Lo demás fueron los árboles y el
viento, Rubén González Lefno.
Simplemente editores, 2016, 212 p.
“Escucha, yo vengo a cantar
Por aquellos que cayeron.
No digo nombre ni seña,
Sólo digo compañeros. ”
Por aquellos que cayeron.
No digo nombre ni seña,
Sólo digo compañeros. ”
Solo
digo compañeros de Daniel Viglietti
Por Gonzalo Schwenke
Lo
demás fueron los árboles y el viento
(2016) es la cuarta obra de Rubén González Lefno (Valdivia, 1950). En el
presente libro, el narrador protagonista se presenta veinte años después de
ocurridos distintas acciones políticas por parte de colectivos de izquierda y recuerda
las operaciones y los recursos desplegados
en la zona sur del país para hacer frente al horror de la dictadura. Una historia significativa pero que ha sido olvidada
por parte de la población: como el asalto al cuartel en Neltume o el primer
apagón en la zona sur del país.
El foco está en los desplazamientos de los
milicianos a través de las ciudades, poblaciones y accidentes geográficos,
quienes intentan articular diversos objetivos que puedan desestabilizar la
dictadura. Así, podemos leer viajes dentro del país, traslado de armas,
organización y secuestro de camiones para entregar el contenido lácteo en las
poblaciones. Esto pese a que los medios de comunicación están en directa orden
al régimen fascista.
Es mediante la confrontación con el orden
social impuesto por la dictadura que conocemos el grado de violencia en el
ambiente, ya que la narración de focalización externa, no da cuenta sobre la
envergadura de los actos del grupo, sino cuando ejecutan las metas acordadas o
deducen sobre los seguimientos que son parte de los servicios de represión del
régimen.
El desarrollo de las relaciones del
conjunto está determinado por puntos de contacto que ordena la estructura del
partido. Dichos encuentros a pleno luz del día y en diferentes ciudades, exigen
que los combatientes estén atentos a la vigilancia de la CNI y militares.
Famosos por ejercer una tortura y desaparición sistemática de cuerpos humanos:
“sesiones interminables de golpes, picanazos eléctricos, nuevas golpizas, más
picana… pero el interrogatorio no conseguía avanzar más allá” (129). De igual
forma, caminan con cuidado, protegiéndose para no caer mediante constantes
cambios de nombre y vestimenta.
Los constantes errores de edición permiten
que el contenido se desplace a un segundo plano. Este manuscrito está lleno de
ripios, adjetivizaciones y el uso indiscriminado de guiones explicativos en
cada hoja. Lo que demuestra las inseguridades del escritor, ya que las
descripciones caen en la cháchara y su sintaxis es de nivel de primero medio:
“El conductor del camión calculó que en las dos cuadras siguientes debían
seguir existiendo los hoyos en el terreno tanto tiempo dañado y sin atisbo de
que la autoridad tuviera intención alguna de repararlos” (56). Las
reiteraciones y redundancias en el uso del léxico se muestran desde el inicio.
De tal modo que en las páginas 11 a 15, encontramos palabras repetidas:
desplazar, minuciosamente, contentos, grupos y horror.
La estructura de la obra es insostenible
en varios pasajes. González Lefno despliega saltos temporales pero a
continuación, existen cambios de locaciones sin la debida oblicuidad literaria
que permita otorgar continuación a la lectura. De esta manera, los sucesos que
dan contexto se enuncian pero no se describen pese a que los personajes
dialogan en torno al tema, porque los temas se dan por hecho sabidos pero no
han sido investigados. No basta con buscar testimoniar a los sujetos que
detentan este tipo de información si no existe investigación que otorgue
ambientación al relato.
Lo
demás fueron los árboles y el viento
(2016) es una novela testimonial sobre la insubordinación de jóvenes sureños que
lucharon contra la dictadura, pero nunca sabremos las características que los
diferenciaban entre sí, el espesor dialógico que los unía y promovían, o los
obstáculos de la naturaleza de quienes bajaron de la montaña. La plusvalía
literaria se ejecuta desde el registro de esta Historia pero que se pierde en
el alboroto de la escritura que despunta por estar señalada desde un lugar
cómodo y timorato.
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