Hacia finales del 2018 salió el volumen Tropitambo (editorial chilena Quimantú)
de Rodrigo Ramos Bañados, quien ha desarrollado una narrativa que se ha
acomodado a los requerimientos de las distintas editoriales sin dejar de lado
sus intereses. Eso cuando hay trabajo del editor.
En la mencionada obra, se aleja de la progresión
narrativa, y se acoge al relato periodístico para representar un amplio registro
de las ciudades desde Tal-Tal, pasando por Antofagasta, Iquique, Calama, las
salitreras, Tocopilla, Arica, Cochabamba y Tacna, entre otras. Así, utiliza los
recursos derivados de la crónica, que nos permite dimensionar un tipo de
realidad marginal sobre las diversidades del cotidiano y las demandas ofrecidas
a los clientes. En aquella zona existen testimonios, anécdotas y condiciones
materiales que entran en juego con los discursos del relato hegemónico y
mediático. Pero no hablaré sobre este libro, sino de su consecuencia.
Matute (2020) son crónicas de viaje del autor por variados lugares
de Chile, Perú y Bolivia. Estos espacios transfronterizos donde la economía es
favorable para los chilenos, permiten tener acceso a drogas desde Tacna, al
negocio del placer en Alto Chorrillo, a una atención de salud expedita y a bajo
precio en el “Hospital de la Solidaridad”. Asimismo, al negocio de los brujos
en Arequipa, o el sincretismo religioso en Cusco. Mientras tanto, el autor
aborda en Bolivia, la arquitectura de los “cholets” en El Alto, el límite con
Brasil en “el expreso Maiteño” de San Matías, el mercado de Cochabamba y su
regreso desde Santa Rosa, Perú.
La dimensión de estos capítulos son breves y concisos,
en la que hay limpieza mediante frases, sin dejar de lado el protagonismo de lo
narrado. De igual modo, el juego del tiempo es simple, no aparecen voces que
predominen y se privilegia la síntesis sobre el tema o según proceda, la
experiencia.
En la ruta mencionada no solamente tiene varias
omisiones que reconocemos por las consultas y pedidos a los brujos. Lo que no es
difícil anticipar, porque a medida que avanza la lectura, el asunto se pone
turbio. No solamente por las referencias a la pedofilia, a la desaparición de
personas, tráfico de órganos humanos, a la cocaína y asaltos en aquel confín.
En este sentido, la creatividad y las costumbres de algunos territorios
construyen un tipo de salvajismo que estereotipa y sitúa en lo folclórico modos
de vida descritos desde la peculiar civilización
chilena.
Agregar que hay un pequeño detalle sobre la
apreciación sobre el imperio de los Incas: “Una guía turística cobra un dólar
por contar cómo Pizarro y sus vándalos terminaron con el más grande imperio de
Sudamérica, un imperio pacífico y agricultor (25)”. Un imperio de carácter
socialista y agricultor, netamente pacífico que no se pelea entre los hermanos
Huáscar y Atahualpa. Ni tampoco la capacidad de ampliar sus fronteras ni
problemática dentro de las sociedades. Esta percepción es poco precisa con los
documentos y los conceptos conocidos.
En Matute, Ramos
Bañados construye un abreviado libro encaminado para los estudios sobre la
narcocultura. En este caso, se constata un periodismo vivencial, donde la
problemática es la ejecución de relatos sobrios porque impide profundizar. No
recuerdo autores y autoras que trabajen este campo de manera reducida, porque
este formato se singulariza por transportar al lector y para eso, se necesita mayor
extensión. Además, se problematiza el género elegido, porque la calidad del
observador está a disposición del regocijo exhibido, en tanto partícipe del
consumo durante la ruta de la droga o de la felicidad como le llaman. Como si
ya no fuese suficiente que nos vean como un continente descontrolado basado en
el subdesarrollo de economías primarias y por el narcotráfico.
Matute. Rodrigo Ramos Bañados, Editorial Aparte, 2020, 50
páginas.
Gonzalo Schwenke, crítico literario.
Valdivia, 2020.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario