Roberto
Ampuero debe ser de los pocos escritores donde no ha tenido lugar la redención.
Pese a contar con ocho libros en su haber, la forma y el contenido en las
distintas publicaciones no ha desarrollado la solidez y solvencia que
corresponde a la trayectoria literaria. Y aunque la capacidad de reinventarse
por parte del autor no ha faltado, en esta obra toca fondo sin remedio.
Demonio
(Sudamericana, 2021) es la última novela de Roberto Ampuero (Valparaíso, 1953):
En ella, Amaya Bengoa busca al detective Cayetano Brulé para que resuelva el
caso del pintor Edmundo Galaz Expósito, quien fue asesinado a los pies del
Cristo Redentor del cerro Bellavista de Valparaíso. No obstante, en 140
capítulos se atosiga al lector con las más disparatadas y fantasiosas miradas
sobre la revuelta chilena del 18 de octubre del 2019.
Para una persona con estudios de literatura en el
extranjero, que haya construido un personaje como Brulé y promover la tesis de
que Chile, “bello y majestuoso como un tigre”, está bajo ataque de sectores
radicales como delincuentes y narcotraficantes que rompen con todo a su paso,
es digno de reprobar. Además, es paradójico que el protagonista se haya
convertido en una parodia de sí mismo, siendo su progreso común y predecible.
No solamente porque como detective no investiga, tampoco hace las preguntas
correspondientes para indagar en las motivaciones del acontecer nacional, por
lo que la ficción narrativa que promueve es desequilibrada.
El
investigador privado Brulé contempla la situación del estallido social con
menos voluntad que los gobiernos y empresarios resolviendo el tema de la
desigualdad en Chile. Estamos ante un “no es la forma”, expresión utilizada por
aquellos/as que defienden semáforos y el patrimonio oficial, mientras que con
ostentosa alevosía han desconocido, omitido y silenciado los crímenes
ejecutados por aparatos represivos del Estado. Tal como ocurre aquí. Por
ejemplo, cuando asiste al coronel Santos Vargas exfuncionario de Carabineros, y
se explica que la desobediencia civil con las Fuerzas Armadas es consecuencia
del movimiento social. Nada que aseverar sobre los millones robados durante
años en Chile. No importa la investigación del pintor Galaz, el mensaje es
retratar y representar a un sector que gobernó, se burló y nunca sintonizó con
la población. Así, el lugar que detenta este libro en tanto discurso cultural
es putrefacto.
No solamente eso, en la presentación de las consignas,
confunde no sólo al lector, sino también, al propio agente: “Lo demostraban la
proliferación de consignas en los muros suscritas con la A del anarquismo, el
fusil del MIR, y la hoz y el martillo, y las postas de enmascarados que
controlaban el tránsito” (55). El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
no utiliza el símbolo del fusil, sino los colores rojo y negro. Esto no sólo es
una caricaturización, sino una falta de precisión de dichos símbolos.
Si a
ciertas personas les preocupa el fondo y la forma, este volumen es la prueba
fehaciente del porqué es fundamental realizar un análisis crítico-estético a la
obra de arte. Una de las aristas es el carácter técnico de la industria
literaria. Me refiero a que, Demonio ha sido impreso en Uruguay y con una
capacidad de diez mil copias. Es decir, el estallido se ha convertido en un
producto, una mercancía literaria, pero bajo el prisma institucional. El
mensaje no es local, sino exportar la rebelión hacia otros países con un
discurso frágil y carente de elocuencia, porque vincular lo narco y el lumpen
con las movilizaciones populares, es no entender nada.
Roberto Ampuero entrega una de las peores obras literarias
de Chile. Demonio es un relato con carga emocional donde las dominantes sostienen
la tesis de la paranoia delincuencial como eje movilizador porque es notoria la
pérdida de privilegios y reticente a los cambios sociales que necesita el país.
Demonio
Roberto Ampuero
Editorial Sudamericana
Año 2021
424 páginas
Precio de referencia: $16.000.-
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