viernes, 11 de diciembre de 2020

Crítica Literaria: Senda Llacunes (2020) de Estefanía Bernedo.

 


Senda Llacunes (2020) es la primera publicación de Estefanía Bernedo Plazolles (Arequipa, 1987), reanuda cinco relatos sobre zonas prácticamente desoladas y lo que no tiene de abandono, son las altas densidades culturales que radican en estos acontecimientos. Una narrativa que comprende sutilezas en distintos planos, un ápice de candidez y que enaltece el mundo indígena en su justa capacidad, asimilados al mundo urbano-occidental, pero apartados del capitalismo salvaje del empresariado.

La obra inicia con el cuento sobre ocho mujeres popularmente llamadas “las morenas de Saxamar”, quienes recorren el altiplano para alcanzar la copa del fútbol amateur junto a otras localidades ubicadas en Visviri, Socoroma, Pachama, Belén, Parinacota, General Lagos, Colpita, Putre. Se afirma que las jugadoras, el aguatero, la directora técnica y el chamán detenían el trayecto para hacer: “pawas [ritual aymara], detenidas en algún lugar secreto de la pampa (…) Agradecían también, como era costumbre, a la Pachamama, saludando con respeto a sus criaturas” (10-11). La autora firma su estrategia narrativa para dar cuenta de la relación de las protagonistas con los dioses de la naturaleza, dimensión cultura y en el lenguaje proveniente de pueblos situados en territorios alcarrias y punas de Arequipa. Lo que otorga al lector/a un relato verosímil que necesita asumir debido a la escasa producción de saberes y ritos indígenas visibilizados.

De lo anterior, se reafirma con “la senda inacabada”, en la que Juan Chacama un viejo áspero que carece de habilidades tanto sociales como sobre el pastoreo y cultivo en áreas parcialmente inhóspitas, y que transita, con las propias carencias materiales, rusticidades, delirios y hierbas, desde la lejana localidad Belén hasta Arica.

En “Sobre la forma de la trascendencia” emerge una figura desconsolada de Humberto Chura, quien espera un encargo de la ciudad, la herencia de cuatro llamas de su hermano que nunca regresó del hospital de Arica, y una ruca distante en el frío. Conocido en el pueblo, el personaje alucina con el regreso de los fantasmas de su hermano.

El penúltimo relato, es cuenta la historia de Victoria Calle conocida artísticamente como “Luly”, una joven de Valle Hermoso que inicia sus primeros pasos en el mundo artístico del altiplano y que comparte escenario con el Cabo Segundo, Alberto Ibacache que acompaña con la guitarra. El traslado del funcionario permitirá que gradualmente, ella adquiera el empoderamiento necesario para comenzar una carrera de solista.

Cerramos con “Maipú #318”, un relato basado en la oralitura –basado en la oralidad de los mayores–, de una voz masculina que cruza tres generaciones, mismas familias que pudieron ver a un joven recibir un diploma. Una crónica melancólica (como la música de Lucha Reyes) que fluye sobre el cine ubicado en la calle Maipú #318, un cinema popular al que nunca entró pero que sí permitió vincularse con el interés romántico de Teresa.

Senda Llacunes es una gran obra recomendable, que realza los parajes áridos de la pampa de una frontera tripartita donde se difuminan Chile, Perú y Bolivia. Allí, hay mujeres en proceso de emancipación o soberanas. Personajes nostálgicos, llenos de cultura popular rural y un importante vínculo con los animales, la naturaleza y el territorio que es necesario dimensionar desde la capital.   

Senda Llacunes. Estefanía Bernedo Plazolles. Editorial Aparte, 2020, 80 páginas.

           

No hay comentarios.: