Los elementos, voces y asedios al grupo Congreso (2017)
Rodrigo Pincheira Albrecht (1955)
Nuevos Territorio Ediciones, 2017.
206 páginas.
Por
Gonzalo Schwenke
Profesor y Crítico Literario.
El segundo volumen sobre música popular de Rodrigo
Pincheira (1955) Los elementos: voces y
asedios al grupo Congreso (2017), recorre el trabajo creativo y la memoria
de una de las agrupaciones más importantes de la segunda mitad del siglo XX. El
ejemplar de doscientas páginas está dividido en tres partes: una rápida biografía
de ocho planas que comprende cerca de cincuenta años, trece entrevistas a
integrantes que son y han sido parte de la banda que es el grueso del libro. Además
de cinco ensayos que permite abordan teóricamente la música de Congreso.
De acuerdo al autor, en el ejemplar se rescatan cuatro
motivos que ordenan la larga duración del conjunto. Primero, la amistad construida
en la confianza, distraerse jugando a la pelota o la vida en común; segundo, el
constante trabajo manifestado en largas horas de ensayo; tercero, la capacidad
de innovar y dejar atrás la música de fácil ejecución; y cuarto, la fusión
latinoamericana comprendida en la experimentación de sonidos, la improvisación
desde el jazz, la mezcla de ritmos y armonías mapuche como lo escenifica el
quinto track “hijo del diluvio” del disco Viaje
por la cresta del mundo (1981). Es por esto que, una de las valías que
posicionan a la banda es la persistente transformación, la búsqueda y la
complejidad de distintas sonoridades, es decir, evitar la comodidad que
significa la repetición de formas, los que a diferencia de artistas masivos o
tributos a…, que convergen con la identidad propia en el circuito huyendo del éxito
ficticio y comercial. En tanto, una de las causas del grado de la ausencia de
reconocimiento popular es que la industria le gusta lo estable, lo seguro, por
lo que es incapaz de absorber las indagaciones musicales del grupo debido al permanente
tránsito, movilidad y dinámica en la esfera musical.
Los músicos reconocen que el lugar que habita, la ruta
de Quilpué y Valparaíso, ha posibilitado generar una identidad en común.
Distinguida y posibilitada, porque las personas están relacionadas con el mar. En
este sentido, la condición de puerto, esa localidad de tránsito proporciona la
multiplicidad musical como el bolero, el mambo, la cumbia, el vals peruano, la
cueca, la música andina, entre otros estilos tradicionales fuera del espacio
comercial.
Una de las tesis que señala Pincheira es el origen del
rock chileno, la que estaría fundada en Valparaíso y no en Concepción, ya que a
partir de 1956 aparecen grupos de rockandroll en la ciudad del puerto como los
William Reb y Los Rock Kings y en 1962, Blue Splendor. Los que, a su vez, son
parte de una camada de bandas que fueron influenciadas por los ingleses The
Beatles y The Shadows. Por cercanía geográfica y coetánea, Los Jaivas emergen
en Viña del mar en el año 1963 acompañando fiestas con música tropical. Enseguida
ellos comienzan a articular una identidad particular a través del sentido de comunidad,
improvisando y mezclando sonidos latinoamericanos. Esto quedaría grabado en el
disco El volantín (1971).
La ausencia de las letras sobre la impronta de
Congreso en parte se completa con Los elementos.
Este volumen da importancia al territorio como lugar de origen de la música
popular chilena a través de las voces de los protagonistas, quienes desde la
perspectiva histórica apuntan el transito histórico, la identidad generada, la
movilización discursiva, las influencias y las ansias de reinventarse cada vez
que lanzan un nuevo disco.
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