Las
cartas de Samanta (2020) de Diego Silva López (Valdivia,
1988) es una novela situada en Madrid donde la protagonista lleva una independencia
económica y vida heterosexual activa. Ella se emplea como lectora de una
editorial española en la que debe recomendar manuscritos que podrían ser
publicables, incluso erotiza al compañero de trabajo, Ítalo. En el intertanto,
aparecen dos tramas secundarias: la violencia en el pololeo/matrimonio y anécdotas
en el mundo editorial.
Mientras
lee poesía de autores hispanoamericanos con especial énfasis en Vicente
Huidobro, también suple la incapacidad de conectar con su propia vulnerabilidad
enjuiciando a las personas desde una perspectiva prejuiciosa y obsoleta. La
protagonista muestra que la forma de representar a los demás personajes es
plana y estática, en la que carecen de complejidad psicológica: desde los
compañeros de trabajo, pasando por los amoríos hasta el interés romántico.
El
primer libro del Silva López construye una visión de mundo ajena a lo
contemporáneo, porque la protagonista habla sobre otras mujeres como “verdadero
caballo de raza fina”, o “Iris, la solterona de 45 años que ya se le pasó el
tren y su infinita cantidad de vagones”, apología a la violación: “Me imaginé
que me encerraba y me lanzaba sobre la mesa para violarme y que lo disfrutaba
desde el principio”, o la confusión de que el orgasmo solamente se llega
mediante la introducción de un objeto: “También he pensado en comprarme un
dildo o consolador, o pene de plástico o como quieran llamarlo (…) si al final,
un buen orgasmo también me lo puede dar un pepino”. Si no era suficiente con
esto, la aporofobia está escenificada en el recuerdo de la visita de un
escritor famoso que visita a la universidad: “lo vi llegar entre muchos pobres
de la facultad”. Dando cuenta que, para el creador, “los pobres” no solo tienen
la capacidad de leer, sino que existen y tienen acceso a estudios superiores.
De
a poco, aparecen relatos y conversaciones sobre violencia en el pololeo y
matrimonio, los que siguen una línea propia de constatar el hecho y no tienen
mayor injerencia, sino como trasfondo en la novela. Además, la aparición del
conflicto aparece tardíamente junto con las cartas que dan el título a la obra.
Son cartas anónimas que relatan violencia intrafamiliar, argumento que llega a
un punto protagónico y que es resuelto, por el autor, de una manera poco óptima,
porque la protagonista es personaje estático.
Por
largos pasajes nos sumirá entre el acto de coger y follar, lo que significa
deformaciones de una literatura comercial que está lejos de la literatura
erótica. Porque si van a aparecer nuevas copias de personajes teniendo sexo y
llegando al orgasmo (como si fuese la única finalidad), mejor buscar un
erotismo provocativo y de calidad, en tanto la mayor forma literaria en el
campo del deseo, ha sido la descrita por la autora chilena María Luisa Bombal
en la última niebla.
Una
de las subtramas no desarrolladas es el desempeño de Rita Andaluz, la
presidenta de la editorial hispana, y el tabú que significa instalar escritores
en la sección espectáculos de los distintos medios de comunicación a cambio de
un porcentaje por dicho trabajo: “Si por algún motivo los textos tenían impacto
en los lectores de las revistas, ya sea para una entrevista o contratación de
ellos en algún medio de comunicación, Rita los contactaba y ‘apadrinaba’,
cobrándoles una comisión por cada publicación hasta el fin de los días”. De
igual modo, las reuniones de las editoriales (oligopolios) para analizar el
mercado de publicaciones y novedades sin competir.
Las
cartas de Samanta tiene potencial por la temática de
violencia que elabora, pero que queda en eso, en una somera constatación
acusativa. Es complejo valorar positivamente un personaje que transita con
fruición entre el clasismo, el racismo, lo aporofóbico y superficial a más no
poder, incapaz de comprender sentimientos ajenos para revivirlos para sí mismo,
sin caer en el mismo comportamiento del siglo pasado.
Las
cartas de Samanta
Diego Silva López
Valdivia, 1988
Editorial Dokumenta
2020
138 páginas.
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