maduras” para dar vida. El cuerpo es un espacio de fortaleza y creación, demostrando que la misma materia puede ser vulnerable también tiene el poder de dar vida. El uso de estos procesos biológicos y corporales permite abordar la complejidad de la experiencia humana, desde el dolor y la muerte hasta el nacimiento.

La casa no es solo un espacio físico, sino una metáfora compleja del “yo” poético femenino y de la memoria ancestral. Alberga miedos, traumas y heridas de generaciones, lo que la convierte en un espacio fragmentado y roído. Sin embargo, a través de las labores cotidianas, las mujeres construyen y resisten las estructuras patriarcales, transformando la casa en un refugio de lo íntimo y un lugar de supervivencia.

Las habitaciones de esta casa albergan “miedos heredados de mis padres”, “los abusos con sus dueños” y “partes del hígado, trozos de corazón, placentas”, lo que revela que más que ser un lugar de resguardo, funciona como un depósito del trauma y la herencia vivida durante generaciones solamente por ser mapuche.

En el poema “Las Tres” el hablante celebra vínculo y la regeneración de la vida femenina. La imagen de una mujer que “aprieta los labios y cierra los ojos” y “le toma la mano y esa mujer vuelve a respirar” revela la ética del cuidado y el apoyo mutuo en las relaciones entre mujeres. La descripción del parto donde “Esa mujer como un río que rompe trae a otra mujer consigo”, con la mujer que “se agarra y se agrieta como las granadas maduras rojas deliciosas a gritos a jugos”, exalta el cuerpo femenino como epicentro de creación y transformación. La “semilla infinita de sí misma” conceptualiza a la mujer como una fuente perpetua de vida, multiplicándose y extendiéndose a través de sus descendientes, lo que desafía las nociones patriarcales de linaje y herencia para proponer una genealogía femenina.

En el universo poético abundan las referencias a las partes del cuerpo (“huesos”, “pelvis”, “manos”, “ojos”, “pecho”, “cuero” y “caderas”) y a los procesos biológicos (“gusanillos hormigas, chanchitos de tierra espigas brotes pájaros y tierra dentro de las órbitas de mis huesos”, o a la fluidez vital en los “jugos”). Explora la fragilidad del cuerpo para impedir que las experiencias de violencia y trauma sean olvidadas, busca conectar la descomposición con los ciclos naturales de vida y muerte y sirve para reafirmar la humanidad y la vitalidad de quienes fueron deshumanizados.

En “Despedida”, el duelo se escenifica en un entorno natural “rasposo”, donde el paisaje y las emociones del hablante se fusionan en una simbiosis entre lo interno y lo externo. La muerte del vacuno, un animal que es el “rey de las pezuñas plateadas”, se convierte en un evento cósmico en el que el viento y la tormenta son participantes activos.

Además, el poemario utiliza la naturaleza de manera constante, nombrando flora y fauna para que interactúen con el cuerpo, representen emociones y a menudo estén personificadas. El acto de cortar el vínculo con un cuchillo en un “pasto rojo” implica una comunión con la tierra y sus ciclos de vida y muerte, borrando los límites entre lo humano y el paisaje.

Quejido, canto y arrullo (2023) se alza como un canto a la adaptación del espíritu frente a la adversidad. Con un tejido poético denso y polisémico, el hablante desarrolla la metáfora de la casa en la que desentraña los hilos del trauma heredado y la memoria, mostrando cómo la confrontación con lo abyecto puede ser catalizador para fortalecer y perpetuar la vida, cimentadas en la conexión con el linaje y el entorno natural.

 

Quejido, canto y arrullo

Yeny Díaz Wentén

Editorial Garceta, 2023

88 páginas

domingo, 10 de agosto de 2025

Crítica de libros Chañar (2025) Gabriela Ocaranza: por las calles de Copiapó.


