lunes, 10 de junio de 2024

Crítica Torpedos (2024) de Yanko González. La pulsión por copiar en clases

 Acaba de presentarse tanto en Valdivia como en Santiago, Torpedos (2024) por la Editorial Kultrún, un conjunto de artefactos poéticos que sería difícil de perder en la biblioteca particular. Este volumen (17x24 cms y tapa dura) tiene 928 páginas en los que hay objetos escolares perforaciones a la medida o troqueladas, que construyen el simulacro de ser ocupadas en pruebas estandarizadas y paralelamente, cuestiona lo irónico de memorizar contenidos en su obligatoriedad durante la etapa colegial. La presencia de la huincha de medir, unos anteojos, una goma, un lápiz, una regla, un anillo que esconde otro anillo en su interior, entre otros, contienen un poema que viene a refrendar lo dicho.

El lector descubrirá que tras la caja de lápices de colores hay otro libro con dimensiones de 12 x 18 cms., y donde están los poemas textuales. En estas 140 páginas, los poemas satirizan la cultura educativa formal, tanto en su planificación como en su convivencia laboral, porque tomar apuntes de los colegas y de situaciones mundanas es un signo etnográfico de antaño. De manera que, asistimos a la misma cadencia y oralidad que el poeta ha registrado desde sus primeras presentaciones en público. Dichas herramientas están dispuestas para este ejercicio literario que indaga e ironiza sobre la pŕactica de la didáctica profesional, así como en la precariedad de los espacios donde se enuncian estos discursos. 

Portada libro-objeto-arte


Esta obra es ingeniosa y dinámica según cómo se mire. Así es, ya que se puede leer como una zona de resistencia que problematiza la reproductibilidad técnica según Walter Benjamin, puesto que el tiraje no supera las 350 copias y los libros del autor tienden a ser escasos. Otro factor importante es que tuvieron que trabajar cuatro imprentas (en palabras del autor en el sur) y dada su complejidad, algunas piezas se tuvieron que pedir a china. Por otro lado, el torpedo se entiende y se desarrolla como un tipo de subversión material, que contiene un orden lógico en miniatura sobre la asignatura no memorizada, y que será utilizado en una sola ocasión y destruido prontamente. Dicho esto, emerge la cultura de lo desechable o si se quiere, lo líquido según Bauman.

Yanko González (Buin, 1971), poeta e investigador de la Universidad Austral, ha publicado los poemas: Metales Pesados (1998); Elábuga (2011); y Alto Volta (2007). Las investigaciones sobre La construcción histórica de la juventud en América Latina: bohemios, rockanroleros & revolucionarios (2013); Los más ordenaditos. Fascismo y juventud en la dictadura de Pinochet (2021); las entrevistas imprescindibles a escritores del Sur Héroes civiles & santos laicos: palabra y periferia: trece entrevistas a escritores del sur de Chile (1era ed. 1999 y 2° reed. 2024); y El agua verde del idiota: La errata: cultura e historia (2023) junto con Pedro Araya Riquelme. Finalmente, las antologías Poesía universitaria en Valdivia (2000) con Iván Carrasco; Carne fresca: poesía chilena reciente (2002) y ZurDos: última poesía latino americana (2004) ambos con P. Araya; y su propia antología en vida, Objetivo General (2019).

Torpedos entra al universo de la neovanguardia, en los que hay registros a partir del Objeto-Arte La Rueda (1913) de Duchamp. Formato que ha sido trasladado a la literatura durante el siglo XX mediante la poesía visual y concreta. Por ello, lo podemos relacionar con los trabajos del Colectivo Acciones de Arte (CADA); El Quebrantahuesos (1952) de Nicanor Parra, Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky; La Nueva Novela (1era.  ed. 1977, 2da 1985) y La Poesía chilena (1978) de Juan Luis Martínez; Poemas encontrados y otros pretextos (1991) de Jorge Torres; Joni Joy (2001) de Maha Vial; El pago de Chile (2006) de Nicanor Parra, y un largo etc.

Torpedos (2024) es una obra gruesa, que en su producción duró catorce años, y en la que no pretende romper con la tradición literaria aunque la pregunta sobre qué es el arte está instalada. Lo que hace Yanko González, es reconocer una operación estilística de fondo y forma donde la utilidad y diversidad de los torpedos reales permite una serie de innovaciones que cambian completamente el sentido de su aparición. La neovanguardia tiene tantas décadas en Chile, pero no las suficientes todavía. Este es un proyecto poético con un lenguaje visualmente distinto y que difícilmente alcanzará a las estanterías de saldos.

