La pajarera (2021) es el tercer libro
de Eduardo Plaza (Coquimbo, 1982). Previamente, apareció con los cuentos en
Hienas (2016), donde expresa infortunio y resignación en ciudades como La
Serena, Guanaqueros, Tongoy o Coquimbo. Después, con la novela psicológica
Retamo (2020), sobre un escritor alcohólico que ahonda en la angustia de las
desgracias personales.
Ahora con este volumen de seis crónicas, transita
entre la rabia, la nostalgia y resignación respecto a crecer en la ciudad de
Coquimbo. Plaza nos muestra la procedencia y forma de vivir de la familia:
hacinados y marginados donde la madre es fundamental para sostener a seis
hijos/as. Sin duda, la resolución de la identidad familiar es una marca que
atraviesa esta escritura. Allá en las pajareras, apelativo a viviendas sociales
ubicadas tan lejos de la ciudad de aquellos años que ni siquiera el microbús
llegaba. Luego, relata el autor, la expansión urbana dejó bastante adentro a la
casona que pasó a habitar en la década del noventa.
Uno de los rasgos importantes de los relatos es cierto
grado crítico, pero benevolente, dirigido no solamente a los que detentaron la
influencia de los cargos, sino también a la población coquimbana. “Lo cierto es
que Coquimbo cambió durante esos años, así como todo Chile lo hizo. Y no solo
en términos de infraestructura: había una cierta mezcla entre altivez y
desclase, como si quisiera esconder su pronunciación proleta”. Este tipo de
perspectiva son reiteradas y significan un desencanto y hastío por la ciudad.
En la sección “cumbia de cahuín”, aparece el
guitarrista Eduardo Lalo Macuada narrando las vicisitudes de los Viking 5, y da
contexto al tipo de sonido de la cumbia de Coquimbo. Sin duda, está relacionado
la cultura cumbiera del país. Sin embargo, queda al debe porque solamente
posiciona la voz institucionalizada, en tanto testimonio, con pocos recursos,
sin contrastes y sin construir un perfil del grupo.
Así, en la mayoría de los relatos se confunde el
presente con los recuerdos tejidos con hechos históricos, recortes de diarios,
cultura popular como es la búsqueda difusa de los orígenes de la fiesta de la
Pampilla, la fantasmagoría de predicadores, o el exalcalde Pedro Velásquez,
pionero en construir la Cruz del Tercer Milenio, la Mezquita Mohammed VI y
declarado culpable de fraude el fisco. Muchos otros alcaldes del país
utilizarían las mismas estrategias para echar a perder empobrecidas localidades.
El tema indígena es un caso sin resolver aún en Chile.
Así, Plaza ahonda en el concepto chango como expresión peyorativa de los
serenenses a los coquimbanos. Desde su experiencia transita por Tierras
Blancas, Tongoy y Guanaqueros, hablando sobre historias de piratas, tesoros y
saqueos de holandeses y españoles en las respectivas costas. Asimismo, indaga
en la historiografía del pueblo chango y el vínculo del arqueólogo Ricardo
Latcham con el lugareño y descubridor Manuel Castro.
La pajarera problematiza un Coquimbo pedestre, un
espacio geográfico-histórico donde se mezcla el presente fresco y un pasado
lejano. De modo que se habla de piratas, de indígenas, del fastidio de la
política de la Concertación, pero no de los detenidos desaparecidos que
atraviesan a cada una de las ciudades del país, por ejemplo. No cabe duda que
la importancia de las infancias y las complejas relaciones interpersonales en
regiones son relevantes en la cartografía literaria chilena.
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