lunes, 8 de mayo de 2017

Crítica Literaria: “Cuentos del Pacífico Sur.”

Cuentos del Pacífico Sur, Yuria Soria-Galvarro. Das Kapital Ediciones, 2015, 110 p.


Por Gonzalo Schwenke

El mar es clave en el desarrollo de literaturas del borde costero en el Pacífico sur. Allí, los personajes se despliegan -muchos de ellos señalados por el signo trágico o lo fantasmagórico-, en el acto de vivir entre los canales y los fiordos australes del territorio desmembrado, sea este, Isla Wellington, Puerto Natales, Punta Arenas o Puerto Edén.
Cuentos del Pacífico Sur (2015) es la recopilación de doce cuentos de Yuri Soria-Galvarro (Cochabamba, 1968). Las historias están conformadas por sujetos desarraigados en los espacios de locación. Así, se evidencia la añoranza por el barrio, por el amor y los estudios, pero tampoco convengamos que están descomunalmente desesperados o en peligro como sugiere la fotografía de portada: “the slave ship” (1840) donde se relata pictóricamente, el naufragio de un barco de esclavos durante el periodo romántico inglés.
Los individuos están aguardando el tiempo de volver a tierra firme y donde los diálogos directos asumen mayor grado de verosimilitud a la narración. Para ellos, el mar es su entrada y/o salida y dicho horizonte conforma el ambiente de olvido o ausencia con el resto de civilización. Por lo tanto, los habitantes se disponen y subordinan al cotidiano que establece lo marítimo, ya sea en el hombre al agua en la isla Wellignton, purgatorio, miedo primitivo o cosa de suerte, mientras que continuidad de los bares y la dama y el capitán, lo fantasmagórico o lo espectral es parte central de los relatos.
En el hombre al agua en la Isla Wellington, el protagonista desembarca en el bar más próximo luego de dos semanas de navegación en el extremo austral. Allí se topará con Demetrio, un viejo marino quien lo abordará para compartir lo que sucedió una jornada mientras trabajaba en la empresa naviera de Punta Arenas. En este metarrelato centrado en la desaparición de un marino en altamar, se exhibe un narrador descuidado y donde la modernidad es símbolo de progreso para los indígenas. Quien es visto con desprecio por el chileno promedio: “los kawésqar son navegantes y buzos. Cosechan cholgas, coral rosado que venden a los turistas, (…) Igual que hace siglos, aunque ahora ya no son nómadas y viajan en lanchas a motor.” (10)
En Purgatorio, el personaje busca el refugio simbólico para encontrar cierta tranquilidad a un destino que lo ha llevado al precipicio. El lugar que se señala: “la gente abandona este lugar para volver a la ciudad, mueren ahogados, asesinados o por alguna enfermedad, nadie lo sabe con certeza y a nadie le importa.” (22) Un destierro carente de osadía y está mostrado por lo calamitoso, el desamparo y el sentido de pertenencia al territorio continental.
Esperando es el segundo microcuento que aparece en el libro y es uno más logrados ya que con pocos recursos logra profundizar en una historia social: “Sobre la huelga y la masacre no recuerda nada, se han borrado de su memoria como los rieles del ferrocarril” (63) En estas trece líneas, la narración se vuelve en estado de ensoñación: el anciano se enfrenta a la muerte, la realidad, el pasado se mezclan y solo van quedando los recuerdos pasivos, en cambio, la memoria social que confluye en los conflictos que se desvanecen con la pérdida de memoria de los testigos así como los vestigios.

A pesar de los desniveles en Cuentos del Pacífico Sur (2015), Yuri Soria-Galvarro tiene el mérito de despojar de heroísmo el hecho de asentarse en el extremo sur, otorgándoles a los sujetos que se enfrentan al abandono y la ausencia, cierto grado de dignidad, la que está muy lejos de la mirada paisajista o de clase turista.

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