“Gracias por venir, pero no puedo con esto.
No me hace feliz, vuelve a descansar”
expresión referida por una mujer
después de haberse practicado el aborto en Chile,
2019.
El
tema del aborto no es un asunto privativo de las clases burguesas, sino de
libertades civiles femeninas. Históricamente el país logró mejoras en las
prácticas, pero que retrocedió sustancialmente con el golpe de Estado. Tras
esto, el procedimiento ha sido omitido y precarizado, pero que actualmente, ha
ido evolucionando y visibilizando por las movilizaciones feministas desde el
siglo XXI.
Lejos
del enjuiciamiento y exceso de tradicionalismo medieval, el acto de abortar no
solo es peligroso realizarlo, sino que para la persona es una carga emocional
potente. Puesto que, antes de los tres meses, el cuerpo femenino se prepara
para recibir a una criatura y se evidencia un embrión que no tiene
discernimiento y biológicamente, está en un incipiente desarrollo. Por nuestra
parte, es difícil alcanzar a dimensionar este trance en sus distintos niveles,
y nuestro lugar debiese ser de máximo apoyo.
Aborto libre. Materiales para la lucha y la discusión
en Chile (2019) es un
volumen de 183 páginas, compilado por la © doctora en Filosofía de la U. de
Chile, Karen Glavic, donde reúne diez perspectivas ensayísticas. Entre las
autoras encontramos: feministas, filósofas, torturadas políticas,
historiadoras, abogadas, sociólogas, políticas, psicólogas, psicoanalistas,
matronas y activistas, las que asedian los últimos años de movilizaciones
feministas en el mapa geopolítico.
La doctora en filosofía (UMCE) Alejandra Castillo,
comprende las contradicciones chilenas como fracciones dominantes: la católica
conservadora y otra, neoliberal. La primera pertenece a la religión, en ellas, las
iglesias instalan la idea de que el ejercicio del aborto es instauran sobre las
mujeres la percepción bíblica de que el aborto corresponde a aquellas malas
mujeres pobres puesto que practican un libertinaje prohibido. Mientras que la
segunda, el mercado permite la participación de las mujeres desde perspectivas heteronormadas
y reproductivas. A partir de estas bases, el aborto libre es el lugar de una
transformación radical y necesaria que superan las fracciones dominantes.
Entonces, el aborto libre no solamente es la determinación de la mujer sobre su
propio cuerpo, sino también, “una política de la alteración del orden
heternormado y reproductivo” (48).
La expresa política durante la dictadura chilena y
medica María Isabel Matamala Vivaldi, afirma que la nula consideración durante
el período posdictatorial permitió el escaso avance, y sostiene que los
obstáculos son “expresiones del biopoder que (…) imponen obediencia al mandato
patriarcal de maternidad obligatoria” (51). De lo anterior, la autora instala
una seria de problemáticas que impidieron que se ampliara la ley 21.030 que
consiste en la “despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en
tres causales”: desde la objeción de conciencia desde máximas fundamentalistas,
la política del consenso, falta de estrategia a la avanzada reaccionaria,
ausencia de temas sexuales y reproductivos en las aulas universitarias, falta
de diálogos con las poblaciones en busca de apropiación de poder para
ejercerlo, falta de diálogo de la presidenta con los movimientos feministas,
los discursos misóginos, y la intervención estatal a través de protocolos de
objeción de conciencia desde el ministerio de salud son los derroteros que
impiden que las luchas feministas avancen.
Hillary Hiner dra. en Historia y Lieta Vivaldi abogada
ambas por la Universidad de Chile, realizan un breve recorrido histórico de las
luchas feministas correspondientes a las burguesías ilustradas en las tertulias
del siglo XX. Para luego continuar con las articulaciones y movilizaciones
feministas desde cambio de siglo: “Para las que estudiamos en la década del
2000, las demandas feministas eran muy difíciles de plantear: eran consideradas
o ya superadas por una supuesta igualdad o bien ajenas a las prioridades
estudiantiles” (80). Esto es, la lucha por el aborto dentro de la academia
marca un avance concreto en las líneas del cambio cultural universitario y
convergente dentro de las líneas democráticas del consenso. Este capítulo de
alto interés, queda al debe debido a la incapacidad del grueso movilizador de
realizar experiencias en las poblaciones y con las clases populares, lugares
fundamentales para introducir la transformación feminista.
La feminista y socióloga Angela Erpel Jara, muestra el
trabajo activo y coordinado de grupos de mujeres por llenar el vacío del campo
de lucha: algunas plantearon la apertura y el fortalecimiento del rol del
Estado, otras adscribieron a grupos de abogacía, apelando a la incidencia
directa en las agendas políticas de los países, y grupos autónomos que
plantearon tomar el aborto por mano propia y gestionar directamente, desde
grupos feministas, el acceso al aborto seguro (99).
La diputada del Partido Comunes (FA) Camila Rojas
Valderrama y la feminista Macarena Castañeda por el mismo partido, se instalan
desde el marxismo feminista (y algunas referencias a Federici) para
esquematizar la producción de la vida y el lugar que ha sido posicionado la
mujer en Chile: “el ser mujer dentro de dicho marco y la producción política de
lo femenino, es cuando la lucha por el aborto puede tomar la potencialidad de
reapropiación de la capacidad reproductiva de nuestros cuerpos e interpelar
directamente al modelo de desarrollo” (107). Asimismo, hacen un llamado a la
continuar movilización social para conseguir la justicia social.
La psicoanalista Constanza Michelson pone el acento a
partir del lema: “yo aborto porque hago lo que quiero con mi cuerpo”, para
luego salir del campo de la literalidad donde problematiza los campos de acción
de la mujer sobre la decisión de una existencia, porque el aborto es una
cuestión de clase social y de rango etario. En síntesis, la ilegalidad del
aborto es la criminalización de la educación o el miedo al libertinaje
sentimental-sexual. Cuando este enjuiciamiento cambie, la sociedad cambiará
considerando a “las mujeres como sujetos, quienes podemos elegir una
existencia, que no es lo mismo que hacer lo que uno quiera” (124).
A pesar de que las demandas feministas han tenido alta
resonancia social, la política de los consensos limitó los objetivos de la ley,
lo que corresponde a una restringida transformación en las estructuras
institucionales y derivando a una resistencia activa de los sectores
conservadores. La matrona (UCh) Pamela Eguiguren cuestiona la objeción de
conciencia de los gineco-obstetras quienes desde su anacronía representan el
último bastión de resistencia cultural y política en la instalación de la ley
sobre el aborto en tres causales: riesgo vital de la mujer, inviabilidad fetal
y violación. Ella, enfatiza de que la objeción de conciencia es la expresión
del individualismo y una falta a las obligaciones sociales demandadas en las
leyes de la república (130).
A partir del fundamentalismo de Jaime Guzmán y los
consensos de la Concertación en el presente tema se ha postergado la salud de
las mujeres. La feminista, psicóloga y psicoanalista Paula Sáez Arellano, reflexiona
sobre la ley de aborto en tres causales es un avance, la autora señala que es
ley muerta: “la ley de despenalización del aborto pasa a ser paradojal: en su
contenido manifiesto autoriza el aborto, pero en su contenido latente, lo
niega” (162). Tras esto, aparece un intersticio durante la negociación
legislativa, pues emerge el programa de acompañamiento estatal. De modo que
funciona como institucional con conciencia para defender el embrión. Entre
ellos aparecen “el aborto nunca es deseable” y “en consecuencia, el Estado debe
generar las condiciones que eviten que las mujeres enfrentadas a las 3 causales
definidas aborten” (165). La autora concluye que la mujer solo es considerada
digna de respeto en sus derechos en calidad de víctima comprobable, de lo
contrario se le considera victimaria (174). Por lo que todavía queda mucho por
luchar.
La activista, docente e investigadora Ruth Zurbriggen
presenta un relato en el acompañamiento del proceso del aborto. La angustia,
tomar la decisión, la desesperación, la incertidumbre, los miedos y el dolor
son la constante en miles de abortos anuales. Pese a que el resultado fue
positivo, el aborto es y seguirá siendo un acto punitivo donde las mujeres se
deben tener unas a otras.
Aborto libre. Materiales para la lucha y la discusión en Chile (2019) tiene en su valía la calidad y heterogeneidad de los ensayos de las autoras donde cumplen con instalar distintas aristas sobre el derecho a abortar. Por tanto, es un aporte intelectual, en la búsqueda de dar razón y discusión a la autodeterminación de los cuerpos.
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