Al leer Chañar (Editorial La Calabaza del Diablo, 2025) de Gabriel Ocaranza Rojas (Copiapó, 1995) lo primero que salta a la vista es su estructura fragmentada, compuesta por innumerables capítulos breves y donde los fenómenos naturales como la camanchaca, desde Caldera a Copiapó, desde la costa hasta el valle, cubren un manto sigiloso de historias no contadas.

El formato de la obra combina la crónica, la narrativa y la prosa poética. Para esto, emerge la figura del paseante urbano, “el flâneur”, que recorre las calles de Copiapó y plasma sus impresiones en frases cortas y párrafos escuetos, consolidando un estilo marcadamente minimalista.

El caminante recorre y convive con los habitantes de a pie y viaja en buses interurbanos, converge en la Plaza de Armas entre rancheras, corridos y ventas de “chucherías”, retrata el abandono Teatro Windsor de Chañaral y la situación andrajosa de la cultura local, el Museo Mineralógico y la anécdota de la piedra falsa mostrada en la televisión, los perros abandonados que circulan por la ciudad mordiendo a las camionetas rojas de la minería, rescata y valoriza a poetas, teatreros, actores, el paso de distintos circos por la ciudad y el local de completos quemado completamente.

Este minimalismo en la crónica problematiza la forma en que observa a los habitantes. El volumen no establece mayor distinción entre peruanos y colombianos, lo que da cuenta de que no hay mayor interacción con la diversidad de los residentes, de igual modo, descarta la presencia indígena, porque, en el mejor de los casos, está reducida a influencias y reapropiaciones lingüísticas.

El poblado se encuentra en un entorno donde los fenómenos naturales predominan y dictan el ritmo de vida de los habitantes. Esta conexión con la naturaleza se plasma en la frase: “Desde las costas de Caldera viene entrando la camanchaca a Copiapó”. Esta neblina costera del norte de Chile, no es un mero detalle climático, es una condición que se impone. Su llegada desde Caldera hacia el interior es un evento que envuelve las calles y da identidad.

Desde Caldera hasta Copiapó la zona es reconocida por su aridez, un rasgo distintivo del desierto de Atacama en Chile. Sin embargo, esta condición desértica no impide la dualidad de lo árido y la fertilidad de los naranjos, una realidad que se ve vívidamente reflejada en sus atardeceres.

Como señala este volumen: “Las tonalidades del anaranjado abundan en el ojo copiapino como si en el firmamento creciese fuerte un naranjo”. Aquel que enuncia opta por no describir las esperables polvaredas de la pampa, sino que enfatiza cómo la percepción de los habitantes ha internalizado el entorno anaranjado de su realidad.

En esta crónica hay una voz personal que visibiliza la historia de la ciudad de un modo singular, al referenciar de modo implícito el estilo de Nicanor Parra: la lucidez desencantada y el lenguaje de la antipoesía: “El mineral de Chañarcillo saldó la deuda de Chile, pero nos dejó puros deudos”. Esta ironía y pragmatismo desoladora no solo rescata un hecho histórico de la bonanza económica que el Chañarcillo aportó a Chile, sino que tras esto, está la paradoja de un progreso fatuo, en la que se cimentó sobre la pérdida de vidas humanas.

Chañar (2025) contiene una mirada crítica y mordaz sobre un Copiapó desaliñado y fascinante por la naturaleza que somete a lo humano. Sin embargo, hay un tono ingenuo y candoroso sobre el estado de la cultura en el presente, lo que implícitamente sugiere un pasado de gran esplendor. Junto con esto, la obra ambientada en la región de Atacama, rompe con el dominio de las autoficciones de clase media santiaguina, contribuyendo así a expandir y descentralizar la literatura chilena.

Chañar

Gabriel Ocaranza Rojas (Copiapó 1995)

Editorial La Calabaza del Diablo

2025

48 páginas.

domingo, 3 de agosto de 2025

Crítica de libros: Novela “Laudes” (2025) de Celso Iturra: soledad, crisis de identidad y desconexión social.