Torpedos

Yanko González Cangas

Ediciones Kultrún, 2024

928 páginas.-

domingo, 9 de junio de 2024

Estudios preliminares sobre Valdivia*

 

Cuando hablamos de Valdivia, se le reconoce como un lugar armónico para vivir; un modelo sustentable en base a la relación con la naturaleza. Siendo esta una fachada, porque las formas de socializar pertenecen a una rutina de pueblo, muy distintas a las que el progreso desea instalar. Digamos que se mantienen ritos y ceremonias normativas de la administración, pero en las poblaciones se repite la forma de vida tal como en otras localidades del sur profundo. Y, hablamos de zonas llenas de árboles donde va quedando alta presencia de la naturaleza y una incipiente gentrificación en torno a determinadas ciudades.

Estas observaciones preliminares nace de la observación de discursos o clichés popularmente aceptados como “la llave del mar del sur” o “la perla del sur” y enunciaciones hegemónicas que sitúan a Valdivia como una de las mejores ciudades para vivir, según la Encuesta Barómetro de los años 2019, 2020, 2021. Sin embargo, pese a los cambios que está experimentando desde la firma de la nueva región en 2007, la percepción social no corresponde a la abundancia laboral según el estudio sobre la calidad de vida urbana (ICVU, 2022) que publicó la Pontificia Universidad Católica y que señala que la comuna evidencia la falta de trabajo y de oportunidades para hacer negocios. En términos de infraestructura, uno de los más relevantes era la ausencia de edificios con mayor altura que la Catedral hasta que llegó el casino (2009).

La literatura y los documentos que hacen referencia a la colonización alemana considerada como gran impulsora del desarrollo en el profundo sur y que está emplazada, en tanto discurso hegemónico en la educación chilena, arraigada en los museos y protegida patrimonialmente en el profundo sur. Así, sin contrapesos el análisis partió por registros de ficción contemporáneos que hiciera referencia a la ciudad lacustre y a su historia, con una visión crítica frente al embellecimiento que genera en quienes que asisten a dicha localidad en su calidad de turistas.

Es interesante las determinaciones del proceso colonizador de mediados del siglo XIX en las regiones de Los Lagos y Los Ríos. Los documentos históricos sitúan esta política estatal como una de las más exitosas que se llevaron a cabo y algunos, incluso podrían indicar de una gesta heroica, debido a que las condiciones climáticas de la zona son intempestivas pero favorables para la ganadería y el cultivo.

El padre Gabriel Guarda realiza una lectura a considerar: “la colonización no fue una moderna migración de desheredados de la fortuna provenientes de un país superpoblado, sino una selección de hombres de trabajo que no obstante su exiguo número, transformó en breves años la fisonomía de todo el sur” (68). Digamos más bien, que Carlos Anwandter era farmacéutico, empresario, diputado y alcalde liberal en Calau y como no encontraban espacios para sus ideas tras su participación en la revolución de 1848, vio con buenos ojos emigrar de los reinos de Prusia.



La confianza del mismo Anwandter en los diarios confirma que la administración chilena tuvo tolerancia con ellos y esperaba que el mismo Manuel Montt, quien fuera uno de los articuladores de este proceso, continúe apoyando cuando haya alcanzado la presidencia: “las autoridades del gobierno se ocuparon de nosotros con gran deferencia. En primer lugar, nos concedieron bajo condiciones favorables (...) garantizando veinte años exentos de impuestos y ayuda a los pobres con anticipos de dinero o de útiles de trabajo” (123). Así, los beneficios de poblar un lugar que destacaba por su escasa intervención humana y profusos bosques nativos permitía el progreso en toda la región.

Aquellas cartas que fueron publicadas en Alemania buscaban incentivar y difundir el proceso experimentado. Entonces, confecciona un catastro donde recomiendan lugares, tiendas y personas en los puertos para evitar los robos y aumento de precios parciales para las siguientes oleadas migratorias, no obstante, también describe las costumbres de vida de los chilenos e indígenas que encontró a su llegada.

Continuando con las afirmaciones de Gabriel Guarda, donde realiza un estudio lineal sobre el devenir de la ciudad desde antes de la fundación, la quema de la ciudad, el posterior abandono y recuperación de la misma. Asimismo, la entrada de Cochrane y la independencia de los territorios, lo que significó la pérdida de réditos económicos, ya que era la corona española quien sustentaba a las provincias. Desde conceptos materiales y de infraestructura, desde 1820 hasta la llegada de los colonos europeos, Valdivia no despegaba y estaba en franca decadencia: “Con la fusión de las dos razas se transmite a la custodia de las nuevas generaciones chileno germanas el cuidado de aquella vieja y rica herencia” (66). La celebración del historiador comprueba el desarrollo económico que prontamente adquirieron los valles y que se mantienen hasta hoy, tales como los bomberos, los colegios alemanes, los clubes de la unión, desarrollaron la arquitectura, la gastronomía, industrializaron los embutidos, las curtiembres, las textileras, las cervecerías y un largo etc.



