jueves, 18 de julio de 2019

RESEÑA: Traer a la memoria la dignidad.



Cuando las personas toman consciencia de la situación de explotación se inicia el encuentro, el diálogo y con ello, la participación. En este sentido, la derogación de algunas tradiciones cotidianas, en su ejemplificación “no puedo/por falta de tiempo”, representa el gesto de la deshumanización del individuo alienado. 
En “Campamento Chorrillos de Valdivia. Una historia poblacional para contar e imaginar (1973-1991)” de la antropóloga Bernarda Aucapan Millaquipai, reúne las voces de 38 actores sociales que se tomaron el sector de pampa Krahmer (calles Simpson con Picarte) en Valdivia, nombrándolo “Vietnam Heroico” en 1973 y siendo erradicado, hacia la Población Pablo Neruda, en 1991.
En el período de Frei Montalva, la política habitacional estaba marcada por la asistencia del Estado permitiendo que las familias de escasos recursos construyan sus propias viviendas con los materiales que tengan a disposición. Luego, con la llegada de Salvador Allende a La Moneda, el discurso estaba marcado por el Estado quien suministraba la vivienda y esta, no era un bien de lucro.
Según el libro, el punto de encuentro de más de sesenta familias fue en la población Menzel, las que se dirigieron la noche del 11 de febrero de 1973 al sector indicado debido a que la explanada tenía acceso a agua potable, baños y cercanía con la Avenida Picarte. En voz de Bernardo Yefi señala que en “la época de Allende estaban más humanizados los pacos, no hubo represión porque sabían que iban a tener respuesta” (30).
Se ha escrito de manera insuficiente sobre el rol de jóvenes de educación media y universitarios vinculados al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), estos cuadros políticos se desenvolvían entre los pobres de la ciudad, el campesinado y los cordones industriales. Además, frente a la burocracia estatal, la dirigencia decidió en 1973, organizar a nivel país la toma de terrenos, montar los campamentos y desarrollar mejores condiciones de vida en sectores de Angachilla, en Las Ánimas y en pampa Krahmer. Para su cometido, debían ganar las dirigencias en las poblaciones, el médico Pedro Cardyn (exMIR) señala en el volumen: “no pa’ nosotros había que ganarse la conducción de la gente. No sacamos na’ de ganarse las cosas por secretaría” (25).
Es importante remarcar el tipo de comportamiento de los dirigentes elegidos mediante asamblea: debían ser ordenados y tener un comportamiento ejemplar. Desde no beber alcohol, no tener peleas dentro del matrimonio, saber cocinar para el refugio y dialogar con las autoridades del SERVIU y los funcionarios de la municipalidad.
Con el golpe de Estado, los militares reestructuran las poblaciones mediante cambio de nombres de militares, sacando a los hombres comprometidos para torturarlos. Helena dice: “fueron tiempos muy violentos porque no se respetaban a las madres que hubieran tenido guagüita” (50), Mario agrega que “cuando los milicos entraban yo te digo la balacera era impresionante po’… ¿Aparecía, cuándo? Unos días más tarde todo moreteado y golpeado…” (51), Mateo afirma que: “con continuos allanamientos e interrogatorios por parte de carabineros y militares, con sus caras pintadas y fusiles de guerra… la práctica sistemática del terrorismo de Estado, realizada por organismos de seguridad, me marcó profundamente, ya que, por mucha ayuda, es muy difícil de olvidar lo que sucedió…” (52-3)
Con el mismo formato de trabajo donde da paso a las voces entrevistas, se detalla de la llegada de CEMA-Chile, las articulaciones femeninas en los Centros de madre, el Programa de Empleo Mínimo (PEM) y el Programa Ocupacional de Jefes de Hogar (POJH) en Chorrillos. En los talleres laborales del PEM se pagaban $1.500 chilenos de la época cada quince días, por cuatro horas diarias. Por otro lado, los varones fundan el Club Deportivo Chorrillos, emergían en el ochenta las agrupaciones juveniles y circulaba la acción social de la Iglesia Católica que estaban vinculadas a la Teoría de la Liberación.
Hacia el final, el volumen permite observar las formas en que la soñada casa propia era entregada a las familias: promesa de campaña de 1989, encuestas de saneamiento, la necesidad de abrir una cuenta de ahorro base de $5.000 y el pago de dividendo cuando el trabajo escaseaba. Para luego hacer el traslado y desarme de las zonas ocupadas hacia la población Pablo Neruda.

En la obra “Campamento Chorrillos de Valdivia” (2016) da cuenta de un hecho innegable: ¿cuántas de las poblaciones conocidas han sido forjadas con el sudor de las frentes de nuestras familias? La nueva clase media, endeudada en dividendos y forjada desde la precariedad ha sido subyugada por los créditos, ya no por lo que tiene, sino por lo que cree que va a tener en el mes siguiente. Releer es recordar qué significa dignidad.

Gonzalo Schwenke
Profesor y crítico literario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente reseña y una historia pendiente a la vez ya que aun nosotros los que eramos niños y ahora mayores, debemos cambiar el paradigma y contribuir a la historia de una manera positiva. En lo personal agradezco a Dios todo lo recibido en esta vida y de los sueños cumplidos. Yo viví en el campamento de niño hoy mantengo muchos amigos aun, en el año 91 tenia 10 años cuando nos fuimos a la Pablo. Hoy ya mayor es difícil olvidar, las necesidades, las penas y el terrorismo de estado con los militares y carabineros, cuando tiraban lagrimogenas en los pasajes y andaban asustando a la gente y no podíamos salir y teníamos que guardar silencio en nuestras propias casas. Lo mejor de todo es que todo eso ya esta superado y solo queda seguir avanzando a pesar de las adversidades que por nacer pobre pone la vida. Edu.

Unknown dijo...

Hola, me gustaría saber como conseguir el libro y poder recordar los momentos vividos de aquellos años, saludos
JOEL