“Sí, ahora que el racismo se pone
de frente
Una aclaración que confunda tu
mente
No es el peruano el que te quita el
trabajo
No es el argentino que viene de
abajo”
Tema “El otro extranjero” de Los
Prisioneros.
En
las primeras novelas Ramos Bañados (Antofagasta, 1973) desplegó una narrativa
furibunda, abarrotada y de observación sobre cómo se desenvuelven las personas
en ciudades como Calama, Antofagasta e Iquique. Dicha característica se atenuó
cuando publicó Ciudad berraca (2018), donde la escritura punk se transformó en
una forma de escritura reposada y secuencialmente estructurada. Nos presentó el
libro peinado, bien portado y formalmente vestido. Tras esto, aparecieron crónicas
relevantes del norte profundo como Tropitambo (2018) abarcando diversas
comunidades e historias del norte que traen al lector culturas e identidades
que se desconocen en la comunidad chilena. Así, en la narrativa de Ramos
Bañados, las ciudades han sido continuamente centros de migración, sujetos de
tránsitos y no es extraño regresar con este nuevo libro.
Trocha
(2021) nuevamente comprueba este imaginario del migrante periférico, marginado
y precarizado en el contexto del post-estallido chileno y lidiando en la
pandemia, convirtiendo este volumen en un relato híbrido de narrativa
autoficción, crónica, entrevistas, ensayo, cartas y libreta de apuntes sobre
las expresiones fascistas de los chilenos.
Este
breve libro de noventa páginas contiene veintitrés capítulos, donde encontramos
al protagonista haciendo de profesor en un reemplazo en un colegio particular
subvencionado que recibe estudiantes del campamento: “Mis alumnos eran
colombianos, peruanos, bolivianos, argentinos, ecuatorianos, venezolanos y
chilenos, en ese orden y por cantidad”. Dicha jefatura recoge apreciaciones
sobre el futuro de los jóvenes y el ejercicio de la docencia. Hay recuerdos del
joven universitario estudiando periodismo que intenta dialogar con cholas en la
frontera de Visviri y Colchane en la década del noventa. Además, da cuenta de
personas que sobreviven a la pandemia comprando carros de alcohol mientras la
convivencia sentimental y el machismo transita hacia el declive. La
construcción de perfiles de venezolanos con parejas embarazadas que cruzan la
frontera de campos minados con la fe ciega en Chile porque: “Queremos que
nuestros hijos crezcan en este país que es el mejor al que se puede optar”. El
cronista que frente al encierro pandémico, necesita recorrer el casco histórico
de Antofagasta o Iquique, y compartir un momento en los bares hasta el infame
desalojo de la plaza Brasil en Iquique.
La
xenofobia y nacionalismo ha sido un tema histórico mediante la presencia de la
Liga Patriótica, que vendría siendo el Ku Klux Klan chileno que marcaba
locales, impedía el desembarco de latinoamericanos y los correteaban
geográficamente a principios del siglo XX.
No
es que nos separe la raza, sino la clase social: “Antes de la llegada de los
colombianos, Antofagasta se jactaba de ser una ciudad de inmigrantes. Había
calles y edificios en honor a los inmigrantes”. La diferenciación de este tipo
de migrante es principalmente el acceso a recursos tangibles de subsistencia, y
tras la solución de la carestía comienza la influencia en el conjunto de la
urbe. Como la europea llegó con poder adquisitivo la influencia es mayor que la
latinoamericana. Los mismos cuando salimos del país reconocemos que tenemos un
idioma en común, y, sin embargo, también han formado parte de nuestras alegrías
y derrotas como nación.
El
narrador reportea en terreno los venezolanos que salen del país y cruzan cuatro
fronteras para llegar a Iquique, Calama, Antofagasta, Santiago, Talca en busca
de comida y surgir. De igual forma, los entrevista, recoge los testimonios y
expone. También sigue las rutinas de campamentos improvisados que se instalan
al lado del río Loa o en otros sectores, como la plaza de Brasil en Iquique que
fue desalojada y quemada por un grupo de chilenos descontento por tener tan
cerca la pobreza. Este acto de odio migratorio comprueba que el fascismo está
más cerca de lo que uno cree.
La
escritura de Ramos Bañados tiende a estar hastiada por el tedio del encierro
pandémico, pero motivada por recoger las palabras de los venezolanos y
colombianos. Con una mirada crítica de quienes producen y promueven la
discriminación, en Trocha privilegia la mirada hacia personas y familias
con niños, que no tienen más que la propia humanidad ante la necesidad de
obtener dinero legal mediante trabajos estacionarios para indocumentados, sin contratos
ni protección. Finalmente, este libro es uno de los pocos que retratan
manifestaciones chilenas de discriminación en la literatura local.
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