Es lo que hay (2021) es la primera publicación en narrativa de Begoña Ugalde (Santiago de Chile, 1984). Previamente ha publicado poemas La virgen de las antenas (2011), Lunares (2016), Poemas sobre mi normalidad (2018) y La fiesta vacía (2019).
En este volumen, los cuentos conjugan un estilo parco
y escueto sin grandes estridencias. Las protagonistas son mujeres (madre
soltera o en pareja) que no han logrado el éxito que representa la obtención
del título universitario, tema relevante para las familias conservadoras y
acomodadas. Por lo mismo, ellas están disconformes con el estilo de vida,
visibilizando la dificultad del ejercicio de la maternidad y haciendo propio el
feminismo en un mundo salvaje y neoliberal.
Estas sutilezas están en segundo orden como la
curiosidad por el lesbianismo en el cuento “Es lo que hay”, a diferencia de lo
heterosexual que está presente sin tapujos en “Fuera del mapa”. Lo lésbico
aparece como mera intención y deseo porque no hay personajes de diversidad
sexual que desafíen esta sociedad tradicional. Lo que sí aparece de modo
transversal, son personajes femeninos, que en algún momento tomaron
consciencia, ante situaciones o expresiones que les parecen ofensivas y ponen
de manifiesto su molestia.
La visión sobre la masculinidad que desarrolla Begoña
Ugalde no está supeditada solamente al personaje indócil, descuidado y sin
pudor que representa Camilo en los dos últimos relatos. En efecto, otros
personajes como los padres jóvenes, aparecen protectores, presentes en la
crianza y partícipes económicamente dentro del ámbito familiar.
Irremediablemente los personajes no se amplían porque
la narrativa de la autora está diseñada así. Tal como se muestra en “Cementerio
General”, donde se aplica la fórmula del Eros y Thanatos. La joven madre se
recupera del parto, narrando los inconvenientes del posparto: escalofríos,
fiebre, depresión, malhumor y el niño pegado a la teta en una noche de
Halloween. En el exterior, los niños juegan al “dulce o truco” y amenazan la
puerta de la casa, lo que compromete la seguridad de la familia.
En el cuento “Es lo que hay”, relata los
inconvenientes de la estadía familiar en Barcelona. El esposo trabaja en los
delivery (tercerización laboral), mientras la protagonista lidia con los
deberes de la casa, cuida a la niña y finaliza la tesis sobre detenidas
desaparecidas en la dictadura de Franco para la Universidad de Barcelona.
Enseguida transita por distintas capas secundarias como el deseo por personas
del mismo sexo, la precarización laboral, los sujetos marginales que parecen
simpáticos de la puerta hacia afuera, como los okupas que rondan la finca y las
torturas a mujeres, entre otras.
En “Una pregunta difícil de responder”, la rutina
familiar la componen Julia, Víctor y dos hijos. Para las festividades, Camilo
plantea desviarse de su ruta por Europa y pasar a Barcelona a compartir con su
hijo biológico. Su aparición en el departamento provoca un desorden y mucha
incomodidad en Julia. De pronto, el hijo Pablo pregunta: “¿Y cómo fue que
aparecí yo?”, mientras en la calle hay tormenta eléctrica. Con el descaro que
caracteriza al padre biológico ausente intenta explicar el nacimiento de Pablo:
una relación fallida, de continuas peleas, inestabilidad laboral y la presión
de él por tenerlo. Así cualquiera es padre.
De lo anterior, continúa en el último cuento “Fuera
del mapa”. Durante el verano en la que la protagonista entraría a la
universidad, conoce furtivamente a Camilo en Plaza Ñuñoa y sin más
explicaciones se van a mochilear a Argentina y Brasil. El relato enumera las
pellejerías de dos jóvenes que juegan a la aventura y tienen tantas peleas como
sexo.
Las protagonistas de este libro, pertenecen a una
clase media con oportunidades para salir de la universidad pero no lograron
reinventarse debido al nacimiento de un hijo, que representa el obstáculo para
progresar en la vida y nunca podrán liberarse de ello. Mientras que la
presencia de la familia no está sino como un tedioso protocolo que hay que
cumplir durante las festividades.
En “Máscaras de tigre” Silvia es madre soltera y tiene
que ingeniárselas con esporádicos trabajos mientras crece su hijo Gaspar. Vive
en un departamento de un ambiente ubicado en un connotado barrio de Santiago
centro-oriente y ha congelado la carrera de Artes Visuales. Si bien la
protagonista parece divertirse junto a su hijo, lo cierto es que el relato lo
sitúa como un impedimento para alcanzar algún tipo de progreso en la vida. “Era
absurdo pensar que con el niño a cuestas llegaría demasiado lejos”, dice. Es
decir, añora la libertad que tuvo, y mientras escasea el dinero, se siente
marginada de sus antiguas amigas o de las fiestas a las que no asiste porque
suele estar mayormente agotada después del trabajo.
Luego, en “Piedras Preciosas” persiste la idea
planteada anteriormente. Laura viene saliendo de una reciente separación, busca
un trabajo como traductora en Londres para una importante editorial inglesa y
junto a los mellizos Juan y Gabriel recorren el Museo de Historia Natural. En
aquel lugar queda absorta y entra en una relación, que abre la posibilidad de
abandonar a los vástagos.
Vale la pena detenerse a observar la «red» de la que
forma parte un autor o autora. En este caso, incluye a Alejandro Zambra. ¿Este
nombre tiene la intención de validar el libro? ¿Al modo de un padrino? Chile:
el país de los padrinos, incluso en un libro feminista.
Es lo que hay es una obra que destaca por hablar sobre
los dolores tras el parto de la maternidad y que ha conformado un mundo
interior que protege con ahínco. Por otra parte, se observan dos falencias. Uno
de ellas, son los cierres abruptos de los relatos quedando en la futilidad y no
aprovechando el potencial. Y por último, hay demasiados personajes planos y
estáticos que no se despliegan porque la estructura es un “yo” en relación a
las sociedades de Santiago de Chile, Buenos Aires o Barcelona, donde cada vez
es más complejo desenvolverse.
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