La noche sin
arrullar.
John Williams
(Texas 1922 - Arkansas 1994) es un texano que ofició de periodista en radios y
periódicos. Tras el ataque a Pearl Harbor se alistó en el ejército para
combatir en la segunda guerra mundial donde alcanzó el rango de sargento. Para
1948, publica esta novela y al año siguiente un volumen de poemas. Se convirtió
en profesor universitario y doctor en literatura siendo parte del programa de
Escritura Creativa de la Universidad de Denver. Es reconocido por la excelente Stoner, obra que ha tomado lento
reconocimiento.
Solo la noche es el primer volumen del
mencionado autor, reeditado por la editorial argentina, Fiordo. En este volumen
de 144 páginas, el joven Arthur Maxley desarrolla su vida con relativa
normalidad en medio del alcohol, sueños taciturnos y los libros. Así, una
mañana soleada intenta despejarse por el parque, pero desiste prontamente. A su
regreso, la mucama Judy hace entrega de la carta de su padre, Hollis en la que
señala, con un tono de novedad e impersonalidad, los viajes de negocios sudamericanos,
el apoyo económico enviado con el abogado y el lugar donde se hospeda: el
imponente hotel Regency de San
Francisco. La pronta reunión no hará más que desencajar la endeble estabilidad
del protagonista, provocando que traiga la memoria, la circunstancia de la
pérdida de la madre para comprender el presente.
La novela está
compuesta con sutileza y claridad. El retorno del padre, que toca la fibra más
íntima de Arthur, no es más que parte del trágico desenlace. La memoria y su
función toman relieve en este rescate y olvido: “Pensó en cosas que no debía
pensar, recordó lo que debía olvidar” (19 p.). Estos recuerdos ausentes, no
definidos y ocultos delimitan la profundidad del desconsuelo. Es decir, si la
memoria está determinada por las formas en que nos relacionamos, la triada suele
ser una asimetría social, política y económica, porque no hay independencia del
abandono paterno. Por lo que, estos antecedentes están vigentes en la trama. De
igual modo, la evocación es un torbellino de bajada: la añoranza de un
tranquilo Boston y lo agradable del campus universitario durante el proceso de
admisión, la figura “menudo, y hermoso, enfundado en el vestido blanco que a él
tanto le gustaba” (115), lo transportan hacia una rememoración virulenta, en
que el temprano enfrentamiento de los padres repercutió en la vida del
personaje hasta la necesidad de recurrir a especialistas. No hay vuelta atrás,
cuando se han destapado los rangos de acción del progenitor, ni menos un
sosiego, y sin embargo, el tormento es mutuo.
Solo la noche es una novela psicológica en
la que los miedos amenazan el cotidiano como una fuerza imperturbable que
remece la identidad y trastoca los sentidos para llegar a la verdad. No por
nada, una de las paradojas resolutivas es encontrar ese recuerdo olvidado en el
alto entretenimiento del club nocturno mientras comparte Maxley y la
desconocida, Claire.
Sólo la noche. John Williams. Fiordo
ediciones, 2019, 144 páginas.
Gonzalo Schwenke
Crítico
literario, Valdivia, 2020.
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