Gonzalo Schwenke
Profesor y
Crítico Literario.
Un frágil libro nos entrega David Corvera (Santiago,
1982). En cien páginas, la obra “En pocas líneas” (2018) instala al personaje
homónimo en la ciudad de Valdivia. Allí conocerá a Paula, una investigadora académica
que llega a la ciudad en busca de tranquilidad tras finalizar una relación
lésbica con María. Ambos se conocen en una fiesta e iniciarán una relación en
la que no tendrán futuro.
La estrategia de la historia del relato parece ser
simple: colocar ambas voces protagónicas en las que desarrollan una narración
distinta, no siempre lograda y por momentos, atosigante. Sumando al narrador
omnipresente para situarse encima de los personajes pero sin aprovechamiento
para el total del volumen. Así también, la perspectiva de la historia evidencia
la trasnochada creencia del autor, que por un lado, viene a cambiar la
tradición literaria escribiendo un proyecto insulso: “acabo de confesarte que
escribiré una novela sobre nosotros (…) a partir de nuestra historia podré
contar otras cosas, nuestra historia será la excusa para describir cómo vemos
el mundo, tú y yo, o bien cómo una parte de nuestra generación lo ve.” (53) En
cierto modo, se pueden identificar algunas influencias culturales no
mencionadas, pero hay valor en secciones que afirma sobre el privilegio de
escribir y el trabajo de la creación literaria representado en espacios solitarios
donde la construcción, la revisión y la corrección, va más allá que la autodenominación
de la voz de la década.
Por otro lado, los pocos personajes que deambulan no
están desarrollados en su complejidad y tampoco tienen relevancia hacia el
final. Aquí aparece Artemisa, artista visual que guarda relación con Paula,
para luego caer en depresión sin ningún ápice de apoyo de otros personajes.
Asimismo, Edgardo, músico de profesión e incapaz de hablar de otros temas, que
en su calidad de personaje secundario impactará escuálidamente en las vidas de
David y Paula.
Cabe mencionar que, en esta novela presenta la imagen de la ciudad de Valdivia situada en el cliché del turismo mediático debido a que transita en los mismos sitios que un turista de manual. Por tanto, si el consumo es corriente, las conductas del sujeto serán correspondidas tanto por el contexto así por el modo de observar la ciudad, clima y su producción. Es decir, este ejemplar pudo haber sido escrita en cualquier otro lugar ya que no existe distinción de los materiales que distinga a la ciudad de otras, el proceso de modernización y poco faltó para leer a gente caminando bajo la lluvia tomados de la mano por la costanera.
Cabe mencionar que, en esta novela presenta la imagen de la ciudad de Valdivia situada en el cliché del turismo mediático debido a que transita en los mismos sitios que un turista de manual. Por tanto, si el consumo es corriente, las conductas del sujeto serán correspondidas tanto por el contexto así por el modo de observar la ciudad, clima y su producción. Es decir, este ejemplar pudo haber sido escrita en cualquier otro lugar ya que no existe distinción de los materiales que distinga a la ciudad de otras, el proceso de modernización y poco faltó para leer a gente caminando bajo la lluvia tomados de la mano por la costanera.
La novela carece de profundidad por lo que se diluye
rápidamente, pero quedará en la retina los manuales de cocina, las
instrucciones del amante moderno y las discusiones con otro/a persona para
encontrarse la razón. Finalmente, “en pocas líneas” coloca la mirada en el
ensimismamiento de relaciones diluidas y desarraigadas de los entornos, lo
que da cuenta que el escritor calza más como guionista de programas de viajes
etnoculturales de televisión.
“En pocas líneas” (2018). Diego Corvera Mallea, Ediciones
Alarido, 2018, 102 páginas.
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