En el campo cultural, Valdivia ha sido en gran medida fuente de inspiración para creaciones artísticas. En el caso de la música popular, de las canciones que hacen referencia a la ciudad y son parte del repertorio nacional del siglo XX, podemos señalar la tonada de Camino de Luna (1958) de Luis Aguirre Pinto fue escrita por encargo del diario El Correo de Valdivia y fue grabada por Ester Soré y el Cuarteto Llaima (1957) según fuentes de la página “Música Popular”, Valdivia en la niebla (1965) Patricio Manns, Lluvias del sur (1983) de Schwenke y Nilo, Valdivia (1987) de Tito Fernández, Regionalización (1988) de Sexual Democracia, Volveré a Valdivia (1998) de Eduardo Gatti.

Mientras que en literatura encontramos publicaciones que referencian Valdivia de manera y/o lateral: el libro de poemas Valdivia (2006) de Galo Ghigliotto (1977), la novela Campo de Tiro (2012) y la plaquette de Hualve (2021) de Leonardo Videla (1978), la novela Isla Queja (2022) de Daniela Senn (1986), ensayo-crónicas La magia del sur (2023) de Guido Arroyo (1986), las memorias literarias Rewind (2023) de Clemente Riedemann (1953), los poemas institucionales en Historia de Valdivia en octavas reales del Puerta Iraola (2023) de Roberto Matamala (1950), entre otros.

La cuestión indaga en la existencia de ejercicios literarios del siglo XXI que desmitifican y desconfían de la versión oficial sobre Valdivia, tensionando el escenario idealizado por parte de documentos historiográficos y aparentemente neutrales de la historia oficial. Así, como el diario de viaje de Carl Anwandter: Desde Hamburgo a Corral. Diario de Viaje a Bordo del Velero Hermann (1° edición 2001; 2° edición, 2021) y también, en el estudio del monje benedictino e historiador Gabriel Guarda Geywitz en Un Río y una Ciudad de Plata. Itinerario Histórico de Valdivia (1° edición 1965; 2da edición, 2023), ambos publicados por la editorial Universidad Austral de Chile recientemente.

 

*El presente artículo es parte de un estudio mayor sobre la reescritura histórica en novelas recientes que referencian la ciudad de Valdivia, y por lo mismo está sujeto a modificaciones. Además, el presente fue leído en las Jornadas Literarias de la Universidad de Los Lagos, en mayo del 2024.

jueves, 6 de junio de 2024

Historia de Valdivia del pueta Iraola. Poeta institucionalizado, un evento canónico.



Convertirse en Poeta con mayúscula no es para muchos; algunos lo desdeñan, otros lo buscan con ahínco y lo profesionalizan de tal modo, que, a su muerte, los hijos se pelean la herencia por televisión. En cualquier caso, lo institucional pareciese ser una forma de oxidarse porque contiene una estética conciliadora, encantadora y hegemónica de la Historia oficial.

Historia de Valdivia de octavas reales del pueta Iraola (2023) de Roberto Matamala Elorz (1950), realiza un loable esfuerzo de recuperar la composición lírica renacentista de octavas reales. Este largo poema utiliza estrofas de ocho versos endecasílabos y hoy en día, contados poetas trabajan líricas consideradas de arte mayor. Además, lo poco que sabemos del “pueta” Iraola es que procede del mundo campesino en Valdivia y con este libro apela la tradición oral de la poesía.

Después de una caminata por la costanera, encontré con una versión facsimilar, estaba dividida en cinco partes: desde la fundación hasta el gran terremoto. Con el tiempo, pude conseguir el volumen completo que, aparte de la introducción, está repartido en dos grandes partes: la Colonia y la República. Por razones de interés mayor, elegí el más completo y desde allí, comentaré la obra. 

En el capítulo llamado Valdivia Colonial, será importante el paisaje, pero será la llegada de los españoles a la ribera del Valdivia, la que permitirá valorar la figura letrada europea y la cultura literaria de estas octavas reales. Este “Descubrimiento” vendrá aflorar el posicionamiento de la voz del hablante y que caminará tranquilamente a través de los apartados sobre la Fundación y Destrucción de Valdivia, la llegada de los holandeses, describirá la nueva sociedad colonial hasta las fortificaciones españolas.

