domingo, 29 de noviembre de 2020

Crítica literaria: Cuentos macabros (2019)

 

Que las editoriales adquieran escritores incautos y hagan pasar los cuentos por la nueva literatura secreta no es novedad. No obstante, que el prólogo tenga un nivel elemental, es un alto desprecio a los lectores, porque hay un escaso valor a la obra de un incipiente autor. Así, en el preámbulo afirma que: “lo macabro (…) pasa desapercibido por gran parte de la sociedad lectora”, desconociendo que este subgénero es un tópico retocado hasta alcanzar la parodia de sí misma.

Dicha política en nada aporta a los trece Cuentos macabros y otros horrores (Austrobórea, 2019) de Efraín Miranda (La Unión, 1985). En 110 páginas el autor despliega una narración influenciada por la literatura gótica, el romanticismo alemán y leyendas del sur de Chile. Lo que en la solapa señala como “nuevo gótico” no tiene premisa creíble. Sumado a esto, hay una escasa colaboración desde la edición donde encontramos inconmensurables erratas por cada apartado.

Poco riesgo tiene el autor. Lo monotemático y reiterativo de esta propuesta narrativa comienza con el narrador protagonista de perezosa reflexión incapaz de ver más allá de su nariz: “Estoy mal herido; lo sé porque he perdido mucha sangre estoy seguro que moriré pronto” (11), “sé que todos imaginamos que el futuro sería algo espléndido, maravilloso, absorto de realidades fantásticas” (47) o “existe algo en la amplia sapiencia del hombre y los estudios de cientos de ciencias que aún no son capaces de resolver” (69). Realmente destila ramplonería.

Muchas veces, este grandilocuente relato se queda impávido al participar en un evento fantástico, ya sea utilizando la variante del chupacabra, el gato o el perro negro –da lo mismo–, el imbunche o alguna figura similar. Algunos de estas historias, tienen mucha similitud con el volumen de mitos y leyendas de Floridor Pérez como “el perro negro” y “los hijos del Calle-Calle”. Asimismo, la corta extensión de los cuentos impide la caracterización de los espacios y son una constante, los párrafos desorganizados o saturados de información. Por si esto fuera poco, la formulación de los personajes destaca por lo avaro en la que no hay un personaje relevante. Probablemente en “sonrisa del muerto” donde el villano es un enmascarado, aunque la verdad, es un enlace al profesor Pyg en los comic de Batman. Más encima, el recurso de la fantasía sino es bien lograda, esta no debe ser la explicación para el final de cada cuento, porque no sirve como desenlace apresurado que explique las circunstancias, sino mejor llamamos a esta obra, leyendas.

Probablemente, lo mejor que tiene Cuentos macabros y otros horrores es que no es un libro que le quede algo en la memoria al lector para olvidarlo rápidamente. No hay demostración de la formulación literaria y tampoco hay cuidado en la consideración de lo que se desea escribir, siendo que la comuna de La Unión, promueve de sobremanera las historias macabras.

Cuentos macabros y otros horrores. Efraín Miranda Cárdenas. Austrobórea, 2019, 110 páginas.

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