Los pequeños actos conmemorativos son importantes en
la relación que los recuerdos son ejercicios críticos de las memorias
colectivas. La romería y acto cultural que se realizará este 21 de junio, a las
19 horas desde el Metro Inés de Suárez hasta la esquina de Bilbao con Lyon en
homenaje a Nelson Schwenke, constituye una forma en que personas se juntan bajo
un árbol a cantar contra el olvido.
Schwenke & Nilo no es uno solo nombre, tampoco un
dúo. Desde un campo simbólico, es un grupo de personas que en su conjunto,
representan una voz generacional arraigado en el sur profundo durante la
dictadura cívico militar. La pérdida física de una de las voces es dolorosa
pero también circunstancial, ya que en las presentaciones continúa presente: «Todos
los días Nelson forma parte de mi vida. En las decisiones que tomo, en todas
las reflexiones que hago»[1] señaló Marcelo Nilo en La Tercera 25 de junio 2017.
En el volumen «Leyendas del sur»
(2015), el actual decano de la Academia de Humanismo Cristiano amplía esta robusta
unión: «Esta
historia que hicimos juntos, que no ha sido fácil, pero las decisiones,
convicciones y el espíritu duro están ahí.» (55)
Así, organizado por Cristián González Farfán, uno de
los autores de «Ecos del tiempo subterráneo»
(LOM, 2009), señala que «el acto no ha perdido su esencia: ser profundamente
democrático, y haciendo uso de nuestro legítimo derecho de ocupar el espacio
público»[2]. Ante esto, habría que agregar el plano colectivo y
voluntario en que se desarrolla esta actividad, la calle es un lugar que debe
ser ocupado persistentemente. El origen de la romería emergió como un síntoma
de espontaneidad, y en la que se ha anunciado la presencia para este viernes de
Eduardo Peralta, Pancho Villa, José Cid, Cantores que Reflexionan, el grupo
Neyenmapu, Galo Ugarte, Luis ‘Flopy’ López, grupo El Pequén de El Monte, Iván
Vergara, Mario Serrano, y la destacada Romina Nuñez Moraga. Quienes, a su vez, tienen
en común las formas musicales de expresión fuera de circuitos rimbombantes que
centran el canto en voz y guitarra con un evidente mensaje social y crítico.
Si en el ochenta, el surgimiento del Canto Nuevo
carece de nombres propios (algunos cantores tienen mayor significación que
otros/as por un tema de relaciones), considerarlo bajo un modelo epigonal,
sería un error táctico y sesgado instalar la idea de liderazgos como se sugiere
cuando se busca el germen del movimiento. En este sentido, Eduardo Peralta
concedió parte de su presentación en aquella época, para que Schwenke &
Nilo canten “el viaje” en momentos que recién venían llegando de Valdivia.
En el libro de Marisol García, «Canción
Valiente» (Ediciones B, 2013), Nelson Schwenke afirmaba sobre el canto que: «(…)
tú te tomabas ese espacio desde la duda y la falta de formación, y se hacía
inevitable reflexionar sobre tu rol. El oficialismo imponía una cultura de la
entretención, y era importante defender al artista desde la función cultural o
de aporte social, pero reflexionando públicamente sobre el asunto de ésta.»
(303) Muchos se olvidan que, los cantantes vivenciaban la pobreza en las tomas,
las ollas comunes que no alcanzaban para personas, los empleos precarios con
pago de cinco mil pesos aquel tiempo y la represión a mansalva que recaía sobre
poblaciones más precarias que impuso el modelo económico, bajo el férreo
mandato de Pinochet.
Por otro lado, cuando hablamos del Canto Nuevo, damos
cuenta de una generación transversal en su discursividad, que se desenvolvía en
universidades, peñas o sindicatos. Los que luchaban diariamente ante un enemigo
en común y un discurso hegemónico, como el mensaje estatal y mediatizado por el
diario El Mercurio. Los que llamaban los que propiciaban el apagón informativo cultural
en el ochenta. No muy distinto a la insistente exclusión de los periódicos de
mayor circulación sobre las actividades culturales que ciertos lugares llevan a
cabo.
La trova está presente en sus individualidades que se
agrupan continuamente. Está ligado a la crónica, al tránsito en la urbe y a la
memoria como señala la cantante Cristina González Narea en la canción «Yo no
canto»: «Yo le canto a la memoria/ Del pueblo con la historia, / y es el pueblo
quien decide/ A quién olvide y a quién revive». Es llamativo cómo la trovadora
en el álbum «Mensajero del amor» (1986), apela a la reapropiación de la
Historia por parte de habitantes, cuando desde el 2011, el gobierno de derecha instala
la educación como bien de consumo y despoja los elementos básicos de
conocimiento para los mismos.
La romería tiene un rasgo alegórico: quienes asisten son
caminantes que cantan en la vía pública hacia un árbol. Este viaje está
relacionado con nuestra historia comunitaria, la que se transmite de boca en
boca con un mensaje donde se conjuga el pasado y el presente, con palabras llenas
de convicciones y valentía.
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