jueves, 26 de octubre de 2017

Crítica Literaria: El futuro es un lugar extraño (2016)

El futuro es un lugar extraño.
Cynthia Rimsky (Santiago, 1962)
Random House Ediciones, 2016.
178 páginas.


Por Gonzalo Schwenke

La historia de los últimos cincuenta años es particularmente problemática debido a las sangrientas dictaduras impuestas en Latinoamérica, las que han fracturado sociedades en su relación con el pasado y ha conformado dando forma a un trauma que impera actualmente en la sociedad. Los múltiples procesos históricos impulsados por la revolución cubana en 1959 detonaron una serie de movimientos sociales, que derivaron en la intervención de Estados Unidos para someter al dominio capitalista los países del cono sur e instalar de manera violenta la ideología neoliberal para la globalización. En consecuencia las literaturas locales se han hecho cargo de esta coyuntura simbolizando estos daños por medio de la memoria y  tal como señala Leonor Arfuch (2014), han dado dirección a la recuperación del diálogo y sentido ético.
La sexta novela de Cynthia Rimsky (1962), el futuro es un lugar extraño (2016), da cuenta del presente de la periodista Caldini, que transcurre en el momento de crisis y la que el marido –un intelectual en franca retirada– acusa formalmente de abandono del hogar. Mientras se realiza el juicio, prospera la relación con la abogada que la defiende y paralelamente entabla diálogo con ex-presos y orgánicas políticas de resistencia, con quienes colaborará en el proceso de reconstruir el pasado, es decir, desde este olvido emergerá la extrañeza. Allí se revela el ejercicio de la periodista, quien participaba de las revueltas populares contra la dictadura de Pinochet durante 1986 y que darían paso al autoexilio en Nicaragua sin notificar a nadie.
El volumen se posiciona en el campo de la memoria, pero no de una manera rígida sino utilizando el narrador testigo y repetidos flashbacks para generar el puente entre pasado y presente. En este sentido, Beatriz Sarlo indica que el regreso no es siempre un momento liberador del recuerdo, sino un advenimiento, una captura del presente.
En el desarrollo de la obra aparecen diversos elementos que gatillan en la personaje principal volver a recordar momentos almacenados como cuadros de costumbres: “En casa de sus padres usaban atún tipo salmón para rellenar la palta reina”; acto seguido, se relata que “un verano que viajó a Chiloé a visitar a un compañero relegado por la dictadura conoció los verdaderos salmones de carne rosada”. (48) Así, múltiples situaciones cotidianas provocarán la rememoración de un pasado perdido.
De manera intratextual, el relato de los diálogos directos entre Caldini y Zanelli (que contienen rasgos biográficos) permite poner en relieve el valor del testimonio que pretende sostenerse sobre la inmediatez, como señala Beatriz Sarlo (2014), y recuperar aquello perdido por la violencia del poder.
Hay dos cosas relevantes que destacar en esta obra. Primero es, la noción de lo íntimo en tanto cotidiano a modo de construir el testimonio de forma pública, y en segundo orden, la validación de la rememoración de la experiencia y la reivindicación de una dimensión subjetiva. Dichos elementos están subordinados a la búsqueda utópica de los derechos y la verdad, como afirma Beatriz Sarlo (2014). Por lo tanto, la utopía da paso a la posibilidad de dar lenguaje al trauma, es decir, es la necesidad de contar lo vivido, relatar lo que se vive aunque sea como experiencia traumática. Aquí, el diálogo permite que Caldini construya una parte del pasado mediante varias voces y fotografía de aquellos que se quedaron en el país a resistir la dictadura en la condición de estudiantes universitarios.
En el libro encontramos los gestos de la Concertación de partidos para quitar de la sociedad rastros tangibles de los ochentas: “Durante la dictadura, para ir al paseo Bulnes era necesario rodear el altar de la patria, donde ardía la llama eterna de la libertad. En el 2005 quitaron el altar, la llama y los asientos en los que la gente tomaba un descanso”. (35) Este gesto político es apenas maquillaje, pero se mantiene en diversos símbolos todavía dolorosos al no existir la ansiada reconciliación que pasa por enfrentar la verdad. Entonces, los actos de memoria vienen a recuperar lo que en realidad no ha sido reconocido por parte de los victimarios: la tortura, el asesinato y la desaparición sistemática de personas chilenas.

El futuro es un lugar extraño coloca en valía las subjetividades y las experiencias como recuperación biográfica de los personajes, así como la historia mancomunada de una nación que no asimila la violencia y el alto grado de complicidad en todos los estamentos sociales, políticos y económicos para sostener la posición que actualmente exhiben. La incapacidad de subsanar las tropelías militares de manera eficaz hará que las reconstrucciones prevalezcan en las narrativas locales y por otro lado, la pérdida del proyecto social y la entrega impúdica del país a la nueva colonización.

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