Celso Iturra Avendaño (Pudahuel, 1994) más conocido como Xelsoi y creador de contenido en redes sociales, lanza su primera publicación en serio con la novela Laudes (Editorial Imaginistas, 2025).

El protagonista de esta novela es Natanael, un joven gay que vive con Paula, compañera de vivienda en Santiago. La vida del personaje central, gira en torno a una rutina monótona, pues su trabajo de freír papas en un restaurante de comida rápida parece ser el ancla principal. No hace críticas sobre su empleo; más bien parece haberse resignado a él, aceptando la aparente satisfacción que ha ido construyendo a su alrededor.

Su vida social es limitada. No se integra en ninguna comunidad, y apenas, interactúa con colegas y algunos mensajes esporádicos que encuentra a través de aplicaciones en internet. Esta desconexión es una elección silenciosa, porque Natanael se ha entregado por completo a esta forma de vida, donde la soledad es una constante, pero una que parece no querer o no saber cómo romper.

La narrativa de Iturra intenta ser recargada, recurso que aparece de manera fútil y no se desarrolla por completo: “El placer azota como un terremoto las paredes de Natanael -más bien sus tabiques, de la hechura mezquina que caracteriza la codicia inmobiliaria-”. Si bien el intento de usar este recurso es literariamente atractivo, la falta de consistencia debilita su impacto.

El protagonista atraviesa una crisis de identidad en la que se siente invisible y sin valor para el resto. Esta invisibilidad lo lleva a un ensimismamiento doloroso, donde su única interacción con el mundo gay es a través de la observación silenciosa. Escucha, mira y desea a otros hombres en silencio, sintiendo que él no pertenece a ese grupo de “hombres de verdad”:

“Gabriel también era un hombre de verdad. Aunque su ropa nunca combinaba, siempre se veía bien. Nunca se callaba y siempre estaba hablando de algo importante, como política o plata. Tomaba mucha cerveza, pero su abdomen se mantenía plano, sólido. Fingía una voz más grave de la que le salía y, cuando se estiraba, sus oblicuos aparecían debajo de su polera como una flecha en dirección a su entrepierna”.

De este modo, se evidencia cómo las imágenes de internet que el protagonista consume influyen directamente en su vida, al replicar los patrones de identidad masculina que la sociedad y el mercado imponen. Las características de hombría que se ofrecen son superficiales y estereotipadas, lo que promueve un modelo inalcanzable.

Esta introspección lo sumerge en una autopercepción negativa, que se ve agravada por un apetito sexual insatisfecho y desmedido: “Natanael, en cambio, no conseguía encontrar al hombre en sí mismo: sus manos le recordaban a las de un niño por lo suaves y gordas, jamás hablaba primero en una conversación y no sabía hacer ninguna gracia”. A pesar de masturbarse regularmente (ya sea con el condón de su compañera de casa o el calcetín usado), la mirada de sí mismo como un hombre deseable y la constante comparación con los demás lo mantienen atrapado entre la frustración y la soledad.

Sin embargo, esta búsqueda de encontrarse y sentirse cómodo resulta incauta. Natanael no se integra en colectivos de gustos similares, se limita a mirarse el ombligo. Esto ha moldeado su personalidad, volviéndolo tímido, abstraído y confuso. Su mundo se ha reducido a la pantalla del móvil, donde el deseo y la realidad se confunden, dejándolo más aislado que nunca. Debo agregar que el impacto en las pantallas móviles y la falta de habilidades sociales deriva en relaciones complejas y la desnaturalización del personaje, puesto que no tienen control emocional para resolver conflictos de manera oportuna, sin tener que sacar los trapos sucios al sol innecesariamente.

Celso Iturra aborda amplios temas como la soledad, la crisis de identidad y la desconexión social en el mundo digital, los encuentros casuales entre hombres o el interés por observar lo íntimo en el Santiago donde los departamentos parecen mediaguas de concreto.

