martes, 6 de enero de 2015

RESEÑA: Poéticas del sujeto fronterizo en Comarcas, (2013)

COMARCAS, (2013)
Bernardo Colipán (1967)

Por Gonzalo Schwenke

La poesía indígena se está haciendo cargo de lo invisible, de lo marginal, de la ocupacióny del despojo territorial por parte de la República de Chile, en su trato con las comunidades indígenas del país. Es así, que Bernardo Colipán (Osorno, 1967) revisita la línea fronteriza del río Bío-Bío, mostrándonos la “Pacificación” por medios militares en la Araucanía como una desconcertante imposición de la civilización occidental la cual tenía más cercanía con lo que conocemos como el viejo oeste estadounidense que un modelo de vida de carácter europeo: “Por decreto el Presidente Montt declara la ocupación militar del territorio” (62), y que también trajo consigo la violencia: “Y siempre llegan los Trizanos buscando las calaveras bajo la piel” (32), el pillaje y la enfermedad: “Mi padre ha muerto de influenza” (67),como males de la sociedad moderna.

El proceso de ocupación, colonización y sometimiento por parte del gobierno chileno[1], provocó un cambio del paradigma identitario en el mapuche, ya que las reducciones no podían seguir sosteniendo los hábitos culturales, forzando así al indígena a emigrar a la ciudad. Es decir, del proceso de colonización: marginalizar y reducir al indígena, provocó la emergencia de una fuerza de sobrevivencia y de resistencia cultural, que –actualmente – está generando nuevas voces identitarias con conocimiento de saberse dañado, violentado y sometido por una cultura occidental-cristiana que representa el modelo de civilización a la cual debían integrarse.

A diferencia de sus trabajos de recolección de memorias, “Pulotre” (1999) y “Forrahue, memorias de una matanza” (2012). En “Comarcas” (2013), aparece una forma discursiva que revive una parte de la Historia de Chile que ha sido invisibilizada: La “Pacificación de la Araucanía”. Este discurso históricobusca reescribir dicho periodo, y que utiliza el testimonio de personas que intervinieron en el farwest criollo, desde diversos grados de tensiones y dimensiones de la sociedad capitalista moderna.“Por siempre sufrió esta tierra, de lejos vienen todas las desgracias: Cornelio Saavedra, Gregorio Urrutia, todo el 2° de Línea.” (64) Las crónicas y diarios de vida o de viaje[2], construirán el imaginario de la zona y darán cuenta del estado de la situación en la región que se está colonizando y usurpando.

Colipán no utiliza la oralitura o la memoria ancestral como estrategia discursiva para dar cuenta de la línea fronteriza,ni tampoco del sujeto mestizo o champurreado.En un afán de evadirse de las imágenes preconcebidas, el libro evade su rotulo de poesía mapuche ya que el poeta no resalta su condición de mapuche y serán contadas las veces que aparecerán elementos constitutivos de la cultura mapuche, esto es,la presencia del cacique Karilao y de Pascual Coña.

Por otro lado, la polifonía de voces emergen desde los prostíbulos donde convergen múltiples voces de la Comarca en ellas; las prostitutas. “Mis amigas beben con hombres del ejército de la frontera./Ellos las destapan y besan la cálida miel de sus pezones.” (23) Ellas estarán en permanente diálogo con el sujeto errante, quien por otro lado, transita por el territorio en búsqueda de una herencia que ha sido enajenada por el ejército y la política de reducciones. No hay un discurso feminista, las prostitutas son parte de la marginalización de los pueblos, demonizadas y fuentes de todo mal, pero en el libro existe un cambio como construcción del modelo social, ya que son ellas el centro de la sociedad y pieza fundamental del engranaje, mientras que el sector de la moral y las buenas costumbres rara vez surge y cuando lo hace, será mediatizando su poder sobre los diarios. Las voces femeninas aconsejan y advierten de los peligros. “Caro se pagan los agravios en la comarca, poeta” (20)

Por otro lado, acontece en el texto continuos procesos intertextuales donde se dialoga con literaturas universales, sus autores serán partícipes del tiempo e imaginario rodeado de violencia. “La mayoría de ellos hablan de fugitivos de la justicia./Mujeres abandonadas, cautivas y prostitutas./Hombres que transitan por pulperías, fuertes y villas/portando cuchillos y armas de fuego.” (19) “No es que los disparos sean raros en la Comarca, uno/cuenta una docena todas las noches, sin embargo, en la mañana/todas las ventanas se cierran para ti.” (23)

La reescritura histórica a partir de la historiografía, la utilización de una voz poética femenina que enuncia – desde su mestizaje— la ocupación de la zona de Araucaníay su posterior colonización, ocupación y dominación por parte quienes representan la civilización como miramientos europeizantes. Asimismo, la lucidez en el desarrollo del espacio tratado, representa una unidad literaria que debe ser valorada y significada como la abertura de omisiones histórico-políticas las cuales trazan el ejercicio de soberanía y creencia de “superioridad”[3] en la Historia de Chile.

La lectura de registros, sus estudios y repensar la “Pacificación” a sangre y fuego de relaciones en conflicto en las oportunidades de que da la poesía, tiene la importancia de salir de la reducción, del olvido, de lo invisible que ha permanecido el mapuche para tener carácter de resistencia simbólica, de tal manera que pueda emerger y entrar – sin tremendismos exóticos—, a la literatura universal: “Eliot le dio el borrador de WasteLand para que lo corrigiera./Pound con un lápiz azul/lo redujo a la mitad.” (17)

Bernardo Colipán, todavía quede al debe en la perspectiva del ejercicio poético-político sino del mestizo desde el champurria[4], profundizar en las raíces mapuche-huilliches; ya sea mediante el rescate de la lengua che zungún, reivindicar la forma de vida mapuche-huilliche o de figuras con profundos legados históricos para el pueblo mapuche, las cuales aportarán una dimensión todavía no explorada y, por lo mismo, fecunda.



[1] En la zona de la Araucanía, durante 1860 al 1890 comienza una política de reducciones territoriales para “civilizar” al indígena (interrumpido por la Guerra del Pacífico), considerado por parte la clase gubernamental como “barbárico y salvaje”, asimismo fortalecer la soberanía en las provincias y constituir un Estado fuerte y centralizado. Es así, que el avance de la locomotora representa el símbolo del progreso y la liquidación de la burguesía ubicada en las provincias de Concepción y Valdivia.
[2]Editorial Pehuén ha publicado tres libros que dan testimonio de la ocupación de la Araucanía, estos son: “Pascual Coña; Testimonio de un cacique mapuche”, “Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía” y “Diez años en la Araucanía”, por otra parte me parece importante mencionar “Historia del Pueblo Mapuche” de José Bengoa, editado por Lom.
[3]La colonialidad está dada mediante dos ejes de poder. Una de ellas es la idea de raza como estructura biológica para codificar diferencias entre conquistadores y vencidos (no así derrotados), por consiguiente, la constitución de una nueva estructura que permita el control de trabajo y sus recursos significan el control cultural de una población determinada. Véase Bonfil Batalla. 1988. La teoría del control culturaly Maldonado-Torres. 2003. Sobre la colonialidad del ser.
[4]“Champurria, palabra que designa al mestizo desde una enunciación huilliche. El mestizo, pues, refiere a una mezcla, una confluencia de dos culturas enunciadas desde la lengua occidental. Champurria, en cambio, lo hace desde una perspectiva, mapuche y pone acento en la falta de elocuencia del mapudungun. La clave es, por esto, el lugar de enunciación: un espacio fronterizo, una zona donde las identidades se componen por múltiples experiencias de culturas que cohabitan un territorio.” Rojas, Rodrigo. 2010. La lengua escorada. Editorial Pehuén, Santiago. Pp. 66

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