Ramos Bañados (Antofagasta,
1973) se suma al cúmulo de novelas de autoficción y la literatura de los hijos
preguntándose sobre el quehacer de los adultos en la dictadura. Podríamos decir
que entró tardíamente al séquito, pero no es esta la finalidad del autor; sino
jugar con el lector. Tan pronto nos enmarca en el tema de la memoria justamente
para los cincuenta años del Golpe, comienza otra: la novela detectivesca.
Así, dejando de lado –por el
momento– los temas de precarización, migración y xenofobia en las localidades
desérticas del país que ha venido desarrollando en libros anteriores, en Polka
del perro (LOM, 2023), Fernando retoma el vínculo paterno tras décadas
de ausencia tras el exilio que provocó la dictadura Civil Militar chilena y que
significa armar el “puzzle” dentro del conjunto familiar. Esto es, comprender
que él (con chapa de Carlos Sandoval Urquiza) militante del MIR fue torturado
en Pisagua, tuvo que exiliarse en Europa, se alejó de la familia, regresó
esporádicamente, trabajó en la construcción de pasaportes clandestinos para
otros perseguidos, entre otros.
Los daños colaterales y
fracturas familiares que representan prolongadas ausencias y silencios por la
actividad secreta, radican en mayor interés por parte del hijo, a pesar de las
sutilezas corrientes: “Mi padre sobrevivió la tortura, pero a él no lo
consideré parte de mi familia. Mi familia era todo lo que venía de mi madre”.
Por lo mismo, la junta del padre con un amigo circunstancial permite recordar su
paso por la cárcel y el hecho de cuestionar la verdad oficial sobre otro preso
político, emerge la primera pregunta de investigación que deriva en una
situación detectivesca: ¿dónde está Juan Olmos Beltrán? El gran mito de Iquique,
del que hay información tergiversada y escaso interés de abordar desde el
periódico local en que trabaja el protagonista. Sin embargo, con la cuestión de
fondo del asunto también está la provocación de: “Pensé que, a través de la
historia de Olmos, también podría conocer el paso de mi padre como prisionero
en Pisagua”.
En la trama que se desarrolla en 51 capítulos,
los que varían en extensión, cruzan una serie de personajes episódicos y
marginales que van alimentando la historia de un Iquique que ha ido creciendo
en población y con ello, aumenta el olvido de lo ocurrido en Pisagua. Es decir,
la memoria sobre los presos políticos va, paulatinamente, convirtiéndose en un
foco de nicho, dado que los “antiguos” lo van reservando y que solamente
emergerá si hay elementos para ejercer este recuerdo.
Pero en dicha cárcel, se testimonia, ocurrieron
una serie de actividades dirigidas por el fiscal y los militares, ya que la
perversión a costa de los prisioneros era la norma. No por nada, aparece
mencionada como ejemplo: “los 120 días de Sodoma” de Pier Paolo Pasolini que grafica
del nivel de maldad que llegan a tener cierto tipo de personas.
Como todos los protagonistas que ha publicado
Ramos Bañados observamos características comunes: no son éticamente
profesionales y les aparecen pequeños golpes de suerte de los que se aprovecha de
los vacíos legales en el mundo laboral. La corrupción y acciones inadecuadas le
parecen representar pequeños triunfos morales y réditos económicos en una la
sociedad chilena, en la que todos los meses leemos una noticia de estafas de
mayor relevancia.
Dentro del universo bibliográfico de Ramos
Bañados, esta incursión en la novela de detectives sale bien parado. Polka
del perro (2023) es una obra abatible y relevante donde despliega una
atmósfera grisácea y vil sobre una serie de eventos mencionados, y donde
algunos personajes no tienen mayor pudor de haber colaborado directamente con
el circuito de tortura. Por ello, es necesario desenterrar para recuperar la
memoria.
Polka del perro (2023) Rodrigo Ramos Bañados.
Editorial Lom, 138 páginas.
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