Más allá de la verosimilitud de la cultura gay, Laudes (2025) presenta debilidades estructurales que afectan el mensaje: Natanael es un ser unidimensional, dominado por el narrador omnisciente, incapaz de rebelarse en el Chile neoliberal que lo ha convertido en una figura plana cuya única motivación lo vuelve superficial. Celso Iturra pierde la oportunidad de tener una voz reveladora y crítica, ya que eligió simplemente la banalidad de las crisis sentimentales por falta de sexo.

Laudes

Celso Iturra Avendaño (Pudahuel, 1994)

Editorial Imaginistas

2025

118 páginas.-

 

sábado, 26 de julio de 2025

Novela “Maule” de Trinidad Castro: la infancia rural en Chile

 


Maule (Editorial De la Lumbre, 2025) de Trinidad Castro (Curicó, 1985) es una novela que evoca la infancia rural en Chile. No es cualquier niñez la que nos presenta, sino una con privilegios, hija de padres empresarios del rubro agrícola y con un bienestar distinto a las otras personas que la rodean.

La obra está construida por múltiples fragmentos donde no se señala el inicio o final de cada recuerdo. Aunque la memoria no es lineal ni completamente confiable, predomina un tono optimista y de gratitud hacia la infancia. Dicha etapa de crecimiento transcurre sin mayores preocupaciones, donde el personaje principal y sus hermanos se dedican al juego y son atendidas por las empleadas domésticas que siempre las mimaron, incluso por sobre los hijos propios.

La narrativa se enfoca en el ensimismamiento del sujeto femenino donde no interactúa con personas diferentes a ella, ya sea por curiosidad o negación. Esto moldea su identidad y visión de mundo. No hay un colectivo y si aparece, la protagonista está lejos y no se involucra: “Luego venían los temporeros y los camiones. Nosotros mirábamos desde el camino cómo llenaban las gamelas que canjeaban por fichas de póker y después las fichas por la paga y una hogaza de pan” (38). Tampoco se observa problematización del sistema laboral en el campo chileno, debido a que, estas situaciones están higienizadas, mientras que la patronal, a través del sistema de pago, ejerce un control económico-material que influye en la sociedad rural.

Parece que optar una voz infantil evita abordar las dimensiones políticas que implica crecer en un entorno con prerrogativas. Es decir, que tenga acceso a un baño con alcantarilla y, en cambio, su amiga de juegos, la inquilina Jessi, dependa de un pozo negro, resalta los contraste y visibiliza las desigualdades, colocando de esta manera en evidencia las contradicciones que el neoliberalismo celebra y justifica.

La obra tiene un enfoque que permite una exploración más personal, de agradecimiento y asombro, pero tampoco hay una mirada crítica de hechos que conforman el pasado, sino más bien, se presume: “Nos recibían como reinas cuando acompañábamos a papá, y nos traían un tazón de plástico con leche tibia y un pan con palta que era distinto al que comían los niños de ahí” (40). No solamente hay una distinción de clase sino también, una situación hedónica donde hay diferenciación y sobresalgo.

La “Ñora” es la empleada de casa que mayor tiempo acompañó a la protagonista, ella fue leal a los patrones y crió a los cuatro hijos hasta que estos se fueron de la casa, o del país. En el relato la narradora la recuerda con añoranza en los años en que estuvo bajo su cuidado, su preocupación y los afectos. Durante aquel tiempo se generó un importante cariño hasta su muerte: “La Ñora se murió en la noche. Estaban sus hijos, estaba mi hermana. Yo seguía lejos” Se observa la imposibilidad de no poder acompañarla en los últimos días, pero también un grado de expiación, mediante la escritura para subsanar, el peso de la culpa al no alcanzar a agradecer lo trabajado hacia ellas.

