miércoles, 30 de junio de 2021

CRÍTICA| Serie de Isabel Allende: Solo más chimuchina

 



Isabel, la historia íntima de Isabel Allende (2021) es el melodrama escrito por Jonathan Cuchacovich y dirigido por Rodrigo Basáez, quienes abordan la vida familiar de la escritora. La serie incluye diversas etapas en su vida, desde la participación en la revista Paula (la historia arranca en 1968), la combinación de la profesión y la maternidad, los años del gobierno de la UP, el exilio en Venezuela, los conflictos de pareja, el éxito con la novela La casa de los espíritus y la muerte de su hija Paula Frías (1991).

El foco se sitúa en Isabel Allende (interpretada por Daniela Ramírez) que lidia con la crianza, el matrimonio y lo laboral. Asunto complejo de sobrellevar porque, la estructura patriarcal de la sociedad condena a las mujeres que buscan desarrollarse profesionalmente y donde es habitual que las personas más cercanas ejerzan esta presión. Esta producción tiene la aprobación de la autora y la culpa es uno de sus ejes transversales: observar crecer a los hijos con cierta distancia, repetir el patrón del abandono de los hijos que concuerda con la ausencia del padre, el hecho de que tener un amante suponga ser una mala madre, o la propia negación de la realidad sobre la enfermedad de la hija.

Así, la biopic muestra el cuestionamiento a esta madre casada que ha sido criticada permanente, por su liberalismo y condición de clase. Sin embargo, la producción sostiene discursos de validación de la típica familia burguesa, sostenida en una madre y esposa sacrificada tal como lo impone el catolicismo y su estrato social. Observamos un matrimonio infeliz, unido por los hijos. Ante ello, el abandono del hogar por parte de la madre, repercute en los hijos y se castiga severamente con la indiferencia.

Por otro lado, más que el devenir que significa construir una obra literaria que le dio fama mundial, junto a la gestión de Carmen Balcells, lo que llama la atención es la ausencia del método de elaboración, las referencias literarias y conversaciones propias del acontecer literario. Estamos hablando de 1982, año de publicación del libro La casa de los espíritus. Las editoriales siguen en busca de escritores que desarrollen el realismo mágico y el socialismo latinoamericano. Esta serie hace caso omiso de ello y prácticamente desaparecen las menciones a libros (apenas aparece un título que está relacionado con el padre ausente). Es decir, la escritura se presenta como un hecho de inspiración divina en el que no es necesario estudiar ni leer, porque se escribe a partir de un impulso creativo. Magnífico.

Durante el periodo de Allende en la revista Paula aparecen colegas y personajes complementarios que nutren la historia. En cambio, para su etapa de escritora, el eje radica en la protagonista y la familia, dejando de lado cualquier referencia a la literatura de aquellos años.

Isabel (2021) es una serie convencional porque la propuesta es restringida. Queda la inquietud de si es necesaria otra producción más que hable desde el melodrama familiar tradicional, debilitando la figura de la escritora. Lo cierto, es que se observa la alegría del morbo consumado sobre ella y la familia, en desmedro de la actividad literaria que la lleva a ser una de las autoras más vendidas. De reivindicación literaria nada, solo más chimuchina.

Publicada originalmente en El Desconcierto.

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