martes, 16 de julio de 2024

Crítica literaria: Las hijas horribles (2023) de Blanca Lacasa. Las heridas de la madre e hija.



En Contra los hijos (2018) de Lina Meruane desarrolla un discurso que analiza críticamente el lugar de la maternidad, entendiéndose como la postergación de los intereses particulares de las mujeres, y lo que representan los hijos dentro de la narrativa de la tradición secular y el orden social. Actualmente, la periodista española Blanca Lacasa Carralón ensaya en 248 páginas, Las hijas horribles (Editorial, Libros del K.O., 2023), un volumen que indaga la figura de la madre absoluta, aquella que sigue corrigiendo a pesar de que su maternidad y crianza ha finalizado, pero sufre el denominado “complejo del nido vacío”. O sea, en estos diez capítulos profundiza sobre las complicadas afinidades madre e hija, que son mucho más significativas e inquebrantables que la figura del padre ausente. En ambas relaciones, la condena social es distinta, también lo traumático y angustioso es asimétrico. Por lo que, desde el lugar y voz de una hija, la autora investiga (asumiendo ciertos grados de culpa) y promete excavar los cimientos: qué es la figura de la madre y de la hija en diversos contextos, ambas con adjetivos castigadores.

En materia de cuidados (tema que en Chile se ha ido instalando recientemente) la madre es la referencia total y todo el mundo sabe que cuando no procede comportamientos normativos de los marcos sociales, acusan a la remitente. Es decir, la cultura patriarcal ha ido desarrollando un discurso en el que las mujeres se abocan a dicha atención que incluye su pertinencia biológica y cultural, y así mismo, omitir su valoración comunitaria. De lo anterior, tanto Silvia Federici (Calibán y la bruja, 2015) y Rita Segato (La guerra contra las mujeres, 2017) han manifestado esta inversión de los discursos, pero en esta obra no están consultadas bibliográficamente. Principalmente se sitúa desde Simone de Beauvoir y la publicación de “el segundo sexo”, debido a que con las múltiples traducciones derivó en una repercusión social europea que desarrolló “la segunda ola feminista”, afirma la autora.

Las entrevistas a distintas personas confirman sentirse como hijas “en deuda”, “frustradas”, “una de las grandes liberaciones de la vida”, “ser hija es una gran responsabilidad”, entre otras afirmaciones de similares características. De modo que, la madre hace de su hija una repetición de sí misma, mediante la crianza y la maternidad. Beauvoir es citada como piedra angular de esta obra, así también, la cita de la cita de Freud en estudios asociados, para atestiguar que la hija vive el mismo destino de la madre, “una manera de reivindicar su feminidad, pero también de vengarse”. Por ello, el proceso de liberación de la hija (de quiénes tienen la capacidad de determinar características dañinas para sus identidades e inquietudes) que alcanza la independencia y que se aleja de la proyección de los deseos malogrados por su progenitora, provocan en consecuencia la imagen reprobatoria de “la oveja negra de la familia”.

De lo anterior, Blanca Lacasa transita por factores culturales como el corpus de películas donde exponen dos tipos de maternidades hegemónicas: por un lado, la madre resistente, sufrida y bondadosa, y por el otro, maldadosa, cruel y egoísta. Luego, por el franquismo donde se ejecuta con vigor la enseñanza que el padre es el jefe y la madre piedra angular de la Familia. Mientras que la solterona es un ser incompleto, defectuoso y al margen de la familia tradicional: “hijas designadas por misteriosas fuerzas para solucionar las vidas de sus madres. Hijas todopoderosos con la heroica misión de ayudar y salvar a sus madres” (95). Es decir, una serie de mecanismos como la ruptura o salida del hogar se da en un momento de independencia pero la ligazón es aún mayor dado que los elementos de la responsabilidad, la culpa, la exigencia y materia de cuidados están en este sector. Otro de los temas, es la red de contención durante la crianza y de traspaso de contenidos son vitales para que la madre esté bien contenida y desarrolle un apego positivo con el bebé, de lo contrario se sume en la depresión que deriva siempre en el crío. Además, el perdón, asumir las imperfecciones de nuestros seres queridos, la presencia del duelo  y la ausencia de esta madre, en tanto como una memoria histórica y también subterránea de nuestro diario vivir. La autora dice que: “en cierto modo, la muerte de la madre se vive como la desaparición de nuestra propia infancia y como la pérdida de nuestra propia continuidad” (230).

Las hijas horribles (2023) es un libro con un tono periodístico, que busca dar cuenta  sobre la normalización de relaciones tóxicas dentro del ámbito familiar/femenino (madres e hijas) y cómo se construyen en diversas circunstancias de la maternidad, la crianza y los deseos de una y otra. De hecho, existe poca literatura sobre este tema, porque, para que se hable, se necesita reconocerlas y después hacerse cargo de las filiaciones de crianza.


Las hijas horribles (2023)

Blanca Lacasa Carralón

Editorial K.O

248 páginas.-


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