La escritura sobre la infancia en un tono autoficcional resulta siempre evocador, íntimo y propicio para explorar la memoria y purgar castigos, porque la mayoría de estas literaturas transitan por la edad de oro de la infancia donde hay un intenso vínculo con sus progenitores/cuidadores. Esto sucede en Maule (2025) de Trinidad Castro, la narrativa se presenta como una trama porosa, ya que nos revela un paisaje idílico, aparentemente inocente y lejos de la composición de la sociedad maulina. Sin embargo, tras esta fachada, la autora inadvertidamente refleja una desigualdad profunda en el Chile rural, una realidad que los padres contribuyen a mantener.

 

Maule

Trinidad Castro Amenábar

88 páginas

Editorial de la Lumbre

2025.

 

martes, 8 de julio de 2025

Telepunga (2025) de Arelis Uribe: cuentos arriba de la pelota




Varias bandas de música, antes de lograr reconocimiento, graban un considerable número de canciones y seleccionan las mejores. Con base en estas experiencias y producciones musicales, disponen de material para su segundo disco. Así ocurrió con Nirvana, que tras realizar numerosos conciertos con el álbum Nevermind (1991), la banda contó con material suficiente para publicar Incesticide (1992).

Tengo la impresión de que Telepunga (Los libros de la mujer rota, 2025) de Arelis Uribe (Santiago, 1987) viene de la misma camada que su primer libro de cuentos. Al igual que en Quiltras (Los libros de la mujer rota, 2016), se repite la narrativa testimonial sobria, donde los afectos y la candidez juegan un papel determinante en la convivencia social.

Esta vuelta también se entiende como un proceso transversal, ya que regresa a una editorial pyme tras la publicación de la novela de autoficción Las heridas (Emecé, 2021). Además, coincide con su vuelta al país después de completar sus estudios de Escritura Creativa en Nueva York.

Estos nueve relatos, tienen en común las desigualdades sociales, el abuso del patriarcado, la precarización laboral, una educación estricta que fomenta estereotipos y jerarquías sociales. Dentro de esta literatura minimalista, los personajes que retrata Uribe corresponden a una generación parcialmente abandonada, sin apoyo emocional. Provenientes de comunas periféricas estos jóvenes se encuentran en su mayoría, sin apoyo familiar.

En el primer cuento, “La escopeta”, el protagonista debe asumir responsabilidades a la orden del padre que se enorgullece si protege el hogar ante su ausencia.

En el relato “Miss Lola”, se refiere a Dolores Verdugo, profesora de Historia en un colegio de clase media y aspiracional, donde la enseñanza se ejercía a la antigua, es decir, la educación basada en tener disciplina y memorizar fechas relevantes.

En “Cuarto Medio”, tres amigos y una amiga se gradúan y se emborrachan hasta el olvido en algún sector de la ciudad, dos de ellos abusan de la excompañera de curso a vista y paciencia del protagonista.

En “La posta”, Paula y Julián han cumplido con todos los objetivos de clase media, salvo tener un hijo. Un día cualquiera ellos se encontrarán con Jennifer, una joven que está pasando por un mal momento y con carencias afectivas. Paula la acompañará a la posta para enterarse de la triste realidad que la rodea.

En “Nos quedamos a solas”, la protagonista mantiene conversaciones en diferentes momentos con el maestro pintor Mardoqueo, quien le ayuda a limpiar la casa, y con el profesor Pancho, Técnico en Educación Parvularia y con síndrome de down.

En “Casa de muñecas”, el protagonista visita la casa familiar de su novia, la Jose. Allí también se encuentran sus primas menores, entre ellas Catalina, a quien distingue no solo por su aspecto físico: “tenía cinco años, era menuda y bien proporcionada”, sino por su carácter silencioso. La voz situada en el sujeto pedófilo señala que la menor es la que se acerca de manera demostrativa, por lo que sitúa al protagonista como víctima.  

La elección de adentrarse en la perspectiva del narrador pedófilo, provoca compartir su manera de pensar ante la ausencia de juicio condenatorio. De esta manera, brindarle espacio y visibilidad como una víctima de los encantos de una niña implica defenderlo.

