Que las
editoriales adquieran escritores incautos y hagan pasar los cuentos por la
nueva literatura secreta no es novedad. No obstante, que el prólogo tenga un nivel
elemental, es un alto desprecio a los lectores, porque hay un escaso valor a la
obra de un incipiente autor. Así, en el preámbulo afirma que: “lo macabro (…)
pasa desapercibido por gran parte de la sociedad lectora”, desconociendo que
este subgénero es un tópico retocado hasta alcanzar la parodia de sí misma.
Dicha política
en nada aporta a los trece Cuentos
macabros y otros horrores (Austrobórea, 2019) de Efraín Miranda (La Unión,
1985). En 110 páginas el autor despliega una narración influenciada por la
literatura gótica, el romanticismo alemán y leyendas del sur de Chile. Lo que
en la solapa señala como “nuevo gótico” no tiene premisa creíble. Sumado a
esto, hay una escasa colaboración desde la edición donde encontramos
inconmensurables erratas por cada apartado.
Poco riesgo tiene
el autor. Lo monotemático y reiterativo de esta propuesta narrativa comienza
con el narrador protagonista de perezosa reflexión incapaz de ver más allá de
su nariz: “Estoy mal herido; lo sé porque he perdido mucha sangre estoy seguro
que moriré pronto” (11), “sé que todos imaginamos que el futuro sería algo
espléndido, maravilloso, absorto de realidades fantásticas” (47) o “existe algo
en la amplia sapiencia del hombre y los estudios de cientos de ciencias que aún
no son capaces de resolver” (69). Realmente destila ramplonería.
Muchas veces,
este grandilocuente relato se queda impávido al participar en un evento
fantástico, ya sea utilizando la variante del chupacabra, el gato o el perro
negro –da lo mismo–, el imbunche o alguna figura similar. Algunos de estas
historias, tienen mucha similitud con el volumen de mitos y leyendas de Floridor Pérez como “el perro negro” y “los
hijos del Calle-Calle”. Asimismo, la corta extensión de los cuentos impide la
caracterización de los espacios y son una constante, los párrafos
desorganizados o saturados de información. Por si esto fuera poco, la
formulación de los personajes destaca por lo avaro en la que no hay un
personaje relevante. Probablemente en “sonrisa del muerto” donde el villano es
un enmascarado, aunque la verdad, es un enlace al profesor Pyg en los comic de
Batman. Más encima, el recurso de la fantasía sino es bien lograda, esta no
debe ser la explicación para el final de cada cuento, porque no sirve como desenlace
apresurado que explique las circunstancias, sino mejor llamamos a esta obra, leyendas.
Probablemente,
lo mejor que tiene Cuentos macabros y
otros horrores es que no es un libro que le quede algo en la memoria al
lector para olvidarlo rápidamente. No hay demostración de la formulación
literaria y tampoco hay cuidado en la consideración de lo que se desea
escribir, siendo que la comuna de La Unión, promueve de sobremanera las
historias macabras.
Cuentos macabros y otros horrores. Efraín Miranda Cárdenas. Austrobórea, 2019, 110 páginas.
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