LOS RESTOS
Betina
Keizman (Buenos Aires, 1966)
Alquimia
Ediciones, 2014
166
páginas
Por Gonzalo Schwenke
Betina
Keizman, (Buenos Aires, 1966).Conforma en las primeras seis planas, el
imaginario una urbe obtusa que deforma a sus
ciudadanos. Una Ciudad desequilibrada y desquiciada que somete las relaciones
interpersonales a un estado de sicosis perpetua, lo anterior, una particular
estrategia que se desarrollada durante toda la novela y que amenaza los restos
humanos reducidos a centros de experimentación.
La
Ciudad sitiada, es una extensión de prolongados peligros e inseguridades, una
dimensión que permanece en la nebulosa, que a todas luces está plagada de males
en un ambiente extraño que desafía la vida de las personas, siempre en una
calidad de vida inferior a la nominal,y dependiente de la fertilidad de la materia
orgánica enlos patios de las casas, terreno densamente poblado y cercado:
“En la ciudad
abandonaron una huerta y una casa. Antes de la llegada de los restos, la huerta
había sido el trabajo preferido de su padre, un terreno de lilas y madreselvas
donde Mirta había gateado la infancia catando el sabor de las hojas y de la
tierra, saboreando clandestinamente bajo pena de envenenamiento los frutos
rojos que como pétalos de rocío asomaban entre los lazos verdes” (13).
Lo
que conocemos como los espacios abiertos están coartados por “los restos” que
vigilan e inquietan las actividades públicas, parecen representar la
culminación de la humanidad, una amenaza latente de violencia y putrefacción identificadas
con el olor a caballo muerto. No hay antecedentes de sus apariciones tampoco se
nos señalan qué son, solo hay murmullos, informaciones retocadas o retazos de
memoria, que los alzan como salvajes barbáricos. ¿Desde dónde proviene la
marginalidad?, ¿será acaso el triunfo de la marginalidad, hambrienta,
eternamente violentada y rechazada?,¿qué nos dice el narrador sobre la
desesperación de “los restos”? o ¿por qué sitúa la marginalidad en el Centro? ¿Por
qué el Centro como ciudadela coloniza el último vestigio de civilización? Hay
dos fotografías en blanco y negro en el libro que puede aportarnos pistas sobre
la dirección que se desea tomar. ¿Con qué motivo se presentan fotografías tanto
al inicio y al final de la obra? Así quienes lean la novela puede sustentar sus
propias anticipaciones en la observación de dichas fotografías.
La
Familia de Mirta no pertenece a ningún árbol genealógico rancio ni tampoco
tienen la capacidad de jactarse de algo, limitados en espacio y condicionados a
llevar una vida austera en lo íntimo del hogar, observan con desamparo como su
vida se va deteriorando: “En la ciudad
todo cambia, y la memoria, que funciona por acumulación, solamente retenía unos
últimos recuerdos bajo cuyo peso las imágenes anteriores se desvanecían”
(21), y ante la ausencia de oportunidades, indagaránuna vía de escape a este
temporal, que les proporcione alimento y refugio.
La
única institución que parece estar en funcionamiento,es un campo de concentración.Este
Centro investigación, diseñado a manera de laberinto, será el lugar donde se
diseccionarán las personas que deseen salvarse del caos y del horror. Cada uno
de sus componentes,serán enviados a distintos sectores para estudiar un terreno
tan movedizo como antojadizo: las reacciones emocionales humanas, pero no
importa lo que suceda adentro mientras no sea lo de afuera.
La
narración nada certifica, en mucho de lo expresado se recurre a la alegoría y tampoco
hay un enemigo único desfilando. Es por eso, que el lector debe definir el
sentimiento de “horror al vacío” situado en la narración: un ambiente que va
mutando hacia una deformación, que se prolonga a extraños seres de carácter
reptiliano e inverosímil seres, singularmente llamados “veintecentímetros”. Los
personajes como Mirta están en estado latente, buscando una nueva forma de
escape a esta nueva condición de sobrevivencia.
Más
allá de encontrar la confirmación de los mitos personales, Betina Keizman desarrolla
una narrativa áspera y opresiva, que coloca en crisis nuestra modernidad que
también tiene una atmósfera asfixiante; la tensión no sólo de sobrevivir sino de
adaptarse a las circunstancias en que la depredación y la humillación están
sumidas por la violencia y la injusticia, que denota la lucha de perdurar a
costa del derrame de lo socialmente humano.
Una
de las publicaciones destacables del 2014.
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