martes, 10 de noviembre de 2020

Crítica literaria: Disfrazados (2020), refritos con chucrut.


Disfrazados. La historia enmascarada de Chile. Francisco Ortega. Aurea ediciones, 2020, 143 páginas.

Francisco Ortega (Victoria, 1974) es uno de los escritores venidos de provincia más acomodados y protegidos dentro de la industria literaria con novelas increíblemente malas. Lo que constituye mérito.

Debemos destacar El Verbo Kaifman, rediseño de El Número Kaifman, donde lo caractericé como el particular talento de formar personajes con adjetivos genéricos y configurar los ambientes de manera escueta, pálida, e incluso confusa.

En este mismo sentido, hay que nombrar a Logia, un refrito de las novelas de Dan Brown con ingredientes de filosofía esotérica, en la búsqueda del tiempo del araucano gótico y las decadentes lecturas nacionalsocialistas. Además de influencias de Francisco Coloane, Manuel Rojas, Hugo Silva, Julio Verne, relatos sobre el folclore chileno y un ego enorme, que se demuestra en los comentarios misóginos junto a Baradit y López. Los sobras. Ante esto, no vamos a diluir la discusión en aquella verborrea de quitar mérito a la vida y obra de una persona, tema en discusión hace algunos años, si en las escuelas se vinculan desde que se conoce el hilo negro.

Disfrazados (Aurea ediciones, 2020) es una interpretación del autor sobre los cómic Watchman de Alan Moore, y en segundo orden, Kick Ass de Mark Millar y John Romita Jr. Pero en formato que combina el ensayo y la novela histórica, con el objetivo de repensar la historia nacional con héroes en los diferentes contextos. Claramente Moore tiene distintas líneas narrativas que no se quedan en este mero objetivo, sino en un plano geopolítico durante la Guerra Fría y las consecuencias de la industria nuclear. En el mismo sentido, Philip Roth en La conjura contra América, no solo se basa en la asunción de Charles Lindbergh, sino también en la problemática de discursos antisemitas norteamericanos debido al cada vez mayor poder y figura de Hitler en Alemania. Ciertamente, el que desmienta el revisionismo histórico en la literatura demuestra una situación limitada.

 

En este caso, el autor instala la tesis que los héroes enmascarados han sido funcionales al gobierno de turno e instalados por los medios de comunicación. Para esto hace un trazado histórico sobre personas disfrazadas en Chile, donde encontramos la figura del Sereno (1941), pasando por personajes de la cultura popular hasta Máximo Metrópolis (1991). Sin embargo, prevalece la idea del superhombre en tanto representante del discurso ideológico más duro del régimen militar y transformado en un fetiche neoliberal.

 

Hace poco tiempo se instaló la problemática de los tiempos de publicación y que deben estar acorde con la sensibilidad de la época. Este refrito con chucrut, fue publicado en 1997, con prólogo de 2012 y relanzado el 2020, en tiempos en que el (pos)fascismo y la defensa de políticas neoliberales están identificados, segregados y cuestionados.

 

De igual modo, la derogación de la Constitución de 1980, la sombra de Pinochet, quedará registrada en la historia como un mito, se irá descartando la capacidad crítica y problemática de lo obrado durante y posteriormente a la dictadura chilena. Históricamente muchas figuras presidenciales han quedado a modo de estadística, y ese olvido es un predio en disputa que la memoria devuelve.

 

Disfrazados es un relato histórico de carácter propagandístico de ideas ultraconservadoras contra las cuales la población chilena ha protestado con su propia vida. No es el primer registro literario donde Ortega deja de manifiesto la venerada posición histórica que pretende disfrazar de ucronía. Por lo que habría que reflexionar sobre estas joyas pertenecientes a la industria cultural y la política de publicación como parte de sistemas hegemónicos indiferentes a una sociedad en transformación.

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