Las provincias del sur: lo mejor de lo nuestro.
Coyhaiqueer.
Ivonne Coñuecar
(Coyhaique, 1980)
Ñire Negro
ediciones, 2018, 140 páginas.
No todas las novelas de poetas logran un carácter necesario
para desarrollar un imaginario sobre las ciudades. En este libro, la autora
despliega un retrato costumbrista combinado con un alto discurso crítico sobre
lo que significa crecer en las provincias del sur del país.
Coyhaiqueer (2018) la primera novela de la poeta Ivonne Coñuecar,
hace una radiografía sobre el cotidiano de Coyhaique durante el ochenta y los
años noventa. Allí realiza una representación de lo que significa vivir en el
sur, desarrollando temas prohibidos como el suicidio, el mundo homosexual y
lésbico, el contagio del VIH, la militarización de la Patagonia, el clasismo, el
concepto de la familia que no son los parientes sino las amistades duraderas, las
drogas, la juventud, la obligación de los jóvenes por buscar el éxito fuera de
la ciudad, el desarraigo y las heridas infringidas a través del tiempo, entre
otros.
La protagonista Elena, desarrolla en catorce capítulos
una narrativa vinculada a la crónica. Posicionándose como un personaje lateral
no vinculado a aquellos que detentan cierto grado de poder: ya sea siendo hijos
de militares, con rancios apellidos o determinados por el dinero que sostienen
los privilegios.
En aquella zona, el complejo turístico está compuesto
por el revés de la moneda, marcado por los suicidios. De esta manera, ella y Juan
Luis (Jota) se desenvuelven sin la necesidad de complacer la norma de la
comunidad: “Y hablábamos de todos, de cualquiera. Éramos el pueblo adentro,
éramos del pueblo, con, contra, de, desde, hasta, para, por, según, pero nunca
sin” (29). De este modo, con una activa observación crítica devela una sociedad
que aparenta convivir en armonía, con gajos similares a la novela de José
Donoso: Un lugar sin límites. Sin
embargo, en vez que aparezca una figura masculina y castradora que domina el
campo, la autora coloca las responsabilidades sobre las regulaciones sociales
de manera transversal y colectiva.
La provincia dominada por colegios católicos y los
militares acomodados que dictaban la regla de convivencia entre pares cohabitan
en un silencio incesante: “En Coyhaique el conflicto se evita con una
encantadora hipocresía” (14). Estas relaciones sociales entre vecinos y vecinas
están sometida a los tabúes y a la sospechosa buena voluntad. En este sentido,
el mundo conservador y la ideología religiosa, ha mantenido bajo sospecha la
amenaza social y suponer de desviamiento cualquier actitud diferente. Asimismo,
estas convivencias con lo raro y lo homoerótico, están marginadas y permitidas
en un espacio semi-privado, como lo es la peluquería. Lugar que se valida
continuamente el vínculo con lo femenino a través del cuidado del cabello.
El volumen da cuenta que la ciudad “era una zona
privilegiada del dictador y solía ir con frecuencia para ver los avances de la
construcción de la Carretera Austral” (50). No por nada la palabra comunista es simbolizada en el
imaginario nacional como personas que quieren desbaratar un Chile impecable, es
de las primeras noticias falsas más exitosas que algún gobierno pueda instalar
en la población. El más reciente, pertenece al ministro (s) del Interior,
Rodrigo Ubilla, quien perseveró en decir que los incendios forestales no era de
la falta de prevención de las empresas a cargo, sino una provocación de una población
característica de la zona, sin mostrar si quiera una sola prueba fehaciente:
“Yo diría que algunos de los incendios que se han producido en el último tiempo
están asociados al tema de la causa mapuche.” (diario La Tercera: recuperado el
16 de febrero de 2019).
En el transcurso de la obra destaca la articulación de
las voces del narrador y los personajes mediante el estilo indirecto y el
libre. Mientras el primero, supone que es la narradora asume la voz de los
personajes; en el segundo, Elena no solo reproduce el sentir y las palabras de
los hermanos Óscar y Mateo en el capítulo “la vida militar”. Sino también, adoptando
la perspectiva de estos hijos de militares, que no deseaban llegar a ser parte
de las Fuerzas Armadas, pero que tuvieron la extensión de la dictadura dentro
de las casas. En el mismo ámbito, parece engañoso el agotador párrafo largo
interminable, pero las frases cortas, con una cadencia devenida del habla
poética hace que el libro sea una lectura fluida. Igualmente, los capítulos
desplegados no son lineales, más bien fragmentarios por temáticas, los
personajes van y vuelven, fallecen y aparecen en otra memoria, en otro
acontecimiento.
Por otro lado, las marcas de la cultura del noventa
están enlazada por medio de la música electrónica, las drogas, el acto de rebobinar
el cassette con el lápiz, arrendar películas en VHS al videoclub más cercano,
mandar a pedir a Santiago por correo y que este, se demore una semana en llegar,
sirve para generar el cuadro necesario para comprender a los personajes.
No es lo mismo vender la postal de la ciudad
turística, que arraigarse en la zona. Coyhaiqueer
(2018) es una obra de calidad que se basa en la memoria de la auto-ficción para
reconstruir un escenario complejo en la que se despliegan los personajes en
relieve. En esta dinámica, Elena y Jota han elegido no esconderse de su
orientación sexual, eligen crecer y sobrevivir en un lugar que es incómodo,
porque al final de cuentas, ese lugar que no varía sus formas de vida, les
pertenece.
Gonzalo Schwenke
Profesor y Crítico Literario
Valdivia, 2019.
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