Literatura rusa: la otra revolución.
Si existe en el mundo un país
desconocido e inexplorado, incomprendido e incomprensible para los demás
países, este es, con respecto a sus vecinos occidentales, Rusia. Su literatura
ha sido obstaculizada por el relato histórico y marginada de los movimientos
del poniente. No obstante, antes del periodo revolucionario existía un
bullicioso circuito artístico donde se discutían las propuestas estéticas,
ideológicas de los escritores y escritoras. Es decir, la literatura iba a la
par con el cotidiano y los festejos, por lo que había que defenderla la
construcción literaria frente a otros autores críticos.
Esta experiencia aparece en El
sótano del Perro Vagabundo (Ediciones UACh, 2020) del mexicano Jorge
Bustamante García (tiene a su haber seis estudios sobre la literatura rusa),
recoge en 176 páginas las memorias de diecinueve notables artistas que
conformaron la Edad de Plata rusa, y que convergieron en animadas fiestas los
lunes, miércoles y sábado entre 1911 y 1915. Según registros fotográficos de la
época, la afluencia de intelectuales repletaba el lugar, pero observamos que
las sillas de las creadoras están en el centro de la confraternización. Así, en
sus páginas encontramos a Marina Tsvetáieva, Sergéi Esenin, Máximo Gorki, Osip
Mandelstam, Boris Partenak, Alexandr Blok, Mijaíl Bulgákov, Andréi Bieli, Isaac
Bábel, Viacheslav Ivánov, Georgi Ivánov, Georgi Adamóvch, Boris Zaitsev,
Kostantín Balmont, Nadeshda Teffi, Anna Ajmátova, Arthur Lurie, Igor
Severianin, Vladislav Jodasievich, Ilyá Ehrenburg, Vladimir Mayakovski, Osip
Brik, Velimir Jlébnik, Nikolai Rakitski, productores un tanto difíciles de
encontrar en buenas traducciones.
Despierta al nochero, camina tres
patios en completa oscuridad, pisa la nieve escarchada y siente el ardor del
crudo invierno ruso en las mejillas con la gorra ushanka. Después, toma
la izquierda, y si eres nuevo, acuérdate de bajar diez escalones para abrir una
puerta que da al subterráneo de la denominada taberna de El perro Vagabundo entre
la esquina de la calle Italia y la Plaza de Mijailovski de San Petersburgo
durante la monarquía del zar Nicolás II. Hoy en día, aquel sitio intenta
mantener el espíritu originario en la calle Plaza de Arte número 5 para el
turismo literario.
El sótano contaba con tres áreas: el
bar, otro lugar grande y el otro reducido. Hecho de ladrillo tiene una leve
curvatura en sus extremos, el atosigante humo de los cigarrillos quedaba
impregnado en las paredes y en las pinturas de Sudeikin, Belkin y Kulbin. Es en
este espacio en la que transitaban, mostraban y se exhibían los acmeístas, los
simbolistas y los futuristas, los críticos literarios (que no eran pocos), los
pintores, la gente de teatro, bailarinas, músicos y los cantantes. Ciertamente,
en aquella época “vivíamos por entonces con la literatura en todo” afirma Boris
Zaitsev, de igual modo, las polémicas eran analizadas, criticadas, y defensivas
con el texto a mano.
Esta obra contiene anécdotas jocosas
llenas de alegría y admiración donde la hermandad era amplia: “Este sotanito
ubicado en la plaza de Mijailovski, con pinturas de Sudeikin en las paredes, se
volvió legendario gracias a numerosas anécdotas y recuerdos” escribe Georgy
Adamovich. En ese lugar, lleno de vitalidad y energía al son del alcohol y el
canto aparecieron: el poeta futurista Filippo Marinetti, el poeta de
Montparnasse Paul Fort, el músico alemán Richard Strauss, el poeta modernista
Émile Verhaeren, por nombrar algunos. Además, una temprana Anna Ajmátova
deslumbraba por sus poemas, dedicando “todos estamos aquí ebrios, perdidos” y
“Sí, yo amaba aquellos encuentros nocturnos” al Perro Vagabundo.
Incluso, el poeta simbolista Alexander Blok era bastante apreciado entre sus
pares, aunque era el único que no visitaba el dicho tugurio.
Sin embargo, de lo bueno poco,
pronto la primera guerra mundial disminuiría la afluencia de público, y
enseguida, sería forzado a cerrar por venta ilegal alcohol. Otros espacios se
intentaron abrir, pero sin la llama que caracterizaba la cantina. Sus dueños,
entonces, caerían por la influencia de la guerra y posteriormente, por el
proceso revolucionario.
Las crónicas del sótano del Perro
Vagabundo, edición revisada y ampliada, es el tránsito por el inquietante
mundo literario y que permite observar otra perspectiva a la Rusia
pre-revolucionaria. Si bien la edición del volumen es limpia pues no utiliza,
en exceso, el pie de página, ocurre una tremenda falta al no presentar
referencias bibliográficas de la traducción sobre los mencionados autores.
Bustamante García, Jorge. El
sótano del perro vagabundo. Valdivia, UACh: 2020.
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