En “Solo para argentinos”, una estudiante chilena describe lo que significa adaptarse a otra cultura y no tener los papeles en orden al momento de ingresar a la universidad. Sin embargo, por el tono y la perspectiva empleada, pareciera estar deslumbrada por la cultura argentina, sin reservas.

En “Trenes”, la joven protagonista lidia con las decisiones de sus padres y por ello, toma responsabilidades en la nueva dinámica familiar. La figura paterna se muestra como un padre impoluto e incólume, evidenciando una dependencia emocional que no ha sido superada.

El último cuento, “telepunga”, que da nombre al volumen, la narradora describe de manera fehaciente y con un tono de optimismo la situación laboral en una cadena de pizzas. Desde una perspectiva realista social se presenta a través de la forma de narrar los hechos, la precariedad laboral para los jóvenes, la animosidad entre las mujeres y las dinámicas entre trabajadores universitarios.

La obra emplea el lenguaje coloquial chileno, al utilizar expresiones como “bacán”, “pescar al toque”, “apanador”, “guachita”, “cuídala vos”, “tomamo la 210”, “pechar” y “poto”. Las jergas nacionales, permiten caracterizar a los personajes, otorgar más credibilidad a la obra, visibilizar la riqueza de nuestra lengua que en muchas ocasiones es menospreciada.

Telepunga de Arelis Uribe evidencia confianza y disposición en su línea creativa. Los relatos se consolidan principalmente más en la trama que en el desenlace, presentando una fluidez técnica y un amplio abanico de modos narrativos. Esto, sin embargo, no se refleja significativamente, porque son abordados de manera estos temas como algo trivial, sin mayor reflexión.

 

Telepunga

Arelis Uribe

2025

Editorial Libros de la mujer rota.

116 páginas.

viernes, 20 de junio de 2025

Crítica literaria: "La voz de la casa": Rosabetty Muñoz retrata la vida contemplativa en tiempos de pandemia.

 

La voz de la casa. Ejercicios para vivir el confinamiento (Editorial UCM, 2021) de Rosabetty Muñoz (Ancud, 1960) es un conjunto de 44 poemas realizados durante la pandemia del COVID. La prosa rescata y expresa una forma de vida que contrasta con la rutina de las grandes urbes. Una existencia donde cohabitar la casa representa el espacio de seguridad y calidez, un regreso al espacio interior donde el silencio y los juegos centrados en los niños se vuelven el gran fogón del hogar.


La presencia de los caparazones de mar son símbolo de protección y resguardo en el año de la peste. Así la perspectiva de los poemas radica en la búsqueda de la vida ascética; austera y no pobre; reflexiva y no superficial. Este enfoque busca la existencia modesta, vinculada a la naturaleza y alejada de las estridencias del mundo moderno. Es decir, la poesía funciona como medio para explorar y descubrir el mundo de manera directa y sin lo virtual que propone la tecnología, en tanto simulacro de la realidad, enfatizando la importancia de la introspección, la comunión con la naturaleza y la interacción con el otro.


En este país, donde muchas personas residen en la Región Metropolitana y leen autores de Santiago, esta obra amplía la perspectiva y muestra que la vida agobiante, donde la velocidad del metro es la norma, contrasta con otras formas de vivir, donde la pausa y el descanso están más cercanos al Paraíso. Sin embargo, estas formas de vida están amenazadas y depredadas por la economía extractivista del libre mercado en la que está inserto Chile.


Frente a las vicisitudes como la pandemia, la escritura de Muñoz, es otra variante de lo que significa estar recluido, el hecho de observar el temporal incita a la contemplación: “No sirve de nada temer a los elementos, más vale entregarse a la experiencia natural que a veces deja caer todo el violento azote en los cimientos de la casa”. Es decir, el uso de la metáfora indica una doble lectura de los elementos. La naturaleza y la muerte, en tanto hechos innegables y destructivos, son eventos canónicos donde pareciera que nos atañe resistir su paso en la vida, no solo nos acechan sino que acompaña nuestro cotidiano.


