Lucha
y movilización del feminismo obrero.
Feminismo
obrero en Chile (2019) de Manuel Lagos Mieres es el largo
camino historiográfico sobre el anarquismo en Chile. En este volumen de 394
páginas describe, analiza y posiciona la situación de la mujer chilena
desamparada, madre de huachos, violentada o siendo parte de familias
precarizadas, y que vieron en el anarquismo de finales de siglo XIX y
principios del XX, una herramienta de colectivización emancipatoria.
El
historiador trabaja en ocho aristas donde la educación y la reflexión son la
clave para disentir sobre las normas impuestas: primero, el progreso y la
modernización de las ciudades; segundo, propagación del anarquismo en las
ciudades y sus aportes; tercero, la apertura de la escena cultural de las
mujeres; cuarto, la organización obrera, la distancia con los sectores
conservadores y alianzas con sus semejantes; quinto, los sindicatos y las
movilizaciones durante la década del veinte; sexto, la avanzada cultura
feminista; séptimo, el discurso anarquista en la lucha contra el alcohol y la
prostitución; y, por último, la salud y los cambios en la práctica sexual.
Es
así, en términos ideológicos, el anarquismo señala que lo consciente determina
lo material, por lo que comprende la existencia de la filosofía del cotidiano y
de la transformación individual para luego cambiar la sociedad. Es decir, no
existe revolución que pueda movilizar a otros, si estos cambios no parten de
uno mismo, ya sea en nuestras prácticas sociales como amorosas y sexuales.
De
acuerdo a los actuales, las visualizaciones son mayores, me refiero a que no
existe un tipo de feminismo determinado, sino que las formas en que las
personas se relacionan producen su autonomía entre ellas. Problemática que
todavía es un campo abierto e irresoluto. De tal manera que, la reciente obra
se instala desde la clase social más excluida, otorgando amplia dimensión a las
condiciones de hacinamiento, de salud, laborales, además de configurar el
impulso, las discusiones y reformas de temas prioritarios en la organización
obrera anarquista.
En
la emergencia y el desarrollo de las crisis que abordan lo político, lo
económico y social, estos ocupan un espacio importante en el sistema de vida de
las personas, porque entran en cuestionamiento con el presente, aflorando otros
modos de habitar y representaciones que van teniendo mayor acogida en la
población. Además, Lagos Mieres afirma que es recurrente que, en tiempos de
revueltas, sean las mujeres quienes sean el cimiento de organización frente a
los conflictos sociales.
En
este tipo de familias existía una alta natalidad y mortalidad, las que tuvieron
que acomodarse en conventillos de la manera que pudieran provocando
hacinamiento, mientras tanto, las obreras transitaban (y transitan) por un
doble trabajo, ya sea dentro del hogar o en el trabajo asalariado. En aquellos
lugares corrían los ratones por las vigas y el bracero era el sistema de
calefacción, nuestras madres ocupaban y socializaban las áreas comunes del
lavado en artesas, mientras que, la infancia jugaba al lado de los desagües que
daban a las acequias repletas de basura y excrementos. Debido a que, comienzos
del siglo XX, el alcantarillado estaba reservado para las calles vinculadas al
comercio.
Por
otro lado, las mujeres cumplían labores como bordadoras, matronas, lavanderas,
costureras, tejedoras o empleadas domésticas, pero también estuvieron en
sectores manufactureros, agricultura, transporte, entre otros. En tanto que, en
los sectores industriales se observa una mayor discriminación en el pago de los
salarios, es decir, las mismas tareas entre hombres y mujeres eran pagadas de
manera desigual. Por lo que el autor muestra que este es un problema cultural
que atraviesa siglos sin transformar y que es sustentado por los empresarios
con el fin de abaratar costos.
En
el campo de educación, los niños proletarios no tenían enseñanza escolarizada,
siendo muy pocos los que completaban seis años en la básica y prácticamente
nadie cursaba la secundaria. En cambio, la mayoría de las niñas se ocupaban del
cuidado y trabajo doméstico. Entonces, cualquier forma de emerger se veía
impedida socialmente. Incluso así, la instrucción ha sido el pilar fundamental
para el avance de la liberación y era recurrente abordar estas temáticas tanto
en las obras culturales como en los periódicos de Santiago y Valparaíso.
Finalmente,
el estudio y la aparición de la obra Feminismo obrero en Chile. Orígenes,
experiencias y dificultades, 1890-1930 grafica el esfuerzo de autoedición,
que no parece antojadiza en su perspectiva contemporánea, porque revitaliza la
discusión con una robusta bibliografía sobre el campo y el ejercicio de las
ideas, las que están encarnadas en la omisión de quienes escriben Historia del
país.
Lagos
Mieres, Manuel. Feminismo obrero en Chile. Orígenes, experiencias y
dificultades, 1890-1930. Autoedición: 2019, 394 páginas.
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