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Imagen tomada de El Mostrador.cl |
No reinas (2022) es la primera novela de Bernardita Bravo (Santiago,
1980), quien antes había publicado los cuentos Estampida (2018). En esta entrega hay una indagación de los límites
de lo femenino y el rechazo a la maternidad. Una trama compleja sobre una mujer
que trabaja en un motel a las afueras de un pueblo perdido llamado “Potreritos”,
que ha matado a su hijo de tres años sin motivo aparente. Y,
sí, presurosamente podría mencionar algunas autoras que utilizan estos tópicos
con un sino trágico en sus obras como María Carolina Geel, Lina Meruane,
Diamela Eltit, Pía Barros, Alia Trabucco y la poesía Rosabetty Muñoz. La lista
es más amplia.
Un fugaz romance con un joven en el
cementerio de automóviles toma en consecuencia, un hijo no deseado. Las
asistentes sociales acompañan e intentan persuadir a la joven embarazada que no
aborte. En la narración se desarrolla la extrañeza de los sueños del infante
Cristóbal, la inocencia en los juegos y la seguridad que otorga –en este caso–
la madre, incluso en el momento del ahogamiento en la tina hace que esté
presente lo tétrico y la locura. Hechos que no quedan impunes en la legislatura
ni tampoco en el círculo familiar, porque probablemente se necesita de un mal
día para perder la cordura.
El volumen utiliza un narrador
testigo, focalizado en la protagonista, que indaga en las motivaciones de este
parricidio, y al igual que con el caso de Medea, nos preguntamos: ¿qué clase de
madre mata a su hijo? Asimismo, es necesario plantear que esta crónica roja
tiene tintes de novela negra al entregar detalles precisos y sin adornos sobre
el delito. Se observa que hay una oscuridad narrativa que radica en la rutina,
en el cotidiano y el torbellino en un municipio perdido. Es decir, lo macabro
no está en lo nocturno o criaturas fantasmagóricas, sino en la ausencia de la
conciencia del sujeto.
La obra también critica el sentido
del espectáculo con la llegada de la televisión buscando informar esta noticia
de alto impacto y el debido morbo de los televidentes, siendo un festín entre
la población que participarán con ínfimos detalles sobre la vida de la madre
infanticida y que poco alcanzará a abordar sobre el delito.
En la cárcel, la madre, es acosada
por algunas reclusas, mientras las más veteranas como Gina le prestan un poco
de colaboración. Emeá como la llamarán en el confinamiento, hurgará sobre
distintos hechos que marcaron su infancia: la pérdida de su hermana Ana, el
estado de locura de la madre tras la pérdida, las ausencias del padre, la
llegada de la hermana política “Chivi” y el deseo de maternar.
Aunque la representación de los
diálogos de las presidiarias no está en parte lograda, No reinas realiza una reconstitución de escena en diversos planos
sobre la historia de la victimaria. De una manera sutil y sin entregar
compasión construye un viaje que juega con los desplazamientos temporales y con
las realidades de las personas más cercanas, lo que permitirá al lector no
quedar indiferente frente a los hechos.
No reinas
Bernardita Bravo Pelizzola
Novela, 2022
Alfaguara
150 páginas.-
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