El futuro es un lugar extraño.
Cynthia Rimsky
(Santiago, 1962)
Random House
Ediciones, 2016.
178 páginas.
Por
Gonzalo Schwenke
La historia de los últimos cincuenta años es particularmente problemática
debido a las sangrientas dictaduras impuestas en Latinoamérica, las que han
fracturado sociedades en su relación con el pasado y ha conformado dando forma
a un trauma que impera actualmente en la sociedad. Los múltiples procesos
históricos impulsados por la revolución cubana en 1959 detonaron una serie de
movimientos sociales, que derivaron en la intervención de Estados Unidos para
someter al dominio capitalista los países del cono sur e instalar de manera
violenta la ideología neoliberal para la globalización. En consecuencia las
literaturas locales se han hecho cargo de esta coyuntura simbolizando estos
daños por medio de la memoria y tal como señala Leonor Arfuch (2014), han
dado dirección a la recuperación del diálogo y sentido ético.
La sexta novela de Cynthia Rimsky (1962), el futuro es un lugar extraño
(2016), da cuenta del presente de la periodista Caldini, que transcurre en el
momento de crisis y la que el marido –un intelectual en franca retirada– acusa
formalmente de abandono del hogar. Mientras se realiza el juicio, prospera la
relación con la abogada que la defiende y paralelamente entabla diálogo con
ex-presos y orgánicas políticas de resistencia, con quienes colaborará en el
proceso de reconstruir el pasado, es decir, desde este olvido emergerá la
extrañeza. Allí se revela el ejercicio de la periodista, quien participaba de
las revueltas populares contra la dictadura de Pinochet durante 1986 y que
darían paso al autoexilio en Nicaragua sin notificar a nadie.
El volumen se posiciona en el campo de la memoria, pero no de una manera
rígida sino utilizando el narrador testigo y repetidos flashbacks para generar
el puente entre pasado y presente. En este sentido, Beatriz Sarlo indica que el
regreso no es siempre un momento liberador del recuerdo, sino un advenimiento,
una captura del presente.
En el desarrollo de la obra aparecen diversos elementos que gatillan en la
personaje principal volver a recordar momentos almacenados como cuadros de
costumbres: “En casa de sus padres usaban atún tipo salmón para rellenar la
palta reina”; acto seguido, se relata que “un verano que viajó a Chiloé a
visitar a un compañero relegado por la dictadura conoció los verdaderos
salmones de carne rosada”. (48) Así, múltiples situaciones cotidianas
provocarán la rememoración de un pasado perdido.
De manera intratextual, el relato de los diálogos directos entre Caldini y
Zanelli (que contienen rasgos biográficos) permite poner en relieve el valor
del testimonio que pretende sostenerse sobre la inmediatez, como señala Beatriz
Sarlo (2014), y recuperar aquello perdido por la violencia del poder.
Hay dos cosas relevantes que destacar en esta obra. Primero es, la noción
de lo íntimo en tanto cotidiano a modo de construir el testimonio de forma
pública, y en segundo orden, la validación de la rememoración de la experiencia
y la reivindicación de una dimensión subjetiva. Dichos elementos están
subordinados a la búsqueda utópica de los derechos y la verdad, como afirma
Beatriz Sarlo (2014). Por lo tanto, la utopía da paso a la posibilidad de dar
lenguaje al trauma, es decir, es la necesidad de contar lo vivido, relatar lo
que se vive aunque sea como experiencia traumática. Aquí, el diálogo permite
que Caldini construya una parte del pasado mediante varias voces y fotografía
de aquellos que se quedaron en el país a resistir la dictadura en la condición
de estudiantes universitarios.
En el libro encontramos los gestos de la Concertación de partidos para
quitar de la sociedad rastros tangibles de los ochentas: “Durante la dictadura,
para ir al paseo Bulnes era necesario rodear el altar de la patria, donde ardía
la llama eterna de la libertad. En el 2005 quitaron el altar, la llama y los
asientos en los que la gente tomaba un descanso”. (35) Este gesto político es
apenas maquillaje, pero se mantiene en diversos símbolos todavía dolorosos al
no existir la ansiada reconciliación que pasa por enfrentar la verdad.
Entonces, los actos de memoria vienen a recuperar lo que en realidad no ha sido
reconocido por parte de los victimarios: la tortura, el asesinato y la
desaparición sistemática de personas chilenas.
El futuro es un lugar extraño coloca en valía las subjetividades
y las experiencias como recuperación biográfica de los personajes, así como la
historia mancomunada de una nación que no asimila la violencia y el alto grado
de complicidad en todos los estamentos sociales, políticos y económicos para
sostener la posición que actualmente exhiben. La incapacidad de subsanar las
tropelías militares de manera eficaz hará que las reconstrucciones prevalezcan
en las narrativas locales y por otro lado, la pérdida del proyecto social y la
entrega impúdica del país a la nueva colonización.
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