Así como en Santo Oficio (2020) donde las preocupaciones sobre la vida y la muerte, lo religioso permea su estética, en tanto síntoma que cruza su obra, en La voz de la casa (2021) Rosabetty Muñoz, configura el imaginario de construir el hogar en base a valores como la sinceridad, la calidez, jugar con los hijos o nietos, regresar a la tradición de nuestras madres, y más allá de la pandemia,realizar una introspección consciente que ordene nuestros pensamientos y emociones. Pero, a su vez, mantenerse vigilante frente a los tiempos de incertidumbre y muerte.


La voz de la casa. Ejercicios para vivir el confinamiento

Rosabetty Muñoz

Editorial UCM

2021

88 páginas.-

domingo, 11 de mayo de 2025

Crítica Literaria. Baladas románticas en tiempos de poliamor: Fracaso utópico en "La próxima vez que te vea, te mato" de Paulina Flores

 

La próxima vez que te vea, te mato (Anagrama, 2024) de Paulina Flores (Santiago de Chile, 1988) es su segunda novela de autoficción. Javiera, la protagonista becaria chilena, estudia postgrado en Barcelona y ha superado el tiempo permitido por la visa. Esta obra se focaliza en las experiencias de la protagonista, convertida en compañera de departamento de Manuel: un joven oriundo de Lima, músico punk y nadador que tiene una relación poligámica con Armonía y Laura.

Javiera se considera malvada y perversa, aunque está más cerca de la frivolidad y la desidia. Además, señala estar fascinada por lugares de mala fama como el barrio “El Raval” y personas de la periferia, los que cumplen una suerte de asesorías para los futuros acontecimientos: “Soy del tipo de persona que siente fascinación por lugares opacos y malditos. Alguien que aprecia la santidad tierna de los delincuentes”. Sin embargo, esta forma de vida, no es más que un engaño porque no lo habita, por más que está viviendo una situación donde los recursos son insuficientes, no ha llegado a un nivel de desesperación. De igual modo, junto a la situación de ser inmigrante, con episodios xenófobos, ella tiene bajas expectativas sobre su futuro dada la escasez de trabajo.

Observamos a una narradora que se presenta como una mujer dependiente, sumisa y pasional: “Nunca deseé con tanta fuerza ser una suplicante. Esperar a Manuel de rodillas y desnuda, practicar maullidos lastimeros. ¡Ten misericordia y déjame cosificarte!”. La situación expuesta en el relato está vinculada al amor libre como utopía, y también, como estrategia para suprimir el estado actual de las cosas. No obstante, esta práctica sin movilización, no es más que Javiera situada en una posición secundaria, la de suplente o sustituta. Esta figura femenina deseosa del cuerpo masculino y de afectos está en fase de espera, en una jerarquía distinta, nunca como una igual. Lo que me permite recordar la influencia de la canción romántica promovida por artistas como Luis Miguel, Gilda, Ana Gabriel, Gloria Trevi, Yuri, Rocío Durcal, entre otros.

La próxima vez que te vea, te mato es un libro ligero donde Javiera está lejos del estereotipo de la femme fatale que nos indica la contraportada. Sin embargo, su estadía en Europa será regresiva a las pretensiones con las que viajó. En busca de una nueva forma de amar, Javiera termina repitiendo los mismos valores y normas de la cultura patriarcal que buscaba deshacer. Es decir, ella refleja una emocionalidad hermanable con canciones como la balada romántica de Myriam Hernández: “El hombre de yo amo”.

La próxima vez que te vea, te mato

Paulina Flores

2024

Editorial Anagrama

200 páginas.


viernes, 2 de mayo de 2025

Crítica Literaria: Referencias personales (2024) de Matías Rivas: Informe de lectura del poeta selfie.

