Pedro Guillermo Jara, el ingenio constante.
El sendero de la
mariposa
(antología personal)
Pedro
Guillermo Jara. Ediciones Kultrún, 2018, 287 páginas.
El aceleramiento de las ciudades mediante la
revolución industrial conllevó también a que las personas tengan la capacidad
de leer más rápida. El propio acto de escritura absorbió este imaginario y a
partir del siglo XX, los microcuentos en sus múltiples definiciones, se han
fortalecido con nombres gravitantes como Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis
Borges, Julio Cortázar, Augusto Monterroso, Vicente Huidobro, Pía Barrios,
Virginia Vidal, Lilian Elphick, o Astrid Fugellie, en la literatura del
continente.
Este formato de literatura se reconoce por su
brevedad, la utilización de palabras que tienen doble connotación, la autonomía
literaria de reinterpretarse, la preocupación por el lenguaje, los finales
abruptos o abiertos, la capacidad de dialogar con otros textos y tener a la
cultura popular reciente. Asimismo, de manera estructuralista y formal se le
considera hermano del haikú japonés, de la poesía concreta, familiar de los
grafitis callejeros, de los epigramas de Ernesto Cardenal y de los artefactos
de Parra. Queda claro entonces, que este tipo de literatura no es un resumen
del rincón del vago.
El
Sendero de la Mariposa
(ed. Kultrún, 2018) repasa la carrera literaria del autor en 287 páginas, quien
ha desempeñado una incesante labor entorno a la narrativa breve mediante
nanonovelas, cuentos breves, y crónicas. Desde 1979, cuando aparece la
publicación de Historias de Alicia la
uruguaya que llegó un día, después Gregorio
(1983) y Dos narraciones breves: los
signos y ángel de la guarda (1984). Estas obras se destacan por la
precariedad de los materiales, ya que según la antología fueron serializados
mediante mimeógrafos y compuestos en la máquina de escribir. En este sentido,
es ineludible mencionar que, durante los años de plomo, existía un mandato
censor sobre las artes y que dicho silencio es quebrantado con el poemario recurso de amparo (1975) y Palabras en desuso (1978) de Jorge
Torres. El poeta y académico Sergio Mansilla afirma que dicho volumen “en
verdad es apenas poco más que un folleto” (1996: 73). Estas ediciones dan
cuenta que la resistencia no era mediante disculpas a la oposición, sino que
había que ir más allá de lo prohibido, era necesario sobrevivir en el
cotidiano. La esperanza radicaba en el apoyo mutuo y el continuo trabajo en los
talleres colectivos, porque había que seguir produciendo literatura
clandestinamente.
Por otro lado, dentro de la bibliografía de un total
de veintiséis, se distinguen seis libros-objetos: El rollo de Chile Chico (2004), Cuentos
tamaño postal (2005), El Korto
Cirkuito (2008), Kasaka (2011), Postales (2015), y Diez telegramas (2017). En su formato original, estos trabajos
buscan ampliar el concepto y el soporte del libro, construyendo otras dinámicas
creativas como los afiches, los rollos, la casaca, las postales, y los volúmenes
del tamaño de bolsillo.
Jara pertenece a la generación post-golpe y bajo el
alero de la intervenida Universidad Austral, estuvo vinculado una serie de
estudiantes venidos de Santiago, Chiloé y pueblos aledaños, los que se
transformarían en escritores/escritoras, artistas plásticos, actrices/actores,
fotógrafas, editores, y músicos. Esto no fue fortuito. Las condiciones de
formación profesional estaban presentes en Valdivia, porque la Universidad de
la Frontera se fundó en 1981, y la Universidad de Los Lagos en 1993. Sin
embargo, existe el antecedente del grupo Trilce en 1964, quienes promovieron la
creación literaria y organizaron la
semana de la poesía en Valdivia (abril, 1972) con el afiche de los
hermanos Larrea y Luis Albornoz. Luego vendría el golpe y silenciaria la vida
pública.
Uno de los trabajos colectivos más relevantes de Jara fue
la creación de la revista Caballo de Proa
(1981-2018), reconocida por el formato tamaño de bolsillo, aparecía
periódicamente artículos sobre el estado del arte, las literaturas y la
sociedad desde Valdivia. Algunos números se pueden encontrar en la web de “memoria
chilena”. La académica Gabriela Espinosa señala que junto al editor de Kultrún,
Ricardo Mendoza, desarrollaron la imprenta taller Siglo XV Artesanía Gráfica
donde organizaron encuentros de teatro y literatura en la que participaron
Jorge Teillier y Gonzalo Rojas (2018: 2).
La
mayor parte de la narrativa de Jara se realizó en provincia. Los personajes transitan
por la ciudad, con una voz que se sacude del cliché que se le ha impuesto a la
ciudad de Valdivia. Así, en Plaza de la
República (1990), el narrador recoge el pulso de la calle, las marchas, los
jóvenes siendo desarticulados por la fuerza, la metáfora de las cadenas y la
presencia de lo fantasmagórico asociado a la neblina, en tanto la memoria. En Disparos sobre Valdivia (1997), ocupa
una cantidad importante de páginas. En aquella sección, en clave detective, desarrolla
el trabajo clandestino que era hacer literatura en la escena cultural del
ochenta. En Diario de vida de un
funcionario público (2011) aparece el protagonista apocado en su pequeño
escritorio. Entregado a la carencia laboral, permanentemente situados en la
rutina y bajo las órdenes del jefe: la urbe, el diario vivir, el tedio de los
empleados y los diálogos coloquiales son recurrentes en este capítulo.
El sendero de la mariposa registra
de la propuesta literaria llevada a cabo por el autor. La extensa trayectoria
sobre la reflexión en el acto de escritura, la forma de contemplar el paisaje, la
reinvención del soporte, la técnica de manera cuidadosa y la estrategia
narrativa basada en el ingenio, otorgan alta importancia dentro de la calidad literatura
chilena.
“Libertas
Capitur, La Libertad se Conquista, o de lo que le aconteció al profesor de la
Universidad Austral unos días después del 11 de septiembre de 1973:
¡LIBERTAS
CAPITUR! – alcanzó a exclamar, y lo esposaron.”
P. G. J. (1951- 2018)
Gonzalo
Schwenke
Profesor
y crítico literario.
Valdivia,
2019.
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