miércoles, 17 de junio de 2015

Crítica: "Antecesor" (2014)

Antecesor
Rodrigo Torres (Santiago, 1984)
Librosdementira Ediciones, 2014.
129 Páginas.

Por Gonzalo Schwenke



Rodrigo Torres nos presenta su primer libro, un volumen de cuentos con historias entretenidas que apelan a la emotividad del lector y ponen en escena una sociedad sumida en la rutina. Los personajes, presentados como individuos desolados por una modernidad omnipresente, acarrean conflictos casi tan trágicos y desafortunados como los que uno podría ver simbolizados en la pintura Los trabajadores de Munch.

Son ocho cuentos en los que se despliega una serie de dicotomías: éxito y fracaso, miseria y dinero, fetiches de clase y distinción. Las historias destacan por su expresividad y su prosa fluida, siendo Antecesor y 17 de octubre son las historias mejor logradas. Los restantes se ubican un escalón más abajo, pues evidencian falta de precisión o pulcritud ya sea en el inicio o en el cierre. Por otra parte, en algo que resulta paradigmático a lo largo del conjunto, aquí no opera la lógica de la redención sino que sobresale un enfoque particular donde la certidumbre es asociada a lo desalentador y lo desdichado; una necesidad de vida. Lamentablemente, el autor mecaniza el flashback en la mayoría de los relatos como principal técnica. El abuso de este recurso atenta contra una mayor dinámica de los textos, pero ayuda a establecer a la memoria como el factor común del devenir de los protagonistas de estos relatos.

Así las cosas, el cuento que abre el libro, Antecesor, muestra un drama familiar sin cebolla, un proceso cruento de construcciones narrativas donde el talismán hará la diferencia entre memoria y realidad. En 17 de octubre, una pareja de rockeros en decadencia hace frente a la escasez y a la infidelidad, después de una efímera abundancia. Luego sigue La entrevista: un cesante en busca de trabajo desea mandar todo a la punta del cerro, mientras no sea a él, encontrando su realización en el otro. En Malas juntas, un artesano se reencuentra con su excompañera de antropología y recuerdan sus amoríos en la universidad. Mientras que en Cacaraco y la teoría del no cambio, el éxito y el fracaso en la vida de los personajes da curso a un encuentro significativo que revelará conflictos del pasado. Por su parte, en El canto del zorzal, Francisco y su madre hallan un pichón en el patio de la casa, al que intentarán salvar develando los ecos de una compleja relación. En El ojo, la maldad, la infancia y el juego adquieren insospechadas formas en las cicatrices de una pequeña comunidad. Por último, el libro cierra con Carnotauro: una pareja de paleontólogos junto a un estudiante vuelven al lugar del accidente mostrando las secuelas de una relación fatal.


A pesar de las debilidades mencionadas, Antecesor es un libro donde se desarrollan satisfactoriamente cuestiones mínimas: un relato bien contado es aquel que fluye por sí solo, con su propio ritmo, y muestra conflictos (in)verosímiles. Ahora bien, aparecer de manera prometedor en la escena literaria con un primer libro no es tan complicado, pero es aun más fácil estancarse en la segunda publicación. Dicho esto, Torres con su ópera prima ya ha alcanzado un punto de solvencia narrativa considerable, pero al que todavía le falta dar el salto definitivo, siempre y cuando no sea sumido por la condicionalidad de sus propios personajes.

No hay comentarios.: