sábado, 29 de agosto de 2020

Crítica literaria: Personas tóxicas

 


Maldito sea el fruto de tu vientre (2019) es un conjunto de doce relatos que se despliegan en las provincias del sur. En ellos, aparecen personajes comunes, banales, y con complejos de narcisismo. Estos viven rasguñando en la miseria para alcanzar un tipo de logro que satisfaga el bienestar individual y señalar las profundidades de la miseria humana es uno de los puentes fuertes y transversales de este libro. Sin embargo, en la mayor parte de estos no se alcanza a desarrollar el ambiente psicológico propio del canon del terror y eso se explica, en parte, por la brevedad de ellos.

El primero tiene un título creativo: la máquina. Un empresario inventa un instrumento mecánico para mejorar la producción de matar cerdos, sin embargo, prontamente el gobierno se hará de la misma para aniquilar opositores: “El gobierno me pagó una buena suma de dinero. Además, me dieron en forma exclusiva la concesión de vender todos los jabones que se produjeran con los cuerpos de ellos ejecutados” (17). De modo, que el protagonista dentro del realismo sucio exhibe morbosamente su condición de empresario que busca la asociación sin ningún código para lograr el éxito.

Otro de los cuentos que se perfila bajo el canon del terror, es “el gato de mis padres”. En la que un ladronzuelo, tras el robo a un automóvil y posterior, choque queda cuadripléjico. Enseguida, reconocemos el ejercicio de taller, que es emular a Edgard Allan Poe, pero con características particulares y sin la capacidad propia de “nevermore”: “el gato maldito. Era de color negro, con ojos verdes, pelaje corto, cola larga y poco más grande lo normal” (21). Por esto, la intertextualidad predomina y nunca logra sacudirse de la misma, aunque se instale una perspectiva cotidiana donde subyace el delirio con final predecible.

La capacidad de narrar es deslumbrante en el “el mariscador” cuando uno de los tripulantes de altamar pasa a ser protagonista sin ser destacado por alguna razón particular: “un hombre, igual a todos los demás, tomó el canastillo…” (27). Por otro lado, son incontables las erratas y la falta de prolijidad tanto en puntos finales, nombres propios como “Fontoba” por la calle Fontova, mayúsculas en sustantivos comunes, y puntos suspensivos fuera de lugar que no solo me he encontrado en este volumen sino también, en otros del catálogo de la editorial.

A pesar de esto, dentro de los rescatables es la narración “sed de poder”, al que le falta homogeneidad en el ritmo de escritura, pero que observamos un escritor protagonista en clave autoficción, que se sorprende de la maquinaria política hasta convertirse en cómplice no sin su cuota sanguinaria. Asimismo, el cuento que le da el título a la obra, desarrolla la maldición familiar que pesa en el protagonista de origen europeo, en la que intentará resarcirse, pero el delirio es más fuerte y provocará que la historia vuelva a comenzar.

En términos generales, Maldito sea el fruto de tu vientre (2019) son cuentos anodinos, con un ritmo irregular y prácticamente planos, donde la consigna es dar cuenta de personajes imbuidos en la miseria y su estética neoliberal. Por lo que refuerza un conjunto de sujetos que siempre han estado presentes como enfermos sin atención, personas tóxicas, ancianos empobrecidos o trabajadores explotados. Ante todo, solo falta considerar el horror mágico como la emergencia de un conjunto de escritores, así como editoriales que buscan técnicas comerciales catalogadas como “nuevo terror en Latinoamérica” desde el sur para tener cabida del escenario actual.

Maldito sea el fruto de tu vientre. Jack Elkyon. Austroborea ediciones, 2019, 116 páginas.

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