El día previo a la
romería de los 50 años del Golpe fui a ver “El Conde” (2023) del director Pablo
Larraín al Normandie. Al igual que los días nublados de septiembre, esta
exhibición se instala de una forma peculiar en la reconciliación de la
dictadura al abordar a la familia Pinochet-Hiriart. En vez de repugnancia, el
espectador encontrará un menjunje de una parentela que siempre quiso ser
aristócrata pero más bien eran nuevos ricos viviendo a costa de nuestros
impuestos.
A partir del relato
de una voz educada y británica, los orígenes del capitán general se sitúan en
la Revolución francesa con el nombre Claude Pinoche, próximo oficial de Luis
XVI. Tras las juergas revolucionarias el protagonista será convertido en un
vampiro. Años más tarde llegará a Chile Con escenas introductorias nos cuentan
que criolliza su nombre, se casa en una iglesia repleta para reafirmar el lugar
de alcurnia al que creyeron pertenecer, y se esforzará por subir en la escala militar
hasta llegar al supuesto ocaso.
En la película “No”,
Chile se libraba de los militares en el poder gracias a la creatividad de
contadas personas en la campaña publicitaria del Plebiscito de 1988, y no
porque existiera un nivel de pobreza que bordeaba el 40%-45%, o el empuje del
PC mediante el “año decisivo” en 1986, o por gracia y bendición de las
políticas sudamericanas de EEUU a las que ya no les servía la dictadura.
En esta película en
cambio, observamos la figura de Augusto Pinochet (Jaime Vadell) como un vampiro
de 250 años que se aburrió de matar y robar. Sin embargo, cada criatura de la
noche en la filmografía y literatura tiene un motivo de existencia, lo que en
este caso no se vislumbra. El noble militar se hace “la vístima” y se abandona
hacia la muerte, debido a que lo acosan judicialmente por sus múltiples cuentas
bancarias, pero el metraje no cuenta la posibilidad de matarlo, tampoco a modo
de diversión. Mientras es protegido por el mayordomo Forydor Krassnoff (Alfredo
Castro), su mujer, Lucía Hiriart (Gloria Münchmeyer), coloca sangre humana en
la sopa para evitar que muera. En este tira y afloja están los hijos que llegan
a la Patagonia para repartirse la herencia. Como no saben hacer nada, contratan
a la monja Carmen (Paula Luchsinger) para ordenar las cuentas bancarias. Junto
con su llegada el tata renueva su interés por la vida frente a la joven e
inicia el camino de conquista convirtiéndose en suggar daddy.
Se considera a Pablo
Larraín un gran cineasta porque domina la técnica, el campo visual, estético,
musical, etc., al haber sido educado y protegido en espacios donde pocos pueden
entrar. La pregunta es de qué sirve toda esta amalgama cinematográfica, si el
guion y el desarrollo de la idea original no convencen. Habría que decirle al mundo
que Pinochet está al mismo nivel que Hitler, no por cantidad de víctimas sino
por métodos de exterminio. ¿Se imaginan que películas como The rise of evil
(2003) o Der untergang (2004) humanicen al déspota y lo sitúen como un
seductor?
Me atrevo a apropiarme
del verso “rusos, ingleses, gringos, franceses se ríen de nuestros novelescos
directores” en la canción ‘Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos’
escrita por Jorge González. Allá en Europa, al dictador chileno en su
representación cinematográfica lo deben observar y analizar como un pequeño
tirano lejos del ser terrible que sufrieron familiares de DDDD y exiliados.
Aunque en esta farsa se intente mostrarlo a través de abundantes escenas
sangrientas, el horror subyace en el Golpe de Estado y la desaparición de
cuerpos. “No pasó”, parece decir la productora Fábula. Lo que aquí falta es
honradez intelectual.
El Conde es un producto para
la industria Netflix distribuido para EEUU y Europa, por lo que no sería
extraño verlo con más estatuillas en festivales de cine. La cuestión es que
bajo los parámetros establecidos por Larraín Matte no cumple con el humor
negro, pues atenúa-despolitiza la representación del horror y aprovecha de
higienizar la enorme colaboración cívica con el viejo. Es decir, no hay
humillación del viejo Pinocho si lo conviertes en el Ken chileno.
Puntuación:
★★
El Conde. Dirección:
Pablo Larraín. Guion: Guillermo Calderón y Pablo Larraín. Elenco: Jaime Vadell,
Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro, Paula Luchsinger, Stella Gonet, Antonia
Zegers, Amparo Noguera, Diego Muñoz, Marcial Tagle, Catalina Guerra. Director
de Fotografía: Edward Lachman. Dirección de arte: Tatiana Maulén. Sonido: Juan
Carlos Maldonado. Montaje: Sofía Subercaseaux. Casa Productora: Fábula.
Ficción.110 minutos. Chile, 2023.
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