 En el asunto de mantener el discurso legitimado históricamente, utilizaré la parte IV, “Fundación de Valdivia”. El hablante afirma que los mapuche son laboriosos campesinos y pacíficos, poco se relaciona con el küme mogen sobre “el buen vivir” o los distintos vínculos de la cosmogonía indígena: “Del bosque, que misterio tanto encierra,/ remedios ancestrales obtuvieron./De las ancianas sabias, las canciones/ oyeron al calor de los fogones”. Los distintos vínculos de la cosmogonía indígena radican en una abismante riqueza y en la cita leemos sutiles rasgos culturales sin profundizar en ello.


De lo anterior, este ejemplar pretende dar cuenta sobre el trabajo con tres culturas que transitan en esta ciudad de los ríos: lo indígena, la alemana y la chilena. No obstante, no tiene simetría ni armonía por más simpatías que pudiese tener para cada grupo, aquello solamente está supeditado a lo que dicta la narrativa oficial.

 

Uno de los puntos gratificantes de los poemas, es la enunciación de la ecopoesía y sus preocupaciones pertinentes, porque desde “Geografía Física” se dimensiona la extensión del brazo del río que alimenta a Valdivia, originándose del Lácar cordillerano hasta la desembocadura. Es pues, con la ausencia del ser humano radica la belleza y la voz poética lo confirma: “No sólo los incendios le hacen guerra,/ sino también, supina, la ignorancia/con su ingenio más cruel: la motosierra./Sus crímenes comenten en flagrancia/cuando a un pudú, un monito, lo destierran/talándole los bosques de su estancia”. El hablante expone sus preocupaciones por la depredación del bosque, sea incendio o tala indiscriminada.

 

La voz en el segundo capítulo: “Valdivia republicana”, tiene como base el romanticismo alemán, situado en el Sehnsucht o anhelo/deseo de las glorias pasadas y que conforman, hasta el día de hoy, la cultura local. Así, inicia un viaje reflexionando críticamente sobre el estado actual de la ciudad: “Es así como el nefando centralismo/por siglos nos empuja al abismo”. Es decir, corresponder a la administración en Santiago, ha derivado que la posición estratégica de Valdivia cambie a un lugar de escasez y de economías mínimas. Representado a su vez, en el legado patrimonial que se va erosionando ya sea por mano humana o por tempestades naturales: “En los fuertes relucen los orines/en la lluvia se deshace la cancagua”. Por lo mismo, tras la inmigración alemana existe un afán idealizador donde aquello sobresale por su elegancia y éxitos industriales, ya que el hablante rememora este periodo de oro donde se exportaban materias primas a Europa y la ciudad tenía una posición política relevante.

Una de las formas de comprobar el nivel de impresionar por lo mencionado es la presencia del singular canto “Erika”: “El bello coliseo repletamos/ y alentamos ¡Valdivia! con el son/ de la bandita y Erika cantamos,/ muchas veces de Chile el campeón”. Asociado fundamentalmente al periodo de la Alemania nacionalsocialista del siglo anterior y que no debemos olvidar su contenido y significado, aún sea en espacios deportivos y de celebración.

Por otro lado, la voz poética transita por temas históricos que atañen a la ciudad: el gran incendio, el terremoto de 1960, el heroísmo del Riñihuazo, la Nueva Región, el sincretismo de la gastronomía local, entre otros. Así, este largo camino cierra con un extenso poema sobre la región de Los Ríos.

Si al inicio de la obra el hablante señalaba las tres almas: lo indígena, lo español y lo germánico, estas nunca están en diálogo y probablemente no se pretende mantener en equilibrio, porque en este capítulo las dos primeras almas desaparecen y se enaltece la tercera y lo chileno.

Tras el largo viaje de la voz poética, la presencia indígena será apenas paisaje.

La ausencia de reescritura histórica y de visión crítica en Historia de Valdivia de octavas reales del pueta Iraola, me permite identificar un discurso más halagüeño que desmitificador, porque utiliza el discurso histórico promovido para transformarlo en literatura. Y es precisamente esto, lo que hace un poeta institucionalizado. Lo que vendría a explicar su difusión gráfica en el reverso del diario local durante la semana aniversario de la comuna.

Historia de Valdivia en octavas reales del pueta Iraola.

Roberto Matamala Elorz.

Editorial Kultrún

Valdivia

2023

96 páginas.-