 

En Referencias personales. Literatura y autobiografía (Seix Barral, 2024) de Matías Rivas (Santiago, 1971), observamos un concierto de lecturas que combinan literatura y experiencias íntimas desde el lugar de pertenencia del narrador: un burgués temeroso de lo colectivo y de la metrópolis. Esta obra está escrita por un “intelectual”, que supuestamente se mantiene al margen del sucio mundo, uno esperaría que de la experiencia y el talante de Rivas como crítico y pensador emanara algo de iluminación. No obstante, la escritura reposa en grandes autores y con aspavientos, sin mediar una interpelación, ni tampoco actualizar su lectura dentro de la contingencia.

Si como poeta carece de fuerza, como ensayista se vuelve soporífero. Matías Rivas exhibe lecturas donde se refiere a sí mismo y promueve la literatura el estado de suspensión. Me refiero a que perspectivas literarias, fuera de una trama histórica se queda en el autorretrato. Nada peor que el ombliguismo y la autocomplacencia.

El autor se vanagloria de su habilidad para la contradicción y lo ambiguo. Así afirma que “La contradicción es inherente al desarrollo del pensamiento” (26) y para ello se basa en los ensayos de Michel de Montaigne: “Sus ensayos no dan respuestas, sino altas dosis de escepticismo. Al contar sus elucubraciones despliega una enorme cantidad de referencias” (42). De lo mencionado, estas notas quedan sumamente desplazadas al no querer situarse, pero lo más llamativo es que esto es un aspecto lateral, alejándose con ello de la figura del intelectual como aquel que abre nuevas formas de lecturas contemporáneas, no aquel que está atrapado en la cultura decimonónica y lo anticuado.

El intelectual Rivas, le da la espalda a la sociedad y se siente como un elegido, un ser privilegiado y distinto a la masa. Así lo muestra para la protesta del 88’ contra el dictador Pinochet: “Me generan desconfianza (…) Salía incómodo de esos encuentros”. Este resquemor hacia las multitudes y a las personas da cuenta de su condición burguesa: “es un rincón donde me oculto para prescindir del bullicio y el exceso de interrupciones”.

En las 148 páginas de anotaciones en Referencias personales (2024), Matías Rivas está lejos de producir un pensamiento con espesor sobre los acontecimientos en el país. Por su ensimismamiento y desprecio social, Rivas es más que un intelectual un opinólogo enceguecido consigo mismo.

jueves, 17 de abril de 2025

Congreso de Crítica Literaria Chilena del siglo XXI

Mi mesa corresponde el 15 de Mayo.

 


El Instituto Interdisciplinario de Estética UC les invita a participar del “Congreso de Crítica Literaria Chilena del siglo XXI” 📚
En un contexto marcado por el repliegue de los discursos críticos, la transformación de los espacios de legitimación y la reformulación del rol del crítico, la crítica literaria se enfrenta hoy a múltiples tensiones. A pesar de estas complejidades, el ejercicio crítico literario persiste y se recompone como una práctica viva, capaz de resistir su propia obsolescencia.
Con la participación de académicos, académicas, periodistas y estudiantes, el objetivo del Congreso es explorar las formas en que se ejerce hoy la crítica literaria en Chile, abriendo un espacio para ensayos teóricos y testimoniales que den cuenta tanto del trabajo académico como de las experiencias en prensa u otros espacios públicos.
🗓️ Miércoles y jueves del 07 de mayo al 05 de junio de 2025.
🕐 18:00 hrs.
📍 Instituto Interdisciplinario de Estética UC, Campus Oriente, Av. Jaime Guzmán Errázuriz 3300.
👁️ Actividad presencial, gratuita y sin previa inscripción.
📌 Durante los próximos días estaremos compartiendo el programa completo de actividades, con más detalles sobre las mesas, participantes y temas.
¡Les esperamos! 🫶