El segundo volumen de relatos de Efraín Miranda Cárdenas (La Unión, 1985), El que se oculta en la oscuridad y otros relatos (2021) tiene la sutileza de referenciar la obra de H.P Lovecraft: “El que susurra en la oscuridad y otros relatos del ciclo blasfemo de Cthulhu”. Con dicha inventiva, Miranda Cárdenas construye un protagonista que supone tener una cosa secreta y recóndita que hospeda a un tipo de deidad antigua llamada Arz Ylel. El acto de reflejar lo humano y lo horroroso radica en quien escribe: “existe algo como yo, un ser impaciente y maligno (...) sé que se trata de una sola entidad; su rostro es el mío propio” (16). Por siglos esta divinidad ha dormido en un libro de culto de cubierta de cuero rojo y un símbolo circular en la tapa que representa el conocimiento prohibido y ha llegado a la comuna de La Unión.
Este ejemplar se puede leer como una novela dividida en diez cuentos sobre un ente que acecha y provoca demencia en las personas. Así, es común que hombres de distintas épocas encuentren el volumen, paguen en oro el atrevimiento por leer el contenido y en contextos de suma violencia mucha violencia como en los cuentos “La lengua de Arz Ylel” y “Oscuro resplandor” emergerá un ángel maligno que buscará súbditos sin oposición.
Se evidencia una literatura gore y una estética del horror en la que hay un goce en las descripciones de cómo se tortura, se hiere y cómo abandona la sangre de los cuerpos. Esta promoción se expone en el sufrimiento y sensaciones que produce la manipulación de instrumentos de tortura en miembros todavía no mutilados.
En “La sombra en lo profundo”, el psicólogo Mario Gonzáles que trabaja la comuna campestre, asesina con alevosía al paciente José Altamirano. Al ser encarcelado y entrevistado por el inspector Jaime Cárdenas, cuenta los problemas que hicieron llegar a Altamirano a la consulta. Durante un año fue atendido debido a sueños tormentosos donde caminaba por el parque hasta llegar a una cueva en la que se le susurraba el nombre prohibido. Enseguida un ser endemoniado se quiere apoderar de estos personajes para transfigurarse y llegar a este mundo. Hasta aquí el menjunje la primera parte de una narrativa que se ha visto anteriormente.
En la segunda parte, aparece un escribano empleado de demonios que le susurran, a través de la naturaleza, lo que debe transcribir por las noches. Este trabajo lo vienen ejecutando en la familia por varias generaciones. Después, hay un cazafortunas errante que llegó a la comarca y que basado en comentarios de los lugareños se dice que en una casa ruinosa y descuidada habría un dinero en oro, entre otros.
Estos relatos son simples, van a una sola dirección y quedan con finales abiertos. Solo las figuras masculinas buscan el conocimiento y son seducidos por encantamientos que los llevan a graves perturbaciones mentales. Las mujeres están en los límites de las historias, son personajes terciarios que no participan en la historia, porque todo lo que sabemos está en la voz del protagonista y no hay contrapesos que no sea un halo misterioso que la naturaleza oculta lo más macabro.
A diferencia de Cuentos macabros y otros horrores (2019) donde se observaba una narrativa timorata, incompleta y poco arriesgada; en El que se oculta en la oscuridad y otros relatos (2021), las historias están escritas, revisadas y terminadas. Aunque la primera parte no dice demasiado, porque se sitúa en los manoseados arquetipos de Lovecraft. En la segunda parte, hay una descripción crónica del espacio sureño y pueblerino en la que camina el narrador. Sin embargo, todavía tiene trabajo que hacer porque los personajes son monotemáticos y las historias unidireccionales. Además, como algunas personas presentan este libro como “nuevo gótico”, sería bastante bueno abandonarse a las influencias norteamericanas, y excavar en la idiosincrasia de los pueblos del sur de Chile.
El que se oculta en la oscuridad y otros relatos (2021), Efraín Miranda Cárdenas, 156 páginas, Austroborea Editorial.
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