El volumen inicia con el epígrafe de Patricio Guzmán que señala: “Yo quedé atrapado por el problema chileno a partir del golpe de Estado”. Este legado no significa estar detenido, sino que, es un bien inmaterial que ha redefinido a Chile en todas las facetas existentes del provenir de las generaciones y que tras cincuenta años todavía provoca amargura.
La quinta obra de Marco Fajardo (Dresde, 1976), Mi exilio dorado (LOM, 2021), revisita el periodo dictatorial y la democracia tutelada que formaron parte de la etapa de crecimiento de los hijos de familias que fueron exiliados. Así, desde la memoria novelada, la historia íntima y la examinación del pasado existe la emergencia del relato situado en la extrañeza de vivir y cubrir periodísticamente este país. Y no es para menos, si la voz narrativa afirma que: “Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile…Cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos”.
Estamos frente a la literatura de los hijos que vuelven a vivir la patria consanguínea. Por lo que, el cuestionamiento hacia ellos está presente con mayor sutileza sobre la toma de decisiones, muy distinta al modo en que se dirige a la particular sociedad chilena llena de contradicciones y desmemoria. En la que encontramos alta hipocresía y “una democracia pasada a lacrimógena” como explicita el relato.
Esta obra tiene nueve capítulos y un epílogo en la que observamos párrafos de extensión irregular, una historia fragmentada tanto en el fondo como la forma y haciendo énfasis en la correlación personal junto al contexto histórico. Además, utiliza elementos reconocibles, marcas, gestos y conmemoraciones instauradas por la dictadura chilena que desconciertan a los retornados: las monedas de diez pesos, la avenida de Providencia, la llama de la libertad en Paseos Bulnes y pagar el arancel universitario cuando las mismas autoridades estudiaron gratis. Estas pistas hacen reconocible el proceso cultural pinochetista que significa borrar cualquier aspecto del país antes del golpe de Estado, es decir, modelos de comportamiento y de desarrollo interpersonal que son replicados en los puestos laborales como signo de El volumen inicia con el epígrafe de Patricio Guzmán que señala: “Yo quedé atrapado por el problema chileno a partir del golpe de Estado”. Este legado no significa estar detenido, sino que, es un bien inmaterial que ha redefinido a Chile en todas las facetas existentes del provenir de las generaciones y que tras cincuenta años todavía provoca amargura.
La quinta obra de Marco Fajardo (Dresde, 1976), Mi exilio dorado (LOM, 2021), revisita el periodo dictatorial y la democracia tutelada que formaron parte de la etapa de crecimiento de los hijos de familias que fueron exiliados. Así, desde la memoria novelada, la historia íntima y la examinación del pasado existe la emergencia del relato situado en la extrañeza de vivir y cubrir periodísticamente este país. Y no es para menos, si la voz narrativa afirma que: “Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile…Cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos”.
Estamos frente a la literatura de los hijos que vuelven a vivir la patria consanguínea. Por lo que, el cuestionamiento hacia ellos está presente con mayor sutileza sobre la toma de decisiones, muy distinta al modo en que se dirige a la particular sociedad chilena llena de contradicciones y desmemoria en la que encontramos alta hipocresía y “una democracia pasada a lacrimógena” como explicita el relato.
Esta obra tiene nueve capítulos y un epílogo en la que observamos párrafos de extensión irregular, una historia fragmentada tanto en el fondo como la forma y haciendo énfasis en la correlación personal junto al contexto histórico. Además, utiliza elementos reconocibles, marcas, gestos y conmemoraciones instauradas por la dictadura chilena que desconciertan a los retornados: las monedas de diez pesos, la avenida de Providencia, la llama de la libertad en Paseos Bulnes y pagar el arancel universitario cuando las mismas autoridades estudiaron gratis. Estas pistas hacen reconocible el proceso cultural pinochetista que significa borrar cualquier aspecto del país antes del golpe de Estado, es decir, modelos de comportamiento y de desarrollo interpersonal que son replicados en los puestos laborales como signo de profesionalismo y competencia en el área productiva.
Mi exilio dorado es el recuento de hijos de refugiados que participaron en la experiencia de la Unidad Popular y por corresponder a la Historia latinoamericana, la dictadura y sus secuaces promovieron la dispersión de miles de familias por el mundo. A diferencia de lo que gente ve como una oportunidad de crecimiento, de auto-ayuda; el regreso desde los años noventa de parte de la diáspora chilena ha promovido una incomodidad de pertenecer a este país lleno de contradicciones, humor negro y frustrante. En un país que gusta de la libertad y se complace en la omisión, este visitante examina lo que hemos hecho, hemos heredado y cómo es necesario hacer frente al problema chileno de la memoria en la apabullante contingencia de Santiago de Chile.
Mi exilio dorado. Marco Fajardo. 2021 Lom ediciones 123 páginas.
Mi exilio dorado. Marco Fajardo. 2021 Lom ediciones 123 páginas.
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