sábado, 6 de marzo de 2021

Crítica literaria: Piñen (2019)

 


En las últimas décadas, la producción narrativa escrita mapuche ha ido creciendo ostensiblemente, pero con las mismas dificultades de promoción y distribución que tienen las editoriales pequeñas y medianas. Aún así, la poesía destaca y es premiada, mientras las policía estatal asesina mapuche. Esto no resta, a la sorprendente explosión de lectores/as y reseñistas interesados en Piñen (2019) de Daniela Catrileo (Santiago, 1987).

Aunque son tres cuentos: ¿han visto cómo brota la maleza de la tierra seca?, Pornomiseria, warriache es un relato amplio que es desarrollado con un tono de aflicción y descontento. De hecho, la protagonista Carolina Manque construye identidad en un ambiente de departamentos blocks, transitando entre rígidas estructuras en la que hay un vaciado cultural y de violencia marginal. En este sentido, refiere a múltiples temáticas como género, identidades, periferia, marginalidad, desigualdad, clases sociales, el racismo incorporado, la precarización, migraciones, drogadicción, patria, aborto, solidaridad, entre otras.

En esta narrativa se entrelazan compañeros de clase y vecinas que luego tienen distintos destinos, como el pez gordo de la coca, Jesús; Jeshu, un mechero, vecino y huérfano al cuidado de la Gonza; la vecina abusada sexualmente por su padre, Valeska; y la amiga, Yajaira. Lo que permite recordar las infancias instaladas en San Bernardo y territorios sagrados que alguna vez pertenecieron a los incas.

La colonización y la supresión de los vestigios indígenas, transita desde predios tomados hasta vivienda social, llena de polvareda y de escombros, controlada por los narcos. De modo que, ciertas existencias están sometidas a la suerte de la olla: “Era común morir de esa manera absurda por alguna carga de acero y plomo que accidentalmente te daba en la cabeza un día cualquiera” (13). De lo anterior, presenta una mirada apocalíptica en dichos espacios.

Una de las temáticas de primer orden, es el sentir ajeno en territorios de chilenidad, catolicismo y racismo. Aunque, la familia reniega de la condición de mapuche y solamente habla mapuzungun en espacios íntimos o festivos, lo mapuche está demarcado y se hace notar. Así, la narradora lo hace describe: “Santiago para nuestras familias significó un pedazo de suelo donde crear algo parecido a un hogar. Intentaron construir una vida y tacharon otra” (47), en tanto búsqueda de mejor suerte sin hallarla más que la dificultad de sobrevivir en los barriales.

Este proceso de enseñanza normativa y doctrina religiosa coincide con el compañero de clase, Jesús, quien no se amolda a la organización del colegio católico: “Mientras todos los cabros del barrio nos miraban como si fuéramos un grupo de cobardes intentando ser lo que no éramos; y de alguna forma era verdad. Era como mentirle a la raza. Sabíamos más de la Santísima Trinidad que de Ngünechen” (21-22).

Con una prosa sobresaliente, Piñen es una obra que extiende los paisajes de la metrópoli y  la bonanza de la transición. Ahí donde están los y las sujetos excluidos. En definitiva, es la recomposición de orígenes mapuche obligados a olvidar dicha pertenencia y por lo mismo, el continuo exilio.

Piñen. Daniela Catrileo. Libros del Pez Espiral, 2019, 70 páginas.

No hay comentarios.: