COMARCAS, (2013)
Bernardo Colipán (1967)
Por Gonzalo Schwenke
La
poesía indígena se está haciendo cargo de lo invisible, de lo marginal, de la
ocupacióny del despojo territorial por parte de la República de Chile, en su
trato con las comunidades indígenas del país. Es así, que Bernardo Colipán (Osorno,
1967) revisita la línea fronteriza del río Bío-Bío, mostrándonos la “Pacificación”
por medios militares en la Araucanía como una desconcertante imposición de la
civilización occidental la cual tenía más cercanía con lo que conocemos como el
viejo oeste estadounidense que un modelo de vida de carácter europeo: “Por decreto el Presidente Montt declara la
ocupación militar del territorio” (62), y que también trajo consigo la
violencia: “Y siempre llegan los Trizanos
buscando las calaveras bajo la piel” (32), el pillaje y la enfermedad: “Mi padre ha muerto de influenza” (67),como
males de la sociedad moderna.
El
proceso de ocupación, colonización y sometimiento por parte del gobierno
chileno[1],
provocó un cambio del paradigma identitario en el mapuche, ya que las
reducciones no podían seguir sosteniendo los hábitos culturales, forzando así
al indígena a emigrar a la ciudad. Es decir, del proceso de colonización: marginalizar
y reducir al indígena, provocó la emergencia de una fuerza de sobrevivencia y
de resistencia cultural, que –actualmente – está generando nuevas voces
identitarias con conocimiento de saberse dañado, violentado y sometido por una
cultura occidental-cristiana que representa el modelo de civilización a la cual
debían integrarse.
A
diferencia de sus trabajos de recolección de memorias, “Pulotre” (1999) y “Forrahue,
memorias de una matanza” (2012). En “Comarcas” (2013), aparece una forma
discursiva que revive una parte de la Historia de Chile que ha sido
invisibilizada: La “Pacificación de la Araucanía”. Este discurso históricobusca
reescribir dicho periodo, y que utiliza el testimonio de personas que
intervinieron en el farwest criollo, desde
diversos grados de tensiones y dimensiones de la sociedad capitalista moderna.“Por siempre sufrió esta tierra, de lejos
vienen todas las desgracias: Cornelio Saavedra, Gregorio Urrutia, todo el 2° de
Línea.” (64) Las crónicas y diarios de vida o de viaje[2],
construirán el imaginario de la zona y darán cuenta del estado de la situación
en la región que se está colonizando y usurpando.
Colipán
no utiliza la oralitura o la memoria ancestral como estrategia discursiva para
dar cuenta de la línea fronteriza,ni tampoco del sujeto mestizo o champurreado.En
un afán de evadirse de las imágenes preconcebidas, el libro evade su rotulo de
poesía mapuche ya que el poeta no resalta su condición de mapuche y serán
contadas las veces que aparecerán elementos constitutivos de la cultura
mapuche, esto es,la presencia del cacique Karilao y de Pascual Coña.
Por
otro lado, la polifonía de voces emergen desde los prostíbulos donde convergen
múltiples voces de la Comarca en ellas; las prostitutas. “Mis amigas beben con hombres del ejército de la frontera./Ellos las
destapan y besan la cálida miel de sus pezones.” (23) Ellas estarán en
permanente diálogo con el sujeto errante, quien por otro lado, transita por el
territorio en búsqueda de una herencia que ha sido enajenada por el ejército y
la política de reducciones. No hay un discurso feminista, las prostitutas son
parte de la marginalización de los pueblos, demonizadas y fuentes de todo mal, pero
en el libro existe un cambio como construcción del modelo social, ya que son
ellas el centro de la sociedad y pieza fundamental del engranaje, mientras que el
sector de la moral y las buenas costumbres rara vez surge y cuando lo hace, será
mediatizando su poder sobre los diarios. Las voces femeninas aconsejan y
advierten de los peligros. “Caro se pagan
los agravios en la comarca, poeta” (20)
Por
otro lado, acontece en el texto continuos procesos intertextuales donde se
dialoga con literaturas universales, sus autores serán partícipes del tiempo e
imaginario rodeado de violencia. “La
mayoría de ellos hablan de fugitivos de la justicia./Mujeres abandonadas,
cautivas y prostitutas./Hombres que transitan por pulperías, fuertes y villas/portando
cuchillos y armas de fuego.” (19) “No
es que los disparos sean raros en la Comarca, uno/cuenta una docena todas las
noches, sin embargo, en la mañana/todas las ventanas se cierran para ti.” (23)
La
reescritura histórica a partir de la historiografía, la utilización de una voz
poética femenina que enuncia – desde su mestizaje— la ocupación de la zona de
Araucaníay su posterior colonización, ocupación y dominación por parte quienes
representan la civilización como miramientos europeizantes. Asimismo, la
lucidez en el desarrollo del espacio tratado, representa una unidad literaria que
debe ser valorada y significada como la abertura de omisiones
histórico-políticas las cuales trazan el ejercicio de soberanía y creencia de
“superioridad”[3]
en la Historia de Chile.
La
lectura de registros, sus estudios y repensar la “Pacificación” a sangre y
fuego de relaciones en conflicto en las oportunidades de que da la poesía,
tiene la importancia de salir de la reducción, del olvido, de lo invisible que
ha permanecido el mapuche para tener carácter de resistencia simbólica, de tal
manera que pueda emerger y entrar – sin tremendismos exóticos—, a la literatura
universal: “Eliot le dio el borrador de
WasteLand para que lo corrigiera./Pound con un lápiz azul/lo redujo a la
mitad.” (17)
Bernardo
Colipán, todavía quede al debe en la perspectiva del ejercicio poético-político
sino del mestizo desde el champurria[4],
profundizar en las raíces mapuche-huilliches; ya sea mediante el rescate de la
lengua che zungún, reivindicar la forma de vida mapuche-huilliche o de figuras
con profundos legados históricos para el pueblo mapuche, las cuales aportarán
una dimensión todavía no explorada y, por lo mismo, fecunda.
[1] En la zona de la
Araucanía, durante 1860 al 1890 comienza una política de reducciones
territoriales para “civilizar” al indígena (interrumpido por la Guerra del
Pacífico), considerado por parte la clase gubernamental como “barbárico y
salvaje”, asimismo fortalecer la soberanía en las provincias y constituir un
Estado fuerte y centralizado. Es así, que el avance de la locomotora representa
el símbolo del progreso y la liquidación de la burguesía ubicada en las
provincias de Concepción y Valdivia.
[2]Editorial Pehuén ha
publicado tres libros que dan testimonio de la ocupación de la Araucanía, estos
son: “Pascual Coña; Testimonio de un cacique mapuche”, “Crónica militar de la
conquista y pacificación de la Araucanía” y “Diez años en la Araucanía”, por
otra parte me parece importante mencionar “Historia del Pueblo Mapuche” de José
Bengoa, editado por Lom.
[3]La colonialidad está
dada mediante dos ejes de poder. Una de ellas es la idea de raza como
estructura biológica para codificar diferencias entre conquistadores y vencidos
(no así derrotados), por consiguiente, la constitución de una nueva estructura
que permita el control de trabajo y sus recursos significan el control cultural
de una población determinada. Véase Bonfil Batalla. 1988. La teoría del control culturaly Maldonado-Torres. 2003. Sobre la colonialidad del ser.
[4]“Champurria, palabra
que designa al mestizo desde una enunciación huilliche. El mestizo, pues,
refiere a una mezcla, una confluencia de dos culturas enunciadas desde la
lengua occidental. Champurria, en cambio, lo hace desde una perspectiva,
mapuche y pone acento en la falta de elocuencia del mapudungun. La clave es,
por esto, el lugar de enunciación: un espacio fronterizo, una zona donde las
identidades se componen por múltiples experiencias de culturas que cohabitan un
territorio.” Rojas, Rodrigo. 2010. La
lengua escorada. Editorial Pehuén, Santiago. Pp. 66
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